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Para este punto de la historia, lo que está confirmado en la más reciente turbulencia política del Gobierno es que el próximo lunes Jorge Iván González ya no estará al frente del Departamento Nacional de Planeación (DNP).
Esto se da en medio de rumores acerca de otras renuncias en sectores del gabinete de la administración del presidente Gustavo Petro.
Sin embargo, la Presidencia aclaró que el mandatario no le solicitó renuncias al gabinete durante del consejo de ministros de este miércoles.
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Lo que sí es cierto es que la reunión fue acalorada, como la describió una fuente. Como parte de las tensiones que emergieron del encuentro se dio la renuncia de González (que, según confirmaron unas fuentes, se oficializaría este mismo jueves).
La temperatura en el consejo de ministros estaría relacionada con la ejecución de programas de un Gobierno que propuso una amplia y ambiciosa agenda de cambios en una variedad de renglones en el país.
Esta no es la primera vez que Petro expresa sus inquietudes por la ejecución de los programas de Gobierno.
Por eso resalta tanto el cambio en el DNP, pues al final esta es una entidad clave en el diseño, pero también en la ejecución del Plan Nacional de Desarrollo (PND).
Lo que algunos analistas ven en la salida repentina de González es un intento de Petro por acelerar a fondo para materializar sus cambios. Aunque esto, advierten, no da para criticar la labor de González, quien es ampliamente respetado en la entidad y en el gabinete (con algunas excepciones entre las personas de la línea más dura en el Gobierno).
Al final, González fue el arquitecto fundamental de un PND en donde hay un cambio de paradigma en la organización del país hacia los recursos hídricos, por ejemplo. El documento también implica transformaciones sustanciales, como el Registro Universal de Ingresos, un sistema que reemplazaría al Sisbén, eventualmente (de esto hablaremos más adelante).
Sin embargo, lo que preocupa a algunos en el cambio del DNP es que llegue alguien justamente de esa línea dura: una especie de ejecutor, más que un funcionario técnico.
Es apenas natural que un mandatario requiera personas alineadas con su visión de país para poder ejecutar algo como un Plan Nacional de Desarrollo. Pero, al mismo tiempo, “decirle no al presidente es el reto más importante de los departamentos de planeación”, como lo dijo una fuente que pidió la reserva de su nombre pues no es un vocero autorizado.
Al final, no se trata de ponerle palos en la rueda al Ejecutivo, pero lo cierto es que la planeación de un país excede los horizontes (y posibilidades, incluso) de un Gobierno. Es la eterna contraposición entre lo permanente y estructural versus lo transitorio y administrativo, si se quiere ver de esa forma.
Las papas calientes que tiene el Departamento Nacional de Planeación
Uno de los temas claves en que está inmerso en DNP es, sin duda, el diseño e implementación del Registro Universal de Ingresos (RUI).
A grandes rasgos, el RUI será el reemplazo del Sisbén: el Registro tiene como propósito principal hacer más eficiente la inversión en ayudas, asegurándose de que lleguen a quienes verdaderamente las necesitan.
Los métodos de focalización que tenemos en Colombia se pueden reducir a dos. El primero es el Sisbén, que es una encuesta que se realiza cada 10 años y que se desactualiza fácilmente, porque la realidad económica de los hogares es cambiante. El segundo es la estratificación, que sirve para clasificar viviendas, pero no a las personas ni a los hogares. Este último se emplea, por ejemplo, para recibir subsidios en servicios públicos domiciliarios, o para beneficios relacionados al ingreso a la universidad”, dijo en una entrevista con este diario Juan Miguel Gallego, subdirector general de Prospectiva y Desarrollo Nacional del DNP.
Y añadió: “El problema con ambos es que tienen errores de inclusión. En la estratificación, cerca del 80 % de los hogares está en los estratos 1, 2, 3 y 4, pero esa es una fotografía de hace unos 20 o 25 años. El gran problema con este mecanismo es que se actualiza cada vez que hay un barrido de clasificación de viviendas y su entorno, y eso no es algo que se haga con mucha frecuencia”.
El RUI entraría a solucionar los problemas en la focalización de la asistencia del Estado, que no es (para nada) un problema menor. La idea es que se empiece la transición para 2025 y que en el primer semestre de 2026 ya esté en pleno funcionamiento este nuevo sistema.
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Además del RUI, Planeación Nacional lidera la expansión del catastro multipropósito, otra mina de oro de datos que, al menos desde la teoría, solucionaría preguntas claves acerca del uso y disposición de la tierra en Colombia (entre otros asuntos clave). Este programa acumula atrasos históricos, por lo que priorizar su ejecución resulta vital.
A estos esfuerzos en centralización de información se suma el Registro Social de Hogares, otro instrumento para ayudar en la focalización de ayudas del Estado y que, en palabras del propio González, podría ahorrarle $1 billón al Estado en esfuerzos estadísticos extra.
Más allá de estas iniciativas, que no son poca cosa, el DNP es fundamental, pues la entidad está encima de la inversión que se hace en las regiones y la reforma al sistema general de participaciones. También tiene un rol fuerte en la interlocución con mandatarios locales para impulsar planes de desarrollo en los territorios.
“Si prima lo político por sobre lo técnico, quedamos fritos”, dijo una fuente sobre el cambio en Planeación.
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