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Este martes se conocieron los datos de inflación para marzo en Estados Unidos, que subió 8,5 % frente al mismo mes de 2021, el ritmo más rápido de crecimiento del indicador desde 1981, según informó la Oficina de Estadísticas Laborales. Buena parte del incremento en los precios viene impulsado por las alzas en los combustibles (derivadas, en gran porción por la guerra en Ucrania).
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Los precios de la energía (que incluyen gasolina, crudo, electricidad y gas natural) subieron en los últimos 12 meses un 32 %, empujados por el encarecimiento del crudo, del 70,1 %, mientras que la gasolina subió un 48 %. Así mismo, también se registraron alzas en los alimentos, que subieron 8,8 % en su variación anual.
Si se excluyen los precios de alimentos y combustibles, que son los más volátiles, la inflación subyacente fue del 6,5 % en tasa interanual.
El precio de la vivienda, uno de los que más peso tiene en el cálculo de la inflación subyacente, subió un 5 % en un año, y su incremento mensual fue del 0,5 %.
El Gobierno de Estados Unidos había anticipado ayer que el dato de inflación iba a ser "extraordinariamente elevado", y culpó de ello fundamentalmente a la invasión rusa de Ucrania.
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En una rueda de prensa, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, se refirió en todo momento a la alta inflación como "la subida de precios de Putin", en referencia al presidente de Rusia, Vladímir Putin, y a la invasión de Ucrania que su país empezó el pasado 24 de febrero.
Los precios, no obstante, ya estaban disparados en Estados Unidos antes de que Rusia iniciase la invasión de Ucrania.
El impacto en las tasas de interés
El crecimiento en la inflación, según analistas, implicará que la Reserva Federal no sólo seguirá subiendo sus tasas de interés, sino que podría hacerlo con una mayor velocidad y agresividad de lo previsto, pues el escenario internacional continúa deteriorándose, con consecuencias en los mercados locales que terminan expresándose en mayores precios para los consumidores.
La lectura del IPC de marzo representa lo que muchos economistas esperan que sea el techo del actual período inflacionario, ya que recoge el impacto del aumento de los precios de los alimentos y la energía tras la invasión rusa a Ucrania. Aunque la Fed está adoptando una política más dura, no es probable que la inflación retroceda hasta el objetivo del 2% del banco central en el corto plazo, sobre todo teniendo en cuenta la guerra, los cierres por el covid-19 en China y la mayor demanda de servicios como viajes.
Al mismo tiempo, el riesgo de que la inflación lleve a la economía a una recesión es cada vez mayor. Un creciente coro de economistas prevé que la actividad se contraiga ante la disminución del gasto de los consumidores en respuesta al alza de los precios o porque la Reserva Federal corregirá en exceso en su esfuerzo por ponerse al día. Sin embargo, la mayoría sigue esperando que la economía crezca.
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