Las luces y sombras en el panorama de la seguridad alimentaria en Colombia
De acuerdo con el organismo de la ONU, hubo una disminución de la población en inseguridad alimentaria frente a datos de 2022. Sin embargo, hay problemas estructurales y una fragilidad económica que amenazan este panorama.
Santiago La Rotta
Primero las buenas noticias: el número de personas en inseguridad alimentaria en Colombia se redujo frente a los datos de 2022, del 30 al 25 %. En otras palabras, 2,5 millones menos de personas se encuentran en este estado en el país.
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Primero las buenas noticias: el número de personas en inseguridad alimentaria en Colombia se redujo frente a los datos de 2022, del 30 al 25 %. En otras palabras, 2,5 millones menos de personas se encuentran en este estado en el país.
Los datos son parte de la más reciente evaluación que hizo el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU sobre este tema en el país. El documento fue construido con base en más de 6.000 encuestas aplicadas entre noviembre y diciembre del año pasado, en 133 municipios de 29 departamentos.
Entonces, de acuerdo con el documento del PMA, 13 millones de personas no tienen un acceso regular a alimentos de calidad para desarrollar una vida saludable. Y de este grupo hay 1,6 millones de ciudadanos que entran en la categoría de inseguridad alimentaria severa.
“Hay una leve mejora, y eso es bueno”, asegura Carlo Scaramella, director y representante del Programa Mundial de Alimentos en Colombia. Pero a renglón seguido añade que hay factores que siguen siendo preocupantes en el panorama de la alimentación del país.
¿Qué preocupa? Que la evaluación dice que el 51 % de la población se encuentra en una categoría definida como seguridad alimentaria marginal. En términos muy sencillos, es un renglón de población que puede ser empujado a la inseguridad en materia de alimentación si sufre un choque de precios, digamos, por condiciones climáticas (fenómeno de El Niño o el de La Niña vienen a la mente).
Asimismo, al PMA, según las palabras de Scaramella, le preocupa que la mejoría que se ha dado en las cifras generales, en parte, se ha hecho a costa de jugadas o sacrificios económicos de las personas: adquirir deuda, recortar ciertos alimentos que no se pueden pagar… En otras palabras, las ganancias macro se están financiado con decisiones micro que pueden terminar impactando el bienestar de las personas en el mediano y largo plazo. En definitiva, se gana en términos de la evaluación, pero los costos potenciales de ese avance pueden ser problemáticos en el futuro, por decir lo menos.
Para ponerlo en perspectiva, los datos de la evaluación del PMA muestran que cuatro de cada 10 hogares han tenido que endeudarse para cubrir sus necesidades básicas (alimentación incluida, y bien arriba en esa lista).
“Como resultado de la vulnerbailidad económica, los hogares han tenido que emplear diversas estrategias que les permitan mantener un consumo de alimentos aceptable. El 79 % de los hogares ha empleado al menos una estrategia de consumo en los siete días previos a la encuesta”.
¿Cómo llegamos hasta acá?
Lo primero que hay que decir es que el mejoramiento en las cifras generales, según el PMA, “puede estar explicado por una importante reducción en la tasa de inflación general y en la de alimentos en particular, que cerraron 2023 en 9,28 y 5 %, respectivamente, así como una caída en la tasa de desempleo (…) y una disminución en la pobreza monetaria en 2022″.
Colombia cerró 2023 con una inflación del 9,28 %, muy por encima de la meta del 3 % del Banco de la República, pero por debajo de las proyecciones de analistas. Y buena parte del desempeño positivo del IPC para el final del año es atribuible a los alimentos.
Estos explican, en esencia, el descenso de la inflación frente a los resultados de 2022. De acuerdo con la información del DANE, para diciembre de 2022, este rubro tuvo una participación de casi 5 % en el resultado general del IPC en ese momento (del 13,12 %, recordemos). Para este año, la participación estuvo por debajo del 1 %.
En otras palabras, los cerca de cuatro puntos de diferencia entre los resultados de IPC total entre 2022 y 2023 se le pueden atribuir a la categoría de alimentos.
Entre otros factores, los descensos en los precios de los alimentos tienen que ver, a su vez, con la baja en los costos de los insumos. Según el Ministerio de Agricultura, la inflación de alimentos en Colombia responde, en 50 %, a los precios de los insumos agrícolas (especialmente los que son importados). De acuerdo con los números de la UPRA, entre enero y diciembre de 2023, los fertilizantes, los plaguicidas y otros insumos registraron una contracción del 31 %.
El trecho por recorrer en seguridad alimentaria
Si bien la baja general en la inflación, con particular énfasis en la de alimentos, ayudó a mejorar el resultado general en la evaluación, hay problemas más de fondo y estructurales en el panorama de la seguridad alimentaria en Colombia.
Para Scaramella, uno de los puntos que siguen presionando este tema es el conflicto y sus varias ramificaciones.
El funcionario pone como ejemplo a una lideresa de Cauca, cuya familia históricamente vivía de lo que cultivaba de la tierra, una dieta variada y saludable que siempre garantizó que hubiera suficiente comida en la mesa. Con los años el núcleo familiar se movió hacia la agricultura de monocultivo, en este caso del café. Vinieron crisis y volatilidades en los mercados de este producto y ahí comenzó a ponerse en el balance la seguridad alimentaria de estas personas. Eventualmente, cuando el café no resultó, la única opción fue la coca.
Este ejemplo ilustra una porción de los retos estructurales en Colombia en términos de alimentación, un asunto que tiene mucho que ver con la forma como se ha ido estructurando el campo en Colombia (más alrededor de las grandes producciones, con apuestas por algunos productos estrella en modo de monocultivo), así como la transversalidad en varias regiones de fenómenos asociados al conflicto y la ilegalidad.
De fondo, la seguridad alimentaria va muy de la mano con asuntos como la estabilidad social y económica. No es un tema que se resuelve, al menos exclusivamente, con medidas agrarias, si se quiere.
Scaramella asegura que se requiere más integración del desarrollo rural, una visión que no refleje una aproximación de hace 50 años, y que integre elementos como el ambiente, la cultura, la alimentación y las poblaciones. “Es pensar en un desarrollo que no sea puramente productos y precios”, apunta.
¿Cómo se ve la seguridad alimentaria en Colombia por departamentos?
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