Aumentan los fondos para la naturaleza, mientras se recuperan inversiones verdes
Los fondos de inversión con enfoque en biodiversidad superan los $3.900 millones en activos, con un aumento de 45% en el último año. Ante el creciente interés tras el acuerdo de la COP15, ¿cómo están respondiendo los inversores a las nuevas oportunidades en este sector?
Los fondos de empresas con credenciales de biodiversidad supuestamente sólidas están superando este año a otras inversiones relacionadas con el clima, lo que aumenta las expectativas de que estos productos se preparen para recibir grandes flujos de entrada. Los fondos con etiquetas de biodiversidad superan ya los US$3.900 millones en activos totales, lo que supone un aumento de aproximadamente 45% en los últimos 12 meses, según datos de Morningstar Direct.
De acuerdo con Bloomberg, estos fondos han obtenido una rentabilidad media de alrededor de 11% este año. Esto contrasta con los descensos de los índices de referencia relacionados con las energías renovables, el carbono y los vehículos eléctricos, este último con una caída de 21%.
Las empresas que ofrecen soluciones para detener y revertir la pérdida de naturaleza o que toman medidas para frenar su propio impacto están experimentando una oleada de inversiones tras el acuerdo alcanzado en diciembre de 2022 en la COP15, que ha obligado al sector financiero a dar prioridad a los recursos naturales que antes se consideraban gratuitos.
Con los países apresurándose a desarrollar estrategias para proteger y conservar los hábitats naturales y la vida silvestre antes de la conferencia de las Naciones Unidas sobre biodiversidad, o COP16, el próximo mes, es probable que la demanda de los inversores se acelere aún más.
”Vemos que se está produciendo un gran cambio estructural en el ámbito de la biodiversidad”, afirmó en una entrevista Anna Vaananen, cogestora del fondo AXA WF ACT Biodiversity, de casi US$230 millones.
El fondo, registrado en la categoría de sostenibilidad más estricta de la Unión Europea, el llamado Artículo 9, invierte en empresas cuyos productos pueden ampliarse y utilizarse en sectores como la alimentación y las infraestructuras para reducir la huella de biodiversidad.
”Estamos hablando de transiciones de décadas de duración y estas transiciones ofrecen grandes oportunidades de crecimiento”, dijo Vaananen.
Los datos facilitados por Morningstar Direct muestran que el número de fondos cotizados y abiertos en el segmento de la biodiversidad ha aumentado hasta 30, frente a 21 en septiembre del año pasado, a pesar de la falta de datos fiables y el escepticismo sobre su composición. Muchas carteras incluyen empresas dedicadas a la gestión de residuos, suministro de agua potable y servicios de ingeniería.
Por ejemplo, la empresa de gestión de residuos Republic Services Inc. y el fabricante de bombas de agua Xylem Inc., que han ganado casi un 23% y un 17% respectivamente este año, se encuentran entre las principales, según un análisis de Bloomberg de las participaciones de los fondos. Varios fondos también invierten en fabricantes de chips, aseguradoras e incluso empresas madereras.
El fondo del índice Northern Trust World Natural Capital, que sigue de cerca el índice de referencia de la UE alineado con París, tiene sobre todo grandes tecnológicas, como Nvidia Corp., entre sus principales participaciones, mientras que Apple Inc. tiene la mayor ponderación en el índice de biodiversidad S&P 500. Para algunos fondos, superar al mercado a medio plazo es tan importante como lograr un impacto en la biodiversidad. Jonathan Toub, cogestor del fondo Aviva Investors Natural Capital Transition Global Equity, afirma que su cartera incluye tanto pequeñas empresas proveedoras de soluciones como empresas de transición de gran capitalización que están “orientando sus modelos de negocio hacia una economía positiva para la naturaleza”.
Esta estrategia parece haber dado sus frutos. El fondo, que cuenta con Microsoft Corp. y Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. entre sus principales participaciones, ha registrado ganancias en torno al 13% este año. Para otros gestores de fondos, el impacto positivo en la naturaleza se consigue mejor a través de los mercados privados, donde los horizontes de inversión son más amplios.
