La economía en el último año de la era Duque
José Manuel Restrepo dice que el nuevo gobierno entrará con una reforma tributaria que logre reducir el déficit fiscal, el nivel de deuda pública y generar superávit primario en 2024 y 2025. Panorama.
Jorge Sáenz
El ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, sostiene que las cifras de crecimiento de la economía para 2021 no serán de solo 2,3 %, como dicen algunos críticos del Gobierno, sino que la expansión del IB será de alrededor del 10 %.
Asimismo, afirma que el efecto inflacionario es global, pero atribuye buena parte del alza de alimentos a los bloqueos en las vías y señala que el proceso electoral está afectando al alza el precio del dólar.
En la última etapa de este Gobierno, ¿cuál es su mirada en retrospectiva?
Veo un escenario económico que se divide en dos partes. Uno hasta diciembre de 2019, en donde Colombia venía haciendo un esfuerzo en pro del desarrollo empresarial, la iniciativa privada, la productividad, la competitividad y la búsqueda de nuevas fuentes de crecimiento de largo plazo que tuvo un resultado exitoso: Colombia era de los países que más crecían en América Latina, con una tasa de crecimiento significativa en atracción de inversión, el mejor resultado en déficit fiscal en casi ocho años, superávit fiscal primario después de siete años, mejor resultado en deuda pública respecto del PIB, y ahí es donde llega un cambio de tercio, porque llega la pandemia.
Un hecho inesperado para el cual nadie estaba preparado porque no existen manuales para enfrentar pandemias, la última fue en la época de Marco Fidel Suárez en Colombia. Esa pandemia implicó una decisión dura, difícil, cierre de la actividad productiva que conlleva a unos resultados, un impacto económico significativo con reducción de ingresos, del PIB, una política contracíclica para enfrentar el impacto económico de esa pandemia, 11 % dentro y fuera del PIB para enfrentarla y en el marco de ese impacto implica de inmediato un aumento del déficit fiscal, una caída del PIB por debajo de lo que esperaba el FMI que implicó un esfuerzo contracíclico gigantesco por parte del Estado. Un segundo tercio es todo el trabajo para mitigar el impacto de esa pandemia desde la perspectiva económica y enfrentar ese momento.
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¿La pandemia nos llegó desprotegidos fiscalmente?
No creo. Si nos hubiéramos desprotegido no habríamos tenido la mejor tasa de crecimiento comparativa de América Latina o no hubiéramos tenido el mejor resultado en déficit fiscal en ocho años. Teníamos un nivel de deuda pública alto, eso es verdad, y eso venía de tiempo atrás, pero no significaba que Colombia no estaba en un buen momento. Tuvimos que enfrentar la necesidad de una respuesta fiscal con la Ley de inversión social, reconocida por el Banco Mundial, que junto con la restauración de la regla fiscal permite lograr una estabilidad a mediano plazo de las finanzas públicas.
¿El camino queda despejado?
Creo que sí. De hecho, la Ley de Inversión Social propuso varias cosas, y lo hizo para el siguiente gobierno, porque el grueso de los ingresos es de la próxima administración. La Ley de Inversión Social contempló unos ingresos adicionales. Buena parte se reciben desde 2023, en donde se logrará un déficit fiscal del 2,7%, un superávit fiscal primario entre 2024 y 2025, se logra una reducción en el nivel de deuda pública de un 60 % del PIB. No se puede olvidar que Colombia tenía que enfrentar los impactos en materia social, donde una de las prioridades ha sido recuperar empleo; perdíamos 5,9 millones de empleos y se han recuperado cerca de 5 millones por esfuerzo contracíclico, lo que implicaba recursos.
¿Qué tan raspada le queda la olla al nuevo gobierno?
El nuevo gobierno entrará ya con una reforma tributaria que logre reducir el déficit fiscal, el nivel de deuda pública y generar el superávit primario en 2024 y 2025. Logra un proceso de estabilización gradual de las finanzas públicas.
Este gobierno habla de un crecimiento de la economía para 2021 cercano al 10 %, pero no descuenta el efecto rebote de la caída provocada por la pandemia…
Soy claro en varias cosas. Primero, el crecimiento de 2021 va a ser cercano al 10 %; nosotros estamos estimando un 9,7% (y) el Banco Mundial espera el 9,9 %. Ese crecimiento, como siempre se ha medido en Colombia, es contra el año anterior, y sí puede tener elementos de rebote, pero no se nos puede olvidar que comparativamente contra los demás países del mundo OCDE es más alto, e incluso de América Latina es el tercero. Segundo, que aun si tuviera un elemento rebote, contra 2019 igualmente está creciendo, luego estamos creciendo contra un año donde no había pandemia. Y tercero, que con el crecimiento estimado de este año y el logrado en 2021 el nivel del Producto Interno Bruto de Colombia sería igual al que hubiese tenido este país si no hubiera existido el nivel de pandemia, y hubiéramos seguido la tendencia que teníamos hasta ese momento: eso no es rebote.
