Estas son las diez áreas de los trabajos del futuro

El periodista Andrés Oppenheimer recorrió el mundo para comprender cuál será el futuro laboral. De ahí surgió su más reciente libro: “¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización”.

Andrés Oppenheimer - Especial para El Espectador
26 de agosto de 2018 - 03:00 a. m.
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Cuando los estudiantes me preguntan cómo conseguir su primer trabajo en lo que les gusta después de haber terminado sus estudios, siempre les digo: “Entren en el edificio de la empresa donde quieran trabajar o inventen su propia empresa. Si quieren trabajar en una empresa existente, entren en el edificio por donde puedan, ya sea como pasantes o haciendo cualquier tipo de tarea. Si están académicamente preparados, realmente quieren hacer un trabajo y se hallan dentro del edificio, tarde o temprano algún jefe les va a dar una oportunidad, o va a haber una vacante para ocuparla”. Pero la condición fundamental para ambas cosas —entrar en una empresa como sea o inventar una— es que uno haya identificado un trabajo que le apasione y esté dispuesto a sacrificarse por lograr su meta. ¿Qué pasa con quienes no tienen una pasión claramente identificada o tienen más de una? En ese caso, les recomiendo darle una mirada a la siguiente lista de ocupaciones del futuro. No es una lista completa —nadie sabe todos los trabajos que generarán las nuevas tecnologías—, pero resume los pronósticos de la mayoría de los futurólogos que entrevisté para este libro. A largo plazo, más allá de 2030, una gran parte de las nuevas fronteras en el mundo laboral se dará en el campo de la exploración espacial —¿seremos jardineros en Marte?— y la ingeniería genética. Pero a más corto plazo, en la década de 2020, la mayor parte de los trabajos se darán en diez áreas genéricas:

Los asistentes de salud

El aumento de la expectativa de vida y el envejecimiento de la población mundial harán que los trabajos que tienen que ver con el cuidado de la salud —incluyendo los consejeros médicos que nos ayudarán a interpretar los diagnósticos de las computadoras, además de las enfermeras, los psicólogos, los nutricionistas, los masajistas y los entrenadores físicos— sobrevivan a la automatización y sean cada vez más importantes. A los trabajadores de la salud tradicionales se sumarán varios otros que tendrán una formación interdisciplinaria, como los expertos en medicina robótica, que se encargarán de manejar los robots cirujanos en los hospitales; los graduados en ingeniería médica, que tendrán a su cargo la impresión de piel con impresoras 3D en cirugías reconstructivas a partir de las células de los pacientes, y los farmacéuticos expertos en robótica, que supervisarán la fabricación de medicamentos personalizados basados en la genética de cada persona.

Analistas de datos, ingenieros de datos y programadores

Los datos serán el producto más valioso en los próximos años —el petróleo del siglo XXI, como ya los llaman muchos— y quienes se dediquen a su exploración y análisis tendrán trabajo asegurado. Ya hoy todo tipo de industrias —desde bancos hasta restaurantes— que están reclutando a la mayor cantidad de analistas e ingenieros de datos que puedan para identificar nuevos clientes y retener a los que ya tienen. El crecimiento de la clase media de China, India y otros países emergentes resultará en un aumento de 1.000 millones de consumidores en el mundo para 2025 y un incremento de 50 % en el gasto mundial en tecnología para 2030. Eso significará mucho más trabajo para los analistas de datos. Hasta las pequeñas empresas´, como los restaurantes, deberán tener un jefe de datos que produzca perfiles de sus clientes —incluida su fecha de cumpleaños y sus platos preferidos— para hacer ofertas personalizadas o para explorar las redes sociales e identificar potenciales clientes por sus comidas o ambientes preferidos. Los estudios de cine analizarán las redes sociales para ver si nos gustó una película y ofrecernos otras similares, o productos de mercadotecnia asociados con ellas. Y los analistas de datos también rastrearán las redes sociales para saber exactamente a qué hora del día estamos leyendo nuestro Twitter o Facebook, para poder enviarnos una publicidad personalizada precisamente en ese instante.

