“Hacer proselitismo con la economía es muy fácil”
En el segundo semestre la inflación podrá tender a subir un poco y por eso es que el Banco de la República proyecta un remate de año con 4,2 o 4,3 %. En crecimiento económico para este año, la apuesta del Gobierno es de 2,2 % y para 2018 proyecta un 3,5 % en un escenario de posconflicto.
Jorge Sáenz V. @jorges_v jsaenz@elespectador.com
Es improbable que el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, se baje del barco antes de que termine la administración Santos. Aunque ha recibido duras críticas por el manejo de la economía, el funcionario se mantiene optimista.
Este optimismo se apoya en las buenas cifras de inflación y exportaciones que reportó el Departamento Nacional de Estadística (DANE) esta semana. El funcionario sostiene que es importante mantener esta actitud, incluso cuando desde varios sectores se le hacen reclamos al Gobierno por el comportamiento lento de la economía en el primer semestre de este año.
Como va la economía, se podría pensar que lo peor no ha pasado...
El activo más importante que debe tener un ministro de Hacienda es la credibilidad. Sobre la situación económica, lo primero que quisiera decir es que esperábamos que la recuperación fuera un poco más rápida. Sabíamos que el arranque del año iba a ser difícil, pero sí estábamos esperando un mejor desempeño a partir del segundo trimestre. Todo indica que éste es todavía muy débil. De manera que la recuperación ha sido más lenta.
¿Qué ha pasado entonces?
Los indicadores que más preocupan, o los que siento que generan mayor debilidad, son los que están asociados con el consumo de los hogares, que tiene mucho que ver con la confianza. Probablemente la dosis de alta inflación, las altas tasas de interés, el efecto de una necesaria, pero difícil reforma tributaria; todo eso desalentó a los consumidores y se están tomando un tiempo para recuperar sus niveles de confianza. Nuestro pronóstico de crecimiento es de 2,2 % y el Banco de la República está en 1,8 %.
Pero, entonces, ¿lo peor no ha pasado?
Creería que sí. Los datos que nosotros tenemos indican, por lo menos en tendencia de consumo, que ya empieza a haber un comportamiento más favorable.
¿El consumo ha estado condicionado por el miedo a perder el empleo?
Si algo ha sido positivo en Colombia es el comportamiento del empleo. En otras circunstancias, una desaceleración económica o una caída tan fuerte como la que tuvimos en las exportaciones se hubiera traducido en un aumento muy fuerte del desempleo. El mercado del trabajo ha sido muy resistente, y eso en buena parte se lo atribuyo a la flexibilidad que se dio por el desmonte del impuesto a la nómina. Si la economía no retoma su ritmo de crecimiento tendencial o potencia del 4 % anual, las cifras de desempleo se van a afectar.
Algunos críticos dicen que la economía está mal. ¿Qué les dice?
Muchas veces quienes exponen esos argumentos no los sustentan. Se quedan en el discurso un poco para tratar de cosechar en medio de la polarización política y los ataques al Gobierno. Hablemos de cifras: la inversión directa es mucho más alta de la que teníamos en 2010, empleo mucho más alto, pobreza mucho menor. La tasa de inversión, que es la variable más importante para explicar el crecimiento de un país, es más alta que en 2010. Colombia, a pesar del choque petrolero tan fuerte, mantuvo el ritmo en todos los campos. Lo único que le pido a la oposición son cifras porque hacer proselitismo con la economía es muy fácil, pero al mismo tiempo es dañino porque puede generar desconfianza, pesimismo, y al final lo que afecta es la calidad de vida de todos.
¿En este momento, qué es lo que más le preocupa?
El pesimismo. Si la gente adopta una actitud pesimista, negativa, naturalmente eso afecta la economía. Ese pesimismo se alimenta de una especie de círculo vicioso de malos resultados que a su vez estimulan el pesimismo. Hay que romper ese círculo. Tenemos una de las economías que mejor se ha ajustado a la caída de los precios del petróleo y está en un proceso que va en la dirección correcta.
¿Qué tal que el crecimiento del segundo trimestre sea peor que el del primero?
