Suben los carros usados y los nuevos: ¿qué pasa con el mercado?
Mientras los nuevos se demoran en llegar y suben de precio por efecto del dólar y problemas logísticos, los usados también ganan valor y llaman la atención de los consumidores colombianos por una variedad de razones. ¿Hasta dónde se podrá extender la tensión entre los problemas de oferta y el crecimiento de la demanda? Panorama.
Santiago La Rotta
Lucety Carreño Rojas
Paula Gómez comenzó a vender su vehículo, un automóvil modelo 2015, en 2019. Lo puso a la venta en línea en varias oportunidades. No llegó a concretar ni una visita porque el único comprador interesado no pudo desplazarse por cuenta de las restricciones de movilidad en 2020, cortesía del covid-19. En sus intentos por venderlo el precio llegó a $15 millones. A finales de 2021 (ya a través de un concesionario de carros usados) logró concretar la venta en menos de un mes por $18 millones.
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Paula Gómez comenzó a vender su vehículo, un automóvil modelo 2015, en 2019. Lo puso a la venta en línea en varias oportunidades. No llegó a concretar ni una visita porque el único comprador interesado no pudo desplazarse por cuenta de las restricciones de movilidad en 2020, cortesía del covid-19. En sus intentos por venderlo el precio llegó a $15 millones. A finales de 2021 (ya a través de un concesionario de carros usados) logró concretar la venta en menos de un mes por $18 millones.
Santiago Achury compró su primer vehículo (usado, modelo 2018) a finales de 2019 por un poco más de $49 millones. Desde entonces le ha sumado unos 14.000 kilómetros. Si lleva el carro al mismo lugar en donde lo compró le ofrecen $48 millones. Eso es una depreciación de $71 por cada kilómetro recorrido desde que salió del concesionario.
Este par de testimonios sirven para ilustrar una de las dos tensiones que parecen gobernar el mercado automotor en Colombia actualmente: los usados están reteniendo mucho más su valor, a la vez que los nuevos tienden a escasear y, claro, también a subir de precio. En otras palabras, comprar carro por estos días es caro por donde se le mire.
Con estas alzas también suben gastos asociados, como los seguros. Y aunque no está en las cartas ahora, si el panorama internacional del petróleo se deteriora, es posible que en Colombia eventualmente esa variable externa termine filtrándose vía incrementos en los combustibles.
¿Qué está pasando con el mercado automotor?
Lo que sucede en el país no es un asunto enteramente local, aunque sí tiene variables hechas en casa, como la presión sobre los precios derivada de la extensión del pico y placa en Bogotá, por ejemplo.
Pero, a grandes rasgos, los elementos detrás de este escenario son: problemas de producción, asociados en una parte a la escasez mundial de chips, y en otra a las restricciones en 2020 por covid-19, y la crisis de los contenedores, que ha empujado los precios de prácticamente todos los bienes de consumo masivo.
Al igual que sucedió en muchas otras industrias, el sector automotor no ha podido estar a la altura de la demanda luego del letargo obligado de la pandemia sobre la producción. A estos retrasos se le sumaron los problemas de abastecimiento de chips (en donde se repitió la misma ecuación) y los de distribución, derivados de la crisis de los contenedores.
Además de esto, hay que sumar los cierres de operaciones derivados de la guerra rusa en Ucrania que, si bien puede que no se sientan en este momento, lo que implican en el largo plazo es que lo que se dejó de producir en Rusia (o las materias primas que se dejaron de recibir de ese país) eventualmente entrarán a presionar aún más la producción en otros puntos, generando, potencialmente, más demoras para los usuarios.
Raúl Mier, director comercial de General Motors Colombia, confirmó que la crisis de los contenedores ha tenido un impacto en el sector automotor, generando no solo un aumento en los costos de los fletes, sino la escasez de materias primas. “Esta situación ha afectado el proceso de producción, logística y disponibilidad de repuestos y accesorios. Sin embargo, en nuestro caso, estamos mejorando en la disponibilidad del producto y somos optimistas ante el panorama, ya que hemos visto un alza en la demanda de vehículos en el país”.
En cuanto a la guerra entre Rusia y Ucrania dijo que podría generar impactos en disponibilidad y costos de materias primas, abastecimiento de componentes o logísticos, pero que dicha situación no los ha afectado, pues desde la casa matriz hacen un continuo monitoreo para anticipar y mitigar cualquier impacto.
Estas dos grandes tensiones le han pegado, principalmente, al mercado de los vehículos nuevos, generando una especie de escasez, que ha venido con incrementos en los precios. Para ser claros: no es que no haya carros nuevos, solo que si quiere uno se va a demorar y es probable que le salga más caro de lo que inicialmente tenía previsto.
