La inflación en Colombia continúa con el pie en el freno
En mayo la inflación siguió su tendencia de desaceleración. Si bien continúa siendo alta, son varias las noticias que podrían traducirse como positivas para el bolsillo de los colombianos.
Diego Ojeda
Tal parece que Colombia ya pasó por lo más duro de la tormenta inflacionaria, pues el Dane informó que la variación anual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo fue del 12,36 %, lo que se traduce en la pérdida de 0,46 puntos porcentuales frente al mes anterior. Si se quiere resumir esta noticia, hubo una desaceleración.
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Tal parece que Colombia ya pasó por lo más duro de la tormenta inflacionaria, pues el Dane informó que la variación anual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo fue del 12,36 %, lo que se traduce en la pérdida de 0,46 puntos porcentuales frente al mes anterior. Si se quiere resumir esta noticia, hubo una desaceleración.
Hay que tener en cuenta que esto no significa que los precios estén bajando (por lo menos no en la totalidad de las divisiones de gasto); al contrario, siguen creciendo, solo que a una menor velocidad.
También hay que recordar que a la lucha contra la disparada inflación le queda un largo trecho, pues las previsiones hechas por el Banco de la República apuntan a que esta rondará el 9 % hacia finales del presente año, logrando alcanzar la meta de está cera del 3 % solo hasta los últimos meses de 2024.
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No obstante, el más reciente informe del Dane contiene noticias positivas para el bolsillo de los colombianos. Parte de estas es que en mayo los alimentos y las bebidas no alcohólicas registraron una variación negativa, es decir, bajaron de precio, en 0,85 puntos porcentuales.
Para el analista económico del Banco de Inversión Values AAA, Óscar Cardozo, “la reducción en el sector de los alimentos es beneficiosa, dado que esta genera una alta volatilidad y usualmente suele ser la más variable, junto con la de combustibles. Es por eso que en los siguientes meses se seguirá viendo una reducción en este sector”.
En contraste, lo que más se encareció en mayo fue la división de transporte, que subió un 1,19 %. Esto se explica principalmente por el alza que registra la gasolina que, hay que recordar, ha aumentado en $600 cada mes producto de la estrategia del Gobierno para mitigar el déficit que presenta el Fondo para la Estabilización del Precio de los Combustibles (Fepc). Según lo anunciado por el Ministerio de Hacienda, la carestía en esta materia continuará, hasta que se igualen los precios internacionales, es decir, hasta llegar a unos $16.000 por galón. Una senda similar podría comenzar a tener el ACPM, por lo que hay quienes alertan que todas estas alzas terminen transportándose a esa victoria que ya consolida el IPC: el precio de los alimentos.
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Para el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, tal escenario no debería generar preocupación, pues la desaceleración que está consolidando la inflación ha demostrado ir por buen camino (de marzo a mayo la disminución ya ha sido de casi 100 puntos básicos). “La reducción del precio de los alimentos compensa grandemente el aumento en la gasolina”, asegura, al resaltar que las cifras del Dane indican que “el país está abastecido y los colombianos están comprando en mejores condiciones y a mejores precios”.
La segunda buena noticia para el bolsillo de los colombianos, es que con la senda en bajada que tiene la inflación hay motivos para que el Banco de la República modere su política de intervención y, por lo menos, mantenga estables las tasas de interés.
Hay que recordar que mediante esta estrategia la junta directiva del banco ha buscado poner en cintura el aumento de la inflación (pues en teoría desestimula la demanda, estabilizando así los precios). Reduciendo la carestía, lo que seguiría sería una disminución paulatina de las tasas de interés, aliviándose así la carga que genera el crédito en las finanzas de los hogares en el país.
Desde una mirada macroeconómica, el peso de la inflación sigue siendo un lastre para la economía Colombiana. Justo el miércoles la OCDE también publicó su reporte de previsiones, vaticinando que el crecimiento del PIB de Colombia continuará en su senda de desaceleración, cerrando el año con un alza del 1,5 %.
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“Las expectativas de inflación ya han superado su punto máximo: en el horizonte de la política económica de los dos años venideros se sitúan en torno al 4%, el límite superior del rango objetivo del 2-4%, lo que sugiere que se está produciendo un reanclaje gradual de las expectativas. El alto crecimiento de los salarios, incluido el aumento del salario mínimo del 16% en enero de 2023, y un mercado laboral aún resistente amortigua el efecto de la alta inflación en el poder adquisitivo”, menciona la OCDE en su reporte de perspectivas.
Las previsiones que hace para el cierre del próximo año es de un crecimiento del 1,8 %, aumento que sigue siendo tímido si se tiene en cuenta las alzas que se han registrado en los últimos años. Más allá de esto, se espera que la inflación continúe retrocediendo, lo que permitiría un mayor dinamismo en la economía nacional.
En suma, aunque el reporte del Dane viene acompañado de noticias positivas, lo cierto es que la tormenta inflacionaria no ha terminado, por lo que las recomendaciones para estirar al máximo el billete, y así poder llegar a fin de mes, continúan vigentes.
La inflación no es igual para todos en Colombia
Hay una realidad y es que la carestía en los productos y servicios que conforman la canasta básica no le pega a todos por igual.
El reporte del Dane muestra, por ejemplo, que la inflación puede ser más alta en el país dependiendo del territorio. En mayo, la mayor variación mensual se registró en Sincelejo, donde la carestía alcanzó los 0,94 puntos porcentuales, seguida de Valledupar (0,81 %), Medellín (0,71 %), Barranquilla (0,56 %) y Florencia (0,56 %).
En contraste, Tunja evidenció una inflación negativa del 0,10 %, es decir, bajó el precio promedio de los productos y servicios. En otros departamentos la inflación creció, pero de forma más tímida, tal fue el caso de Armenia (0,11 %), Santa Marta (0,14 %), Ibagué (0,19 %) y Cúcuta (0,22 %).
Si se analizan los niveles de ingreso, también se encuentran diferencias sobre qué tan duro golpea la inflación. A diciembre del año pasado, por ejemplo, los hogares más pobres y vulnerables eran los que presentaban mayores tasas de carestía; sin embargo, para mayo esa tendencia se revirtió, es decir, ahora son los hogares de mayores ingresos quienes presentan esta condición.
Puntualmente, en la variación del año corrido los hogares de mayores ingresos experimentaron una inflación del 6,34 %, mientras que los de ingresos medios una de 5,79 %, los vulnerables de 5,34 % y los de pobreza monetaria una de 5,07 %.
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