El segundo trimestre ya pasó y los indicadores preliminares que tenemos son muy parecidos al primer trimestre.
¿Eso le preocupa?
Claro, eso es lo que quiero destacar cuando digo que la recuperación ha sido más lenta. En junio empezamos a ver mejores cifras de consumo, también cifras positivas en mayo en exportaciones. Eso es lo que le permite a uno pensar que las cosas están mejorando. El segundo semestre será de más ejecución de inversión pública, de 4G y todo debe ayudar a la economía. Las medidas para estimular la vivienda también entran en el segundo semestre.
¿Hay otras preocupaciones?
Hace un año teníamos tres grandes preocupaciones: la inflación, el déficit en la cuenta corriente y el crecimiento económico. Hoy la inflación ya está controlada dentro del rango meta, el déficit en cuenta corriente está cayendo por el crecimiento de las exportaciones y ya entramos en un rango razonable; eso quiere decir que de tres problemas estamos con uno, que es el de crecimiento.
Tasas de interés y dólar
Con este escenario, ¿cómo son sus “peleas” en la junta del Banco de la República?
Tenemos una discusión siempre, más en el margen, por lo menos en la última junta, porque hay consenso por bajar las tasas de interés, discusión de la velocidad, pero no hay debate sobre si las tasas de interés estaban altas o no. Todos coincidíamos en que las tasas están altas y hay que bajarlas. Hay quienes proponían que se bajaran más lentamente y otras posiciones, donde me incluyo, que dijimos: si ya sabemos que hay que bajarlas, mejor bajémoslas de una vez y por eso primó la decisión de bajarlas 50 puntos básicos.
¿Cuál es un buen nivel de tasas para terminar el año?
Es difícil ponerle una cifra a eso, porque dependerá mucho de lo que pase con la inflación. Aquí quiero ser muy preciso: la inflación está en 3,99 %, seguramente en julio va a estar por ahí o incluso un poco menos, porque nos estamos comparando con una inflación muy alta que fue la de julio del año pasado. En el segundo semestre la inflación podrá tender a subir un poco y por eso es que el Banco de la República proyecta un remate de año con algo así como 4,2 o 4,3 %. No nos asustemos si vemos que en el segundo semestre la inflación vuelve a subir un poco frente a lo que tenemos hoy.
¿Qué lectura le está dando al comportamiento del dólar?
Siempre he medido el tema del dólar con un referente mental, que es $3.000 por dólar, ese es el nivel que en mi cabeza ha estado asociado al equilibrio durante varios años. Desde el momento mismo en que cayó el precio del petróleo a la mitad, desde ahí pensé eso. Siempre he defendido que no teníamos que impedir que el dólar se ajustara y llegara a los $3.000, que era necesario para que la economía se volviera a recuperar. Está dentro de unas fluctuaciones que considero razonables y que reflejan que somos una economía que depende mucho de fluctuaciones de precios como el del petróleo.
¿Qué le pasa a la industria?
El determinante de la industria es el consumo interno, y esperemos que con la reducción de las tasas de interés el consumo interno repunte, lo mismo que con la inflación más baja: eso les da más capacidad de compra a los colombianos.
¿Son claras las expectativas de crecimiento en el posconflicto?
El dato que más debate ha suscitado es el crecimiento de 2018. Ahí se utilizó una cifra de 3,5 %, ese es el pronóstico de crecimiento para el próximo año. Hay quienes consideran que puede ser alto, pero es lo que dicen nuestros modelos. Y creo que el rango va a estar entre 3 y 3,5 %. Vamos a terminar este año en el último trimestre con un crecimiento superior al 2 %.
¿El precio del petróleo a US$60 por barril también despierta discusión?
Ese (precio) no lo dio el Gobierno, lo entregó el comité consultivo, que son los expertos en el sector que miraron todas las variables y concluyeron que el precio promedio del año entrante debía estar en US$60. Son los supuestos con los que estamos trabajando. Pero el mensaje a los mercados es que el compromiso del Gobierno es que en 2018 el déficit fiscal siga bajando. Este año será 3,6 % del PIB y el año entrante debe ser 3,1 %, y para eso estamos preparando el presupuesto del próximo año, que sea consistente con un menor déficit fiscal.
