Fabricato: El mensaje que envía el freno de su producción
La decisión de la compañía antioqueña de detener su ejercicio industrial es el resultado de condiciones macroeconómicas desfavorables, pero también estructurales, como el contrabando.
María Alejandra Medina C. / @alejandra_mdn
La incertidumbre y el temor de los que la industria textil y de confecciones ha hablado durante todo el año se acaban de materializar en otro baldado de agua fría para el sector. Fabricato, una compañía de casi un siglo y más de 2.000 empleados, anunció durante el fin de semana que suspenderá su producción industrial a partir del 26 de agosto hasta el 10 de septiembre.
La razón: “las condiciones negativas de la economía del país, el debilitamiento de los aranceles de importación, de la masiva importación de telas y prendas, así como el contrabando de productos textiles, circunstancias que han afectado de manera sistemática nuestras ventas y han incrementado los inventarios de producto terminado, haciendo que la operación industrial resulte negativa durante el primer semestre de este año”. Así lo afirma Fabricato a través de una circular.
Todos son elementos de los que han hablado los empresarios a lo largo del año y que en las últimas semanas ocuparon las agendas de discusión de encuentros como Colombiamoda, en Medellín, y la feria industrial del calzado, cuero y marroquinería, en Bogotá.
Según Carlos Eduardo Botero, presidente del Instituto para la Exportación y la Moda –organizador de Colombiamoda–, hay dos grandes factores a los que responde una decisión como la adoptada por Fabricato. Por un lado, la coyuntura económica, que ha afectado a prácticamente todos los sectores de la economía del país durante el primer semestre. Por ejemplo, Cementos Argos, otra emblemática compañía antioqueña, al final de la semana pasada reportó que su utilidad neta se desplomó 84,5 % al cierre del segundo trimestre.
Para Botero, quien se mantiene confiado en que para la industria el segundo semestre será mejor que el primero, la decisión de Fabricato es una forma de volver a organizarse: “Se encuentra con inventarios altos, decide detener la producción para no seguir acumulando y plantea estrategias comerciales para salir de inventarios y recuperar flujo de caja”.
De acuerdo con la última encuesta de opinión industrial de la Andi, los inventarios fueron calificados como altos por el 15,5 % de la producción manufacturera, un mejor desempeño que el de mayo de 2016, cuando 20,3 % calificó como alto el nivel de inventarios. Sin embargo, también resaltan resultados como que el 51 % de los encuestados consideró la situación de su empresa como buena. El resultado es inferior al promedio de 63,5 % de los últimos cinco años y a la cifra de mayo de 2016 (66,3 %).
De otro lado, está el contrabando. “Si el país no toma en serio poner fin al contrabando, se acabará la industria en Colombia”, afirma Botero, por lo que considera que la lucha debe ser un “propósito nacional”, en el que se revise qué medidas adicionales son necesarias. “Se hizo un avance importante con la Ley Anticontrabando, pero se necesitan dientes adicionales”, dice, e insiste en que el contrabando no se basa en particulares que estén tratando de ingresar algunos contenedores de forma ilegal, sino de grandes y complejas estructuras criminales. “Con el aumento de cultivos ilícitos hay más dinero que lavar”.
Edwin Salazar, presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines, apunta un tercer factor: el arancelario. Según él, no tiene justificación que el Gobierno haya desmontado los aranceles mixtos que fortificaban al sector con el argumento de que fue ordenanza de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Salazar señala que la exigencia de la OMC se limita a que los aranceles consolidados no superen el 40 %.
Para el líder gremial, los decretos que se expidieron en esa materia, 1744 y 1745 de 2016, “promueven la importación porque bajaron aranceles a niveles que sale más rentable comprar en el exterior”. Afirma que la producción industrial de textiles y confecciones no puede competir con precios como los asiáticos, en donde la mano de obra puede llegar a ser cinco veces más barata que la colombiana. “Aquí la mano de obra representa el 40 % de los costos de una prenda”.
Salazar finalmente sentencia: “este (la decisión de Fabricato) es el principio de la cantidad de cosas que pueden llegar a ocurrir si no se toman acciones inmediatas”. Hizo un llamado al Gobierno a que, de las múltiples reuniones que se han convocado, salgan acciones concretas.
El Ministerio de Comercio, por su parte, ha señalado que la caída en la demanda interna y en el consumo de textiles y confecciones es un fenómeno generalizado en Latinoamérica y no exclusivo de Colombia. El presidente Juan Manuel Santos, asimismo, ha resaltado acciones que se han podido tomar desde la expedición de la Ley Anticotrabando, como el decomiso de $125.000 millones en textiles y confecciones, la judicialización de 1.200 personas y la investigación por parte de la DIAN a 77 empresas que han registrado importaciones por montos sospechosamente bajos, a julio de este año.
