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En menos de 10 años el precio del dólar ha duplicado su valor. Antes las “cuentas alegres” para calcular su conversión al peso colombiano se hacían usando la tabla del dos, ahora la del cuatro se ha convertido en nuestra mejor aliada. Hacia mediados de julio comenzamos a ver cómo esta alza se disparó, alcanzando una racha de máximos históricos que superaron la barrera de los $4.600, acompañada de vaticinios de analistas que aseguran que este comportamiento podría continuar.
Si el dólar está caro, dicen los expertos, es por el panorama macroeconómico que atraviesa Estados Unidos, el cual está conformado por ingredientes como una considerable inflación (y altas tasas de interés que intentan contenerla), una desaceleración en el crecimiento de su economía (en la que se ha reducido el gasto y enciende las alarmas de un nuevo período de recesión), el coletazo del conflicto en Ucrania y los problemas logísticos que persisten con la pandemia. Un coctel poderoso que no solo ha devaluado el precio de la moneda colombiana frente al billete verde, sino también el de las divisas de Chile y Argentina.
Esto genera preocupación, pues hay que tener en cuenta que un componente importante de la economía colombiana, como lo son las importaciones, dependen del precio del dólar. Según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), de enero a mayo las compras externas del país superaron los US$32.138 millones, de los cuales US$8.338 millones (el 26 %) fueron de productos y servicios provenientes de Estados Unidos. Otro dato importante es que estas crecieron un 47,9 % durante los primeros cinco meses del año, tendencia que podría indicar que en los próximos meses no solo se adquirirán más productos en el exterior, sino que a mayores precios.
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Y es aquí cuando entendemos cómo todo este contexto macroeconómico termina afectando nuestro bolsillo, pues la regla general sugiere que a mayores costos de producción (empresas pagando más en el exterior por los insumos o los productos que comercializan en Colombia), mayores costos para el consumidor final.
Según lo explicado por el director del DANE, Juan Daniel Oviedo, parte de los productos que más se han visto castigados por la inflación han sido los combustibles, los insumos necesarios para la alimentación (por ejemplo, la harina de trigo ha jalonado el alza del precio del pan, o los fertilizantes el de las papas), así como las carnes de res y de cerdo.
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A esta lista se pueden sumar los productos que repuntan en las importaciones colombianas, como los vehículos, sus partes y accesorios, los productos farmacéuticos, los cereales, las manufacturas, los aparatos eléctricos y los productos químicos y orgánicos.
¿Cómo protegerse ante este panorama?
Según lo explicado por el profesor de economía de las universidades Externado y Nacional Isidro Hernández Rodríguez, las mayores variaciones que se verán por el alza del dólar serán, en buena parte, en los bienes y servicios que integran la canasta familiar, bien sea porque son importados o porque requieren insumos comprados en el exterior para su producción.
En ese orden de ideas, el académico sugiere que este es un buen momento para apoyar la ya conocida propaganda de compre colombiano, pues es muy probable que comiencen a notarse esas diferencias de precio entre los productos netamente locales con los de producción o influencia internacional.
El especialista en banca de la Universidad de los Andes Alfredo Barragán complementa esta recomendación al mencionar la importancia que tiene la planeación de los gastos en el hogar, pues en un escenario donde el dinero alcanza para menos, hay que tomarse el tiempo de comparar precios e incluso contemplar la idea de encontrar sustitutos a los productos que se vienen consumiendo de manera habitual.
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Priorizar los gastos también se suma a sus recomendaciones, pues hay inversiones que aunque puedan ser importantes, no son necesarias o indispensables en el corto plazo, como la compra de un nuevo televisor, teléfono celular o equipo de sonido, que son productos tecnológicos fuertemente castigados por el alza del dólar. Lo mejor, asegura, es esperar a que su precio baje, y más si se piensa sacar a crédito.
El ahorro es otro escudo financiero que puede mitigar el impacto del alza del dólar, pues a pesar de que en períodos inflacionarios el guardar dinero termina restándole valor al mismo, en cortos o medianos plazos es un buen mecanismo para organizar los gastos y atender imprevistos, sin la necesidad de recurrir a fuentes de crédito.
Estos expertos incluso aseveran que se le puede sacar provecho al alza del dólar. La primera (y más lógica, aparentemente) es la que propone el analista financiero Roger Rincón, quien sugiere que se puede invertir en el dólar como un medio de resguardo de valor, o invirtiendo en un portafolio de inversiones diversificado que se mueva con esta moneda.
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Sobre esto último se debe hacer la salvedad que para invertir en dólares como medio de resguardo, o de inversión, hay que conocer cómo funciona ese mercado, pues como lo hemos visto en las últimas semanas, el dólar puede ser muy volátil y una mala jugada podría terminar en pérdidas importantes.
La recepción de remesas también es un componente positivo por estos días, pues aquellos que reciben recursos desde Estados Unidos han visto cómo las cantidades de dinero, en pesos colombianos, han sido mayores. El profesor Hernández también señala que este es un tiempo oportuno para vender automotores usados, pues por el alza del dólar el precio promedio de estos en el mercado se ha incrementado, así como el de otros productos que se han visto fuertemente influenciados por el alza de la divisa.
Finalmente, Barragán recomienda contemplar la idea de buscar trabajos o labores que impliquen fuentes de ingresos en dólares. Actualmente, con la ayuda de internet, esto es posible, por ejemplo, para los que tienen un comercio en línea que exporta productos o creadores de contenido que monetizan con empresas que pagan en dólares.
En suma, la planeación, el ahorro y hasta las sabias inversiones pueden ser sus mayores aliados en medio de este contexto inflacionario. Las cifras del DANE (que prevén una inflación de dos dígitos en el corto plazo) igual muestran que los más afectados son los hogares de menos recursos, quienes han visto cómo, por ejemplo, el costo de su alimentación (en el hogar y fuera de este) se ha incrementado en un 31,01 %, mientras que en los hogares de ingresos altos este peso ha subido en un 18,47 %.
Pero, como se dice coloquialmente, no hay mal que dure 100 años. El miércoles la cotización del dólar cerró en $4.225 (en medio de un panorama que se ha estabilizado y con días en los que ha mostrado rachas de tendencia a la baja) y previsiones, como las hechas por el BBVA, apuntan a que el billete verde terminará 2022 muy cerca de los $4.000. Por lo pronto esta es una oportunidad para adoptar hábitos financieros sanos y organizar todos esos gastos que podrían incrementar el impacto de la divisa norteamericana en nuestros bolsillos.