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Después de mucha especulación al respecto, el Gobierno destapó sus cartas finales sobre qué piensa hacer con el último día sin IVA del año, que está planillado para el 2 de diciembre. Un proyecto de decreto del Ministerio de Hacienda piensa anular esta fecha de descuentos, con lo que la medida quedaría eliminada del todo en Colombia.
Y aunque el sector comercio dirá, casi sin variación, que este es un golpe para este renglón de la economía, lo cierto es que los días sin IVA tienen muy mala fama entre una larga lista de académicos que estudian, y buscan, un sistema tributario más progresivo.
Antes de entrar en sus problemas, vale la pena recordar que la jornada fue instituida por primera vez a mediados de 2020, en plena pandemia. El gobierno del expresidente Iván Duque la introdujo como un impulso para la economía y una forma de intentar reactivar la economía, que para ese momento se encontraba en medio de su peor crisis en la historia reciente.
En la primera jornada, de acuerdo con cifras de la Dian, se registró un incremento de ventas 158 %, superando los $5 billones en transacciones. El porcentaje, como anotaron varios expertos en su momento, no debe sorprender, pues esta era una época en la que el comercio estaba prácticamente en coma por cuenta de las restricciones que aún persistían en el peor año de la pandemia.
Durante las tres primeras jornadas de descuentos, que se realizaron en 2020 (en 2021 hubo tres más), los ganadores en las ventas fueron los productos importados, especialmente en categorías como tecnología y electrodomésticos. La balanza estaba tan a favor de estos renglones, que el gremio de las micro, pequeñas y medianas empresas (Acopi) pidió que la exención de 100 % en este tributo se aplicara solamente a productos nacionales.
Hasta el momento se han realizado ocho de estas jornadas, seis entre 2020 y 2021 y dos más este año; en estas últimas dos se promediaron ventas por más de $9 billones, también especialmente en electrodomésticos y electrónicos.
A mediados de este año, Fenalco, gremio de los comerciantes, se pronunció al decir que era una error económico y social pensar en suprimir la jornada. Y el martes, la seccional Bogotá-Cundinamarca del gremio aseguró que ven con preocupación la eliminación de la jornada porque “ante la inflación histórica que estamos viviendo, las personas ven en el día sin IVA la opción más viable para comprar artículos para el hogar, regalos de navidad e incluso adelantar las compras de la temporada escolar con un precio 19% menor, y eso es hacer rendir el dinero”.
El punto es que parece haber amplia evidencia que contradice la posición de la parte más interesada, y beneficiada, en mantener la polémica medida.
¿Cuáles son los problemas con los días sin IVA?
Para responder a esta pregunta hay que remontarse a las imágenes de las aglomeraciones, filas y caos de la primera jornada, a mediados de 2020. En ese momento, la población no se encontraba masivamente vacunada aún y, sin embargo, miles de colombianos se expusieron en la mitad de una pandemia para poder comprar televisores.
En su momento, un analista lo puso de esta forma: “El día sin IVA junta dos dimensiones cada vez más naturalizadas entre los ciudadanos de la difusa clase media del siglo XXI: el consumismo y el endeudamiento. Una vez nuestra especie trascendió el consumo como necesidad biológica y existencial los sociólogos han definido al consumismo como una necesidad construida por desear algo que no siempre necesitamos. Algo que muchas veces se compra motivado por el comportamiento de alguien cercano y no sólo por la disponibilidad ingresos de la persona, a esto el economista americano James Dusenberry lo llamaba la hipótesis del ingreso relativo”.
Ahora bien, el punto acá no es solamente el consumismo por el consumismo, sino también a qué costo. Y para muchos de los compradores del día sin IVA el precio es deuda a través de instrumentos como las tarjetas de crédito, que a su vez son las formas de crédito más lesivas con los usuarios.
El crecimiento de la cartera de deuda es una mala noticia en tiempos como los actuales, en los que soplan vientos de recesión y la escalada de una inflación que no cede ha enviado las tasas de interés del Banco de la República por las nubes (algo que, de entrada, termino por encarecer el crédito).
El otro punto negativo en el que coinciden múltiples expertos es que los días sin IVA son una medida regresiva, en el sentido que benefician a quienes tienen liquidez para comprar de inmediato (y no mediante un ahorro programado, por ejemplo) o quienes tienen a su alcance herramientas como las tarjetas de crédito. Entonces, de cierta forma, quienes más pueden verse beneficiados de los descuentos en una época con inflación de doble dígito quedan exlcuidos de estos beneficios.
En esto coincidió a mediados de este año Fedesarrollo. Para este centro de pensamiento, si el país quiere mejorar su recaudo tributario es necesario que elimine los días sin IVA. Más allá de que muchos prefieren esperar a que lleguen estas fechas para hacer compras significativas (como las de electrodomésticos), se ha encontrado que en la práctica esta estrategia tiene una incidencia regresiva, es decir, beneficia más a las personas de ingresos medios y altos que a las de ingresos bajos.
Este tipo de jornadas no son, ni de lejos, una invención colombiana. Ya han sido implementadas y estudiadas en otros países, como Estados Unidos. Allí, un informe de 2019 de la Tax Foundation encontró que los llamados “tax hloidays” (feriados de impuestos, si se quiere) trucos políticos que distraen a los hacedores de política y a los contribuyentes de los alivios tributarios genuinos y permanentes. Si un Estado tiene que ofrecer ‘días festivos’ en los que no aplique su sistema tributario, está reconociendo implícitamente la falta de competitividad de su propio sistema tributario. Si los hacedores de política quieren ahorrarles dinero a los consumidores, lo que deben hacer es recortar el impuesto a las ventas todos los días del año”.
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Así mismo, el análisis mostró que estos esquemas no promueven el crecimiento económico o causan un incremento significativo de las ventas, sino que representan simplemente un adelanto temporal de las transacciones. Por otro lado, sí se crean dificultades en términos de contabilidad y declaraciones fiscales futuras, además de riesgos de fraude.
Así mismo, el análisis más reciente de la Dian sobre el tema asegura que “el festivo tributario se aprovecha para ofrecer promociones y descuentos que en últimas terminan explicando los mayores valores en ventas, y que se hubieran podido implementar sin necesidad de renunciar al recaudo por concepto de IVA”.
De fondo, el análisis del Gobierno es que no tiene mucho sentido hablar de reforma tributaria y buscar mayores recursos, a la vez que se abre un grifo por el cual se escapan recursos mediante un mecanismo con cuestionables beneficios sociales, según varios académicos. En la exposición de motivos del borrador del decreto la Dian concluye lo siguiente: “…si bien el recaudo de impuestos nacionales ha mostrado un buen comportamiento en el 2022, no es aconsejable renunciar a los ingresos que por concepto de IVA se puedan generar en el día estipulado como festivo tributario, toda vez que el contexto para el próximo año no es el mejor en términos económicos y que no se sabe si, dada la época de bonanza que parece está por terminar, el costo fiscal exceda en varios órdenes de magnitud el calculado anteriormente o se alimenten subidas de precios adicionales, a causa del volumen de ventas, que incidan en la ya alta inflación”.
Aunque el dereto es apenas un borrador, parece ser casi seguro que la jornada desaparecerá del calendario colombiano, a pesar de los pedidos que han hecho los comerciantes.
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