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¿Qué les dice a los críticos que sostienen que apenas vamos a crecer un 2,3 %?
Que no es cierto. Que estamos creciendo cerca del 10 % en 2021, que contra 2019 estamos creciendo al 2,3 % y que con el crecimiento de 2022 Colombia tendría un nivel de PIB como el que hubiese tenido si no hubiera existido pandemia y hubiéramos seguido el mismo nivel que teníamos en ese año.
El aumento del salario mínimo puede dificultar la labor del Banco del República para controlar la inflación y no ayudar al Gobierno para mejorar las cifras laborales…
La decisión del salario mínimo es tripartita, donde participan los sectores sindicales, el Gobierno Nacional y los empresarios. No se puede dejar de reconocer que es una respuesta a los que han hecho un esfuerzo significativo en la reactivación económica, que es la clase trabajadora que recibe el salario mínimo. Es también una respuesta a una realidad mundial en el sentido de que ha habido un incremento en los precios, en buena medida por el rompimiento de cadenas de proveeduría y similares, que genera una pérdida de poder adquisitivo que afecta a los que reciben menores ingresos. Es una respuesta que busca, con sentido de equidad y solidario, responder en un momento atípico de una manera atípica. Hay esfuerzos que van encaminados a evitar que se genere un proceso de indexación basado en el salario mínimo. Identificamos en la totalidad del Estado cuáles eran los ítems indexados al salario mínimo. Al 31 de diciembre se desindexaron 68 de los 78 que se identificaron.
De esos 68 ítems, ¿cuáles son los que más afectan el bolsillo?
Costo de la revisión técnico mecánica, cuotas moderadoras y copagos en salud, las sanciones en los distintos ministerios y multas; en simultánea se toma la decisión de precios de combustibles, sanciones en el sector agropecuario y peajes.
Algunos bienes regulados están presionando la inflación, ¿a qué se debe que las tarifas eléctricas se destaquen en este contexto?
En el tema de inflación hay que tener en cuenta varias cosas. Primera, es un asunto internacional, fruto de la problemática que se generó por el rompimiento de cadenas de proveeduría y costo de contenedores. En el caso colombiano se tuvo algo adicional: el impacto del paro, pero no tanto por el paro mismo, sino por el bloqueo de vías que generó desabastecimiento y subida de precios, a tal punto que por ejemplo solo en el mes de mayo los precios de los alimentos crecían al 5 %, es decir, la tercera parte de lo que está aumentando los precios en la totalidad del año.
Cuando se revisa en detalle se encuentra que el IPC (Índice de Precios al Consumidor) sin alimentos está en la meta del Banco de la República y los IPC de servicios están también dentro de la meta. Algunos regulados no están dentro de la meta, pero hay que recordar que en 2020 nosotros tuvimos una serie de beneficios que se dieron buscando mitigar el impacto de la pandemia, entonces aquí estamos recogiendo que son aumentos respecto del momento en donde teníamos una tarifa inferior.
La presión alcista de precios de alimentos tuvo especial afectación en seis sectores: carnes, huevos y hortalizas que son significativos dentro de la canasta básica, y también papa, yuca y frutas frescas. A mayo de 2021 se generó una contracción del abastecimiento de alimentos del 12 % y cayó el transporte de carga en el 19,5 % casi seis millones de toneladas: eso generó menos producción, más desabastecimiento y, por lo tanto, más aumento de precios. Solo a mayo (el precio de) la papa crecía 31 %. Es decir, sí tuvo un impacto importante en el rompimiento de la cadena productiva.
Lea: Inflación en Colombia cerró el 2021 en 5,62 %
El precio del dólar, ¿qué tanto lo desvela?
El fenómeno de la tasa de cambio también es global. Cuando se compara el dólar contra la canasta de las monedas más representativas del mundo hay un aumento. Este es el resultado de varias cosas: seguimos en medio de la incertidumbre del covid-19 bajo la denominación de ómicron. Esta realidad inflacionaria que se genera en Estados Unidos y Europa también implica un impacto sobre la tasa de cambio. Creo que en nuestro caso particular hay un incremento fruto de la incertidumbre de un proceso electoral, no me estoy inventando algo que no ha existido. Siempre que estamos cerca de una elección hay incertidumbre. El impacto del proceso electoral sobre la tasa de cambio tiende al alza. Nosotros venimos haciendo los esfuerzos para enfrentar ese aumento de tasa de cambio desde la perspectiva fiscal. Lo hicimos con la Ley de Inversión Social, que busca el ajuste gradual y ordenado de las finanzas públicas.
