¿Hacia dónde va el desarrollo económico en La Guajira?
La caída global del mercado del carbón abre preguntas sobre el futuro de este departamento. Energías renovables, turismo y agricultura, las alternativas (no exentas de incertidumbre).
María Alejandra Medina
Mientras el mercado global se cierra para el carbón, el Gobierno colombiano y las empresas evalúan alternativas para aprovechar este recurso y dan la discusión de la tan esperada transición a las energías renovables. En este escenario, el departamento de La Guajira es central, pues más del 40 % de su producto interno bruto (PIB) depende del carbón. Por esta razón es inevitable que el cierre de operaciones de una empresa como el Cerrejón (que tiene contratos mineros con el Estado hasta 2034) tenga un impacto en la región. Pero el protagonismo de La Guajira en la discusión también se debe al potencial de generación con fuentes renovables que las autoridades y las empresas ven en el territorio.
“En el Cerrejón hay carbón para muchos años y el carbón va a estar en la matriz energética mundial durante varias décadas”, la empresa dijo por escrito a este diario. “En ese contexto, necesitamos transformarnos para aumentar nuestra competitividad y estar en condiciones de aprovechar la oportunidad que otros mercados, como el asiático, nos presentan”, agregó. Algo similar expresa el Gobierno, que ha definido la “Agenda Carbón” para “mantener este mineral como fuente de recursos, oportunidades y empleos formales para la reactivación económica, al tiempo que avanzamos en la diversificación de la canasta minera”, según el Ministerio de Minas y Energía.
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El jefe de esa cartera, Diego Mesa, confía en que la demanda de carbón por parte de países como China e India continúe. Así lo dijo en una entrevista reciente con Bloomberg. “Es imposible para ellos cambiar su matriz de energía de la noche a la mañana y dejar de depender del carbón térmico ”, señaló Mesa a ese medio en un diálogo sobre el futuro de los activos de Prodeco, negocio del que saldrá Glencore, según lo informado por esa empresa en febrero. Pese al interés que el ministro asegura que otros inversionistas tienen sobre esas minas, anuncios como el de Glencore y en general la coyuntura global del carbón llevan a plantear preguntas sobre el futuro del desarrollo económico en La Guajira.
Las grandes protagonistas parecen ser las energías renovables, solar y eólica. Sin embargo, las comunidades locales arrojan advertencias en torno a esta transición, en tanto que las autoridades locales y expertos señalan la necesidad de apuntar a otros sectores, como la agricultura y el turismo.
Energías renovables
Según el Minenergía, La Guajira “cuenta con un potencial para implementar plantas eólicas debido a la velocidad del viento, que duplica el promedio mundial. Esto se concreta en que nueve de los 14 proyectos asignados en la subasta de fuentes no convencionales de energías renovables realizada en 2019 sean en el departamento, lo cuales representan inversiones cercanas a los $7 billones y la generación de alrededor de 6.000 empleos”. De acuerdo con el gobernador del departamento, Nemesio Roys, se espera que al menos dos de esos parques empiecen a funcionar este año y que en el futuro se lleven a cabo más subastas.
Para Roys, la transición económica es una tarea que debe hacerse desde ya, es decir, para tomar acciones no se debe esperar 14 años, cuando se proyecta que cesen las operaciones del Cerrejón. Luis Baquero, quien hasta el año pasado fungía como director del centro de pensamiento Guajira 360, por otro lado, piensa que “nos dormimos en los laureles y ahora toca trabajar contrarreloj”. Por cierto, Guajira 360, que nació en 2016, funcionó hasta 2020, pues en medio de la crisis por el coronavirus dejó de recibir financiación por parte de sus impulsores, Promigás y Cerrejón. La Cámara de Comercio del departamento mostró su interés en asumir la administración del centro, por lo que envió una solicitud, que aún no ha recibido respuesta y que sigue en estudio, según fuentes del Cerrejón.
Con base en estudios que hizo Guajira 360 sobre la pertinencia del gasto, Baquero afirma, por ejemplo, que los recursos de regalías durante muchos años se invirtieron en asuntos no estratégicos o con débil focalización. Además, de cara al futuro, es escéptico respecto a que las energías renovables vayan a ser el mayor potenciador de la economía guajira, por factores como la diferencia en la proporción de impuestos y regalías en comparación con un recurso como el carbón. El gobernador Roys explica que las compensaciones serán graduales, es decir, que “en la medida que comiencen a producir se empezará a recibir la compensación”. Y aunque reconoce que los montos pueden no ser comparables, resalta que la producción a partir de energías renovables, con el mantenimiento y las actualizaciones tecnológicas requeridas, será sostenible en el tiempo.
