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Si bien la automatización no es un concepto nuevo, sí es uno que ha cobrado protagonismo en los próximos años, principalmente por los avances que se han registrado en temas como procesamiento de datos, inteligencia artificial y robótica.
La automatización es, básicamente, la utilización de una tecnología para realizar labores repetitivas que suelen hacer los humanos. Está el clásico ejemplo de los mensajeros que se vieron amenazados cuando las plataformas de mensajería, como Yahoo, Hotmail y Gmail, comenzaron a ganar protagonismo.
Hoy está el caso de los trabajadores de las sucursales bancarias con el auge de la banca virtual; los de servicio de atención al cliente con la implementación de los chatbot, y hasta los diseñadores gráficos que han visto cómo las inteligencias artificiales generativas están creando ilustraciones en cuestión de segundos.
Según Fedesarrollo, el impacto que está teniendo toda esta revolución industrial hoy amenaza a seis de cada diez empleos en Colombia.
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Según el director ejecutivo de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, “las ocupaciones más susceptibles a la automatización incluyen el personal administrativo, los trabajadores de servicios, los trabajadores agrícolas, así como los comerciantes y vendedores. En promedio, cerca del 60% de los trabajadores en los
países andinos, incluyendo Colombia, tienen una alta probabilidad de verse afectados por la automatización”. Además, destacó que los adultos entre 30 y 59 años con educación secundaria representan el grupo con mayor riesgo de automatización.
Sin embargo, y como se ha visto en las otras revoluciones industriales, los reemplazos de labores liderados por maquinarias siempre tienden a ser oportunidades para mejorar la capacidad productiva de las economías (lo que se traduce en mayores oportunidades de desarrollo), así como impulsores de nuevas disciplinas y profesiones.
Es decir, estas máquinas necesitarán de personas que las fabriquen, les hagan mantenimiento, las reparen, o las usen como herramientas para maximizar sus capacidades profesionales.
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Si bien este panorama no se traduce en un apocalipsis laboral, sí es cierto que para evitar traumatismos en la transición se debe invertir en educación y capacitaciones para las nuevas habilidades que demanda el mercado laboral.
Fedesarrollo también explica que las profesiones menos susceptibles a la automatización son aquellas que requieren un alto nivel de creatividad, inteligencia social y habilidades de manipulación física, dado que son difíciles de automatizar con la tecnología actual. Entre estas se incluyen psicólogos, artistas, trabajadores sociales, enfermeras, terapeutas ocupacionales y trabajadores de la construcción.
Es decir, las máquinas no lo podrán hacer todo y los humanos seguirán siendo altamente necesarios en labores ligadas a la invención y destreza.
Por otro lado, continúa Fedesarrollo, “las profesiones más propensas a la automatización son aquellas que implican principalmente tareas manuales repetitivas, tales como empleos en la industria manufacturera, la limpieza, la agricultura, los servicios de comida rápida, el telemarketing, así como asistentes administrativos, contables y trabajadores de seguros”.
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Un estudio adelantado por esta federación revela que en Bolivia la probabilidad de que la automatización afecte en el mediano plazo es del 54 %, mientras que en Colombia es del 58 %, Ecuador el 61 % y Perú el 65 %.
“En el caso específico de Colombia, la distribución de trabajadores con riesgo de
La automatización es del 18% en servicios, 17% en comercio y ventas, 16% en agricultura y 8% en tareas administrativas. Para mitigar los impactos de la automatización, es crucial implementar políticas que se centren en mejorar la calidad y pertinencia de la educación, así como en programas de reentrenamiento para las ocupaciones más vulnerables al cambio tecnológico”, detalla la federación.
También se recomienda potenciar las habilidades creativas y sociales, así como las competencias que demanda el nuevo mercado laboral, como la programación, el uso de la inteligencia artificial y el análisis de datos.
En suma, la automatización puede ser una amenaza o una oportunidad, dependiendo de qué también preparada esté la población para afrontarla.
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