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En la región Caribe colombiana se ha experimentado un fenómeno de encarecimiento en los precios de la energía. La crisis ha llegado a tal punto que empresas comercializadoras como Air-e han tenido que ser intervenidas por el Estado para no quebrar.
Gran parte de la crisis obedece a la denominada opción tarifaria, que fue un plazo que se le dio a los hogares en el periodo de la pandemia (ante la imposibilidad de pago por el desempleo) para extender en el tiempo el pago de sus obligaciones.
El problema es que el tiempo pasó y las deudas siguen sin cancelarse. En Air-e la afectación financiera se estima en $1,8 billones.
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En suma, los precios de la energía están elevados por los mencionados saldos (que ya se descongelaron y se ven reflejados en las facturas), el incremento en la demanda (por los extensos periodos de calor que se han experimentado en el país), así como las constantes inversiones que le exige la industria a los comercializadores del servicio.
Aunque por estas razones el caso colombiano es muy particular, un estudio adelantado por la firma Accenture revela que esta problemática también se vive en gran parte de América Latina.
La pesquisa muestra que el 47 % de la población en esta región tuvo problemas para pagar el recibo de la energía en el último año. De hecho, es la que tiene el indicador más alto en el mundo, ya que en Estados Unidos la cifra fue del 45 %, en Europa, Medio Oriente y África fue del 33 %; y en Asia - Pacífico fue del 29 %.
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De acuerdo con el Estudio “Energy Consumer”, esta industria enfrenta el desafío de avanzar en una transición energética, lo que le demandará una inversión de US$115 billones de aquí al 2050. De esa cifra, US$53 billones se destinarán en generación de energía limpia, US$42 billones en transmisión y distribución; y US$20 billones en combustibles fósiles intermedios (como el gas natural, que se considera un recurso de transición).
Según lo explicado por Pablo Barcena, quien es el director ejecutivo de Accenture Colombia “los proveedores de energía no pueden asumir solos los costos de inversión; según análisis relacionados, completar las inversiones requeridas más que duplicará los costos de electricidad como porcentaje del ingreso familiar. Los consumidores no pueden permitirse apoyar esta escala y ritmo de inversión y mantener la transición asequible retrasará el logro de cero emisiones netas por 35 años. En este escenario, los proveedores de energía se enfrentan al desafío de equilibrar una transición asequible con una oportuna”.
El análisis también describe lo que sería una tormenta perfecta para disparar el precio de la energía en la región. Estos elementos son el aumento abrupto en la demanda energética tras la pandemia; la guerra entre Rusia y Ucrania (la cual impulsó los precios del gas natural a niveles alarmantes; la crisis en las cadenas de suministro; el alza global en la demanda de materias primas; y la inflación.
“La mayoría de los consumidores de energía cree que la transición hacia cero emisiones es una responsabilidad compartida; de hecho, 69% cree que los consumidores individuales tienen un papel que desempeñar. Sin embargo, la mayoría no está dispuesta o no puede pagar más en su factura mensual”, detalla el estudio.
El 81 % de los consumidores residenciales considera que la transición energética es importante, pero solo el 46 % está dispuesto o puede asumir parte del aumento requerido. Los que se abren a la posibilidad de pagar más tienden a ser más jóvenes, a tener ingresos más altos y a vivir en áreas urbanas.
“Todos tienen un papel que desempeñar para que la transición a cero emisiones sea asequible: los consumidores, las comunidades y los reguladores. Pero los proveedores de energía deben liderar, ser los orquestadores. Son responsables de gestionar el equilibrio entre el acceso equitativo a la electricidad para los consumidores y de desarrollar un sistema energético confiable y seguro capaz de satisfacer la creciente demanda”, añadió Barcena.
Este ejecutivo concluyó que los proveedores de energía deben reinventar el negocio a lo largo de toda la cadena de valor. En el corazón de esa reinvención está un núcleo digital eficiente. “Para esto, deben alcanzar la combinación adecuada de infraestructura en la nube y prácticas para la agilidad e innovación; aplicaciones y plataformas para el crecimiento acelerado, experiencias de próxima generación y operaciones optimizadas, con seguridad por diseño en cada nivel”.
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