Las preocupaciones de las comunidades locales van más allá. Según Jakeline Romero, integrante de la Fuerza de Mujeres Wayuus, “uno no ve que haya una estrategia distinta ni que se garanticen la participación y los derechos de las comunidades. Seguimos viendo un Estado débil”. Señala que la consulta previa es un proceso “irrespetuoso e inadecuado culturalmente”, al tiempo que considera que no se entrega información clara y completa para que las comunidades comprendan el impacto que tendrán los proyectos en sus territorios. “No queremos que sea firmar un acta, tomarse una foto y recibir una lista de compromisos”. Para ella, el extractivismo de siempre llega ahora con “el disfraz de las energías limpias”.
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En un sentido similar lo interpreta la organización Pensamiento y Acción Social (PAS), que en el documento “Cadena de suministro del carbón térmico: gobernanza de los recursos naturales, impactos territoriales y capacidades locales en la transición energética de La Guajira, Colombia” explicó sobre las energías renovables como se han planteado: “Esta actividad económica muestra una tendencia hacia una reinvención del extractivismo energético, en el que la construcción de torres y paneles crea nuevas fronteras de extracción de metales como el hierro y el aluminio, metales raros y metales para la conducción y el almacenamiento de energía tanto en el interior del país como en otras geografías extractivas”. Es decir, como explica Paula Álvarez, de PAS, hablar de diversificar la canasta minera y la matriz energética conlleva otros impactos, como el “cercamiento y el confinamiento de comunidades”.
En relación con la participación de las comunidades, el gobernador Roys afirma: “No podemos cometer los errores del pasado. La plataforma de Chuchupa (gas) está al frente de El Pájaro, en Manaure, que duró 20 años sin gas natural en las viviendas, eso no puede volver a pasar. No podemos permitir que llegue la energía renovable, que estamos produciendo para todo el país, mientras las comunidades indígenas están a oscuras”. Asegura que ejes como energía, agua y salud “no se pueden sacrificar en las compensaciones y las consultas previas”. Añade que se está fortaleciendo la Secretaría de Asuntos Indígenas, fundamental para “mediar” en conflictos que “ya comenzamos a ver, por ejemplo, entre las familias, entre las castas, por la ubicación de ciertas torres”. Conflictos que, según Romero, son consecuencia de una inadecuada aproximación a la comunidad por parte de las empresas que genera confusión y conflicto.
Agro y turismo
Para Baquero, exdirector de Guajira 360, los sectores que harán que “el dinero se quede en los bolsillos de los guajiros” son, por ejemplo, el agro y el turismo, dos sectores que también mencionan el gobernador Roys y la organización PAS. “Cuando La Guajira se constituyó como departamento en 1965, su economía se caracterizaba por el intercambio comercial y el desarrollo agrícola. Años más tarde, ese desarrollo agrícola se catapultó con la bonanza algodonera de las décadas de los setenta y ochenta”, resaltó Guajira 360 en una publicación de julio de 2020. De representar entre 70 y 80 % del PIB en esa época, ahora el agro solo es el 8 %. Roys destaca iniciativas de la mano del Ministerio de Agricultura, como Alianzas Productivas, que tiene un presupuesto de $20.000 millones para La Guajira.
Fortalecer la asociatividad y los “ejercicios socioempresariales de la región” fue resaltado por Guajira 360 como una prioridad. PAS, que en su investigación destacó la vocación agrícola sobre todo en la Baja Guajira, señaló como una de las valoraciones de la sociedad civil local: “Una oportunidad que se observa aún poco abordada es el suministro de alimentos locales y con enfoque étnico a los programas de alimentación regionales, que han sido criticados por sus prácticas culturales de abastecimiento, buscando fortalecer la memoria cultural y la medicina propia”.