Es lo que le pasó a Nelson Castro, quien reservó en diciembre una camioneta 0 kilómetros por $122 millones, con entrega aproximada en febrero. Para principios de marzo su carro no ha podido ser entregado y el precio va en $137 millones, por arte de esa suerte de magia oscura que opera a través de la inflación y el alza en el dólar (aunque recientemente lleva un tiempo a la baja). Castro ha buscado alternativas en otros fabricantes, pero la historia es un poco la misma: tiempos largos de entrega y la posibilidad de que el vehículo suba o baje, como las mareas.
Esa misma marea, desde el lado de los vendedores, se ve un poco de esta forma: un concesionario que recibió 20 automóviles el mes pasado, este puede obtener unos 100 y el próximo quién sabe. “Lo que pasa es que todo lo que llega ya está vendido. Y si quiere algo nuevo este mes, podemos estar hablando de entrega en dos o tres meses. Y el precio puede cambiar. Todo esto genera mucha incertidumbre para hacer negocios. La gente quiere, pero muchos terminan bajándose del carro”, cuenta un asesor de ventas quien pidió no ser nombrado, pues no es vocero oficial de la marca para la que trabaja.
Esto lo confirma Eduardo Visbal, vicepresidente de comercio exterior y mercado automotor de Fenalco, pues los carros que llegan “son para entregas ya vendidas, es decir, hay entregas represadas. Así que se está vendiendo con retrasos y como hay una demanda tan alta de vehículos, los usados han tomado mucha fuerza. Más o menos, por cada carro nuevo vendido se están traspasando siete usados”.
Lo que sucede en el mercado de los carros nuevos ha tenido una suerte de efecto dominó en el bando de los usados: usuarios que no pueden estrenar se dirigen a encontrar uno de segunda mano en las mejores condiciones posibles. Y el resultado de este cambio de enfoque es una revalorización de este sector, que va de la mano con una mayor demanda.
De acuerdo con cifras del RUNT, el apetito por carros usados ha crecido significativamente más que el de los nuevos: para noviembre del año pasado se documentó el traspaso de más de 680.000 automóviles y casi 380.000 camionetas; para noviembre de 2019 estas cifras fueron de 532.793 y 275.026, respectivamente. Mientras tanto, para noviembre de 2021, los datos de nuevos fueron de 106.370 en carros, frente a 138.082 en el mismo mes de 2019; las cifras para camionetas fueron 123.716 y 111.239, respectivamente.
Respecto a las zonas del país con más interés por los usados en 2021, la lista la lideran Antioquia y Eje Cafetero, seguida por Bogotá, Zona Central y Pacífico.
Según las cifras de la empresa de tecnología Intempo, en promedio el mercado de usados reporta cada año 1,4 millones de traspasos (843.000 automóviles y camionetas, y 405.000 motocicletas). Entre 2019 y 2021, el mercado de vehículos nuevos creció 6 % promedio anual, mientras que el de usados aumentó 16 %.
Además, el mercado de camionetas y autos usados se caracteriza por contar con una alta participación de modelos antiguos. En 2021, casi la mitad de los autos y camionetas que cambiaron de propiedad correspondieron a modelos 2011 o anteriores. La razón para optar por este tipo de modelos es que los vehículos presentan un cuidado adecuado (historial SOAT y RTM), “cuentan con condiciones favorables de rotación, ciudad de circulación probable, cilindraje, además de antecedentes de accidentalidad o infracciones, entre otros”, explicó Intempo en un documento publicado en la revista La Direccional.
De acuerdo con Intempo, en los últimos 10 años han cambiado de propiedad 11 millones de vehículos, un 30 % se concentra en compradores jóvenes (entre 18 y 30 años) y la proporción equivalente está representada por personas de los estratos 1 y 2. Así las cosas, “el mercado de usados permite el acceso a una solución de movilidad para una amplia franja de la población”.
El argumento de la empresa tecnológica iría en línea con lo que sucede en ciudades como Bogotá, en las que se decretó el pico y placa extendido, y los compradores buscan alternativas para no tener problemas con su movilidad.
Así les pasó a Leonardo Muñoz y su esposa, Laura Mancipe, quienes compraron un carro usado en 2020 (modelo 2019) en $36 millones. A comienzos de 2022 quisieron cambiarlo por un híbrido por dos razones: el medio ambiente y por el pico y placa extendido en Bogotá. Estuvieron buscando y les decían que les podían entregar el carro en un año y medio. Por suerte encontraron uno por $121 millones (modelo 2023) con entrega inmediata y en donde les recibieron el que tenían como parte de pago. Lo lograron vender en $40 millones.
Mientras tanto, gremios como la Andi y Fenalco destacaron el desempeño del sector, pese al desabastecimiento de vehículos nuevos causado por los problemas de logística internacional y de suministros de componentes tecnológicos. Este es un sector clave en términos de mano de obra, a la vez que también genera otros encadenamientos productivos en temas como servicios, mantenimiento, sector financiero y seguros.
Falta ver qué sucede con la guerra entre Rusia y Ucrania, y qué tanto la inflación le sigue pegando al poder adquisitivo de los consumidores colombianos.