La inflación continúa siendo uno de los principales dolores de cabeza económicos en el país. El dato más reciente del DANE muestra que, en noviembre, su variación anual fue del 10,15 %, lo que se considera una cifra elevada si se tiene en cuenta que la meta es que esta se encuentre en el 3 %.
A pesar de este panorama, hay que resaltar que la inflación ha venido en los últimos meses con el pie en el freno, pues el pico más alto de este ciclo económico lo alcanzó en marzo del año pasado, cuando la carestía llegó al 13,34 %. Sin embargo, su caída no ha ido al ritmo que se quisiera, por lo que desde ya se vaticinan meses con una continua alza generalizada en los principales bienes y servicios que conforman la canasta básica familiar.
El origen del malestar
La premisa que maneja el Banco de la República es que la inflación está disparada, no solo en Colombia sino en gran parte de las principales economías del mundo, por el exceso en la demanda que acompañó a la reactivación económica tras el coletazo de la pandemia.
Para el 2020 y 2021 las tasas de interés alcanzaron mínimos históricos, lo que hizo que el crédito se volviera de fácil acceso para muchos. El boom fue tal que el PIB colombiano registró un crecimiento superior al 10 % (muy lejos de aquel -0,3 % que consolidó en el tercer trimestre del año pasado), por lo que, según lo explicado por muchos economistas, el motor de la economía se recalentó, y muestra de ello fue que el testigo de la inflación se encendió en el panel de instrumentos.
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Desde entonces la junta directiva del Banco de la República decidió emprender una estrategia de alza de tasas para contrarrestar este recalentamiento. Su premisa, que es la misma que mantiene la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), es que si se encarece el crédito se reduce la demanda y, por ende, disminuyen los precios de la canasta básica familiar.
Esta jugada es la que estaría detrás de la caída de la inflación en los últimos meses, en medio de una férrea defensa por mantener altas las tasas hasta diciembre del año pasado, cuando por primera vez desde 2021 decidió bajarlas y llevarlas del 13,25 % al 13 %.
Lo que se espera de la inflación
Si las previsiones resultan ciertas, lo que se viene para los próximos meses son reportes de más caídas en la inflación. De hecho, se espera que esa sea la información que brinde el DANE este martes, con la presentación de los resultados de diciembre del año pasado.
Este dato es relevante, pues no solo muestra la fotografía completa de lo que fue la inflación en 2023, sino que también es usado por muchos para calcular los incrementos de año nuevo, como los salarios de quienes devengan más de un mínimo y el ajuste en el precio de los arriendos, entre otros temas.
Los analistas consultados por el Banco de la República apuntan a que la inflación cierre 2023 por el orden del 9,6 %, mientras que Fedesarrollo estima un 9,5 %. En todos los casos, una cifra inferior a la registrada en noviembre de 2023 y diciembre de 2022.
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A largo plazo también se cree que al carestía llegará a un 5,70 % para el último mes del presente año por lo que, de nuevo, esperamos que en 2024 la inflación continúe con el pie en el freno.
La buena noticia es que estas reducciones estarían acompañadas por tasas de interés cada vez más bajas. La no tan buena es que no se esperan caídas importantes, en ninguno de los dos rubros, por lo que si bien la lucha contra la inflación sería más llevadera, la misma seguirá latente.
No será sino hasta 2025 que la carestía alcance su meta del 3 %, si nada extraordinario (tanto en lo local, como en lo global) vuelve a golpear con fuerza la macroeconomía.
El panorama de la inflación en el mundo
La OCDE anticipa que la inflación pasará del 7 % en 2023 al 5,2 % en 2024, continuando una senda de reducción que la llevaría al 3,8 % en 2025. El Fondo Monetario Internacional (FMI), por su parte, cree que la inflación cerrará en 2023 en 5,9 %, mientras que en 2024 alcanzará el 4,8 %.
Más allá de las dinámicas macroeconómicas, se espera que algunos factores medioambientales también influyan en la carestía, pues fenómenos como El Niño (que ha ganado fuerza por cuenta del cambio climático) están golpeando las cosechas, ya que en algunos países se manifiesta con fuertes precipitaciones, mientras que en otros con largos tiempos de sequía. En países montañosos, como Colombia, esto también impacta en la logística, por cuenta de los derrumbes en las vías.En América Latina y El Caribe la carestía pasaría de un 5,9 % en 2023 a un 4,8 % en 2024, según estimaciones de la CEPAL; mientras que en Colombia el Banco de la República proyecta que el año pasado cerrará en 9,25 % y en 2024 la inflación será del 5,70 %.
Es por aspectos como estos que el análisis que hace el FMI es que las estrictas condiciones crediticias seguirán pesando en los mercados inmobiliarios, en la inversión y en la actividad de la economía en general. El fondo también alerta que, en algunas economías, la quiebra de empresas podría seguir en aumento, mientras que los esfuerzos de las autoridades financieras por controlar la inflación verán sus frutos y se registrarán mayores flexibilizaciones en las tasas de interés (el crédito será más barato).
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