La inseguridad alimentaria, según la definición aportada por la FAO, es la condición que presenta una persona cuando carece de acceso regular a alimentos de calidad que permitan el desarrollo normal de una vida activa y saludable. Esta usualmente se presenta por dos razones: porque los alimentos no están disponibles, o porque el individuo no cuenta con los recursos para obtenerlos (pobreza monetaria).
El más reciente reporte del DANE sobre esta materia (que midió el panorama en 2022) da cuenta que en el país el 28,1 % de los hogares están inmersos en esta realidad (en el hogar hay preocupación sobre la falta de capacidad para obtener los alimentos, la calidad y variedad de los mismos está comprometida y se reducen las cantidad, o se saltan las comidas). Datos más granulares muestran que el 4,9 % manifiestan una inseguridad alimentaria grave, es decir, familias que literalmente pasan hambre.
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Si se analiza por departamentos, La Guajira es el que presenta una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria, con una tasa del 59,7 % de los hogares y del 17,5 % para los casos en donde la misma alcanza el nivel de grave. Este es seguido por Sucre (47,9 %, 10,4 %); Atlántico (46,1 %, 8,3 %); Magdalena (45,3 %, 10,4 %) y Chocó (43,2 %, 10,4 %).
En contraste, entre los que menos manifestaron inseguridad alimentaria se encuentran Caldas (14,6 %, 2,5 %); San Andrés (17,2 %, 3,7 %); Quindío (17,3 %, 2,2 %), Risaralda (17,5 %, 2,5 %) y Amazonas (18,6 % y 3,4 %).
La prevalencia de la inseguridad alimentaria también se manifiesta en mayor medida en los hogares más numerosos (así como sucede con la pobreza monetaria). En el total nacional, se tiene que los hogares unipersonales tienen una tasa del 24,1 %, mientras que en los de dos personas fue del 24,4 %, en los de tres personas fue del 26,8 %, en los de cuatro personas fue del 29,7 % y en los de cinco personas fue del 39,7 %. Aunque es más alta cuando solo hay un jefe de hogar y es mujer.
El déficit habitacional también es otra variable que acompaña la mayor prevalencia de la inseguridad alimentaria. “El comportamiento de la prevalencia de inseguridad alimentaria de acuerdo con las condiciones de habitabilidad de los hogares, revela que la probabilidad de experimentar niveles moderados o severos de inseguridad alimentaria, es mayor entre quienes ocupan viviendas en déficit habitacional frente a quienes no habitan viviendas con deficiencias de tipo estructural o no estructural. En el consolidado del país esa diferencia es cercana al doble, en la medida en que la inseguridad alimentaria afecta a 22 de cada 100 hogares sin déficit habitacional y crece a 41 de cada 100 hogares con déficit habitacional”, concluyó el DANE.
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