¿Es posible prevenir catástrofes similares a la de Mocoa?
Empresarios proponen instalar barreras dinámicas de última tecnología para evitar que las crecientes de los ríos destruyan las ciudades. Académicos aseguran que la única forma de mitigar los riesgos es proteger y reforestar las cuencas hídricas.
Juan Miguel Hernández Bonilla
Si algo le dejó al país la tragedia de Mocoa, además de un profundo sentimiento de dolor, fue la certeza de que la única forma efectiva de mitigar las consecuencias de las catástrofes naturales es una política pública seria de prevención de riesgos.
A pesar de que la gobernadora del Putumayo, Sorrel Aroca, asegurara que lo ocurrido fue un desastre imposible de prevenir y de prever, expertos y empresarios coinciden en que si se hubiera aplicado una serie de medidas de precaución, la avalancha no habría sido tan devastadora.
El saldo de la tragedia es escalofriante. Más de 300 muertos, 400 heridos, 36 barrios arrasados, 330 desaparecidos, 3.500 familias damnificadas y muchas historias de angustia, desolación y abandono que nos obligan a preguntarnos por las alternativas para que algo así no vuelva a ocurrir en Colombia.
No se trata de buscar culpables, sino de mirar cuáles son las estrategias que podrían aplicarse en los 385 municipios que, según un reciente estudio de la Universidad Nacional, están ubicados en zonas de alto riesgo y podrían sufrir catástrofes similares a la de Mocoa. El problema, según José Fernando Villegas, director ejecutivo de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, seccional Antioquia, es que “por distintos factores, la población se asentó a la orilla de los ríos y estos vuelven a su cauce, así se demoren 500 años”.
Soluciones en infraestructura
El ingeniero Gonzalo Díaz, técnico de Warco S.A.S., filial en Colombia de la primera empresa en el mundo en prevención de riesgos geológicos, propone una solución ingeniosa. “Hemos desarrollado un tipo de barreras dinámicas contra avalanchas. El objetivo es instalar una red de anillos de acero elástico, que funciona como un colador, detienen el material sólido y dejan pasar el líquido, en medio de las quebradas y los ríos que están en riesgo de desbordarse”, asegura Díaz.
Parece que este mecanismo, aplicado con éxito en varios países de Europa, Asia y América Latina, es mucho más efectivo que un dique o un muro de concreto. “Si una sola malla no alcanza a contener todos los árboles, las piedras y el lodo, se pueden poner varias barreras escalonadas o consecutivas a lo largo del río”.
El año pasado, la empresa instaló 22 redes en Perú y logró reducir los daños del reciente fenómeno de El Niño. En Colombia ya hay seis barreras dinámicas. Las dos primeras están en la quebrada Casa Teja, en la vía Bogotá-Villavicencio, tienen capacidad para retener entre 500 y 1.000 m³ de desechos y protegen los cimientos de uno de los puentes de la carretera. En la quebrada La Melgar hay otra malla que ha evitado que las continuas crecientes afecten la cabecera del municipio. El último proyecto consta de tres redes que resguardan a Suratá, en Santander, de posibles crecientes y que buscan evitar que se repita la avalancha de 2011 que dejó el hospital y varias casas destruidas.
Cuidar las cuencas de los ríos
Sin embargo, Ricardo Hernández, profesor y magíster en ingeniería y recursos hidráulicos, es incrédulo. Aunque reconoce que el sistema de las redes de acero serviría para controlar pequeñas avalanchas y podría ser una solución transitoria y de corto plazo para que los municipios mitiguen los riesgos a los que están expuestos por su ubicación geográfica, cree que catástrofes como la de Mocoa sólo se pueden prevenir si se conservan y se protegen las cuencas de los ríos.
“Las piedras que cayeron en Mocoa no las puede frenar ninguna red. En estos casos, lo único efectivo es reforestar las cuencas con especies nativas que reducen la tasa de erosión y evitan que la tierra se deslice”, aseguró el investigador. De acuerdo con Hernández, otra razón para proteger la cobertura vegetal de las cuencas de los ríos es que los árboles sirven como amortiguadores de la lluvia. “El bosque disipa la energía del diluvio, absorbe las aguas e impide que las crecientes de los ríos causen daños irreparables en las cabeceras municipales”.
Los Planes de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (Pomca) son claves en este trabajo de prevención de riesgo. Según el Ministerio de Ambiente, los Pomca son el instrumento a través de cual se establece la vocación de las cuencas, se genera un equilibrio entre el aprovechamiento social y el aprovechamiento económico de los recursos y se desarrollan estrategias de prevención de posibles avalanchas o desbordamientos.