”Si se quiere construir un banco de hábitats, una granja vertical o un bosque, todo ello requiere un periodo de inversión de capital”, afirma Peter Bachmann, director gerente de infraestructuras sostenibles de Gresham House. “Es casi imposible tener un negocio de mercado público que sea puro dinero dentro, impacto fuera”.
¿Cómo va Colombia en la transición energética?
En el ámbito local, la situación se complica por el retraso en la conexión de los proyectos de energías renovables no convencionales en La Guajira al Sistema Interconectado Nacional, según un informe de investigaciones económicas de Corficolombiana.
A ello se suma la incertidumbre sobre el marco normativo del sector y la publicación de la Hoja de Ruta para la Transición Energética Justa, prevista para el próximo año, subrayó el centro de investigación. Existe una notable discrepancia entre las expectativas generadas por la transición y el avance real de los proyectos en curso. Según el Conpes 4075 de 2022, la planificación del consumo energético final y los recursos asignados hasta la fecha no se alinean con las proyecciones oficiales.
El seguimiento a estas brechas es fundamental para garantizar un proceso coordinado a lo largo de la cadena energética, asegurando la sostenibilidad y la seguridad energética del país. El informe de Corficolombiana indicó que las inversiones anuales requeridas para cumplir con las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) oscilan entre 7,7 % y 12,7 % del PIB de 2020 para el periodo de 2020 a 2050, según Cárdenas et al. (2023). Esta cifra es considerable, especialmente cuando se considera que el presupuesto del Gobierno Nacional para 2024 se estima en cerca de 5,9% del PIB.
El riesgo de inundaciones en Colombia está proyectado para aumentar entre 25% y 65% entre 1980 y 2080, con daños estimados entre US$2.000 y US$25.000 millones en escenarios graves, de acuerdo con el Banco Mundial. Esto subraya la necesidad de inversión en programas de mitigación y adaptación al cambio climático, que requerirán la participación activa del sector privado y la implementación de esquemas de precios al carbono.
Sin embargo, el país enfrenta restricciones fiscales que limitan la disponibilidad de recursos para la transición energética. El centro de pensamiento apuntó que en 2023, el déficit fiscal fue de 4,3% del PIB. Actualmente, el plan de desarrollo y el presupuesto nacional no contemplan la totalidad de la inversión requerida, lo que pone en riesgo los aportes del sector petrolero y gasífero, que son fundamentales para las finanzas públicas. Durante los últimos cuatro años, este sector ha contribuido anualmente con aproximadamente $19 billones a través de impuestos de renta, regalías y derechos económicos, representando alrededor de 2,3 % del PIB en ingresos tributarios.
El sector petrolero también representa una parte significativa de las exportaciones, alcanzando 31,8 % en 2023. La Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector ha sido notable, con 15,3 % proveniente de actividades petroleras. Según el Marco Fiscal de Mediano Plazo de 2024, se espera que el promedio de ingresos petroleros entre 2024 y 2035 se sitúe en 0,95% del PIB.
Además, la autosuficiencia en combustibles es un factor crítico, señalaron los analistas de Corficolombiana. La dependencia de las importaciones podría aumentar si no se sostiene la producción interna de combustibles fósiles. Se estima que, sin autosuficiencia, el país podría necesitar importar alrededor de 1.157 millones de pies cúbicos diarios (MPCD) de gas a un costo 62% mayor que los precios actuales, además de requerir 500.000 barriles equivalentes por día (kbped) para refinación.
En el futuro, se espera que el gas natural se mantenga como un combustible de transición, pese a la disminución de la participación relativa de los combustibles líquidos. La autosuficiencia hasta ahora ha permitido precios de gas más bajos que los de importación, pero su sostenibilidad está en entredicho. La continuación de la inversión en exploración y producción es esencial para mantener esta autosuficiencia.
Recientemente, se informó sobre la suspensión de actividades de exploración en el área de perforación Tayrona en el pozo Uchuva 2, el cual tenía un alto potencial económico en el offshore colombiano. Esta situación plantea interrogantes sobre el futuro de la inversión en el sector energético.
A nivel global, la contaminación vinculada a los combustibles fósiles persistirá mientras haya demanda. Con datos de 2021, Colombia representa 0,54 % de las emisiones de CO₂, de las cuales menos de un tercio corresponde al sector energético.
