Algunos alimentos han estado subiendo de precio: ¿cómo se ve este panorama?
Si bien la comida en general se dejó de encarecer como lo hizo durante el pico de inflación de 2021 y 2022, hay algunos productos que están incrementando su valor, lo que a su vez se ha visto reflejado en el IPC. ¿A qué se deben estos incrementos y cuál es la proyección para el mediano plazo?
Además de su importancia evidente y vital en la vida diaria de cualquier persona, el rubro de alimentos (la producción de comida), tiene un peso clave en el comportamiento de la inflación en el país.
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Además de su importancia evidente y vital en la vida diaria de cualquier persona, el rubro de alimentos (la producción de comida), tiene un peso clave en el comportamiento de la inflación en el país.
Mediante su rol en el comportamiento del Índice de Precios al Consumidor (IPC), los alimentos guardan una estrecha relación con el manejo macroeconómico del país. Esto debido a que la inflación es uno de los factores principales en las decisiones sobre tasas de interés que toma el Banco de la República. Y de estos factores se desprende una cascada de efectos que terminan por repercutir tanto en la salud económica del país, como en el bolsillo de los colombianos.
Por ejemplo, después de haber alcanzado un pico de inflación de 13,34 % en marzo del año pasado este indicador cerró 2023 con 9,28 %. Y esta reducción se debió, en esencia, a la baja en los alimentos, que tuvo una participación de 5 % en los resultados de finales de 2023 del IPC.
Los resultados anuales de los alimentos en la inflación han registrado bajas desde principios de 2023. Pero la tendencia ha mostrado dos picos de crecimiento en los datos del IPC de mayo y junio, los más recientes.
Entre enero y junio de 2024 los alimentos y bebidas no alcohólicas han subido el 3,79 %, de acuerdo con las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). “En general, la inflación tiende a la baja mientras que los alimentos registran comportamientos heterogéneos dependiendo del mes de medición y el producto”, comenta Carlos Duarte, miembro del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali.
El comportamiento de cada alimento depende de factores climáticos, estacionales y de la balanza que se establece entre importaciones y exportaciones. Al ser una mirada que depende de factores puntuales, vale la pena mirar qué pasa con algunas categorías destacadas.
La reina de la inflación en alimentos
La papa es lo que más se ha encarecido en los últimos 12 meses. Entre junio de 2023 y de 2024 ha subido en un 64,29 % y tampoco se espera que el costo comience a bajar pronto.
La razón de que esto suceda es el fenómeno de El Niño que vivió el país en el primer semestre. “Las pocas lluvias en diciembre y enero hicieron que se corrieran las siembras para las cosechas de mayo y junio, que representan la producción de 40 % de la papa en el país. Hay una reducción en la oferta, que encarece los precios”, explica Germán Palacio, gerente general de la Federación de Papa (Fedepapa).
Se espera que para finales de agosto y principios de septiembre se renueve el abastecimiento de este alimento, lo que reduciría su costo.
Lo que alerta a los productores es que la primera cosecha del año se junte con la segunda y haya una sobreoferta en los meses de octubre y noviembre porque causar el efecto contraria: una “caída dramática en los precios y puede que ni siquiera sea posible recuperar las inversiones hechas para la producción”, advierte Palacio.
La oferta es difícil de regular por tratarse de un cultivo de circuito corto y lo único que aliviaría la preocupación de los productores es lograr una comercialización escalonada de la papa.
Se trepa la cebolla
En los últimos 12 meses (de junio de 2023 a 2024) la cebolla ha registrado un incremento de precios de 27,88 %, según el DANE. De hecho, se trata del valor más elevado para este producto desde enero de 2021, cuando fue de 24,1 %.
Del grupo, la cebolla cabezona blanca fue la que registró el mayor aumento en su precio durante junio. Este incremento puntual de precio se debe a una reducción en la oferta de este producto, detalla la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA).
Por su parte, variedades como la cebolla junca, la cebolla junca Aquitania y la cebolla junca Berlín han disminuido su precio.
“Los productores de cebolla se han visto afectados por el incremento en los costos de los insumos agrícolas. Además, por efectos de los fenómenos de El Niño y La Niña y entendiendo que son cultivos transitorios, parte de los cultivadores han desistido de la siembra, generando baja oferta de producto y precios elevados para el consumidor”, aseguran desde la Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol).
La Asociación espera que en un máximo de dos meses los precios de la cebolla empiecen a estabilizarse debido a la mejoría de las condiciones climáticas, que permiten incrementar y restablecer las siembras.
Frescas, pero deshidratadas
El impacto del fenómeno de El Niño también se sintió en las frutas frescas y hortalizas, pues sus incrementos anuales a junio son de 19,07 y 16,53 %, respectivamente. En productos desagregados se destacan las moras (22,63 %) y los tomates (20,33 %).
La razón detrás de estas alzas es que la sequía generó “estrés hídrico, muchos cultivos disminuyeron su rendimiento y algunos productores desistieron de establecer siembras de productos transitorios”, resalta Asohofrucol.
El gremio agrega que ya, superado El Niño, la incidencia de lluvias por La Niña ha comenzado a afectar la calidad de la fruta por lo que las líneas productivas dedicadas a las exportaciones han pasado al mercado local. Ambos fenómenos tienen consecuencias en términos de déficit de oferta de la producción, lo que se refleja en los precios a los consumidores.
Un futuro empantanado
El comportamiento de los precios de los alimentos es volátil e imposible de predecir, en gran medida porque es muy dependiente del clima. Lo que se sabe es que existe un 70 % de probabilidades para La Niña se empiece a formar entre agosto y septiembre de este año, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Esto implica una presión extra para las siembras y el transporte de las cosechas debido a las inundaciones y los deslizamientos que se pueden presentar. En últimas, todo se traduce en mayores costos para la cadena de abastecimiento, que terminan trasladados al carrito de mercado de cada colombiano.
“El impacto de La Niña habrá que monitorearlo casi que día a día. Dependerá de dónde se presenten las lluvias, qué tan intensas sean y cuánto dure el fenómeno. Está por verse su efecto en áreas sembradas, daño en cultivos, deterioro de vías, etc. Y por supuesto, depende de lo que pase con el consumo de los hogares a propósito del comportamiento del empleo”, concluye Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).
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