Llegó la ola: los intereses crediticios ya subieron, y mucho
Tan solo en los créditos a empresas se han duplicado los intereses desde que el Banco de la República empezó a elevar su tasa de interés. Y en las otras modalidades, como el financiamiento de vivienda, también se ha venido encareciendo. Le explicamos cómo sortear este panorama.
Camilo Vega Barbosa
Desde que el Banco de la República empezó a subir su tasa de interés, hace nueve meses, se tenía claro que los intereses de los créditos en Colombia iban a subir. Por muchos meses el consuelo fue que era un efecto que se tardaría en llegar, y sería de forma gradual. Pero la ola ya llegó: el encarecimiento del financiamiento ya se siente con fuerza en los hogares y empresas colombianas.
Colombia, al igual que el resto de países del mundo, enfrenta desde hace más de un año una fuerte presión inflacionaria resultado de la reactivación de la economía y diferentes problemas de oferta (la guerra en Ucrania, crisis de contenedores, alza de materias primas, etc). Por esto, desde septiembre de 2021, el Banco de la República ha venido realizando alzas periódicas en la tasa de interés de intervención, llevando el indicador del 1,75 hasta el 7,5 % (junio de 2022).
Lea también: ¿Cómo afecta su bolsillo la subida de las tasas de interés del Banco de la República?
El problema es que la inflación sigue alta: el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró una variación anual del 9,67 %, según el más reciente dato del DANE. Por ello, en las últimas reuniones el Banco de la República ha venido siendo más agresivo con sus incrementos. Tan solo el pasado 30 de junio, la junta del Emisor decretó uno de 150 puntos básicos en la tasa de intervención, el aumento más grande en más de 20 años.
Sube el interés
El más reciente reporte de la Superintendencia Financiera confirma que casi todos los créditos en Colombia se han encarecido desde septiembre de 2021. La mayoría registra incrementos de varios puntos porcentuales, incluso los intereses de algunas modalidades se han duplicado.
Por ejemplo, la tasa promedio de los créditos de consumo en todo el sistema financiero colombiano pasó del 14,36 al 19,11 % entre septiembre de 2021 y mayo de 2022 (el dato más reciente), lo que representa un aumento del 33 %. En el mismo período, la tasa promedio de las tarjetas de crédito pasó del 23,62 al 27,57 %, un aumento del 17 %.
Son cambios sensibles, pues implica que ahora es mucho más costoso financiar la compra de un computador o un vehículo o incluso tener una sonrisa saludable (ya hay un mercado consolidado en el que los establecimientos financieros financian los procedimientos dentales por medio de créditos de consumo).
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En el caso de las tarjetas de crédito, el alza de los intereses será especialmente sensible para las compras diferidas a mediano plazo. Por ejemplo: mientras que en septiembre de 2021 se pagaban en promedio $463.707 en intereses por un computador de $2 millones diferido a 24 meses, ahora los intereses ascenderían a $560.000. Es decir, el computador no cambió en los últimos nueve meses, pero ahora sale $100.000 más caro si se financia con un tarjetazo. Por este motivo, es prudente evitar esta modalidad de financiamiento para deudas que no se puedan saldar en menos de un año.
Respecto al financiamiento hipotecario, las cifras de la Superfinanciera muestran que para VIS (de menos de 150 salarios mínimos) las tasas fijas para créditos en pesos pasaron de promediar 10,42 % en septiembre de 2021, a promediar 12 % en mayo de 2022 (un alza del 15 %). Por su parte, los créditos de no VIS (de más de 150 salarios mínimos) vieron pasar su tasa del 8,97 al 11,27 % (alza del 26 %).
Los créditos de vivienda en UVR son la excepción a la tendencia del alza de los intereses. Para créditos VIS, la tasa ha bajado desde 5,03 hasta 4,87 % (caída del 3 %) entre septiembre de 2021 y mayo de 2022. Y en las no VIS las tasas han bajado del 4,26 al 3,73 % (reducción del 12 %).