Como hoy en día existen las herramientas y los medios técnicos para evitar este tipo de tragedias, los municipios afectados deberían comprometerse a realizar los estudios previos que den cuenta de la magnitud del peligro al que están expuestos y permitan tomar las medidas necesarias para reducirlos. De esto dependen muchas vidas.
Si algo le dejó al país la tragedia de Mocoa, además de un profundo sentimiento de dolor, fue la certeza de que la única forma efectiva de mitigar las consecuencias de las catástrofes naturales es una política pública seria de prevención de riesgos.
A pesar de que la gobernadora del Putumayo, Sorrel Aroca, asegurara que lo ocurrido fue un desastre imposible de prevenir y de prever, expertos y empresarios coinciden en que si se hubiera aplicado una serie de medidas de precaución, la avalancha no habría sido tan devastadora.
El saldo de la tragedia es escalofriante. Más de 300 muertos, 400 heridos, 36 barrios arrasados, 330 desaparecidos, 3.500 familias damnificadas y muchas historias de angustia, desolación y abandono que nos obligan a preguntarnos por las alternativas para que algo así no vuelva a ocurrir en Colombia.
No se trata de buscar culpables, sino de mirar cuáles son las estrategias que podrían aplicarse en los 385 municipios que, según un reciente estudio de la Universidad Nacional, están ubicados en zonas de alto riesgo y podrían sufrir catástrofes similares a la de Mocoa. El problema, según José Fernando Villegas, director ejecutivo de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, seccional Antioquia, es que “por distintos factores, la población se asentó a la orilla de los ríos y estos vuelven a su cauce, así se demoren 500 años”.
Soluciones en infraestructura
El ingeniero Gonzalo Díaz, técnico de Warco S.A.S., filial en Colombia de la primera empresa en el mundo en prevención de riesgos geológicos, propone una solución ingeniosa. “Hemos desarrollado un tipo de barreras dinámicas contra avalanchas. El objetivo es instalar una red de anillos de acero elástico, que funciona como un colador, detienen el material sólido y dejan pasar el líquido, en medio de las quebradas y los ríos que están en riesgo de desbordarse”, asegura Díaz.
Parece que este mecanismo, aplicado con éxito en varios países de Europa, Asia y América Latina, es mucho más efectivo que un dique o un muro de concreto. “Si una sola malla no alcanza a contener todos los árboles, las piedras y el lodo, se pueden poner varias barreras escalonadas o consecutivas a lo largo del río”.
El año pasado, la empresa instaló 22 redes en Perú y logró reducir los daños del reciente fenómeno de El Niño. En Colombia ya hay seis barreras dinámicas. Las dos primeras están en la quebrada Casa Teja, en la vía Bogotá-Villavicencio, tienen capacidad para retener entre 500 y 1.000 m³ de desechos y protegen los cimientos de uno de los puentes de la carretera. En la quebrada La Melgar hay otra malla que ha evitado que las continuas crecientes afecten la cabecera del municipio. El último proyecto consta de tres redes que resguardan a Suratá, en Santander, de posibles crecientes y que buscan evitar que se repita la avalancha de 2011 que dejó el hospital y varias casas destruidas.
Cuidar las cuencas de los ríos
Sin embargo, Ricardo Hernández, profesor y magíster en ingeniería y recursos hidráulicos, es incrédulo. Aunque reconoce que el sistema de las redes de acero serviría para controlar pequeñas avalanchas y podría ser una solución transitoria y de corto plazo para que los municipios mitiguen los riesgos a los que están expuestos por su ubicación geográfica, cree que catástrofes como la de Mocoa sólo se pueden prevenir si se conservan y se protegen las cuencas de los ríos.
“Las piedras que cayeron en Mocoa no las puede frenar ninguna red. En estos casos, lo único efectivo es reforestar las cuencas con especies nativas que reducen la tasa de erosión y evitan que la tierra se deslice”, aseguró el investigador. De acuerdo con Hernández, otra razón para proteger la cobertura vegetal de las cuencas de los ríos es que los árboles sirven como amortiguadores de la lluvia. “El bosque disipa la energía del diluvio, absorbe las aguas e impide que las crecientes de los ríos causen daños irreparables en las cabeceras municipales”.
Los Planes de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (Pomca) son claves en este trabajo de prevención de riesgo. Según el Ministerio de Ambiente, los Pomca son el instrumento a través de cual se establece la vocación de las cuencas, se genera un equilibrio entre el aprovechamiento social y el aprovechamiento económico de los recursos y se desarrollan estrategias de prevención de posibles avalanchas o desbordamientos.
Como hoy en día existen las herramientas y los medios técnicos para evitar este tipo de tragedias, los municipios afectados deberían comprometerse a realizar los estudios previos que den cuenta de la magnitud del peligro al que están expuestos y permitan tomar las medidas necesarias para reducirlos. De esto dependen muchas vidas.