¿Le ha tocado librar mucha discusión en el seno de la junta del Banco de la República para evitar que se eleve mucho la tasa de interés?
En el interior de la junta del Banco de la República ha habido decisiones divididas en varias oportunidades sobre si subir 25 puntos básicos adicionales o no subirlos. Siempre hay un debate, lo que demuestra la fortaleza institucional que tiene nuestro país. Eso es muy valioso. Claramente, la preocupación que siempre puedo expresar es cómo lograr que efectivamente respondamos con los aumentos que se necesiten en la política de normalización monetaria, de tal manera que se puedan frenar las expectativas de precios y reconocer que esas alzas (de tasas de interés) tienen que seguir propiciando lo que tiene que seguir siendo una prioridad de recuperación económica. Hoy puedo decir que, a pesar de esa decisión de política monetaria, la tasa de interés sigue siendo, en términos reales, negativa. Es decir, sigue siendo una tasa de interés expansionista.
¿Vale ser optimista en un escenario complicado con alta inflación, precio del dólar por las nubes, déficit fiscal y en cuenta corriente, así como un nivel de deuda entre los más altos de la historia?
Más que optimista soy realista, en el sentido de entender el contexto en donde estamos, el de dónde venimos y hacia dónde vamos. Creo que es positivo el proceso de recuperación de la economía colombiana de 2021 y 2022. Nunca he dejado de reconocer desafíos y retos en materia de precios, ni que enfrentamos un desafío fiscal, pero hice el esfuerzo de sacar adelante una ley que incorpora dos cosas que no son menores: una, generación de ingresos en proporción al PIB significativos, y dos, recuperar la regla fiscal, es decir, un compromiso de un ajuste gradual y progresivo de déficit fiscal. Hoy puedo decir que al cierre de 2021, como mínimo, reduje de lo que tenía el marco fiscal de mediano plazo, no solo el que presenté, sino el que venía de antes, un punto porcentual de déficit fiscal y por lo menos tres puntos porcentuales del nivel de deuda pública respecto del PIB.
El ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, sostiene que las cifras de crecimiento de la economía para 2021 no serán de solo 2,3 %, como dicen algunos críticos del Gobierno, sino que la expansión del IB será de alrededor del 10 %.
Asimismo, afirma que el efecto inflacionario es global, pero atribuye buena parte del alza de alimentos a los bloqueos en las vías y señala que el proceso electoral está afectando al alza el precio del dólar.
En la última etapa de este Gobierno, ¿cuál es su mirada en retrospectiva?
Veo un escenario económico que se divide en dos partes. Uno hasta diciembre de 2019, en donde Colombia venía haciendo un esfuerzo en pro del desarrollo empresarial, la iniciativa privada, la productividad, la competitividad y la búsqueda de nuevas fuentes de crecimiento de largo plazo que tuvo un resultado exitoso: Colombia era de los países que más crecían en América Latina, con una tasa de crecimiento significativa en atracción de inversión, el mejor resultado en déficit fiscal en casi ocho años, superávit fiscal primario después de siete años, mejor resultado en deuda pública respecto del PIB, y ahí es donde llega un cambio de tercio, porque llega la pandemia.
Un hecho inesperado para el cual nadie estaba preparado porque no existen manuales para enfrentar pandemias, la última fue en la época de Marco Fidel Suárez en Colombia. Esa pandemia implicó una decisión dura, difícil, cierre de la actividad productiva que conlleva a unos resultados, un impacto económico significativo con reducción de ingresos, del PIB, una política contracíclica para enfrentar el impacto económico de esa pandemia, 11 % dentro y fuera del PIB para enfrentarla y en el marco de ese impacto implica de inmediato un aumento del déficit fiscal, una caída del PIB por debajo de lo que esperaba el FMI que implicó un esfuerzo contracíclico gigantesco por parte del Estado. Un segundo tercio es todo el trabajo para mitigar el impacto de esa pandemia desde la perspectiva económica y enfrentar ese momento.
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¿La pandemia nos llegó desprotegidos fiscalmente?
