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En el marco de la celebración de los 70 años de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional, el reconocido economista y especialista en desigualdad, Thomas Piketty, esbozó parte de las principales problemáticas que persisten en el mundo en materia de desigualdad.
Parte de sus conclusiones es que, en países como Colombia, el 10 % de la población concentra entre el 70 % y 80 % de la riqueza, mientras que el 50 % inferior apenas posee cerca del 1 %.
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Al revisar la página web de la base de datos de desigualdad mundial (World Inequality Database) se precisa que, en Colombia, en 2021 el 10 % de la población concentró el 63,9 % de la riqueza, lo que evidencia una disminución en comparación con años como 2009, cuando este porcentaje concentraba el 76,4 % de la riqueza. En contraste, el año pasado el 50 % inferior de la población concentró el 4,6 % de la riqueza, una mejora si se tiene en cuenta que en 2009 dicho porcentaje fue de tan solo el 0,7 %.
En suma, si bien se ha registrado una mejora en esta materia, el reto por mitigar la desigualdad sigue siendo preocupante y latente.
Sobre este fenómeno, en el que asegura que ningún país en el mundo tiene autoridad para dar ejemplo a los demás, dice que hay teorías que apuntan a que la solución es esperar a que haya competencia en el mercado y crecimiento para que así haya una mejor distribución de la riqueza. Y, aunque razonable, Piketty detalla que la revolución industrial lleva dos siglos y la distribución de la riqueza sigue estando muy concentrada.
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“Si esperamos que haya difusión de la riqueza nos vamos a tener que esperar muchos años”, asegura, al agregar que la solución tampoco estaría en despojar a los ricos de parte de su riqueza, pues eso provocaría un colapso en la economía.
Una estrategia más acertada sería la de continuar con la dirección que se inició en el siglo pasado, en el que el 50 % inferior de la población comenzó a ganar más y más protagonismo en la distribución de la riqueza y esto mediante beneficios como los relacionados a la formalización del trabajo.
Para continuar en esa línea, Piketty asegura que ayudaría el establecer la educación y la salud como servicios gratuitos para la población, pues eso les permitiría tener más ingresos para acumular un poco de riqueza. Sin embargo, esto sería suficiente.
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Aventurándose a políticas más drásticas, Piketty cree que se daría un paso agigantado si todos los jóvenes, al cumplir 25 años recibieran un mínimo de herencia que sea el equivalente al 60 % de la riqueza promedio. Para el caso de Francia, por ejemplo, eso serían unos 120.000 euros, los cuales se pagarían con impuestos progresivos sobre la herencia y la riqueza.
“Pero aún con esta propuesta todavía estaríamos muy lejos de lograr igualdad de oportunidades, porque la gente hoy recibe cero y va a recibir 125.000 euros, y la gente que recibe un millón de euros de sus padres va a recibir 600.000 euros después de impuestos y todo lo demás, de todas maneras habrá una brecha enorme. Creo que podemos ir un poco más allá”, dijo, al ejemplificar el enorme reto que es mitigar la desigualdad en la distribución de la riqueza.
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Pero Piketty también se refirió a la desigualdad de género en el mercado laboral, en el que la participación femenina se ve afectada por los roles de género asociados a la cultura, como lo es el cuidado de personas, del hogar y demás labores no remuneradas. Hay que recordar que este es un problema que también resaltó la Misión de Empleo, en el que prácticamente calificó como negativo que la participación femenina en el mercado laboral sea tan escasa, aún cuando en promedio las mujeres cuentan con una mejor escolarización que los hombres.
“Con frecuencia se presenta la brecha de género analizando un determinado empleo o una determinada ocupación. La brecha de género es del 10 % o el 15% y cuando vemos este indicador es que olvidamos por completo que las mujeres no tienen acceso a los mismos empleos y a las mismas promociones, por todo tipo de razones como prejuicios o discriminaciones”, señala, al agregar la disparidad que también se presenta en materia de pagos.
Para Piketty es importante que en brechas de género se comiencen a ver otros indicadores que revelan un panorama más completo de esta problemática, pues en muchos países se ha bajado la guardia con el argumento de que el problema se ha resuelto, cuando no es así. El economista considera acertado que se avance en cuotas de participación, no solo en puestos de elección popular, sino también en el ámbito privado, y en la academia.
Finalmente, el economista se refirió a la desigualdad que existe en el mundo en materia de emisiones de carbono, pues se tiene evidencia que países del norte como Estados Unidos y de Europa Occidental producen las mayores emisiones de carbono, mientras que países del sur, como los de África y Asia que no son tan protagónicos en esta materia, sufren los estragos más graves por cuenta del cambio climático.
“Si tomamos la situación de Europa, el 50 % inferior de la población tiene en este momento como promedio emisiones de carbono de 5 per cápita, que es alto, pero esto más o menos está de acuerdo con el objetivo oficial para Europa en el 2030 o 2040. Es decir, el 50 % de la población ya está alineado con estos objetivos. El problema es que el 10 % superior de la población tiene una emisión de 29,2 per cápita. En norte américa tenemos que el 73 % lo produce el 10% de la población”, precisa Piketty.
Una forma de mitigar esta desigualdad, asegura, es mediante impuestos a la energía o al carbono, pero aplicados de forma progresiva, es decir, que entre más contaminación produzca una persona o industria más tenga que aportar. Para él esto es clave, pues aplicar cargas tributarias a la población sin discriminación generaría revueltas ciudadanas, como las protagonizadas por los ‘chalecos amarillos’.