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Reficar, Odebrecht y los casos de corrupción en el poder judicial colombiano han acaparado el debate público del país como si, de repente, la corrupción fuera un problema reciente y exclusivo de Colombia.
“Este no es un asunto que de repente llegó porque la guerra acabó. Es una cuestión de cambio de prioridades. La prioridad era hacer la paz, y solo cuando empiezas a construir la paz se pueden empezar a rastrear los otros problemas que existen. Cuáles son esos otros asuntos: el cambio climático, asegurarse de que la pobreza esté mejorando con educación, salud y vivienda, y que el dinero se esté invirtiendo bien en esto”, dice sabiamente Mohamed Amersi, fundador y CEO de Emergent Telecom Ventures y consejero de la Cumbre One Young World (OYW), que finaliza este sábado.
Durante la apertura de la cumbre, Kofi Annan, exsecretario de Naciones Unidas, dijo que “los problemas de hoy son globales, pero necesitan soluciones locales”. La frase no podría tener más relevancia. El evento, que convoca a más de 1.300 jóvenes de todo el mundo, ha demostrado algo que parece una perogrullada, pero que puede pasar desapercibido: todos percibimos desde cerca los mismos problemas, como pobreza, hambre, desigualdad o corrupción. La distancia con la que nos referimos a ellos aún depende de las divisiones nacionales. Tener al mundo en un mismo lugar para hablar de eso permite saltar esas brechas y hablar de los retos y perjuicios a escala global.
La corrupción no es un asunto exclusivo de Colombia y con la globalización su daño es cada vez menos local. De hecho, Thuli Madonsela, la reconocida política sudafricana que lucha contra este fenómenos en su país, dice que los obstáculos para enfrentarla son, casi siempre, los mismos en cualquier lugar del mundo.
Según Madonsela, la corrupción no es cultural, pero, si no se detiene, puede llegar a serlo. Por ejemplo, si se entiende solo como un asunto exclusivo del poder estatal o gubernamental, se empieza a ver como algo sintomático del sistema político y económico, en el que todos los que ocupan cargos de poder están destinados a caer.
La corrupción no produce la afección inmediata de un robo en la calle, un asesinato o una violación. Amersi señala que este es un gran problema para combatirla: “La sensación que da la corrupción es que no le hace daño directamente al ser humano. Porque aquí estamos hablando de un daño al papel, pero cuando la gente se dé cuenta de que este daño al papel afecta a los seres humanos, entonces el asunto empieza a cambiar”.
Cuando la vía de la corrupción facilita las posibilidades de poder de unos pocos, entonces, ese camino se vuelve la norma del progreso económico de ese grupo. Pero, del otro lado, obstruye el desarrollo social. “La corrupción es un obstáculo para el emprendimiento, porque en una sociedad corrupta yo tendré mejores oportunidades, porque puedo comprar el camino para ello, y tú no, porque no puedes pagarlo o porque no estás conectado políticamente. Pero al final no seré capaz de crear empleos porque no tengo una mejor visión”, señala Madonsela.
¿Cuál es el camino para disminuir la corrupción? Thuli Madonsela asegura que se deben construir círculos contra la corrupción. Una manera es identificar las compañías que son vehementes con las prácticas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de las Naciones Unidas, y pedirles que lideren el debate frente a temas de corrupción. Esto debe llevar a lo que ella llama white listing o lista blanca y self-disclousure, o autorrevelación. “La autorrevelación implica que una compañía que lleva envuelta en corrupción 20 o 30 años y sale adelante, dice entonces: fuimos corruptos, no había opción, porque o pagábamos el precio o alguien más se llevaba el contrato. Pensábamos que éramos los más competentes para tener este contrato y pagamos el precio, pero aquí está lo que hicimos”.
Según Madonsela, cuando una compañía se autorrevela no va a la cárcel. Es común pensar que la corrupción se acaba con la cárcel, “pero es muy difícil cuando en el camino de la corrupción las personas en el poder se sostienen mutuamente y se cubren la espalda”. Amersi añade que “en general hay un acuerdo entre las personas del sector privado y las personas que están en situaciones de poder: los ricos quieren influenciar el poder y las personas que están lo tienen y quieren hacer dinero”. Sin embargo, si una compañía no se autorrevela o reincide, debe haber cárcel para quienes cometieron el delito.
Por otro lado, la lista blanca permitiría identificar quiénes, en medio de todo, no son corruptos: “Para que las compañías crean que es posible hacer negocios buenos, las comunidades puedes diversificar su poder de compra hacia aquellos que hacen negocios limpios. Eso es lo que muchos países están haciendo”, finalizó Madonsela.