La infraestructura sobrevivió a la pandemia
Dado que el sector de la construcción fue uno de los primeros en volver a la normalidad, a pesar de la emergencia por el COVID-19, este culminó temprano su reactivación y hoy corre contra el tiempo para cumplir los cronogramas propuestos. Balance de lo que se entregó y de lo que queda pendiente.
No por nada la infraestructura ha sido elegida por los últimos gobiernos como uno de los motores de la economía y se le ha destinado un presupuesto billonario. El sector tiene cada vez más participación en el Producto Interno Bruto (PIB), que en sus mejores épocas mostró crecimientos trimestrales del 14 % (abril-junio de 2019) y hasta el primer trimestre de este 2020 tuvo un comportamiento destacable (10 %). En estos tiempos de pandemia es clave mantenerlo a flote para acelerar la recuperación económica del país y superar la crisis actual por su efecto multiplicador.
Aunque el COVID-19 obligó a suspender la mayor parte de los proyectos en curso por lo menos dos meses, lo que significó grandes retrasos, el Gobierno pudo cumplir con dos importantes promesas este año: poner en operación el túnel de La Línea, tras una década de trabajos para atravesar la cordillera Central entre Cajamarca y Calarcá, y entregar el primer proyecto de cuarta generación (4G), la autopista Girardot-Honda-Puerto Salgar, una carretera de 190 kilómetros que cruza tres departamentos (Cundinamarca, Tolima y Caldas), en la que se invirtieron $1,9 billones. La inauguración del primero tuvo lugar el 4 de septiembre, el segundo entró en servicio el 10 de julio.
Además, se han puesto en operación varios tramos de proyectos concesionados, como los 84 kilómetros de la unidad funcional 1 de Puerta de Hierro-Cruz del Viso, en Bolívar. También se avanzó en la construcción del túnel del Toyo (de 9,8 kilómetros) y sus accesos, en Antioquia. Esto fue posible debido a que el sector de la construcción retomó actividades a gran velocidad, en septiembre ya se habían reactivado todos los contratos vigentes a principio de este año, antes de la pandemia.
Sin embargo, no todo fueron buenas noticias, por los meses perdidos se acumularon importantes retrasos en las obras que ha venido evaluando la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), principalmente, para extender los contratos de concesión, pero esto terminó por correr el calendario de 2021, que debe arrancar con nuevas licitaciones. Eso imposibilitó que el avance de proyectos como las 4G llegara al nivel esperado. Tampoco ayudó la temporada invernal de final de año. Por un lado, es necesario buscar recursos adicionales para reparar los daños de las fuertes lluvias, por otro, obras como el Cruce de la Cordillera Central (túnel de La Línea) no tuvieron servicio continuo dados los derrumbes en la zona.
Respecto a las vías terciarias, este año empezó la primera fase del programa Colombia Rural, en la cual se tiene calculado invertir $3 billones de aquí a 2022 para la rehabilitación de unos 140 mil kilómetros de vías veredales. Según el Invías, a pesar de la pandemia, en los últimos cuatro meses avanzaron en obras con más de 180 convenios firmados que suman 1.250 kilómetros de extensión.
Finalmente, se avanzó en la estructuración de la quinta ola de concesiones (5G), que se compone de 24 proyectos por alrededor de $21 billones, viales, férreos, fluviales y aeroportuarios. Entre estos aparecen la malla vial del Valle del Cauca y el acceso Cali-Palmira, que está en etapa de licitación, y las asociaciones público-privadas (APP) del río Magdalena y del Canal del Dique, ambas en procesos de precalificación, o la de la Troncal del Magdalena, que está siendo evaluada por el Ministerio de Hacienda. Adicionalmente, en el marco del programa Compromiso por Colombia, el Invías anunció que invertirá alrededor de $11 billones en contratos de obra pública los próximos dos años para la construcción de 50 nuevos proyectos de infraestructura que suman 1.620 kilómetros, y su objetivo es finalizar corredores viales en los que se había invertido en el pasado, pero no estaban finalizados.