No creo. Si nos hubiéramos desprotegido no habríamos tenido la mejor tasa de crecimiento comparativa de América Latina o no hubiéramos tenido el mejor resultado en déficit fiscal en ocho años. Teníamos un nivel de deuda pública alto, eso es verdad, y eso venía de tiempo atrás, pero no significaba que Colombia no estaba en un buen momento. Tuvimos que enfrentar la necesidad de una respuesta fiscal con la Ley de inversión social, reconocida por el Banco Mundial, que junto con la restauración de la regla fiscal permite lograr una estabilidad a mediano plazo de las finanzas públicas.
¿El camino queda despejado?
Creo que sí. De hecho, la Ley de Inversión Social propuso varias cosas, y lo hizo para el siguiente gobierno, porque el grueso de los ingresos es de la próxima administración. La Ley de Inversión Social contempló unos ingresos adicionales. Buena parte se reciben desde 2023, en donde se logrará un déficit fiscal del 2,7%, un superávit fiscal primario entre 2024 y 2025, se logra una reducción en el nivel de deuda pública de un 60 % del PIB. No se puede olvidar que Colombia tenía que enfrentar los impactos en materia social, donde una de las prioridades ha sido recuperar empleo; perdíamos 5,9 millones de empleos y se han recuperado cerca de 5 millones por esfuerzo contracíclico, lo que implicaba recursos.
¿Qué tan raspada le queda la olla al nuevo gobierno?
El nuevo gobierno entrará ya con una reforma tributaria que logre reducir el déficit fiscal, el nivel de deuda pública y generar el superávit primario en 2024 y 2025. Logra un proceso de estabilización gradual de las finanzas públicas.
Este gobierno habla de un crecimiento de la economía para 2021 cercano al 10 %, pero no descuenta el efecto rebote de la caída provocada por la pandemia…
Soy claro en varias cosas. Primero, el crecimiento de 2021 va a ser cercano al 10 %; nosotros estamos estimando un 9,7% (y) el Banco Mundial espera el 9,9 %. Ese crecimiento, como siempre se ha medido en Colombia, es contra el año anterior, y sí puede tener elementos de rebote, pero no se nos puede olvidar que comparativamente contra los demás países del mundo OCDE es más alto, e incluso de América Latina es el tercero. Segundo, que aun si tuviera un elemento rebote, contra 2019 igualmente está creciendo, luego estamos creciendo contra un año donde no había pandemia. Y tercero, que con el crecimiento estimado de este año y el logrado en 2021 el nivel del Producto Interno Bruto de Colombia sería igual al que hubiese tenido este país si no hubiera existido el nivel de pandemia, y hubiéramos seguido la tendencia que teníamos hasta ese momento: eso no es rebote.
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¿Qué les dice a los críticos que sostienen que apenas vamos a crecer un 2,3 %?
Que no es cierto. Que estamos creciendo cerca del 10 % en 2021, que contra 2019 estamos creciendo al 2,3 % y que con el crecimiento de 2022 Colombia tendría un nivel de PIB como el que hubiese tenido si no hubiera existido pandemia y hubiéramos seguido el mismo nivel que teníamos en ese año.
El aumento del salario mínimo puede dificultar la labor del Banco del República para controlar la inflación y no ayudar al Gobierno para mejorar las cifras laborales…
La decisión del salario mínimo es tripartita, donde participan los sectores sindicales, el Gobierno Nacional y los empresarios. No se puede dejar de reconocer que es una respuesta a los que han hecho un esfuerzo significativo en la reactivación económica, que es la clase trabajadora que recibe el salario mínimo. Es también una respuesta a una realidad mundial en el sentido de que ha habido un incremento en los precios, en buena medida por el rompimiento de cadenas de proveeduría y similares, que genera una pérdida de poder adquisitivo que afecta a los que reciben menores ingresos. Es una respuesta que busca, con sentido de equidad y solidario, responder en un momento atípico de una manera atípica. Hay esfuerzos que van encaminados a evitar que se genere un proceso de indexación basado en el salario mínimo. Identificamos en la totalidad del Estado cuáles eran los ítems indexados al salario mínimo. Al 31 de diciembre se desindexaron 68 de los 78 que se identificaron.
De esos 68 ítems, ¿cuáles son los que más afectan el bolsillo?
Costo de la revisión técnico mecánica, cuotas moderadoras y copagos en salud, las sanciones en los distintos ministerios y multas; en simultánea se toma la decisión de precios de combustibles, sanciones en el sector agropecuario y peajes.
Algunos bienes regulados están presionando la inflación, ¿a qué se debe que las tarifas eléctricas se destaquen en este contexto?