Finalmente, Corficolombiana sugiere que el país aproveche su seguridad energética para apalancar la transición energética mediante los recursos del sector petrolero y gasífero, similar a la estrategia implementada por Noruega.
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Los fondos de empresas con credenciales de biodiversidad supuestamente sólidas están superando este año a otras inversiones relacionadas con el clima, lo que aumenta las expectativas de que estos productos se preparen para recibir grandes flujos de entrada. Los fondos con etiquetas de biodiversidad superan ya los US$3.900 millones en activos totales, lo que supone un aumento de aproximadamente 45% en los últimos 12 meses, según datos de Morningstar Direct.
De acuerdo con Bloomberg, estos fondos han obtenido una rentabilidad media de alrededor de 11% este año. Esto contrasta con los descensos de los índices de referencia relacionados con las energías renovables, el carbono y los vehículos eléctricos, este último con una caída de 21%.
Las empresas que ofrecen soluciones para detener y revertir la pérdida de naturaleza o que toman medidas para frenar su propio impacto están experimentando una oleada de inversiones tras el acuerdo alcanzado en diciembre de 2022 en la COP15, que ha obligado al sector financiero a dar prioridad a los recursos naturales que antes se consideraban gratuitos.
Con los países apresurándose a desarrollar estrategias para proteger y conservar los hábitats naturales y la vida silvestre antes de la conferencia de las Naciones Unidas sobre biodiversidad, o COP16, el próximo mes, es probable que la demanda de los inversores se acelere aún más.
”Vemos que se está produciendo un gran cambio estructural en el ámbito de la biodiversidad”, afirmó en una entrevista Anna Vaananen, cogestora del fondo AXA WF ACT Biodiversity, de casi US$230 millones.
El fondo, registrado en la categoría de sostenibilidad más estricta de la Unión Europea, el llamado Artículo 9, invierte en empresas cuyos productos pueden ampliarse y utilizarse en sectores como la alimentación y las infraestructuras para reducir la huella de biodiversidad.
”Estamos hablando de transiciones de décadas de duración y estas transiciones ofrecen grandes oportunidades de crecimiento”, dijo Vaananen.
Los datos facilitados por Morningstar Direct muestran que el número de fondos cotizados y abiertos en el segmento de la biodiversidad ha aumentado hasta 30, frente a 21 en septiembre del año pasado, a pesar de la falta de datos fiables y el escepticismo sobre su composición. Muchas carteras incluyen empresas dedicadas a la gestión de residuos, suministro de agua potable y servicios de ingeniería.
Por ejemplo, la empresa de gestión de residuos Republic Services Inc. y el fabricante de bombas de agua Xylem Inc., que han ganado casi un 23% y un 17% respectivamente este año, se encuentran entre las principales, según un análisis de Bloomberg de las participaciones de los fondos. Varios fondos también invierten en fabricantes de chips, aseguradoras e incluso empresas madereras.
El fondo del índice Northern Trust World Natural Capital, que sigue de cerca el índice de referencia de la UE alineado con París, tiene sobre todo grandes tecnológicas, como Nvidia Corp., entre sus principales participaciones, mientras que Apple Inc. tiene la mayor ponderación en el índice de biodiversidad S&P 500. Para algunos fondos, superar al mercado a medio plazo es tan importante como lograr un impacto en la biodiversidad. Jonathan Toub, cogestor del fondo Aviva Investors Natural Capital Transition Global Equity, afirma que su cartera incluye tanto pequeñas empresas proveedoras de soluciones como empresas de transición de gran capitalización que están “orientando sus modelos de negocio hacia una economía positiva para la naturaleza”.
Esta estrategia parece haber dado sus frutos. El fondo, que cuenta con Microsoft Corp. y Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. entre sus principales participaciones, ha registrado ganancias en torno al 13% este año. Para otros gestores de fondos, el impacto positivo en la naturaleza se consigue mejor a través de los mercados privados, donde los horizontes de inversión son más amplios.
”Si se quiere construir un banco de hábitats, una granja vertical o un bosque, todo ello requiere un periodo de inversión de capital”, afirma Peter Bachmann, director gerente de infraestructuras sostenibles de Gresham House. “Es casi imposible tener un negocio de mercado público que sea puro dinero dentro, impacto fuera”.