El transporte aéreo también viene consolidando su reactivación. A pesar del punto crítico al que alcanzó a llegar tras la suspensión total de la operación comercial de pasajeros por seis meses, se reactivaron 21 de 59 contratos en curso y se culminó la ejecución de 15 de ellos, de manera que se alcanzaron a entregar la ampliación y modernización de los aeropuertos de Armenia, Pasto, Cali, Cartagena y Leticia. De hecho, se aprovechó la reducción de los itinerarios para hacer otras obras que hubieran sido complejas en condiciones normales, como la adecuación de la segunda pista del aeropuerto El Dorado, en Bogotá.
La reacción de la demanda salvó a las aerolíneas, que estuvieron a punto de quebrar por la falta de ingresos, de sus problemas financieros. A la fecha se ha recuperado el 55 % del mercado con más de 1,5 millones de pasajeros mensuales y paulatinamente los itinerarios vuelven a la normalidad (las aerolíneas llegaron, en promedio, al 30 % de su capacidad). Aún falta para llegar a las cifras acostumbradas de hasta 3 millones de pasajeros mensuales, pero hay un gran avance, considerando que las primeras semanas apenas si se llegó a los 2 mil pasajeros diarios, y la industria se mantiene optimista.
Respecto al modo férreo, además del incremento en la carga que se mueve por el Ferrocarril Central y la línea Bogotá-Belencito, y de los avances en los proyectos de pasajeros como el Regiotram de Occidente y el metro de Bogotá, a finales de noviembre el Gobierno presentó el Plan Maestro Ferroviario, una hoja de ruta que pretende resolver el atraso en las redes férreas y aprovecharlas para mejorar la competitividad logística, la cual comenzará a ser ejecutada el próximo año.
Para poder financiar estas iniciativas, el Gobierno tomó la decisión de ampliar el techo fiscal para comenzar nuevas obras. Para apalancarse, este año la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) colocó $1 billón en bonos dentro de su estrategia para diversificar las fuentes de financiación. También se comprometieron vigencias futuras hasta 10 años hacia delante para proyectos del programa Vías para la Legalidad y la Reactivación Visión 2030.
No por nada la infraestructura ha sido elegida por los últimos gobiernos como uno de los motores de la economía y se le ha destinado un presupuesto billonario. El sector tiene cada vez más participación en el Producto Interno Bruto (PIB), que en sus mejores épocas mostró crecimientos trimestrales del 14 % (abril-junio de 2019) y hasta el primer trimestre de este 2020 tuvo un comportamiento destacable (10 %). En estos tiempos de pandemia es clave mantenerlo a flote para acelerar la recuperación económica del país y superar la crisis actual por su efecto multiplicador.
Aunque el COVID-19 obligó a suspender la mayor parte de los proyectos en curso por lo menos dos meses, lo que significó grandes retrasos, el Gobierno pudo cumplir con dos importantes promesas este año: poner en operación el túnel de La Línea, tras una década de trabajos para atravesar la cordillera Central entre Cajamarca y Calarcá, y entregar el primer proyecto de cuarta generación (4G), la autopista Girardot-Honda-Puerto Salgar, una carretera de 190 kilómetros que cruza tres departamentos (Cundinamarca, Tolima y Caldas), en la que se invirtieron $1,9 billones. La inauguración del primero tuvo lugar el 4 de septiembre, el segundo entró en servicio el 10 de julio.
Además, se han puesto en operación varios tramos de proyectos concesionados, como los 84 kilómetros de la unidad funcional 1 de Puerta de Hierro-Cruz del Viso, en Bolívar. También se avanzó en la construcción del túnel del Toyo (de 9,8 kilómetros) y sus accesos, en Antioquia. Esto fue posible debido a que el sector de la construcción retomó actividades a gran velocidad, en septiembre ya se habían reactivado todos los contratos vigentes a principio de este año, antes de la pandemia.
