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Hasta 811 millones de personas, aproximadamente una décima parte de la población mundial, enfrentaron problemas asociados con la desnutrición en 2020, señaló este lunes la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés).
Esta cifra representa el mayor crecimiento del hambre a escala global en unos 15 años, según las propias cifras de este organismo multilateral. El problema está directamente relacionado a la pandemia, que redujo los ingresos de las personas y su acceso a alimentos.
El porcentaje de personas subalimentadas llegó hasta casi el 10 % de la población mundial (9,9 %).
En 2019, esta cifra se ubicó en 8,4 %. Más de la mitad de esas personas mal alimentadas viven en Asia (418 millones), más de un tercio en África (282 millones) y 8 % (60 millones) en América Latina.
El incremento más drástico se registró en África, justamente en donde el hambre afecta a una de cada cinco personas (21 %) y la prevalencia de la subnutrición es más del doble de la que se registra en cualquier otra región.
Asimismo, el número de personas que no tuvo acceso a una alimentación adecuada a lo largo del año, es decir, “que en algunos momentos del año puede tener dificultades para alimentarse”, era de 2.370 millones en 2020, lo que significa “320 millones de personas más” que en 2019, según palabras de Dominique Burgeon, director en Ginebra de la oficina de la FAO, quien habló con la agencia AFP.
Las consecuencias de la pandemia pusieron los alimentos saludables más lejos aún del alcance de muchas personas, y el aumento de los precios de los alimentos de este año a su nivel más alto en casi una década es particularmente negativo para los países más pobres que dependen de las importaciones. Los conflictos, el cambio climático y las recesiones económicas -los principales factores de la inseguridad alimentaria y la desnutrición- continúan incrementándose tanto en frecuencia como en intensidad, y ocurren con mayor frecuencia de forma conjunta.
En bloque, el aumento del hambre fue cinco veces mayor que la subida más importante registrada en los últimos 20 años, según Qu Dongyu, director general de la FAO.
La agencia dijo que ahora se necesitará un esfuerzo “tremendo” para que el mundo cumpla con la promesa de acabar con el hambre para 2030, y reiteró un llamado a transformar sistemas alimentarios.
En un comunicado de prensa, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, aseguró que “el COVID-19 ha empeorado las cosas y ha dejado clara la conexión entre desigualdad, pobreza, alimentación y enfermedades.
Guterres recordó que a pesar de que la producción de comida se ha incrementado un 300 % desde mediados de la década de 1960, la malnutrición sigue siendo un problema muy importante. Y a renglón seguido dijo que un mundo con tanta abundancia de alimentos como el actual no puede permitirse que haya “miles de millones de personas sin acceso a una dieta saludable”.
Durante el lanzamiento del informe, David Beasley, jefe del Programa Mundial de Alimentos, insistió en que el mundo cuenta con recursos de sobra para evitar que nadie pase hambre. “Hay una riqueza de US$400 billones en el mundo hoy. No debería haber un solo niño (...) con problemas de nutrición con toda la riqueza y todo el aumento de patrimonio financiero en los últimos 12 meses”.
Beasley hace referencia a la enorme creación de riqueza que se ha dado en medio de la crisis desatada por la pandemia. Por ejemplo, según un reciente análisis de Credit Suisse, el número de millonarios creció en 5,2 millones de individuos a escala global en 2020, para ubicarse en 56,1 millones en todo el planeta. Aunque parezca irreal y acaso distópico, el informe de este banco, que llegó a su edición anual número 12, no difiere de las conclusiones de otros análisis, como los hechos por el índice de multimillonarios de Bloomberg. El índice concluyó a finales de 2020 que “mientras gran parte del mundo tuvo que lidiar con el aumento del desempleo y un menor crecimiento, el 0,001 % de la población se benefició de una creación de riqueza sin precedentes”.
El Programa Mundial de Alimentos, la Organización Mundial de la Salud y la Unicef también estuvieron involucradas en el documento publicado este lunes, que lleva por título “El estado de la seguridad alimentaria y nutricional en el mundo, 2021”.
Uno de los aspectos que más preocupa a estas organismos es que el incremento en el hambre global sobrepasó el crecimiento poblacional, un fenómeno que da cuenta de la escala del daño global en este tema.
Y en otros indicadores el panorama no es más alentador: unos 2.300 millones de personas (30 % de la población global) no tienen acceso todo el año a alimentos adecuados; el incremento de esta medición para 2020 es tan grande como el combinado de los cinco años anteriores a ese.
La ONU indicó en el informe que, si bien 2020 fue un desafío inmenso para el mundo, también podría ser una advertencia de eventos no deseados por venir si no se toman acciones más decididas para cambiar el rumbo.
Para contrarrestar el aumento del hambre, el informe señala la necesidad de medidas como consolidar la paz en las zonas en conflicto, aumentar la resiliencia al cambio climático y a las adversidades económicas de los más vulnerables, intervenir en las cadenas de suministro para reducir el precio de los alimentos nutritivos, hacer frente a la pobreza y a las desigualdades estructurales, y modificar las pautas de consumo para que sean más nutritivas.
“Si no se dan respuestas a estos asuntos de una forma muy seria, vamos a ver hambrunas masivas y una desestabilización de países y migraciones en masa”, advirtió Beasley.