Para el turismo y la presencia de programas sociales, el gobernador asegura que serán esenciales inversiones en infraestructura vial y marítima, como la vía Uribia-Puerto Bolívar, cuya licitación (con $300.000 millones de inversión) ya abrió y que busca atravesar el desierto de manera vertical. También, la vía que va a cruzar el desierto de forma horizontal, desde el Cabo de la Vela hasta Nazareth, por un valor igualmente de $300.000 millones. Asimismo, señala la necesidad de construir la Marina de Riohacha (así como la tienen ciudades como Cartagena y Santa Marta). La inversión en infraestructura marítima “nos abrirá puertas a turismo de yates y veleros, y fomentará también turismo local”, dice Roys, para quien el comercio exterior, sobre todo con las islas del Caribe, es otro punto que debe potenciar la economía de La Guajira en los próximos años.
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Mientras tanto, para organizaciones como PAS, “en la construcción de hoteles e infraestructuras turísticas ya se identifica la presencia de grandes cadenas hoteleras, sumada a los dilemas mencionados se puede llevar a un turismo intensivo en detrimento del turismo que puedan adelantar las comunidades respetando la cultura y el ambiente”. Baquero, por otro lado, señala la necesidad de trabajar e invertir en seguridad, servicios públicos, capital humano, entre otros, para avanzar hacia un nuevo desarrollo económico. “Los jóvenes estudiaron para emplearse en la minería. ¿Qué vamos a hacer con esas personas, el capital humano que se preparó para eso?”, cuestiona.
El gobernador Roys asegura que en esa tarea se ha avanzado con el centro de investigación en energías renovables, con una inversión de $32.000 millones y que se financiará con recursos de ciencia y tecnología que el departamento tiene asignados. “Será administrado por el Sena, que ya ha venido capacitando personal”. Entretanto, como dice Baquero, el tiempo corre. En la región hay preocupación por los efectos laborales y económicos de la descarbonización, que ya se empiezan a materializar, por ejemplo, con el anuncio del plan del retiro voluntario (de unos 450 trabajadores) por parte de Cerrejón. Es un panorama más complicado aún en medio de la crisis por el coronavirus. Para hacerse una idea, los ingresos del departamento, por rentas como las de los licores y cigarrillos, entre otros, se redujeron casi a la mitad en 2020. A esto se suma la disonancia que persiste entre la visión de desarrollo de las comunidades y la que traen autoridades e inversionistas, rupturas que ponen un manto de duda sobre lo preparado que está el departamento para enfrentar su futuro.
Mientras el mercado global se cierra para el carbón, el Gobierno colombiano y las empresas evalúan alternativas para aprovechar este recurso y dan la discusión de la tan esperada transición a las energías renovables. En este escenario, el departamento de La Guajira es central, pues más del 40 % de su producto interno bruto (PIB) depende del carbón. Por esta razón es inevitable que el cierre de operaciones de una empresa como el Cerrejón (que tiene contratos mineros con el Estado hasta 2034) tenga un impacto en la región. Pero el protagonismo de La Guajira en la discusión también se debe al potencial de generación con fuentes renovables que las autoridades y las empresas ven en el territorio.
“En el Cerrejón hay carbón para muchos años y el carbón va a estar en la matriz energética mundial durante varias décadas”, la empresa dijo por escrito a este diario. “En ese contexto, necesitamos transformarnos para aumentar nuestra competitividad y estar en condiciones de aprovechar la oportunidad que otros mercados, como el asiático, nos presentan”, agregó. Algo similar expresa el Gobierno, que ha definido la “Agenda Carbón” para “mantener este mineral como fuente de recursos, oportunidades y empleos formales para la reactivación económica, al tiempo que avanzamos en la diversificación de la canasta minera”, según el Ministerio de Minas y Energía.
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El jefe de esa cartera, Diego Mesa, confía en que la demanda de carbón por parte de países como China e India continúe. Así lo dijo en una entrevista reciente con Bloomberg. “Es imposible para ellos cambiar su matriz de energía de la noche a la mañana y dejar de depender del carbón térmico ”, señaló Mesa a ese medio en un diálogo sobre el futuro de los activos de Prodeco, negocio del que saldrá Glencore, según lo informado por esa empresa en febrero. Pese al interés que el ministro asegura que otros inversionistas tienen sobre esas minas, anuncios como el de Glencore y en general la coyuntura global del carbón llevan a plantear preguntas sobre el futuro del desarrollo económico en La Guajira.