En el tema de inflación hay que tener en cuenta varias cosas. Primera, es un asunto internacional, fruto de la problemática que se generó por el rompimiento de cadenas de proveeduría y costo de contenedores. En el caso colombiano se tuvo algo adicional: el impacto del paro, pero no tanto por el paro mismo, sino por el bloqueo de vías que generó desabastecimiento y subida de precios, a tal punto que por ejemplo solo en el mes de mayo los precios de los alimentos crecían al 5 %, es decir, la tercera parte de lo que está aumentando los precios en la totalidad del año.
Cuando se revisa en detalle se encuentra que el IPC (Índice de Precios al Consumidor) sin alimentos está en la meta del Banco de la República y los IPC de servicios están también dentro de la meta. Algunos regulados no están dentro de la meta, pero hay que recordar que en 2020 nosotros tuvimos una serie de beneficios que se dieron buscando mitigar el impacto de la pandemia, entonces aquí estamos recogiendo que son aumentos respecto del momento en donde teníamos una tarifa inferior.
La presión alcista de precios de alimentos tuvo especial afectación en seis sectores: carnes, huevos y hortalizas que son significativos dentro de la canasta básica, y también papa, yuca y frutas frescas. A mayo de 2021 se generó una contracción del abastecimiento de alimentos del 12 % y cayó el transporte de carga en el 19,5 % casi seis millones de toneladas: eso generó menos producción, más desabastecimiento y, por lo tanto, más aumento de precios. Solo a mayo (el precio de) la papa crecía 31 %. Es decir, sí tuvo un impacto importante en el rompimiento de la cadena productiva.
Lea: Inflación en Colombia cerró el 2021 en 5,62 %
El precio del dólar, ¿qué tanto lo desvela?
El fenómeno de la tasa de cambio también es global. Cuando se compara el dólar contra la canasta de las monedas más representativas del mundo hay un aumento. Este es el resultado de varias cosas: seguimos en medio de la incertidumbre del covid-19 bajo la denominación de ómicron. Esta realidad inflacionaria que se genera en Estados Unidos y Europa también implica un impacto sobre la tasa de cambio. Creo que en nuestro caso particular hay un incremento fruto de la incertidumbre de un proceso electoral, no me estoy inventando algo que no ha existido. Siempre que estamos cerca de una elección hay incertidumbre. El impacto del proceso electoral sobre la tasa de cambio tiende al alza. Nosotros venimos haciendo los esfuerzos para enfrentar ese aumento de tasa de cambio desde la perspectiva fiscal. Lo hicimos con la Ley de Inversión Social, que busca el ajuste gradual y ordenado de las finanzas públicas.
¿Le ha tocado librar mucha discusión en el seno de la junta del Banco de la República para evitar que se eleve mucho la tasa de interés?
En el interior de la junta del Banco de la República ha habido decisiones divididas en varias oportunidades sobre si subir 25 puntos básicos adicionales o no subirlos. Siempre hay un debate, lo que demuestra la fortaleza institucional que tiene nuestro país. Eso es muy valioso. Claramente, la preocupación que siempre puedo expresar es cómo lograr que efectivamente respondamos con los aumentos que se necesiten en la política de normalización monetaria, de tal manera que se puedan frenar las expectativas de precios y reconocer que esas alzas (de tasas de interés) tienen que seguir propiciando lo que tiene que seguir siendo una prioridad de recuperación económica. Hoy puedo decir que, a pesar de esa decisión de política monetaria, la tasa de interés sigue siendo, en términos reales, negativa. Es decir, sigue siendo una tasa de interés expansionista.
¿Vale ser optimista en un escenario complicado con alta inflación, precio del dólar por las nubes, déficit fiscal y en cuenta corriente, así como un nivel de deuda entre los más altos de la historia?
Más que optimista soy realista, en el sentido de entender el contexto en donde estamos, el de dónde venimos y hacia dónde vamos. Creo que es positivo el proceso de recuperación de la economía colombiana de 2021 y 2022. Nunca he dejado de reconocer desafíos y retos en materia de precios, ni que enfrentamos un desafío fiscal, pero hice el esfuerzo de sacar adelante una ley que incorpora dos cosas que no son menores: una, generación de ingresos en proporción al PIB significativos, y dos, recuperar la regla fiscal, es decir, un compromiso de un ajuste gradual y progresivo de déficit fiscal. Hoy puedo decir que al cierre de 2021, como mínimo, reduje de lo que tenía el marco fiscal de mediano plazo, no solo el que presenté, sino el que venía de antes, un punto porcentual de déficit fiscal y por lo menos tres puntos porcentuales del nivel de deuda pública respecto del PIB.