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En seis meses terminarán ocho años de política de vivienda, un programa que empezó como una apuesta social, pero se tornó cada vez más relevante para la economía colombiana. Incluso, se convirtió en uno de los principales instrumentos para estimular el crecimiento económico durante la crisis de los precios del petróleo, que provocó la pérdida de $23 billones de renta petrolera y cuatro años de desaceleración del Producto Interno Bruto.
Sin embargo, las billonarias inversiones van más allá de los indicadores económicos, pues impactaron a más de 1,5 millones de colombianos que hace ocho años vivían en arriendo o que ni siquiera tenían un techo en dónde refugiarse. Por eso, el ministro de Vivienda, Camilo Sánchez, en dialogo con El Espectador, muestra el balance de casi una década de política habitacional, explica las oportunidades que quedan para los cientos de miles de colombianos que siguen soñando con tener casa propia y da sus recomendaciones para el siguiente gobierno.
¿Cuál es el balance de los pasados ocho años de política de vivienda en Colombia?
Este es un Gobierno histórico, no sólo por haber firmado la paz, sino porque en el tema de vivienda, agua potable y saneamiento se hizo una revolución. La administración pasada terminó con poco más de un millón de viviendas iniciadas, por lo que nos fijamos una meta de lograr un incremento del 50 % (1,5 millones). Y faltando seis meses para que termine este Gobierno no sólo habremos cumplido, sino que superamos todas las expectativas y vamos a cerrar con más de 1,7 millones de viviendas iniciadas en ocho años.
Y esta revolución es mayor si consideramos que el presidente prometió 100.000 viviendas gratis. Cuando lo anunció todos se rieron y lo calificaron de populista, pero vamos a terminar el Gobierno con 130.000 viviendas gratis, de las cuales 105.000 ya se entregaron. Se destacan proyectos importantes como el de Mocoa, en donde vamos a dar 1.209, y el de Amazonas, en donde ya hay 200 y 164 que están por darse. Además, hace poco entregamos casas de la segunda fase del programa en La Guajira y Bolívar.
Asimismo, destacamos que se invirtieron $7,7 billones para acueducto, alcantarillado y saneamiento básico, en donde 6,3 millones de colombianos ahora tienen agua potable en sus casas.
¿Han medido el impacto social de estas políticas?
Esas 130.000 familias (de las viviendas gratis) jamás se imaginaron que iban a ser propietarias de vivienda, no tenían cómo hacerlo, pero se logró por medio de recursos del presupuesto nacional y sin politiquería: ni dando un peso ni estando detrás de políticos para lograr este cambio. Damos estas casas a desplazadas por la violencia, madres cabezas de familia, y esas personas en condición de vulnerabilidad que nos indica el Departamento de Prosperidad Social (DPS), un listado que es vigilado por la Procuraduría para evitar el “amiguismo”.
Son viviendas dignas: las primeras unidades que entregábamos eran de entre 28 a 30 metros, y hoy estamos dando las de 51 metros aproximadamente. Incluso hemos entregado algunas de 60 metros, en Atlántico, por ejemplo, que tiene hasta tres habitaciones y patio de ropa. Además, estamos dando también una dotación de infraestructura dentro de los barrios: parques, lugares para que se reúna la comunidad, y todo para crear una pequeña ciudad dentro de la ciudad.
¿Cómo cambió el déficit habitacional?
Ya logramos nuestra meta de bajar el déficit de 12,6 %, en lo que estaba hace ocho años, a 5,5 %. Pero todavía nos falta entregar más viviendas, por lo que podemos bajarlos más antes de que termine el Gobierno. Pero quedarían todavía como 610.000 hogares sin vivienda, los cuales deberán ser atendidos por la siguiente administración.
¿Qué les dice a las personas que opinan que las viviendas quedan en zonas marginadas?
Las viviendas quedan dentro del casco urbano, por lo que deben tener los servicios públicos, agua, luz, y alcantarillado, con las vías de acceso, con parques y zonas verdes.
¿En qué zonas del país se han enfocado para los subsidios de vivienda?
Las ultimas 30.000 casas gratis las estamos entregando en todo el territorio nacional, no sólo en las ciudades principales. Y esperamos que el siguiente gobierno siga este camino, que le cambien el nombre si quieren, pero que continúen invirtiendo en vivienda en las zonas marginadas del país.
¿Están cuidando las viviendas?
También estamos trabajando para hacerles acompañamiento y seguimiento a estas viviendas y hogares, por eso creamos alianzas con varias fundaciones como la Santo Domingo, Pintuco, Carvajal, entre otras. La idea es supervisar cuando llegan las familias a las casas, durante y después. Lo regalado muchas veces no se cuida, por lo que le estamos enseñando que hay que protegerlas. Por esto es que estamos también adelantando un proceso de revocatorias para perseguir al que incumpla con los requisitos y dar la vivienda al siguiente en la fila. De hecho, acabamos de quitarle la casa a una persona que estaba vendiendo drogas y se la dimos a un vendedor de pescado. Y le recomendamos al siguiente gobierno que siga con este seguimiento para evitar los dolores de cabeza que tuvieron México, El Salvador y España.