Las grandes protagonistas parecen ser las energías renovables, solar y eólica. Sin embargo, las comunidades locales arrojan advertencias en torno a esta transición, en tanto que las autoridades locales y expertos señalan la necesidad de apuntar a otros sectores, como la agricultura y el turismo.
Energías renovables
Según el Minenergía, La Guajira “cuenta con un potencial para implementar plantas eólicas debido a la velocidad del viento, que duplica el promedio mundial. Esto se concreta en que nueve de los 14 proyectos asignados en la subasta de fuentes no convencionales de energías renovables realizada en 2019 sean en el departamento, lo cuales representan inversiones cercanas a los $7 billones y la generación de alrededor de 6.000 empleos”. De acuerdo con el gobernador del departamento, Nemesio Roys, se espera que al menos dos de esos parques empiecen a funcionar este año y que en el futuro se lleven a cabo más subastas.
Para Roys, la transición económica es una tarea que debe hacerse desde ya, es decir, para tomar acciones no se debe esperar 14 años, cuando se proyecta que cesen las operaciones del Cerrejón. Luis Baquero, quien hasta el año pasado fungía como director del centro de pensamiento Guajira 360, por otro lado, piensa que “nos dormimos en los laureles y ahora toca trabajar contrarreloj”. Por cierto, Guajira 360, que nació en 2016, funcionó hasta 2020, pues en medio de la crisis por el coronavirus dejó de recibir financiación por parte de sus impulsores, Promigás y Cerrejón. La Cámara de Comercio del departamento mostró su interés en asumir la administración del centro, por lo que envió una solicitud, que aún no ha recibido respuesta y que sigue en estudio, según fuentes del Cerrejón.
Con base en estudios que hizo Guajira 360 sobre la pertinencia del gasto, Baquero afirma, por ejemplo, que los recursos de regalías durante muchos años se invirtieron en asuntos no estratégicos o con débil focalización. Además, de cara al futuro, es escéptico respecto a que las energías renovables vayan a ser el mayor potenciador de la economía guajira, por factores como la diferencia en la proporción de impuestos y regalías en comparación con un recurso como el carbón. El gobernador Roys explica que las compensaciones serán graduales, es decir, que “en la medida que comiencen a producir se empezará a recibir la compensación”. Y aunque reconoce que los montos pueden no ser comparables, resalta que la producción a partir de energías renovables, con el mantenimiento y las actualizaciones tecnológicas requeridas, será sostenible en el tiempo.
Las preocupaciones de las comunidades locales van más allá. Según Jakeline Romero, integrante de la Fuerza de Mujeres Wayuus, “uno no ve que haya una estrategia distinta ni que se garanticen la participación y los derechos de las comunidades. Seguimos viendo un Estado débil”. Señala que la consulta previa es un proceso “irrespetuoso e inadecuado culturalmente”, al tiempo que considera que no se entrega información clara y completa para que las comunidades comprendan el impacto que tendrán los proyectos en sus territorios. “No queremos que sea firmar un acta, tomarse una foto y recibir una lista de compromisos”. Para ella, el extractivismo de siempre llega ahora con “el disfraz de las energías limpias”.
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En un sentido similar lo interpreta la organización Pensamiento y Acción Social (PAS), que en el documento “Cadena de suministro del carbón térmico: gobernanza de los recursos naturales, impactos territoriales y capacidades locales en la transición energética de La Guajira, Colombia” explicó sobre las energías renovables como se han planteado: “Esta actividad económica muestra una tendencia hacia una reinvención del extractivismo energético, en el que la construcción de torres y paneles crea nuevas fronteras de extracción de metales como el hierro y el aluminio, metales raros y metales para la conducción y el almacenamiento de energía tanto en el interior del país como en otras geografías extractivas”. Es decir, como explica Paula Álvarez, de PAS, hablar de diversificar la canasta minera y la matriz energética conlleva otros impactos, como el “cercamiento y el confinamiento de comunidades”.
En relación con la participación de las comunidades, el gobernador Roys afirma: “No podemos cometer los errores del pasado. La plataforma de Chuchupa (gas) está al frente de El Pájaro, en Manaure, que duró 20 años sin gas natural en las viviendas, eso no puede volver a pasar. No podemos permitir que llegue la energía renovable, que estamos produciendo para todo el país, mientras las comunidades indígenas están a oscuras”. Asegura que ejes como energía, agua y salud “no se pueden sacrificar en las compensaciones y las consultas previas”. Añade que se está fortaleciendo la Secretaría de Asuntos Indígenas, fundamental para “mediar” en conflictos que “ya comenzamos a ver, por ejemplo, entre las familias, entre las castas, por la ubicación de ciertas torres”. Conflictos que, según Romero, son consecuencia de una inadecuada aproximación a la comunidad por parte de las empresas que genera confusión y conflicto.