Este contraste representa un dilema para los colombianos que quieran cumplir el sueño de comprar vivienda, pues ambas modalidades tienen sus ventajas y desventajas, y pueden ser más o menos estratégicas dependiendo de la situación económica del país.
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“En escenarios de baja inflación se recomienda endeudarse en pesos (tasas fijas), para así tener más certeza con la deuda, y cuando está alta la inflación es recomendable usar la UVR para no quedar atado a una tasa alta durante todo el período del crédito. Si bien el IPC ha venido subiendo en Colombia, todavía no considero que sea escandaloso. Entonces, creo que todavía vale la pena recurrir a hipotecas en pesos (tasas fijas)”, explicó Luis Benítez, director de Inteligencia Financiera e Insolvencia Colombia (IFI).
De hecho, las tasas de los créditos hipotecarios en pesos siguen debajo del promedio de los últimos cinco años. Por eso esta opción de financiamiento todavía sigue siendo razonable, sobre todo en aquellos que valoran la estabilidad. Pero hay que moverse rápido, pues la tendencia muestra que los intereses seguirán subiendo.
Finalmente, tal vez el caso más representativo del efecto Banrep han sido los créditos preferenciales o corporativos. La tasa promedio de estos préstamos pasó del 4,97 al 9,76 %, lo que implica un alza del 97 % entre septiembre de 2021 y mayo de 2022. Es decir, los intereses de los créditos para empresas se duplicaron en tan solo ocho meses.
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“Una de las consecuencias directas de incrementar la tasa Banrep es el repunte de las tasas de los créditos que el sistema bancario hace al sector privado, aumentando el costo de financiamiento. Las tasas altas inciden en la autoexclusión del segmento de las pymes en Colombia. Un estudio realizado entre Acopi y Faedpyme estima esta autoexclusión en el 27,1%”, explicó Rosmery Quintero, presidenta de la Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi).
La encuesta más reciente del Banco de la República revela que en promedio los analistas esperan que la tasa de interés de intervención termine en 2022 en 8,51 %. Lo que indicaría que para el mercado todavía hay espacio para un alza de otros 100 puntos básicos, o incluso más dependiendo de cómo siga comportándose la inflación en Colombia.
Entonces, los hogares y las empresas colombianas deben prepararse para más alzas en los intereses que necesitan para financiar sus operaciones diarias, e incluso sus sueños como comprar vivienda.
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Desde que el Banco de la República empezó a subir su tasa de interés, hace nueve meses, se tenía claro que los intereses de los créditos en Colombia iban a subir. Por muchos meses el consuelo fue que era un efecto que se tardaría en llegar, y sería de forma gradual. Pero la ola ya llegó: el encarecimiento del financiamiento ya se siente con fuerza en los hogares y empresas colombianas.
Colombia, al igual que el resto de países del mundo, enfrenta desde hace más de un año una fuerte presión inflacionaria resultado de la reactivación de la economía y diferentes problemas de oferta (la guerra en Ucrania, crisis de contenedores, alza de materias primas, etc). Por esto, desde septiembre de 2021, el Banco de la República ha venido realizando alzas periódicas en la tasa de interés de intervención, llevando el indicador del 1,75 hasta el 7,5 % (junio de 2022).
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El problema es que la inflación sigue alta: el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró una variación anual del 9,67 %, según el más reciente dato del DANE. Por ello, en las últimas reuniones el Banco de la República ha venido siendo más agresivo con sus incrementos. Tan solo el pasado 30 de junio, la junta del Emisor decretó uno de 150 puntos básicos en la tasa de intervención, el aumento más grande en más de 20 años.
Sube el interés
El más reciente reporte de la Superintendencia Financiera confirma que casi todos los créditos en Colombia se han encarecido desde septiembre de 2021. La mayoría registra incrementos de varios puntos porcentuales, incluso los intereses de algunas modalidades se han duplicado.
Por ejemplo, la tasa promedio de los créditos de consumo en todo el sistema financiero colombiano pasó del 14,36 al 19,11 % entre septiembre de 2021 y mayo de 2022 (el dato más reciente), lo que representa un aumento del 33 %. En el mismo período, la tasa promedio de las tarjetas de crédito pasó del 23,62 al 27,57 %, un aumento del 17 %.