Sin embargo, no todo fueron buenas noticias, por los meses perdidos se acumularon importantes retrasos en las obras que ha venido evaluando la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), principalmente, para extender los contratos de concesión, pero esto terminó por correr el calendario de 2021, que debe arrancar con nuevas licitaciones. Eso imposibilitó que el avance de proyectos como las 4G llegara al nivel esperado. Tampoco ayudó la temporada invernal de final de año. Por un lado, es necesario buscar recursos adicionales para reparar los daños de las fuertes lluvias, por otro, obras como el Cruce de la Cordillera Central (túnel de La Línea) no tuvieron servicio continuo dados los derrumbes en la zona.
Respecto a las vías terciarias, este año empezó la primera fase del programa Colombia Rural, en la cual se tiene calculado invertir $3 billones de aquí a 2022 para la rehabilitación de unos 140 mil kilómetros de vías veredales. Según el Invías, a pesar de la pandemia, en los últimos cuatro meses avanzaron en obras con más de 180 convenios firmados que suman 1.250 kilómetros de extensión.
Finalmente, se avanzó en la estructuración de la quinta ola de concesiones (5G), que se compone de 24 proyectos por alrededor de $21 billones, viales, férreos, fluviales y aeroportuarios. Entre estos aparecen la malla vial del Valle del Cauca y el acceso Cali-Palmira, que está en etapa de licitación, y las asociaciones público-privadas (APP) del río Magdalena y del Canal del Dique, ambas en procesos de precalificación, o la de la Troncal del Magdalena, que está siendo evaluada por el Ministerio de Hacienda. Adicionalmente, en el marco del programa Compromiso por Colombia, el Invías anunció que invertirá alrededor de $11 billones en contratos de obra pública los próximos dos años para la construcción de 50 nuevos proyectos de infraestructura que suman 1.620 kilómetros, y su objetivo es finalizar corredores viales en los que se había invertido en el pasado, pero no estaban finalizados.
El transporte aéreo también viene consolidando su reactivación. A pesar del punto crítico al que alcanzó a llegar tras la suspensión total de la operación comercial de pasajeros por seis meses, se reactivaron 21 de 59 contratos en curso y se culminó la ejecución de 15 de ellos, de manera que se alcanzaron a entregar la ampliación y modernización de los aeropuertos de Armenia, Pasto, Cali, Cartagena y Leticia. De hecho, se aprovechó la reducción de los itinerarios para hacer otras obras que hubieran sido complejas en condiciones normales, como la adecuación de la segunda pista del aeropuerto El Dorado, en Bogotá.
La reacción de la demanda salvó a las aerolíneas, que estuvieron a punto de quebrar por la falta de ingresos, de sus problemas financieros. A la fecha se ha recuperado el 55 % del mercado con más de 1,5 millones de pasajeros mensuales y paulatinamente los itinerarios vuelven a la normalidad (las aerolíneas llegaron, en promedio, al 30 % de su capacidad). Aún falta para llegar a las cifras acostumbradas de hasta 3 millones de pasajeros mensuales, pero hay un gran avance, considerando que las primeras semanas apenas si se llegó a los 2 mil pasajeros diarios, y la industria se mantiene optimista.
Respecto al modo férreo, además del incremento en la carga que se mueve por el Ferrocarril Central y la línea Bogotá-Belencito, y de los avances en los proyectos de pasajeros como el Regiotram de Occidente y el metro de Bogotá, a finales de noviembre el Gobierno presentó el Plan Maestro Ferroviario, una hoja de ruta que pretende resolver el atraso en las redes férreas y aprovecharlas para mejorar la competitividad logística, la cual comenzará a ser ejecutada el próximo año.
Para poder financiar estas iniciativas, el Gobierno tomó la decisión de ampliar el techo fiscal para comenzar nuevas obras. Para apalancarse, este año la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN) colocó $1 billón en bonos dentro de su estrategia para diversificar las fuentes de financiación. También se comprometieron vigencias futuras hasta 10 años hacia delante para proyectos del programa Vías para la Legalidad y la Reactivación Visión 2030.