¿Cómo va a ser el presupuesto para 2018?
Es un presupuesto recortado, seguimos en austeridad, en proceso de ajuste. Para el año entrante tenemos que hacer menos inversión y menos gasto de funcionamiento que en 2017.
¿Con la adición presupuestal de este año se puso una vara muy alta para el presupuesto de 2018?
Con el compromiso de mantener un déficit este año en línea con lo que está en la regla fiscal, es decir, 3,6 % del PIB, sí, pusimos una vara alta, no hay duda, pero con una adición (presupuestal) viable bajo ese déficit fiscal. El gasto del próximo año tendrá que ser medio punto del PIB menor que este año.
¿En qué sectores se verán los dividendos de la paz?
En el turismo, en el agro y en la inversión extranjera. Pero para decir que están reflejados en las grandes cifras macroeconómicas va a tomar un tiempo. Siempre lo dije, la paz es un proceso, los dividendos económicos de la paz no se van a materializar de un día para otro, sino que gradualmente los vamos reflejando.
¿Cuál va a ser la suerte de las cuatro leyes sociales que podrían ser objetadas por el Gobierno?
Esperar que vayan llegando del Congreso. No han llegado todavía. En la medida en que lleguen las vamos evaluando y vamos dándoles respuesta. Si existen los recursos para mantener esos beneficios y resultan una buena inversión, el Gobierno las va a apoyar. Si no, tenemos que ser realistas.
¿Hay una luz de esperanza para los pensionados?
Esperemos a ver qué envía el Congreso. En el Gobierno somos pragmáticos, aquí es un tema de sostenibilidad fiscal. En el caso de las pensiones hablamos de una cifra que realmente desborda las posibilidades fiscales del Estado colombiano: $3 billones. No es suficientemente progresiva porque es un beneficio que se le da tanto al pensionado de un salario mínimo, como al que recibe pensión de 25 salarios.
¿Pero fue promesa de la campaña del presidente Santos?
Toda decisión tiene un contexto, tiene un momento. Una cosa es hacer ese planteamiento a comienzos del año 2014 con un precio del petróleo por encima de los US$100 por barril y otra hoy, con una economía que tiene que vivir con petróleo por debajo de US$50.
Es improbable que el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, se baje del barco antes de que termine la administración Santos. Aunque ha recibido duras críticas por el manejo de la economía, el funcionario se mantiene optimista.
Este optimismo se apoya en las buenas cifras de inflación y exportaciones que reportó el Departamento Nacional de Estadística (DANE) esta semana. El funcionario sostiene que es importante mantener esta actitud, incluso cuando desde varios sectores se le hacen reclamos al Gobierno por el comportamiento lento de la economía en el primer semestre de este año.
Como va la economía, se podría pensar que lo peor no ha pasado...
El activo más importante que debe tener un ministro de Hacienda es la credibilidad. Sobre la situación económica, lo primero que quisiera decir es que esperábamos que la recuperación fuera un poco más rápida. Sabíamos que el arranque del año iba a ser difícil, pero sí estábamos esperando un mejor desempeño a partir del segundo trimestre. Todo indica que éste es todavía muy débil. De manera que la recuperación ha sido más lenta.
¿Qué ha pasado entonces?
Los indicadores que más preocupan, o los que siento que generan mayor debilidad, son los que están asociados con el consumo de los hogares, que tiene mucho que ver con la confianza. Probablemente la dosis de alta inflación, las altas tasas de interés, el efecto de una necesaria, pero difícil reforma tributaria; todo eso desalentó a los consumidores y se están tomando un tiempo para recuperar sus niveles de confianza. Nuestro pronóstico de crecimiento es de 2,2 % y el Banco de la República está en 1,8 %.
Pero, entonces, ¿lo peor no ha pasado?
Creería que sí. Los datos que nosotros tenemos indican, por lo menos en tendencia de consumo, que ya empieza a haber un comportamiento más favorable.
¿El consumo ha estado condicionado por el miedo a perder el empleo?