Los policías digitales

A medida que la economía se traslada al mundo digital, hará falta proteger cada vez más a las empresas contra los ataques cibernéticos. Así como cualquier empresa tiene un policía en la puerta, cualquier negocio deberá tener un policía digital, o muchos, para que sus datos no sean robados por algún adolescente travieso, un grupo de ciberespionaje profesional ruso o los gobiernos de Corea del Norte o China. Según funcionarios estadounidenses, China tiene un departamento gubernamental especializado —la unidad 61398 del Ejército Popular de Liberación, con sede en Shanghái— para hackear gobiernos y empresas extranjeras. Los “hackers” o ciberpiratas son cada vez más ambiciosos. El robo de emails de la campaña de Hillary Clinton en 2016 —atribuida por la CIA, el FBI y la NSA a personas allegadas al gobierno de Rusia, que luego le pasaron los datos a Wikileaks— desestabilizó las elecciones del país más poderoso del mundo y ayudó a elegir al presidente Trump. El hackeo de Yahoo! en 2013, que se conoció tres años después, puso en riesgo los datos personales de más de 1.000 millones de personas. El ataque cibernético a Equifax, una de las tres empresas de reportes de créditos más grandes de Estados Unidos, dio lugar al robo de información personal de 143 millones de estadounidenses en 2017. Ni siquiera Saudi Aramco, la empresa petrolera más grande del mundo, se ha salvado: en 2012, un grupo de ciberpiratas vinculados al gobierno de Irán introdujo un virus en el sistema de la empresa petrolera, que afectó a 30.000 de sus computadoras y paralizó temporalmente sus actividades.

Los asesores de ventas

Gracias a la mayor productividad y el crecimiento de la clase media, el consumo mundial aumentará mas de 23 trillones de dólares entre 2015 y 2030, según el McKinsey Global Institute. Y a medida que las tiendas físicas sean reemplazadas por el comercio en línea, harán falta especialistas que puedan asesorar al público sobre las cualidades y el precio de cada producto. Los asesores de ventas reemplazarán a lo que hoy llamamos vendedores. En algunos casos se llamarán especialistas o genios, como ya se autodenominan quienes atienden al público en las tiendas de Apple, y nos ayudarán a navegar por la creciente cantidad de productos a nuestra disposición. Las personas que realicen esta labor deberán tener una mayor preparación académica y mejores dotes de comunicación que muchos de los actuales vendedores. Su misión será, más que vender un producto lo antes posible, educar a los consumidores y crear relaciones de confianza para ganar su lealtad a largo plazo. Uno de sus principales requisitos laborales será saber sonreír y contagiar el buen humor, algo que los humanos seguirán haciendo mucho mejor que los robots.

Los cuidadores y programadores de robots

Las ventas de robots industriales a escala mundial se quintuplicarán de 253.000 unidades vendidas en 2015 a casi 1,3 millones de unidades en 2025, lo cual requerirá muchos ingenieros y mecánicos para darles apoyo técnico. Harán falta desde ingenieros en robótica para aceitarlos hasta programadores para actualizar su software. Lo mismo ocurrirá con los asistentes virtuales y otras máquinas inteligentes. Los asistentes virtuales, como Alexa o Cortana, necesitarán responder preguntas cada vez más complejas, para lo cual necesitarán ser alimentados con respuestas. Alexa podrá leer millones de noticias en cuestión de segundos e informarnos —a partir de los datos disponibles— cómo ha votado el Congreso de Estados Unidos, pero necesitará ayuda humana para responder preguntas sobre las que no hay nada escrito. Por ejemplo, no podrá saber cuáles son los nuevos proyectos de ley que están considerando los legisladores y que aún no han salido a la luz. Para eso resultará indispensable un ser humano que haga un llamado telefónico y alimente al asistente virtual con la información que logre recabar. Los autos que se manejan solos requerirán humanos para alimentar sus algoritmos con factores imprevistos y excepciones a las reglas, como cuando hay un desvío en una ruta para hacer reparaciones o cuando la neblina nubla la visión de los sensores del automóvil. Los robots serán cada vez más sofisticados, pero seguirán necesitando asesoramiento humano.

Los profesores y maestros

Con la creciente automatización de los empleos harán falta cada vez más profesores y maestros para educar a la gente en el manejo de los robots y la realización de tareas cada vez más sofisticadas. Habrá dos tipos de empleos: aquellos en que los robots supervisarán a los humanos y aquellos en que los humanos supervisarán a los robots. Y estos últimos serán los mejor remunerados y los que requerirán mayor educación. El viejo esquema en el que uno estudiaba de joven y aplicaba lo que había aprendido durante el resto de su vida se ha vuelto obsoleto. Lo que estudiamos en la universidad hace 10, 20 o 30 años ya es algo prehistórico en la mayoría de nuestros trabajos. Tendremos que estudiar de por vida, en períodos intermitentes, para actualizarnos y reinventarnos según los requerimientos del mercado laboral. Quienes no estudien o no sigan estudiando se quedarán cada vez mas atrás. Aunque robots tutores como el Profesor Einstein reemplacen a muchos docentes, harán falta maestros escolares y preescolares para ayudar a los niños a encontrar su vocación y enseñarles habilidades blandas, como la ética, la empatía, el trabajo en equipo, la persistencia y la tolerancia al fracaso. Y harán falta profesores universitarios para atender las necesidades de educación de por vida para cientos de millones de personas. Los robots y las tabletas van a reemplazar muchas de las funciones de transmisión de conocimientos que hoy cumplen los maestros, pero no van a poder ser tan efectivos como los humanos para fomentar la curiosidad de los niños y para mantener permanentemente actualizados y motivados a los adultos.