Agro y turismo
Para Baquero, exdirector de Guajira 360, los sectores que harán que “el dinero se quede en los bolsillos de los guajiros” son, por ejemplo, el agro y el turismo, dos sectores que también mencionan el gobernador Roys y la organización PAS. “Cuando La Guajira se constituyó como departamento en 1965, su economía se caracterizaba por el intercambio comercial y el desarrollo agrícola. Años más tarde, ese desarrollo agrícola se catapultó con la bonanza algodonera de las décadas de los setenta y ochenta”, resaltó Guajira 360 en una publicación de julio de 2020. De representar entre 70 y 80 % del PIB en esa época, ahora el agro solo es el 8 %. Roys destaca iniciativas de la mano del Ministerio de Agricultura, como Alianzas Productivas, que tiene un presupuesto de $20.000 millones para La Guajira.
Fortalecer la asociatividad y los “ejercicios socioempresariales de la región” fue resaltado por Guajira 360 como una prioridad. PAS, que en su investigación destacó la vocación agrícola sobre todo en la Baja Guajira, señaló como una de las valoraciones de la sociedad civil local: “Una oportunidad que se observa aún poco abordada es el suministro de alimentos locales y con enfoque étnico a los programas de alimentación regionales, que han sido criticados por sus prácticas culturales de abastecimiento, buscando fortalecer la memoria cultural y la medicina propia”.
Para el turismo y la presencia de programas sociales, el gobernador asegura que serán esenciales inversiones en infraestructura vial y marítima, como la vía Uribia-Puerto Bolívar, cuya licitación (con $300.000 millones de inversión) ya abrió y que busca atravesar el desierto de manera vertical. También, la vía que va a cruzar el desierto de forma horizontal, desde el Cabo de la Vela hasta Nazareth, por un valor igualmente de $300.000 millones. Asimismo, señala la necesidad de construir la Marina de Riohacha (así como la tienen ciudades como Cartagena y Santa Marta). La inversión en infraestructura marítima “nos abrirá puertas a turismo de yates y veleros, y fomentará también turismo local”, dice Roys, para quien el comercio exterior, sobre todo con las islas del Caribe, es otro punto que debe potenciar la economía de La Guajira en los próximos años.
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Mientras tanto, para organizaciones como PAS, “en la construcción de hoteles e infraestructuras turísticas ya se identifica la presencia de grandes cadenas hoteleras, sumada a los dilemas mencionados se puede llevar a un turismo intensivo en detrimento del turismo que puedan adelantar las comunidades respetando la cultura y el ambiente”. Baquero, por otro lado, señala la necesidad de trabajar e invertir en seguridad, servicios públicos, capital humano, entre otros, para avanzar hacia un nuevo desarrollo económico. “Los jóvenes estudiaron para emplearse en la minería. ¿Qué vamos a hacer con esas personas, el capital humano que se preparó para eso?”, cuestiona.
El gobernador Roys asegura que en esa tarea se ha avanzado con el centro de investigación en energías renovables, con una inversión de $32.000 millones y que se financiará con recursos de ciencia y tecnología que el departamento tiene asignados. “Será administrado por el Sena, que ya ha venido capacitando personal”. Entretanto, como dice Baquero, el tiempo corre. En la región hay preocupación por los efectos laborales y económicos de la descarbonización, que ya se empiezan a materializar, por ejemplo, con el anuncio del plan del retiro voluntario (de unos 450 trabajadores) por parte de Cerrejón. Es un panorama más complicado aún en medio de la crisis por el coronavirus. Para hacerse una idea, los ingresos del departamento, por rentas como las de los licores y cigarrillos, entre otros, se redujeron casi a la mitad en 2020. A esto se suma la disonancia que persiste entre la visión de desarrollo de las comunidades y la que traen autoridades e inversionistas, rupturas que ponen un manto de duda sobre lo preparado que está el departamento para enfrentar su futuro.