Las razones por las que la comida nos costó más en agosto

A la hora de mercar es cuando se siente con mayor fuerza el impacto que ha tenido la inflación, pues los alimentos son el rubro de productos que subieron con mayor rapidez a finales de 2021 y principios de 2022.

A la hora de mercar es cuando se siente con mayor fuerza el impacto que ha tenido la inflación, pues los alimentos son el rubro de productos que subieron con mayor rapidez a finales de 2021 y principios de 2022.

Aunque 2023 había sido un año de tregua para este renglón, pues entre enero y marzo empezó a desacelerar el incremento y en abril, por fin, bajó el costo. El valor se mantuvo negativo hasta julio, cuando se ubicó en 0,22 %, si bien era poco el aumento ya representaba un quiebre en la tendencia.

Ahora, las más recientes cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) dieron cuenta de que los alimentos fueron el segundo rubro que más creció en agosto para su variación mensual, con el 1,13 %. Para dicho mes la inflación fue del 0,7 % y la acumulada del último año (entre el octavo mes de 2022 y 2023) fue de 11,43 %.

En términos generales, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) sí bajó, al compararlo con el mes anterior, pero su baja fue menor de lo esperado por los analistas debido a lo sucedido con los alimentos y con el transporte (por el incremento en los precios de la gasolina).

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🛒 ¿Qué fue lo que pasó con los alimentos?

Piedad Urdinola, directora del DANE, explicó que el comportamiento del rubro se debe al impacto que ha tenido el alza de las frutas frescas. Y añadió que hubo productos que subieron y bajaron, aunque estos últimos no lograron compensar los incrementos que se presentaron.

Los productos que más bajaron fueron la zanahoria (-9,43 %), el tomate de árbol (-7,88 %) y los plátanos (-5,47 %). Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), asegura que esa es una respuesta a los elevados precios de los productos en meses anteriores.

Este es el caso del plátano, que tuvo picos a finales de 2022 y principios de 2023, por lo que se ha mantenido cayendo en los últimos seis meses.

Para Bedoya la principal ecuación para entender el fenómenos es la de la oferta y la demanda: cuando un producto sube mucho, la gente deja de comprarlo y opta por sustituirlo. Cuando esto sucede, el costo baja y tras un tiempo vuelve a subir.

Así sucedió con el tomate (24,63 %), cebolla (22,64 %) y arracacha, ñame y otros tubérculos (9,43 %). El tomate había caído entre febrero y abril; mientras que la cebolla, entre enero y junio. Por ello se encuentran en recuperación, según el presidente de la SAC.

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📊 Así están las categorías de alimentos

“Los precios sí han bajado significativamente comparado con el año pasado: veníamos de un incremento del 26 % anual y para agosto de 2023 fue del 12,44 %. La presión ha bajado. Ahora se ha trasladado a las frutas y legumbres, que se producen internamente”, aclara Jaime Rendón, director del Centro de Estudios e Investigaciones Rurales de la Universidad de La Salle.

Además, agosto y septiembre no son meses donde se presente una oferta abundante de frutas, a lo que se le suma la terminación de las cosechas de papa, puntualiza Carlos Duarte, docente y miembro del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali. Y destaca que las caídas del maracuyá, las naranjas y algunas mandarinas no alcanzaron a corregir los impactos negativos de los demás.

Rendón considera que hay mucho que se puede hacer en este subgrupo, por ser un país con tantas variedades fructíferas que se dan de manera silvestre.

Al revisar el comportamiento histórico, tanto de las legumbres, como de las frutas, se ve que entre junio, julio y agosto suelen aumentar los precios. Las primeras vuelven a bajar en febrero del año siguiente y las segundas caen en los dos últimos meses del mismo año.

Por otro lado, las carnes se han mantenido estables, con incrementos mensuales por debajo del 1 % durante este año. La explicación detrás de esto es que es un subgrupo que depende en gran medida de los insumos para los concentrados que son importados, según Bedoya. Y como este rubro ha sido estable y ha bajado, lo mismo ha sucedido con las carnes.

Finalmente, los aceites y grasas están en decrecimientos del 1 % desde junio, bastante debajo de la tendencia de los últimos años. Esto la convierte en la única categoría que aporta a la disminución de los precios, de acuerdo con los datos del DANE.

Se deben revisar tanto la distribución y transporte de los productos como las plazas de mercado, para entender cómo se están dando las compras y ventas. “Es algo que el Ministerio de Agricultura tendría que ver para dinamizar alguna solución”, añade Rendón.

🚜 ¿Qué factores hay detrás de los precios de la comida?

En resumen, lo que más influye son los patrones estacionales de las cosechas, así como la relación entre oferta y demanda, que influye en las decisiones de siembra de los productores. Ese sería el primordial.

“Tenemos problemas de oferta en el país porque cerca del 70 % de los alimentos (de origen nacional) lo producen las economías campesinas. Hay falencias allí en la titulación de la tierra, financiamiento, comercialización y asistencia técnica”, apunta el director del Centro de Estudios.

También está el tema de transporte porque los productos deben recorrer muchos kilómetros para llegar a las ciudades, eso depende de condiciones climáticas, de seguridad y del estado de las vías. Muestra de esto fue el cierre de la vía al Llano a mediados de agosto, el corredor es fundamental para el abastecimiento del Bogotá. Aunque el mercado de la capital es importante, los expertos coinciden en que no fue un factor notorio para el dato de inflación a nivel nacional.

Un elemento muy importante en los últimos años ha sido el de los insumos. Los costos, especialmente, “de los fertilizantes y plaguicidas han venido cayendo durante el último año. Aunque no hemos alcanzado los niveles que teníamos” antes de la pandemia, sostiene Duarte. Y agrega que el mercado mundial se acomodó a la oferta reducida y se reorganizaron las cadenas logísticas que también representaron sobrecostos.

Vale la pena tener en cuenta que esa caída no se ha visto del todo reflejada en lo que paga el consumidor final, pues “siempre hay un rezago de insumos, los que se compran hoy alivian los costos hacia adelante, pero no en la cosecha que sale hoy”, resalta el presidente de la SAC. Ese podría ser un aliciente a la baja para las siembras y productos que vendrán el próximo año.

De otra parte, no tan alentadora, está el efecto del clima. El fenómeno de El Niño aún no se ha sentido en los cultivos, pero “si llega a final de año una dura ola de calor, se pueden afectar algunas cosechas del próximo año e impactar las decisiones de siembra”, afirma Bedoya.

“Hay mucho por hacer, es posible seguir bajando la inflación de alimentos. Pero debe ser con producción, buena logística, financiamiento y recursos para que los campesinos puedan llevar sus productos a los mercados de manera eficiente”, puntualizó Rendón.

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