¿Todavía quedan subsidios para que los colombianos apliquen en lo que queda de gobierno?
Hay recursos para lo que queda, y más. Hace un par de semanas conseguimos $1,2 billones que irán para subsidios a la tasa de interés, lo que ayudará a que la economía se dinamice en la época más difícil, que es la electoral, que genera mucha incertidumbre. Por lo que estamos dándoles herramientas a los constructores para que se sientan seguros de invertir, pues hay más de 77.770 de estos auxilios. Se trata de una inversión nunca vista en un último año de gobierno.
Lo bueno de esto es que se está convirtiendo en una política de estado, que va a trascender del Gobierno del presidente Santos. Y el que venga va a continuar porque esta labor cumple dos funciones: la social, pues estamos llevando reduciendo la brecha en vivienda agua potable y alcantarillado, y al mismo tiempo estamos estimulando la demanda interna que es fundamental para que crezcamos por lo menos al 2,7%, que es lo mínimo que debe aumentar el Producto Interno Bruto (PIB).
¿Qué cuellos de botella hay que solucionar para impulsar más el sector?
Hay que mejorar la seguridad jurídica, en eso estamos trabajando muy bien con Camacol y con otros sectores. También hay que seguir trabajando con vivienda segura, para luchar contra los ilegales y para que las personas puedan tener la certeza de que compran algo legal y de calidad. Otro gran cuello de botella es la falta de información, todavía no logramos difundir lo suficiente los subsidios, por lo que hay miles de colombianos que se están perdiendo de esta oportunidad.
¿Qué alianzas faltan?, o de las existentes, ¿cuáles se deben fortalecer para impulsar más la vivienda en Colombia?
Tenemos que trabajar de la mano de los alcaldes y de los gobernadores, pues es muy importante el proceso de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT). También es necesario el acompañamiento a los constructores, porque los subsidios les están dando una mano cuando la economía no está tan dinámica. Asimismo, queremos un mayor involucramiento del sector financiero para que conozcan a profundidad los programas del Gobierno. Y que los colombianos tengan conciencia para que compren de forma inteligente.
Y en la política de vivienda, ¿en donde ha quedado la innovación tecnológica?
Dentro del Ministerio sería muy caro tener un departamento de innovación y tecnología, pero este cambio sí se está dando de la mano de los constructores. Pues de hecho pronto vamos a entregar unas viviendas inteligentes: por ejemplo, los usuarios podrán prender la luz con el celular.
Además de problemas de información, ¿han tenido que enfrentar mitos y temores?
Los temores siempre existirán, porque en Colombia hay un problema grave, pues falta mucha bancarización en nuestra economía. Por lo que todavía se ven casos de personas que prefieren guardar su plata debajo del colchón que dentro de una cuenta de ahorros. Pero algo bueno es que hemos logrado reducir el riesgo en la compra de vivienda: es más difícil que un constructor inescrupuloso lo robe, pues ahora sólo pagamos los subsidios en el momento en el que se escritura la casa, eso es un avance importante. También tenemos la Ley de Vivienda Segura, con la cual hay unos amparos especiales para poder siempre defender al usuario, al constructor y al Gobierno para que no les hagan trampa. Asimismo, los instrumentos financieros son más flexibles y menos riesgosos, y gracias a Dios los temores de una crisis económica son cada vez más lejanos.
Sin embargo, el temor a endeudarse sigue siendo muy común, en especial entre los jóvenes. ¿Cómo incentivarlos?
Para motivarse no hay que saber mucho de economía. Sólo deben darse cuenta de que al pagar un arriendo están arrojando todos los meses ese dinero a la basura. En vez de pagar ese arriendo, es mejor que usen esa plata para las cuotas del crédito hipotecario, ya que con el pasar del tiempo van a ser cada vez más dueños de esos ladrillos. Lo que deben entender los jóvenes es que no hay mejor patrimonio que una casa propia, esta es una mejor inversión que viajar o pasear. Algún día crecerán, por lo que ese préstamo a 30 años tendrá cada vez más sentido.
Con base en lo que aprendieron en estos ocho años, ¿qué recomienda al siguiente gobierno?
Que el seguimiento es muy importante y que usemos mejor el suelo, porque es cada vez más escaso. También que se debe seguir incentivando, más que la vivienda gratuita, la vivienda en la que siempre haya algo que tenga que poner el beneficiario, porque esto les da mucho más sentido de pertenencia a las personas con sus casas. Y, por supuesto, que hay que mantener los subsidios, porque les cambia la vida a las personas y porque mantiene viva la economía.