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Hace apenas tres meses Milei dijo que su gobierno “tendrá seguramente” un nuevo acuerdo con el FMI para fin de año, que reemplazará y posiblemente ampliará el actual de US$44.000 millones —el más grande jamás otorgado por el Fondo. Pero después de que otra ronda de conversaciones esta semana subrayó las preocupaciones sobre los controles de capital y de divisas, quedó claro que Milei tiene más trabajo por hacer antes de buscar más dinero.
Es sin duda un resultado frustrante para el economista libertario convertido en presidente. En menos de un año en el cargo, ha implementado más medidas de austeridad de las que solicitó el Fondo, aplicando su “motosierra” en el gasto público para recortar el equivalente al 5% del producto interno bruto en inversión, pensiones y salarios públicos. Y lo que es igualmente importante, ha podido hacerlo sin desatar el tipo de malestar social que sus oponentes o incluso su equipo temían. De hecho, encuestas recientes muestran que hasta ahora conserva la mayor parte de su popularidad, incluso cuando la economía cae en su sexta recesión en una década.
En el centro del éxito de Milei está la lucha contra la inflación, que ha limitado el aumento de los precios al consumidor a menos del 4% mensual, frente a más del 25% en diciembre. Sin embargo, es la misma obsesión por los precios la que impide un nuevo acuerdo con el FMI.
A pesar de que la directora gerente, Kristalina Georgieva, afirma que sus prioridades para Argentina coinciden con las del mandatario, las negociaciones para un nuevo programa siguen estancadas. El obstáculo es el sistema de control de capitales y divisas de Argentina, conocido localmente como el cepo, que el país necesita desmantelar para volver a los mercados de capitales y obtener las inversiones que tanto necesita para volver a crecer.
Al preguntarle sobre las conversaciones que se han mantenido con Argentina esta semana, Luis Cubeddu, el principal negociador del FMI en el país, dijo que el Fondo ha destacado el progreso en la reducción de la inflación y el establecimiento de un ancla fiscal fuerte, aunque también ha enfatizado los desafíos restantes.
“Discutimos la necesidad de desmantelar gradualmente algunas de las restricciones y controles cambiarios existentes”, dijo a los periodistas el viernes. “Las discusiones se han profundizado en un esfuerzo por entender mejor sus planes. Las autoridades están explorando las opciones para que pasen a un nuevo programa”.
Cuando se le pidió que comentara la historia, un funcionario del gobierno restó importancia a las diferencias con el FMI y dijo que un nuevo programa no puede suceder de la noche a la mañana.
La tensión se reduce a esto: Argentina quiere una nueva inyección de dinero para levantar los controles sin preocuparse por una liquidación de divisas que haría que la inflación se disparase y la popularidad de Milei cayera en picada. Pero el FMI no quiere que sus recursos se utilicen para apuntalar artificialmente una moneda como Argentina ha hecho tantas veces antes.
“Pareciera que el Fondo requiere claridad sobre la estrategia para salir del cepo antes de un nuevo acuerdo”, dijo Ernesto Revilla, responsable de economía para América Latina en Citigroup. “Hay mucha incertidumbre en el mercado de cuándo podría suceder esto, con una masa crítica que cree no habrá grandes cambios antes de las elecciones intermedias”.
Las elecciones legislativas argentinas del próximo octubre darán a Milei la oportunidad de aumentar su base de apoyo en el Congreso, pero también es probable que generen volatilidad política y en los mercados que desalentaría cualquier cambio importante en las políticas, incluida la eliminación de los controles de capital.
Con o sin dinero
A medida que las negociaciones con el Fondo avanzan, Milei y su equipo han adaptado su retórica en consecuencia. En entrevistas, los funcionarios pasaron de decir en abril que querían nuevos fondos para levantar los controles de capital a afirmar a principios de este mes que no son necesarios.
“La apertura del cepo al dólar está mucho más cerca de lo que uno se imagina”, aseguró Milei en una entrevista radial el martes. “Hay apertura del cepo sin plata, o hay apertura del cepo con plata. Si vos me ponés la plata, lo abro hoy”.
A puerta cerrada, Caputo sigue diciendo que a Argentina le gustaría recibir una inyección de reservas que le permita al gobierno levantar los controles con más facilidad, según personas que asistieron a las reuniones con el ministro. También dice que Argentina podría levantar los controles sin el FMI a medida que los tipos de cambio paralelos y oficiales converjan y el banco recupere reservas, pero que tomaría más tiempo, dijeron.
El tamaño de un posible nuevo acuerdo importa menos que el porcentaje del total que el FMI estaría dispuesto a adelantar, lo que daría munición inmediata a Milei.
Frustrado y enojado
La frustración de Milei con el FMI ha quedado en evidencia. En una entrevista radial en agosto, el presidente argentino calificó a Rodrigo Valdés, el principal negociador del FMI en Argentina en ese momento, de “verdaderamente irresponsable” por permitir políticas problemáticas como la impresión descontrolada de dinero en el anterior gobierno de izquierda. Valdés, que había sido designado por la propia Georgieva, fue retirado de las negociaciones con Argentina en septiembre.
Argentina ha aplicado estrictos controles de divisas durante nueve de los últimos 13 años. Estos controles incluyen un tipo de cambio estrictamente controlado que es, por término medio, un 20% más fuerte que el tipo de mercado. El gobierno también limita la compra de divisas para el ahorro a US$200 al mes por persona, cobra impuestos a los viajeros al extranjero y restringe el uso de dólares estadounidenses a los importadores. Los exportadores, por su parte, tienen que vender sus dólares a cambio de pesos.
Milei ha estado sacrificando los preciosos dólares del país para mantener el peso sobrevaluado porque es clave para mantener la inflación bajo control. Según la consultora Eco Go, con sede en Buenos Aires, las reservas internacionales netas están ahora en números rojos, en torno a los US$5.500 millones. Es una mejora respecto al déficit de US$11.000 millones heredado del gobierno anterior. Caputo ha dicho a los inversores que las bajas reservas son la parte más débil del programa, según personas familiarizadas.
El nuevo préstamo sería el 23.º acuerdo de Argentina con el FMI, lo que la convierte en el prestatario más frecuente que ha tenido el Fondo. Su programa de US$44.000 millones fue otorgado al expresidente promercado Mauricio Macri y renegociado bajo el predecesor de izquierda de Milei. La mayoría de sus programas terminaron mal, en particular la crisis de 2001, cuando un programa del FMI que fracasó desencadenó una profunda recesión y malestar social.
“El FMI ha intentado y fracasado 22 veces en arreglar la disfuncional economía argentina”, dijo Benjamin Gedan, director del Programa para América Latina del Wilson Center en Washington, DC. “Los recortes presupuestarios de Milei inspiran confianza, pero quizá no la suficiente como para que el Fondo abra la cartera. Al menos no todavía”.
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