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El país siente en algunas zonas la rigurosa presencia del fenómeno de El Niño en el suministro del agua. Sin embargo, el sector eléctrico anuncia que está blindado para atender la ausencia de lluvias y seguir generando. Ángela Montoya, presidenta de Acolgen —gremio que agrupa a 18 plantas térmicas que producen el 86 % de la generación en Colombia—, ha descartado el peligro de racionamiento y afectación en las tarifas eléctricas para los usuarios durante la incidencia del fenómeno natural. Se busca evitar que la economía resulte afectada, como sucedió en 2015 cuando se registró un crecimiento del PIB de 3,1 % mientras que sin El Niño se habría expandido 3,7 %. La dirigente gremial considera que el sector está preparado y el país no va a sufrir apagones.
¿El país está preparado para afrontar un fenómeno de El Niño más intenso?
El país está totalmente preparado. Este país no va a tener apagón ni un desabastecimiento de energía. Este sector (eléctrico) está planeado con mucha anticipación, es así como la UPME tiene sus modelos y revisa qué necesidades de energía va a tener el país y, de acuerdo con eso, se sacan subastas o se hace expansión de energía. El país está preparado para afrontar este fenómeno de El Niño.
¿Cuáles son las grandes diferencias de escenario entre este Niño y el que se registró en 2015-2016?
Esas diferencias las clasifico en tres: la primera es que el fenómeno de El Niño 2015-2016 tomó al sector (eléctrico) con los embalses muy bajitos porque veníamos de un verano muy extenso. Entonces empezamos el fenómeno de El Niño con los embalses en condiciones difíciles y ese fenómeno fue no solo muy intenso, sino muy prolongado en el tiempo. En este año el nivel agregado de los embalses está en un 72 %, que es alto para el momento y para afrontar un fenómeno de El Niño. Hay zona del país que tienen unas cifras superiores en niveles de agua como en el Caribe, Antioquia y Valle, donde el nivel de los embalses está bordeando el 84 %; en el centro del país los embalses están alrededor del 67 %. Pero la gran diferencia con el anterior Niño es que no venimos de un verano tan intenso; por lo tanto, nos cogió con los embalses altos. La segunda es que para el fenómeno de este año se cuenta con el gas de las plantas térmicas del Caribe colombiano, tenemos la planta de regasificación en Cartagena y se cuenta con ese suministro. La tercera condición tiene que ver con la intensidad, porque parece ser que, con las proyecciones del IDEAM, va ser inferior en tiempo y en intensidad.
Con esas diferencias, ¿usted reitera que no habrá racionamiento?
El país está preparado, el sector eléctrico le cumple a Colombia y, por lo tanto, no va a haber racionamiento. Cuando se presentó el fenómeno en 2015-2016 los embalses estaban en el 64,85 %, ya en la situación más crítica, que fue en septiembre. Hoy en día estamos por encima del 72 %. Es decir, las plantas hidráulicas tienen suficiente agua.
¿Qué otros factores positivos hay ahora que no se tenían en el anterior Niño?
En 2015-2016 no habían alcanzado a entrar en operación varios proyectos. Sogamoso no había alcanzado a llenarse y Quimbo afrontaba varios problemas; por un tema jurídico casi se paraliza y son cerca de 370 megavatios. Faltaban entrar otras plantas como Tasajero y Termonorte. En ese momento teníamos 16.500 megavatios en capacidad instalada y ahora está en 17.500 y el país prendido solo utiliza 12.000. En términos de energía firme también tenemos un margen de reserva, que es lo que se planea la expansión del sistema.
¿En 2015-2016 que pasó?
Pasó una serie de cosas que en este año es improbable que vuelvan a pasar. En febrero de aquel año salieron del sistema 3.000 megavatios, cuando se tuvo el impase de Guatapé con la salida de tres plantas de generación que se abastecen de ese mismo embalse, que son Jaguas, Playas y San Carlos. Eso no está sucediendo ahora.
¿Hoy tenemos gas suficiente y no se va a requerir diésel para las térmicas que presionan el alza de las tarifas eléctricas?
No debería. Pero es importante explicar qué pasó en 2015-2016 en cuanto a incremento tarifario. Lo que se decretó fue un incremento de $7 por kilovatio, pero que nunca llegó a esa cantidad y lo máximo que llegó fue a $3. El incremento se debió a que el precio de escasez no se había modificado y para este Niño ese precio ya está modificado y la totalidad de las plantas térmicas están cubiertas con el precio de generación más alto posible. En 2014 unas plantas no cerraron el modelo financiero y por eso tuvieron que hacer el incremento. Ese problema ya se solucionó. Es un tema regulatorio y la CREG lo solucionó y eso no se va a repetir.
¿Los usuarios vamos a estar tranquilos de que no habrá racionamiento ni alza en las tarifas?
Es correcto. No debe haber incremento para los usuarios si los comercializadores que atienden las regiones del país no están expuestos en bolsa esperando que en algún momento pueda haber incremento tarifario. Si ellos se blindaron no debe haber un incremento tarifario.
¿Qué papel juega la planta regasificadora de Cartagena y que podría pasar sí se tuviera la del Pacífico?
La planta de regasificación de Cartagena abastece las térmicas de la región. Lo que decimos es que se requiere una regasificadora para las plantas de generación que están en el interior del país. Hay algunos gremios que consideran que no se necesita esa planta, nosotros consideramos que sí es necesaria, porque al tener esa planta regasificadora se garantiza el gas.
¿Hidroituango es una preocupación en este momento?
Ituango es una planta demasiado importante para Colombia, porque cuando entre en operación va a abastecer el 17 % de la energía. En este momento estamos cubiertos sin Ituango. Se requiere para el futuro y, de acuerdo con voceros de EPM, se espera que entre en operación en 2021. Nosotros tenemos suficiente energía para abastecer el país hasta que entre Ituango. Además, se abren dos subastas: la de expansión de cargo por confiabilidad y la de renovables no convencionales.
¿Qué se puede hacer para que el costo de las restricciones no afecte la tarifa del usuario final?
Ante la incapacidad de poder transmitir la energía de las plantas hidráulicas hacia la costa Atlántica, pues es necesario prender unas plantas locales que al ser térmicas tienen un costo mucho más alto: eso es lo que se llama costo por restricciones. Ese costo se ha venido incrementando, por lo tanto se requiere ser mucho más riguroso con la planeación de las plantas térmicas que se necesiten. El sector tiene que hacer un esfuerzo para que esas restricciones se bajen a costos eficientes, para que no afecte la tarifa de energía. En 2016 el costo de esas restricciones fue de $838.406 millones, en 2017 se elevaron a $1,2 billones y el año pasado costaron $1,8 billones.