Los consejeros espirituales

Los sacerdotes, imanes y rabinos tendrán su trabajo asegurado durante mucho tiempo, así como todos los demás guías espirituales. Como ocurre desde hace varios años, la disgregación de las familias y la creciente soledad de la gente en la era de las comunicaciones digitales están generando una mayor necesidad de contratar gurúes espirituales para que le encontremos un sentido a nuestra vida. Y será muy difícil que los robots o los algoritmos, por más que tengan casi todas las respuestas disponibles, puedan reemplazar el toque personal y la calidez de un guía espiritual. Los retiros espirituales y los cursos de “mindfulness” se multiplicarán. Y quienes los dirijan no serán asistentes virtuales, sino personas verdaderas, que en muchos casos invocarán sabidurías milenarias.

Los artistas, deportistas y creadores de entretenimiento

A medida que el promedio de la gente está trabajando menos horas y tiene cada vez más trabajos temporales y flexibles, habrá más tiempo para el ocio y más necesidad de contratar trabajadores en industrias creativas como el cine —ya sea en pantallas o en visores de realidad virtual—, la música, el arte y la literatura. El acortamiento de la semana laboral que ya estamos viendo en países como Holanda generará una mayor demanda de contenido para entretener a la población. El auge de las series de televisión de Netflix, HBO y Amazon ya es prueba de este fenómeno. Y otro tanto ocurrirá con la industria de los deportes, cuando aumente la popularidad de las competencias deportivas escolares y vecinales, que se transmitirán en directo a nuestros celulares o nuestros hogares. Tendremos más tiempo libre, más ansias de pasarlo lo mejor posible y más acceso a espectáculos que antes no estaban en nuestro radar.

Los creadores y diseñadores de contenidos comerciales

A medida que aumenta el comercio en línea y los consumidores toman sus decisiones de acuerdo con lo que ven en internet, harán falta más creadores de contenidos visuales, diseñadores y escritores de blogs y artículos publicados en redes sociales para promocionar empresas y productos. Como lo señalábamos al hablar de la industria gastronómica, los restaurantes contratarán a sus propios diseñadores de internet, escritores, artistas y videógrafos para promocionar su decorado y sus menús. Cada plato tendrá su historia y un análisis detallado de sus ventajas y desventajas nutritivas. Los sitios de internet de cada empresa, o cada deportista o artista profesional, se convertirán en verdaderos medios de comunicación. Lo mismo ocurrirá con las empresas automotrices: antes los compradores iban a ver un automóvil a la concesionaria, pero hoy lo estudian en internet y sólo van a la sala de muestras para convalidar su decisión. Eso hará que los portales de internet sean mucho más importantes que las salas de ventas y requerirán creadores de contenidos cada vez más talentosos.

 

Los especialistas en energías alternativas

Con la creciente alarma mundial por el cambio climático y el abaratamiento de los costos de las energías limpias, como la energía solar y la eólica, surgirán decenas de carreras relacionadas con las nuevas industrias verdes. Se necesitarán cada vez más científicos especializados en energías renovables, y arquitectos e ingenieros encargados de montar plantas y hacer que las fábricas, los edificios y los vehículos sean más eficientes o se conviertan para poder usar energías alternativas. La Agencia Internacional de Energía del gobierno de Estados Unidos estimó en 2015 que a escala mundial se invertirán 16,5 trillones de dólares hasta 2030 en plantas y proyectos para reducir las emisiones de gases tóxicos que aumentan el calentamiento global. Aunque la decisión de Trump en 2017 de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París para el Cambio Climático podría retrasar un poco las inversiones en energías limpias, activistas del cambio climático, como el nobel y exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, afirman que son optimistas acerca del cumplimiento de las metas del Acuerdo de París. En una entrevista sobre el tema, Gore dijo que muchos de los principales estados de su país han decidido acatar las metas del Acuerdo, le guste o no a Trump. “California, Nueva York, Washington y varios otros estados, así como varias otras ciudades, se han comprometido a hacer lo que Trump se ha negado a hacer”, dijo Gore. “Y muchos de estos estados y ciudades tienen las herramientas para empezar a reducir las emisiones de gases tóxicos”, señaló. Agregó que ciudades como Georgetown (Texas) han decidido convertirse 100 % a energías renovables. China ya ha anunciado enormes inversiones en energías alternativas e India se ha puesto como meta depender en 40 % de energías renovables para 2030. Con o sin Trump, las inversiones mundiales en energías limpias seguirán creciendo y requerirán millones de nuevos trabajadores.

Por Andrés Oppenheimer - Especial para El Espectador

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