Si algo ha sido positivo en Colombia es el comportamiento del empleo. En otras circunstancias, una desaceleración económica o una caída tan fuerte como la que tuvimos en las exportaciones se hubiera traducido en un aumento muy fuerte del desempleo. El mercado del trabajo ha sido muy resistente, y eso en buena parte se lo atribuyo a la flexibilidad que se dio por el desmonte del impuesto a la nómina. Si la economía no retoma su ritmo de crecimiento tendencial o potencia del 4 % anual, las cifras de desempleo se van a afectar.
Algunos críticos dicen que la economía está mal. ¿Qué les dice?
Muchas veces quienes exponen esos argumentos no los sustentan. Se quedan en el discurso un poco para tratar de cosechar en medio de la polarización política y los ataques al Gobierno. Hablemos de cifras: la inversión directa es mucho más alta de la que teníamos en 2010, empleo mucho más alto, pobreza mucho menor. La tasa de inversión, que es la variable más importante para explicar el crecimiento de un país, es más alta que en 2010. Colombia, a pesar del choque petrolero tan fuerte, mantuvo el ritmo en todos los campos. Lo único que le pido a la oposición son cifras porque hacer proselitismo con la economía es muy fácil, pero al mismo tiempo es dañino porque puede generar desconfianza, pesimismo, y al final lo que afecta es la calidad de vida de todos.
¿En este momento, qué es lo que más le preocupa?
El pesimismo. Si la gente adopta una actitud pesimista, negativa, naturalmente eso afecta la economía. Ese pesimismo se alimenta de una especie de círculo vicioso de malos resultados que a su vez estimulan el pesimismo. Hay que romper ese círculo. Tenemos una de las economías que mejor se ha ajustado a la caída de los precios del petróleo y está en un proceso que va en la dirección correcta.
¿Qué tal que el crecimiento del segundo trimestre sea peor que el del primero?
El segundo trimestre ya pasó y los indicadores preliminares que tenemos son muy parecidos al primer trimestre.
¿Eso le preocupa?
Claro, eso es lo que quiero destacar cuando digo que la recuperación ha sido más lenta. En junio empezamos a ver mejores cifras de consumo, también cifras positivas en mayo en exportaciones. Eso es lo que le permite a uno pensar que las cosas están mejorando. El segundo semestre será de más ejecución de inversión pública, de 4G y todo debe ayudar a la economía. Las medidas para estimular la vivienda también entran en el segundo semestre.
¿Hay otras preocupaciones?
Hace un año teníamos tres grandes preocupaciones: la inflación, el déficit en la cuenta corriente y el crecimiento económico. Hoy la inflación ya está controlada dentro del rango meta, el déficit en cuenta corriente está cayendo por el crecimiento de las exportaciones y ya entramos en un rango razonable; eso quiere decir que de tres problemas estamos con uno, que es el de crecimiento.
Tasas de interés y dólar
Con este escenario, ¿cómo son sus “peleas” en la junta del Banco de la República?
Tenemos una discusión siempre, más en el margen, por lo menos en la última junta, porque hay consenso por bajar las tasas de interés, discusión de la velocidad, pero no hay debate sobre si las tasas de interés estaban altas o no. Todos coincidíamos en que las tasas están altas y hay que bajarlas. Hay quienes proponían que se bajaran más lentamente y otras posiciones, donde me incluyo, que dijimos: si ya sabemos que hay que bajarlas, mejor bajémoslas de una vez y por eso primó la decisión de bajarlas 50 puntos básicos.
¿Cuál es un buen nivel de tasas para terminar el año?
Es difícil ponerle una cifra a eso, porque dependerá mucho de lo que pase con la inflación. Aquí quiero ser muy preciso: la inflación está en 3,99 %, seguramente en julio va a estar por ahí o incluso un poco menos, porque nos estamos comparando con una inflación muy alta que fue la de julio del año pasado. En el segundo semestre la inflación podrá tender a subir un poco y por eso es que el Banco de la República proyecta un remate de año con algo así como 4,2 o 4,3 %. No nos asustemos si vemos que en el segundo semestre la inflación vuelve a subir un poco frente a lo que tenemos hoy.