La incertidumbre y el temor de los que la industria textil y de confecciones ha hablado durante todo el año se acaban de materializar en otro baldado de agua fría para el sector. Fabricato, una compañía de casi un siglo y más de 2.000 empleados, anunció durante el fin de semana que suspenderá su producción industrial a partir del 26 de agosto hasta el 10 de septiembre.
La razón: “las condiciones negativas de la economía del país, el debilitamiento de los aranceles de importación, de la masiva importación de telas y prendas, así como el contrabando de productos textiles, circunstancias que han afectado de manera sistemática nuestras ventas y han incrementado los inventarios de producto terminado, haciendo que la operación industrial resulte negativa durante el primer semestre de este año”. Así lo afirma Fabricato a través de una circular.
Todos son elementos de los que han hablado los empresarios a lo largo del año y que en las últimas semanas ocuparon las agendas de discusión de encuentros como Colombiamoda, en Medellín, y la feria industrial del calzado, cuero y marroquinería, en Bogotá.
Según Carlos Eduardo Botero, presidente del Instituto para la Exportación y la Moda –organizador de Colombiamoda–, hay dos grandes factores a los que responde una decisión como la adoptada por Fabricato. Por un lado, la coyuntura económica, que ha afectado a prácticamente todos los sectores de la economía del país durante el primer semestre. Por ejemplo, Cementos Argos, otra emblemática compañía antioqueña, al final de la semana pasada reportó que su utilidad neta se desplomó 84,5 % al cierre del segundo trimestre.
Para Botero, quien se mantiene confiado en que para la industria el segundo semestre será mejor que el primero, la decisión de Fabricato es una forma de volver a organizarse: “Se encuentra con inventarios altos, decide detener la producción para no seguir acumulando y plantea estrategias comerciales para salir de inventarios y recuperar flujo de caja”.
De acuerdo con la última encuesta de opinión industrial de la Andi, los inventarios fueron calificados como altos por el 15,5 % de la producción manufacturera, un mejor desempeño que el de mayo de 2016, cuando 20,3 % calificó como alto el nivel de inventarios. Sin embargo, también resaltan resultados como que el 51 % de los encuestados consideró la situación de su empresa como buena. El resultado es inferior al promedio de 63,5 % de los últimos cinco años y a la cifra de mayo de 2016 (66,3 %).
De otro lado, está el contrabando. “Si el país no toma en serio poner fin al contrabando, se acabará la industria en Colombia”, afirma Botero, por lo que considera que la lucha debe ser un “propósito nacional”, en el que se revise qué medidas adicionales son necesarias. “Se hizo un avance importante con la Ley Anticontrabando, pero se necesitan dientes adicionales”, dice, e insiste en que el contrabando no se basa en particulares que estén tratando de ingresar algunos contenedores de forma ilegal, sino de grandes y complejas estructuras criminales. “Con el aumento de cultivos ilícitos hay más dinero que lavar”.
Edwin Salazar, presidente de la Cámara Colombiana de la Confección y Afines, apunta un tercer factor: el arancelario. Según él, no tiene justificación que el Gobierno haya desmontado los aranceles mixtos que fortificaban al sector con el argumento de que fue ordenanza de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Salazar señala que la exigencia de la OMC se limita a que los aranceles consolidados no superen el 40 %.
Para el líder gremial, los decretos que se expidieron en esa materia, 1744 y 1745 de 2016, “promueven la importación porque bajaron aranceles a niveles que sale más rentable comprar en el exterior”. Afirma que la producción industrial de textiles y confecciones no puede competir con precios como los asiáticos, en donde la mano de obra puede llegar a ser cinco veces más barata que la colombiana. “Aquí la mano de obra representa el 40 % de los costos de una prenda”.
Salazar finalmente sentencia: “este (la decisión de Fabricato) es el principio de la cantidad de cosas que pueden llegar a ocurrir si no se toman acciones inmediatas”. Hizo un llamado al Gobierno a que, de las múltiples reuniones que se han convocado, salgan acciones concretas.
El Ministerio de Comercio, por su parte, ha señalado que la caída en la demanda interna y en el consumo de textiles y confecciones es un fenómeno generalizado en Latinoamérica y no exclusivo de Colombia. El presidente Juan Manuel Santos, asimismo, ha resaltado acciones que se han podido tomar desde la expedición de la Ley Anticotrabando, como el decomiso de $125.000 millones en textiles y confecciones, la judicialización de 1.200 personas y la investigación por parte de la DIAN a 77 empresas que han registrado importaciones por montos sospechosamente bajos, a julio de este año.