Son cambios sensibles, pues implica que ahora es mucho más costoso financiar la compra de un computador o un vehículo o incluso tener una sonrisa saludable (ya hay un mercado consolidado en el que los establecimientos financieros financian los procedimientos dentales por medio de créditos de consumo).
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En el caso de las tarjetas de crédito, el alza de los intereses será especialmente sensible para las compras diferidas a mediano plazo. Por ejemplo: mientras que en septiembre de 2021 se pagaban en promedio $463.707 en intereses por un computador de $2 millones diferido a 24 meses, ahora los intereses ascenderían a $560.000. Es decir, el computador no cambió en los últimos nueve meses, pero ahora sale $100.000 más caro si se financia con un tarjetazo. Por este motivo, es prudente evitar esta modalidad de financiamiento para deudas que no se puedan saldar en menos de un año.
Respecto al financiamiento hipotecario, las cifras de la Superfinanciera muestran que para VIS (de menos de 150 salarios mínimos) las tasas fijas para créditos en pesos pasaron de promediar 10,42 % en septiembre de 2021, a promediar 12 % en mayo de 2022 (un alza del 15 %). Por su parte, los créditos de no VIS (de más de 150 salarios mínimos) vieron pasar su tasa del 8,97 al 11,27 % (alza del 26 %).
Los créditos de vivienda en UVR son la excepción a la tendencia del alza de los intereses. Para créditos VIS, la tasa ha bajado desde 5,03 hasta 4,87 % (caída del 3 %) entre septiembre de 2021 y mayo de 2022. Y en las no VIS las tasas han bajado del 4,26 al 3,73 % (reducción del 12 %).
Este contraste representa un dilema para los colombianos que quieran cumplir el sueño de comprar vivienda, pues ambas modalidades tienen sus ventajas y desventajas, y pueden ser más o menos estratégicas dependiendo de la situación económica del país.
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“En escenarios de baja inflación se recomienda endeudarse en pesos (tasas fijas), para así tener más certeza con la deuda, y cuando está alta la inflación es recomendable usar la UVR para no quedar atado a una tasa alta durante todo el período del crédito. Si bien el IPC ha venido subiendo en Colombia, todavía no considero que sea escandaloso. Entonces, creo que todavía vale la pena recurrir a hipotecas en pesos (tasas fijas)”, explicó Luis Benítez, director de Inteligencia Financiera e Insolvencia Colombia (IFI).
De hecho, las tasas de los créditos hipotecarios en pesos siguen debajo del promedio de los últimos cinco años. Por eso esta opción de financiamiento todavía sigue siendo razonable, sobre todo en aquellos que valoran la estabilidad. Pero hay que moverse rápido, pues la tendencia muestra que los intereses seguirán subiendo.
Finalmente, tal vez el caso más representativo del efecto Banrep han sido los créditos preferenciales o corporativos. La tasa promedio de estos préstamos pasó del 4,97 al 9,76 %, lo que implica un alza del 97 % entre septiembre de 2021 y mayo de 2022. Es decir, los intereses de los créditos para empresas se duplicaron en tan solo ocho meses.
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“Una de las consecuencias directas de incrementar la tasa Banrep es el repunte de las tasas de los créditos que el sistema bancario hace al sector privado, aumentando el costo de financiamiento. Las tasas altas inciden en la autoexclusión del segmento de las pymes en Colombia. Un estudio realizado entre Acopi y Faedpyme estima esta autoexclusión en el 27,1%”, explicó Rosmery Quintero, presidenta de la Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi).
La encuesta más reciente del Banco de la República revela que en promedio los analistas esperan que la tasa de interés de intervención termine en 2022 en 8,51 %. Lo que indicaría que para el mercado todavía hay espacio para un alza de otros 100 puntos básicos, o incluso más dependiendo de cómo siga comportándose la inflación en Colombia.
Entonces, los hogares y las empresas colombianas deben prepararse para más alzas en los intereses que necesitan para financiar sus operaciones diarias, e incluso sus sueños como comprar vivienda.
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