¿Qué lectura le está dando al comportamiento del dólar?
Siempre he medido el tema del dólar con un referente mental, que es $3.000 por dólar, ese es el nivel que en mi cabeza ha estado asociado al equilibrio durante varios años. Desde el momento mismo en que cayó el precio del petróleo a la mitad, desde ahí pensé eso. Siempre he defendido que no teníamos que impedir que el dólar se ajustara y llegara a los $3.000, que era necesario para que la economía se volviera a recuperar. Está dentro de unas fluctuaciones que considero razonables y que reflejan que somos una economía que depende mucho de fluctuaciones de precios como el del petróleo.
¿Qué le pasa a la industria?
El determinante de la industria es el consumo interno, y esperemos que con la reducción de las tasas de interés el consumo interno repunte, lo mismo que con la inflación más baja: eso les da más capacidad de compra a los colombianos.
¿Son claras las expectativas de crecimiento en el posconflicto?
El dato que más debate ha suscitado es el crecimiento de 2018. Ahí se utilizó una cifra de 3,5 %, ese es el pronóstico de crecimiento para el próximo año. Hay quienes consideran que puede ser alto, pero es lo que dicen nuestros modelos. Y creo que el rango va a estar entre 3 y 3,5 %. Vamos a terminar este año en el último trimestre con un crecimiento superior al 2 %.
¿El precio del petróleo a US$60 por barril también despierta discusión?
Ese (precio) no lo dio el Gobierno, lo entregó el comité consultivo, que son los expertos en el sector que miraron todas las variables y concluyeron que el precio promedio del año entrante debía estar en US$60. Son los supuestos con los que estamos trabajando. Pero el mensaje a los mercados es que el compromiso del Gobierno es que en 2018 el déficit fiscal siga bajando. Este año será 3,6 % del PIB y el año entrante debe ser 3,1 %, y para eso estamos preparando el presupuesto del próximo año, que sea consistente con un menor déficit fiscal.
¿Cómo va a ser el presupuesto para 2018?
Es un presupuesto recortado, seguimos en austeridad, en proceso de ajuste. Para el año entrante tenemos que hacer menos inversión y menos gasto de funcionamiento que en 2017.
¿Con la adición presupuestal de este año se puso una vara muy alta para el presupuesto de 2018?
Con el compromiso de mantener un déficit este año en línea con lo que está en la regla fiscal, es decir, 3,6 % del PIB, sí, pusimos una vara alta, no hay duda, pero con una adición (presupuestal) viable bajo ese déficit fiscal. El gasto del próximo año tendrá que ser medio punto del PIB menor que este año.
¿En qué sectores se verán los dividendos de la paz?
En el turismo, en el agro y en la inversión extranjera. Pero para decir que están reflejados en las grandes cifras macroeconómicas va a tomar un tiempo. Siempre lo dije, la paz es un proceso, los dividendos económicos de la paz no se van a materializar de un día para otro, sino que gradualmente los vamos reflejando.
¿Cuál va a ser la suerte de las cuatro leyes sociales que podrían ser objetadas por el Gobierno?
Esperar que vayan llegando del Congreso. No han llegado todavía. En la medida en que lleguen las vamos evaluando y vamos dándoles respuesta. Si existen los recursos para mantener esos beneficios y resultan una buena inversión, el Gobierno las va a apoyar. Si no, tenemos que ser realistas.
¿Hay una luz de esperanza para los pensionados?
Esperemos a ver qué envía el Congreso. En el Gobierno somos pragmáticos, aquí es un tema de sostenibilidad fiscal. En el caso de las pensiones hablamos de una cifra que realmente desborda las posibilidades fiscales del Estado colombiano: $3 billones. No es suficientemente progresiva porque es un beneficio que se le da tanto al pensionado de un salario mínimo, como al que recibe pensión de 25 salarios.
¿Pero fue promesa de la campaña del presidente Santos?
Toda decisión tiene un contexto, tiene un momento. Una cosa es hacer ese planteamiento a comienzos del año 2014 con un precio del petróleo por encima de los US$100 por barril y otra hoy, con una economía que tiene que vivir con petróleo por debajo de US$50.