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Cuando la diseñadora industrial Catalina Santana se encontraba haciendo los preparativos para su boda, Martha Lucía Castellanos, su madre, sufrió un accidente. Cayó por una escalera metálica que le causó una fractura en la base ocular del rostro y tuvo que someterse a una cirugía. Aunque se salvó de milagro, Martha no volvió a ser la misma.
“Entré en un estado de depresión total. Dormía todo el día y ya no me interesaban ciertas cosas”, recuerda tres años después del incidente. Al ver que la depresión de su madre se debía, en buena parte, a que había dejado de trabajar y tenía mucho tiempo libre, Catalina ideó un proyecto que terminaría por cambiarles la vida a ellas y a 14 adultos mayores de Bogotá.
La joven decidió montar un emprendimiento que les permitiera a las personas de la tercera edad vincularse al mercado laboral en sus propios términos y a través de una actividad tradicional que la mayoría de ellos sabe hacer: tejer.
Comenzó invitando a su madre, a dos tías y a una amiga de la familia a hacer diferentes objetos decorativos para el hogar con el fin de venderlos después. Las mujeres se reunían a trabajar una vez por semana en la casa de Martha, mientras que Catalina perfeccionaba el modelo de negocio con ayuda de una aceleradora universitaria.
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Con el tiempo, los encuentros en el taller le devolvieron a Martha las ganas de ser productiva y su estado emocional mejoró notablemente. “A raíz de lo que me pasó, comenzamos a coser, a crear, a investigar y nos manteníamos muy ocupadas. Era una terapia maravillosa”, afirma.
Tras probar diferentes productos en el mercado, decidieron enfocarse en hacer muñecos tejidos y cosidos para niños, y en enero de 2018 la empresa se consolidó bajo el nombre de 101 Ideas. “Nuestro propósito es revitalizar la vida adulta de las personas en Colombia y combatir la depresión por desocupación”, cuenta Catalina. “Nos convertimos en una oportunidad laboral para personas que pensaron que ya no la tenían”.
Cuando la diseñadora decidió hacer una convocatoria en línea para contratar a más adultos, se dio cuenta del impacto que podía llegar a tener en la comunidad. Aunque creía que la mayoría de abuelos no usaban internet, notó que sus hijos y nietos sí, y, para su sorpresa, recibió alrededor de 300 aplicaciones de adultos mayores que querían trabajar con ella. A pesar de la acogida que tuvo el proyecto, solo estaban en capacidad de tener 14 empleados. “Ahí fue cuando pudimos comprobar que la depresión multifactorial es un problema real en el país, porque seguramente esas 300 personas no corresponden ni siquiera al 1 % de los que no tienen ocupación y son mayores de 60 años”, afirma la empresaria.
A 101 Ideas llegan personas entre 47 y 78 años que saben hacer croché, costura y tejer a dos agujas. Cada adulto se compromete con el número de muñecos que cree poder hacer y la joven hace llegar la materia prima a cada hogar. Una vez terminados los productos, Catalina les hace control de calidad con ayuda de su madre. “No los podemos poner a desplazarse en una ciudad en donde es imposible moverse si no tienes 20 años. Además, nosotros no queremos que dejen de ser abuelos, papás y tíos, sino que sigan su vida normal, pero sintiendo que son productivos”, afirma Catalina.
“Ahora me dedico a ‘muñequear’”
A pesar de tener un título como administradora, Jannette Cerón dedicó gran parte de su vida a trabajar en empresas de confección. Todo cambió el día en que fue atropellada por una camioneta mientras se dirigía a su trabajo en bicitaxi. El accidente le afectó la movilidad de un hombro, y como consecuencia, perdió su trabajo. Cuando buscó reintegrarse al mundo laboral, nadie la quiso recibir.
“Sé coser, sé tejer, estudié administración, pero todo el mundo me decía que no por mi edad. Lloraba muchísimo”, relata la mujer. Sus hijos, ahora adultos, se preocupaban al ver el estado de depresión de su madre, pero les angustiaba aún más la idea de que tuviera que volver a desplazarse sola por la ciudad. Por eso, cuando vieron la convocatoria de 101 Ideas, pensaron que sería una buena oportunidad para ella. Y así fue.
“Creo que es una bendición de Dios que ellos hayan llegado a mi vida”, cuenta Janette. “No me siento inútil sino viva, siento que sí sirvo para algo”. La mujer produce hasta 100 muñecos en máquina mensualmente. Sus hijos ya no la ven llorar y bromean diciéndole que ahora solo se dedica a “muñequear”.
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Gloria Stella Medina y Gustavo Marín son una pareja adulta que también forma parte del equipo de Catalina. Durante su juventud administraron su propio taller de confección y trabajaron en él durante 25 años como satélites de empresas de moda. Hace 10 años vendieron el taller y cuando sus hijos se independizaron, Gloria se dedicó a vender muñecos de Navidad.
Hace un año, mientras buscaba trabajo por internet, encontró la convocatoria de Catalina y se interesó al ver que las muestras que tenía que hacer para el proceso de selección eran pagas, pues muchas empresas de confección suelen aprovecharse de los abuelos sin empleo para pedirles arreglos no remunerados.
“Apliqué con desconfianza al principio, porque a nosotros ya no nos dan trabajo tan fácil, pero hoy en día estoy contenta con mis muñecos, sobre todo porque no tenemos esa presión encima”, asegura Medina. Su esposo, Gustavo, se involucró tiempo después para apoyar en la confección de pañaleras. “Casi que pago para que me ocupen”, afirma.
El hombre, de 60 años, cuenta que se sorprendió al ver que la iniciativa es manejada por una persona tan joven. “Cata antes de pensar en la producción está pensando en el ser humano, en cómo puede facilitar todo para que nos sintamos cómodos. Va a ser recordada por muchos de estos ancianitos que desde el cielo le mandarán bendiciones”, afirma.
El mayor miedo de Catalina fue que el mercado no supiera valorar el trabajo que hay detrás de sus productos, no obstante, la respuesta empresarial ha sido muy positiva. Hoy en día comercializan muñecos, baberos, pañaleras, cojines, tulas y kits de costura por pedido en 11 puntos de distribución en Bogotá, incluyendo Eureka, Gymboree, Inefable y Regalarte. Este año su meta es llegar a otros 29 puntos en la ciudad y dar empleo a 16 adultos mayores más.
“Ahora el gran desafío es hacer que esto sea sostenible, que impactemos al mayor número de personas y que los productos sean atractivos a lo largo del tiempo”, dice la empresaria. Esa es la apuesta de 101 Ideas: dar una segunda oportunidad a la población mayor a través de actividades y productos que a pesar de los años todavía siguen vigentes.