La encrucijada del Banco de la República
El país experimenta una recuperación económica más vigorosa de lo anticipado, en medio de un desempleo que no parece ceder. A esto se suma un aumento en la inflación. ¿Cuáles serán las medidas del banco central en este escenario? Habla el gerente del emisor.
Jorge Sáenz
El Banco de la República comienza a moverse en aguas que dejaron de ser calmas. Quiere poner fin a la baja de tasas de interés y meterle mano a la inflación para que no se desborde. En ese escenario aparece una lenta recuperación de la economía con desempleo alto.
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El Banco de la República comienza a moverse en aguas que dejaron de ser calmas. Quiere poner fin a la baja de tasas de interés y meterle mano a la inflación para que no se desborde. En ese escenario aparece una lenta recuperación de la economía con desempleo alto.
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Las presiones inflacionarias que empiezan a sentirse “hacen aconsejable ir reduciendo” la expansión de la política monetaria, dice Leonardo Villar Gómez, gerente del banco central, en diálogo con El Espectador. Aunque eso no implica establecer “una política contractiva”, sino ir en un proceso “que sea muy gradual”, señaló.
¿Hay recuperación de la economía?
Hay una recuperación más vigorosa de la que estaban esperando los analistas, tanto en el Banco como por fuera. Hay que recordar que a comienzos del año el Banco era particularmente optimista cuando proyectaba un crecimiento del 4,6 % y muchos lo hacían por menos de eso. Hoy nuestro equipo técnico habla de un crecimiento del 7,5 % y algunos tienen cifras incluso superiores, a pesar del bache que se generó en el crecimiento el mes de mayo, debido al paro.
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¿Qué tanto perjuicio le causaron el paro y los bloqueos a la política monetaria, traducidos en mayor inflación, por ejemplo?
La política monetaria depende de factores de largo plazo y expectativas en el futuro de la economía. El mes de mayo, con sus bloqueos y dificultades de movilidad, implicó un aumento importante en los precios de los alimentos perecederos, pero eso se revirtió de manera importante en junio. Realmente, lo que ya estamos observando es una situación que tiene muy poco que ver con la coyuntura de mayo. El crecimiento de precios que se observa con la cifra de julio está bastante más vinculado con factores diversos, muchos de ellos de origen internacional y en particular ha habido un aumento en precios de productos alimenticios no perecederos, como los cereales, que afectan de manera importante a sectores que dependen de ese tipo de productos, como el sector avícola, con la producción de carne de pollo y de huevos, cuyos precios han aumentado. Otros sectores, como el de la construcción, se han visto afectados por aumentos muy fuertes en precios de insumos como el acero, que ha subido en los mercados internacionales.
Y, por supuesto, la recuperación de la economía empieza a reducir los excesos de capacidad productiva y puede facilitar ajustes en los precios cuando vienen esas presiones desde el exterior. Ante eso hemos visto un aumento en la cifra de inflación, que con los datos de julio la ubica muy cerca del 4 %. Esperamos que sea algo temporal y va en línea con lo que se había previsto de aumento en la inflación, ligeramente por encima del 4 %, pero que es compatible con que vuelva a bajar hacia la meta en 2022.
El costo del dinero
¿Va llegando el final de la fiesta de las bajas tasas de interés?
Digamos que la política monetaria ha sido muy fuertemente expansiva y creo que hay un consenso en el Banco, que con la información que hoy tenemos es importante mantener una política expansiva, pero la magnitud de la postura debe irse moderando. Esto, dada la normalización que ha empezado a verse en el nivel de actividad, el aumento fuerte de la demanda agregada y las presiones inflacionarias que por varios días empiezan a sentirse y hacen aconsejable irla reduciendo. Reducir esa magnitud no significa, ni mucho menos, una política contractiva, sino ir en un proceso de normalización, que esperamos sea muy gradual.
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Países vecinos ya le apuestan a un alza de tasas. ¿Colombia quiere unirse a esa tenencia?
Cada país tiene condiciones diferentes. Todos hemos sido afectados por una tendencia mundial de aumentos en algunos grupos de productos por factores como las subidas en los fletes internacionales o el alza en los precios de los commodities, como el acero o los cereales. Y eso ha redundado en presiones al alza en los precios, que se ha manifestado en distintas formas en cada país. Algunos tienen preocupaciones inflacionarias mucho más altas que las de Colombia y han tenido que reaccionar en forma relativamente fuerte, como es el caso de Brasil. Otros, como México, tienen niveles de inflación considerablemente más altos que nuestro país. En el caso colombiano, lo que estamos viendo es un proceso normal y esperable de recuperación que se ha dado más rápido de lo previsto, que se ha unido a esas circunstancias en el frente de inflación, lo cual indica que podríamos estar cerca del momento en que debamos a empezar a normalizar la política monetaria de una manera gradual.
¿La mayoría de los miembros de la junta han estado de acuerdo con esa normalización de la política monetaria?
Todos por unanimidad estuvieron de acuerdo con un diagnóstico de que la situación estaba conduciendo hacia la necesidad de empezar a reducir la magnitud de la expansión. Hubo diferencias, marginales, sobre la oportunidad para empezar a hacer esto, si inmediatamente o esperar para obtener más información y despejar algunas incertidumbres. Pero no hay una diferencia fundamental sobre el diagnóstico.
