Con la llegada de agosto al calendario hay varias preguntas que comienzan a flotar en el ambiente: ¿toca declarar renta?, ¿se podrán volar bien las cometas? ¿subirá de nuevo la gasolina?
Para este punto de la historia, el Gobierno ha incrementado los precios de la gasolina corriente en 10 ocasiones desde septiembre del año pasado, cuando comenzó a apretar las clavijas en este tema.
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En este momento, el precio promedio (entre 13 ciudades principales) ronda los $12.964. Al comienzo de la escalada, este combustible rondaba los $9.259.
A medida en que el año ha ido progresando, los aumentos mensuales que ha decretado el Gobierno han ido creciendo, desde poco más de $200 hasta los $600 que se han venido aplicando mes a mes desde mayo de este año.
Bajo la perspectiva del Ministerio de Hacienda, la gasolina corriente debe llegar a unos $16.000 por galón. Entonces, para decirlo en pocas palabras: sí, en agosto habrá un nuevo incremento en este combustible.
¿De cuánto sería el aumento? Esa es la cuestión.
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En las cuentas del Ministerio de Hacienda, los $16.000 de los que ha hablado Ricardo Bonilla, titular de esta cartera, se deberían alcanzar alrededor de noviembre.
Así las cosas, el aumento de agosto no podría estar por debajo de los $600, cuando menos.
¿Cómo entender la subida del precio de la gasolina en Colombia?
Lo primero que hay que explicar acá es qué es el impopular FEPC. En palabras sencillas, es un fondo al que el Gobierno añade recursos para subsidiar los precios de los combustibles en Colombia.
O sea, es un mecanismo mediante el cual, con el dinero público, se abarata la gasolina y el diésel en el país, por debajo de los precios que estos combustibles registran en el mercado internacional.
Aunque Colombia aún tiene autosuficiencia petrolera, el país debe importar alrededor de un tercio de la demanda de gasolina diaria (de 150.000 galones, se compran en el mercado internacional unos 50.000, según datos de Ecopetrol).
Para que los precios internacionales no le peguen a los locales, el Gobierno pone la diferencia a través del FEPC.
Y de ahí es que nace el déficit que acumuló el Fondo que, para finales del año pasado, se calculaba en $32 billones. El Gobierno espera cerrar 2023 con un déficit de $26 billones y llegar al final de 2024 en ceros.
Esta última meta sólo se logrará, por cierto, si al bus de los aumentos se sube al diésel, que en este momento sigue congelado, y que responde por la mitad del déficit.
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