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Según el informe Hacia la construcción de una sociedad equitativa en Colombia del Banco Mundial (BM), publicado este miércoles, los ingresos del 10 % de la población más rica de Colombia son 11 veces mayores que los del 10 % de los ciudadanos más pobres. De ahí que la desigualdad de ingresos en el país es la más alta entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la segunda entre las naciones de América Latina y el Caribe.
“El choque de la pandemia exacerbó las desigualdades, es decir, que quienes sufrieron el choque de manera más severa por pérdida de empleo, de ingresos, fueron aquellos que ya eran pobres o aquellos en categoría de vulnerabilidad”, explicó María Dávalos, economista del Banco Mundial y una de las autoras del reporte.
Desigualdad creciente
El impacto económico de la pandemia ha empujado el coeficiente de Gini (una medida estándar de desigualdad) hasta 0,54 en 2020 y arrastró a alrededor de 3,6 millones de personas más a la pobreza, según el informe. El COVID-19 provocó también que la pobreza extrema aumentara en 5,5 puntos porcentuales, y dejó a 2,8 millones de personas más sin poder cubrir las necesidades alimentarias básicas.
Como consecuencia de la pandemia, también se espera que aumente del 53 % al 60 % la tasa de pobreza en el aprendizaje entre los niños de 10 años si los colegios mantienen un programa híbrido de aprendizaje hasta 2021, o del 63 % “si el aprendizaje a distancia continúa durante todo el año”.
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La pandemia también tuvo un impacto en el acceso al empleo porque “los trabajos del futuro también pueden estar fuera del alcance de muchos, debido a la lenta adopción de nuevas tecnologías entre los grupos desfavorecidos”.
Es por ello que Dávalos asegura que si bien la economía colombiana se ha recuperado del impacto de la pandemia, hay preocupaciones tanto en el corto plazo como en el largo plazo. “En el corto plazo es asegurarnos que esta recuperación no deje algunos grupos atrás, como por ejemplo mujeres que han visto su carga de trabajo aumentada”, dice la experta.
En cuanto al largo plazo, aseguró que hay preocupación en la relacionado con la erosión del capital humano, es decir de la educación y la salud.
“En particular es la pérdida de aprendizaje que muchos niños han experimentado debido a las modalidades o a la falta de acceso que se ha dado en la pandemia. Como presentamos en el reporte ya había muchas diferencias en calidad de educación en el territorio colombiano y estas disrupciones en el sistema de educación afectan muchos más a unos grupos que a otros”, agregó.
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Factores que preocupan
Una mujer en el país tiene 1,7 veces más posibilidades de estar desempleada; un indígena recibe, en promedio, dos años menos de escolaridad que otros colombianos, y un afrocolombiano tiene el doble de probabilidad de vivir en un barrio pobre.
El informe revela que las desigualdades también persisten entre generaciones: “Los niños en Colombia enfrentan perspectivas de vida muy diferentes, debido a las circunstancias en las que nacen: es probable que un hijo de un padre con bajos ingresos gane menos que un hijo de un padre con altos ingresos. Entre un grupo de 75 países, la transferencia de la brecha de ingresos de una generación a la siguiente en Colombia es la más arraigada”.
Reducir las desigualdades también es un objetivo para mejorar la economía. El documento señala que “abordar las desigualdades puede conducir a una fuerza laboral mejor preparada, más capacitada y productiva; un crecimiento económico más fuerte y sostenible, y una cohesión social más estrecha”. Por ejemplo, para 2050 cerrar las brechas de género en la participación en la fuerza laboral y la educación aumentaría el PIB per cápita de Colombia en un 14 %.
Por otro lado, las oportunidades de aprendizaje no son las mismas para todos los niños en el país, las brechas entre la escolarización y el aprendizaje están relacionadas en gran medida con las diferencias en la “calidad” de los docentes. Pero, además, hay otros factores a tener en cuenta, como las grandes diferencias en el acceso a una atención médica de alta calidad, un factor que —señala el informe— “contribuye a las disparidades en los resultados: los niños más pobres tienen tasas de retraso en el crecimiento que son tres veces mayores que las de los niños más ricos”.
Asimismo, Colombia aparece en el puesto 109 entre 141 países cuando se habla de disparidades “en el uso de tecnología” y hay grandes desigualdades entre diferentes grupos poblaciones. Otra cifra preocupante es que dos tercios de los hijos de los migrantes venezolanos no están matriculados en un colegio, mientras que esa cifra en los chicos no migrantes es menos de una décima parte.
E análisis también muestra que la brecha entre la región más rica y la más pobre de Colombia es más del doble que la de otros países de la OCDE. De hecho, los investigadores afirman que las disparidades espaciales se superponen con los grupos de población definidos por etnia: “los municipios con altas concentraciones de indígenas colombianos tienen persistentemente altos niveles de necesidades básicas insatisfechas, y los afrocolombianos viven predominantemente en las áreas urbanas donde, entre 2005 y 2018, las necesidades básicas insatisfechas se mantuvieron por encima de otras ciudades”.
El documento también advierte que los impuestos y las transferencias hacen poco para abordar las desigualdades de ingresos. Uno de los datos en este sentido es que las exenciones del IVA y las tasas cero terminan otorgando grandes descuentos fiscales a personas de altos ingresos, “más de la mitad (57 %) de los gastos tributarios en IVA benefician los tres deciles superiores de la distribución del ingreso”.
Frente al panorama el Banco Mundial también resalta que, si bien el choque por el COVID-19 aumentó la pobreza, este es solo uno de los choques extremos que pueden empeorar las desigualdades, pues los choques climáticos también.
Finalmente, Paolo Dudine, otro de los autores del documento y economista senior del BM, explicó que “el tema de la desigualdad es multidimensional que no se puede resolver con políticas delimitadas a una área específica sino que requiere acciones de 360 grados”.
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