El Banco comienza a meterse en una encrucijada cuando la recuperación es lenta, el desempleo es alto, con presión inflacionaria y pensar en subir tasas…
Es muy importante insistir en que el Banco no ha pensado en dejar de tener una política monetaria fuertemente expansiva porque, si bien la economía se está recuperando rápidamente, apenas vamos a llegar a los niveles de actividad productiva que teníamos en 2019. Y tenemos niveles de desempleo altos, y lo que técnicamente se conoce como una brecha del producto fuertemente negativa, que se acumuló debido a la crisis, que permite un crecimiento importante de la economía hacia futuro, que es lo que favorece una política monetaria expansiva, como la que tenemos. Lo que se discute es la posibilidad de ir reduciendo gradualmente la magnitud de esa postura. Incluso si se aumenta un poco las tasas de interés, seguiría estando cerca de los mínimos históricos. Hoy estamos en el mínimo histórico.
¿Un alza gradual de tasas no afecta la recuperación de pequeños empresarios que se han endeudado aprovechando el crédito barato?
El propósito es mantener una postura que, incluso ante un ajuste en las tasas de interés, siga siendo fuertemente expansiva y concilie objetivos que requieren un compromiso entre el estímulo de la política monetaria y unas tasas de interés extraordinariamente bajas, con la necesidad de empezar un proceso que refleja la cautela sobre las presiones inflacionarias que pueden venir hacia el futuro. En ese proceso de buscar ese compromiso, la magnitud del estímulo monetario probablemente no puede ser tan grande como la que se vivió entre marzo del año pasado y la actualidad. Pero eso habría que irlo evaluando y sobre eso es que debe tomar decisiones la junta en las próximas sesiones.
Desanclaje de la inflación
¿Qué podría ser más costoso para los hogares colombianos: que les suban las tasas de interés o que haya más inflación?
El hecho de que la inflación se suba de manera temporal durante unos pocos meses, ligeramente por encima de la meta, es algo admisible cuando tiene explicaciones que permiten prever que se va a volver hacia la meta. Lo que se hace tremendamente costoso es el desanclaje de la inflación, que afortunadamente no se ha presentado. Si las expectativas de inflación empiezan a irse hacia niveles más altos que la meta del Banco de la República, eso se puede traducir no solo en un perjuicio muy grande para las familias que empiezan a perder poder adquisitivo, sino que empieza a tener implicaciones muy graves sobre variables como las tasas de interés. Las tasas de interés del mercado se suben cuando la inflación aumenta y eso tiene costos muy grandes para las personas y las empresas endeudadas y para el Gobierno, que tiene que canjear títulos a tasas del mercado. En este contexto, es muy importante resaltar que el Gobierno ha podido captar durante este último año y medio de crisis recursos enormes para financiar su déficit fiscal y buena parte de esos recursos los ha captado en un mercado de TES a tasa fija y con períodos muy largos, incluso a treinta o más años.
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¿Usted decía que los pequeños empresarios y los consumidores no se habían beneficiado del todo con la baja de las tasas?
Explicaba que las tasas de interés de los créditos bajaron a la par con la reducción de la tasa de interés de política del Banco de la República. Cuando uno mira los créditos corporativos, cuando mira la mayor parte de los créditos de consumo, cuando mira los hipotecarios, bajan un poco menos y ahí se explica el largo plazo que tienen los créditos hipotecarios y la reducción fue sustancial durante el último año y medio, pero un poco menor a la de la tasa del Banco de la República. En el caso del microcrédito y de las tarjetas de crédito lo que se ve es que la reducción fue muy marginal. La explicación que yo planteo para eso es que en esos casos la reducción en el costo de fondeo de los tenedores financieros se contrarrestó por un aumento en la percepción del riesgo. La gran pregunta hacia el futuro es cómo podemos contribuir a que la percepción de riesgo mejore y en la medida en que mejore se reduzca la tasa a la cual se pueden endeudar, tanto los consumidores con tarjeta de crédito, como los microempresarios. Y creo que ahí es fundamental la competencia en el sistema financiero y la recuperación de la economía. Con una economía recuperándose de manera vigorosa, como estamos empezando a ver, seguramente esa percepción de riesgo va a ir mejorando y las tasas de interés para esos segmentos debería ajustarse a la baja.
Venezuela anuncia eliminar seis ceros de su moneda. ¿Eso nos alerta sobre algo?
Es un país que, por tercera vez, en lo corrido de este siglo, tiene que ajustar el valor de su moneda simplemente porque ha perdido total relevancia en plazos muy cortos cuando la inflación ha sido de magnitudes enormes, lo cual es uno de los reflejos del empobrecimiento dramático de la economía venezolana y del desorden del manejo económico. Creo que la lección que nos deja es que ese no es el camino. Intentar solucionar los problemas de una economía emitiendo dinero y pretendiendo hacer gasto, financiado simplemente con emisión monetaria, es tremendamente peligroso y puede conducir a hiperinflaciones como las que ha tenido que afrontar Venezuela.