¿Cómo va Colombia en la transición energética?
En el ámbito local, la situación se complica por el retraso en la conexión de los proyectos de energías renovables no convencionales en La Guajira al Sistema Interconectado Nacional, según un informe de investigaciones económicas de Corficolombiana.
A ello se suma la incertidumbre sobre el marco normativo del sector y la publicación de la Hoja de Ruta para la Transición Energética Justa, prevista para el próximo año, subrayó el centro de investigación. Existe una notable discrepancia entre las expectativas generadas por la transición y el avance real de los proyectos en curso. Según el Conpes 4075 de 2022, la planificación del consumo energético final y los recursos asignados hasta la fecha no se alinean con las proyecciones oficiales.
El seguimiento a estas brechas es fundamental para garantizar un proceso coordinado a lo largo de la cadena energética, asegurando la sostenibilidad y la seguridad energética del país. El informe de Corficolombiana indicó que las inversiones anuales requeridas para cumplir con las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) oscilan entre 7,7 % y 12,7 % del PIB de 2020 para el periodo de 2020 a 2050, según Cárdenas et al. (2023). Esta cifra es considerable, especialmente cuando se considera que el presupuesto del Gobierno Nacional para 2024 se estima en cerca de 5,9% del PIB.
El riesgo de inundaciones en Colombia está proyectado para aumentar entre 25% y 65% entre 1980 y 2080, con daños estimados entre US$2.000 y US$25.000 millones en escenarios graves, de acuerdo con el Banco Mundial. Esto subraya la necesidad de inversión en programas de mitigación y adaptación al cambio climático, que requerirán la participación activa del sector privado y la implementación de esquemas de precios al carbono.
Sin embargo, el país enfrenta restricciones fiscales que limitan la disponibilidad de recursos para la transición energética. El centro de pensamiento apuntó que en 2023, el déficit fiscal fue de 4,3% del PIB. Actualmente, el plan de desarrollo y el presupuesto nacional no contemplan la totalidad de la inversión requerida, lo que pone en riesgo los aportes del sector petrolero y gasífero, que son fundamentales para las finanzas públicas. Durante los últimos cuatro años, este sector ha contribuido anualmente con aproximadamente $19 billones a través de impuestos de renta, regalías y derechos económicos, representando alrededor de 2,3 % del PIB en ingresos tributarios.
El sector petrolero también representa una parte significativa de las exportaciones, alcanzando 31,8 % en 2023. La Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector ha sido notable, con 15,3 % proveniente de actividades petroleras. Según el Marco Fiscal de Mediano Plazo de 2024, se espera que el promedio de ingresos petroleros entre 2024 y 2035 se sitúe en 0,95% del PIB.
Además, la autosuficiencia en combustibles es un factor crítico, señalaron los analistas de Corficolombiana. La dependencia de las importaciones podría aumentar si no se sostiene la producción interna de combustibles fósiles. Se estima que, sin autosuficiencia, el país podría necesitar importar alrededor de 1.157 millones de pies cúbicos diarios (MPCD) de gas a un costo 62% mayor que los precios actuales, además de requerir 500.000 barriles equivalentes por día (kbped) para refinación.
En el futuro, se espera que el gas natural se mantenga como un combustible de transición, pese a la disminución de la participación relativa de los combustibles líquidos. La autosuficiencia hasta ahora ha permitido precios de gas más bajos que los de importación, pero su sostenibilidad está en entredicho. La continuación de la inversión en exploración y producción es esencial para mantener esta autosuficiencia.
Recientemente, se informó sobre la suspensión de actividades de exploración en el área de perforación Tayrona en el pozo Uchuva 2, el cual tenía un alto potencial económico en el offshore colombiano. Esta situación plantea interrogantes sobre el futuro de la inversión en el sector energético.
A nivel global, la contaminación vinculada a los combustibles fósiles persistirá mientras haya demanda. Con datos de 2021, Colombia representa 0,54 % de las emisiones de CO₂, de las cuales menos de un tercio corresponde al sector energético.
Finalmente, Corficolombiana sugiere que el país aproveche su seguridad energética para apalancar la transición energética mediante los recursos del sector petrolero y gasífero, similar a la estrategia implementada por Noruega.
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