Leche y café para cuidar los bosques amazónicos de Caquetá
Productores del departamento hacen parte del programa Amazonía Connect, que busca impulsar la producción agrícola baja en carbono. Esperan que los compradores reconozcan esfuerzo adicional. Le contamos las historias de estos caqueteños.
En uno de los municipios en los que empieza la Amazonía, Belén de los Andaquíes (Caquetá), Jeremías Gómez tiene una finca de 60 hectáreas en las que se dedica, con sus hijos, a actividades lícitas, aunque no siempre fue así. Cuando era pequeño, su papá empezó a sembrar café. “En ese tiempo no tocaba abonar, solo limpiar y recolectarlo. Lo vendía y con eso compró animales. Me enseñó a trabajar”, cuenta él.
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En uno de los municipios en los que empieza la Amazonía, Belén de los Andaquíes (Caquetá), Jeremías Gómez tiene una finca de 60 hectáreas en las que se dedica, con sus hijos, a actividades lícitas, aunque no siempre fue así. Cuando era pequeño, su papá empezó a sembrar café. “En ese tiempo no tocaba abonar, solo limpiar y recolectarlo. Lo vendía y con eso compró animales. Me enseñó a trabajar”, cuenta él.
Cuando se casó comenzó a ser jornalero de otras fincas y se dedicó a quemar carbón porque la esposa sabía hacerlo, le había enseñado su padre. “Pero vimos que era dañino y que se volvió ilícito, porque estaba dañando el medio ambiente. Entonces me metí a lo más ilícito que era sembrar hoja de coca. Alcancé a coger 80 arrobas mías, pero mis hijos y esposa también tenían la de ellos. Entre todos hacíamos 100 arrobas”, recuerda Gómez.
Además, él mismo la procesaba en un laboratorio que montó. “Me rendía, sacaba 30 o 32 gramos por arroba. Aprendí yendo a la casa de los vecinos y me contaban qué había que echarle y cómo se hacía”. En los 2000 hubo una fumigación aérea en su finca, llegó a todos los cultivos por igual y los potreros. Después volvió a crecer la hoja de coca y estaba recuperándose.
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Pero con la firma del Acuerdo de Paz entró al programa de radicación y sustitución de cultivos. “Mis hijos se pusieron a sembrar café en la finca. Y desde hace seis años estamos trabajando el cultivo desde hace seis años. No nos falta la comida”, destaca Jeremías Gómez. Él también tiene otros sembrados en su terreno como plátano, árboles frutales y algunos animales como codorniz, pato, gallina y cuy.
De impulsar la transición de economías ilícitas a lícitas también ha hecho parte Alfredo Enciso, representante de la Asociación Campesina del Corregimiento el Aguililla, en Puerto Rico, Caquetá. “Tuvimos una crisis en el proceso por el incumplimiento del Gobierno anterior en la implementación. Es un cambio muy drástico para las personas conectarse con cultivos como café, cacao, caña, plátano y ganadería intensiva”.
Enciso afirma que la comunidad está motivada con el café. Aunque el Caquetá no es considerado un departamento cafetero, ellos encuentran en ese producto un sustento de vida, tal vez no más rentable, pero sí más sustentable. A esto también se dedica Luz Mary Villa, en el municipio de San José, vereda San Isidro.
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Villa tiene 20 hectáreas y cultiva café en una, desde hace cuatro años. Y ha buscado “innovar con nuevas semillas de café para tener en nuestro municipio diferentes especies y, con esto, poder crear más sustento familiar”. Ella, a la par, empezó en la ganadería. Al inicio con terneros de engorde y ahora tiene 10 vacas de las que “algún día espero tomar leche”.
Y es que esta es otra actividad fuerte en la región, especialmente en función de los lácteos. A esto se dedica Luz Marina Prieto, habitante del municipio de Milán y desplazada de Cartagena Del Chairá. Ella lleva 20 años, empezó con cuatro vacas y con un préstamo en el Banco Agrario fue comprando más. Ahora “tenemos 20 vaquitas en producción, que son de las que vivimos. Producimos de 70 a 80 litros diarios, aunque a veces es menos”, asegura.
Más allá de hacer parte del mismo departamento amazónico, lo que tienen en común Gómez, Enciso, Villa y Prieto es que están interesados en lograr que sus productos estén libres de deforestación y bajas emisiones de carbono. Por esto hacen parte de un nuevo proyecto: Amazonía Connect. Esta es una iniciativa de la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés) Solidaridad Network, Earth Innovation Institute, National Wildlife Federation y la Universidad de Wisconsin Madison.
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“El programa busca aprovechar la conexión entre los productores (oferta) y los compradores (demanda), con el fin de mejorar la trazabilidad en las cadenas de suministro, crear incentivos por reducción en carbono y asegurar que los productos que llegan a mercados nacionales e internacionales sean libres de deforestación”, indica Joel Brounen, gerente de Solidaridad en Colombia.
El objetivo es beneficiar a los pequeños productores con conocimientos sobre la agricultura baja en carbono y darles incentivos a aquellos que tengan y cuiden especies de árboles en sus fincas. Actividad que también realiza Prieto desde hace más de 10 años, pues cuida de 7 a 8 hectáreas de bosque nativo. “Tenemos plántulas como gmelina y abarco que son buenos maderables. Pero me gustaría tener un apoyo para que me den arbolitos porque a mí me fascina sembrar”, dice.
Y es que uno de los puntos del proyecto consiste en implementar sistemas de monitoreo satelital que sean capaces de identificar los bosques y determinar si se reduce la cantidad de árboles. Además, buscarán medir la captación de carbono que hagan las plantas de los cultivos y bosques nativos para crear bonos de carbono que compren otras empresas y que represente un ingreso adicional para los cultivadores.
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Entre los resultados que prevé la iniciativa está el monitoreo de 129.000 hectáreas de tierras de cultivo para mejorar el acceso a insumos, servicios y financiamiento de calidad para los productores; facilitar financiamiento e incentivos para la agricultura baja en carbono; e implementar y promover la adopción de sistemas de monitoreo en las cadenas de suministro, para asegurar el abastecimiento libre de deforestación y el monitoreo de la biodiversidad.
Amazonía Connect se realiza en Brasil, Perú y Colombia, por ser regiones con una alta biodiversidad, pero que enfrentan riesgos de ampliación de deforestación por la producción insostenible de materias primas. En total, esperan acompañar y apoyar 146.104 hectáreas y 4.400 productores, con una inversión de 12 millones de dólares para los cinco años que durará. De estos, al país le corresponden alrededor de US $5 millones, que se centra en los departamentos de Caquetá y Meta para la producción de café y leche, por tener ya asegurada la demanda de grandes empresas como Nestlé.
Lo que espera Jeremías Gómez es que le compren todo el café que se produzca en la región y que, gracias a esto haya mejoras en la calidad de vida y las vías, pues él se demora más de tres horas desde el casco urbano hasta su finca. Mientras que Luz Marina Prieto solo quiere aprender y capacitarse para cuidar mejor el bosque y el medio ambiente, además de apoyo para ampliar su producción de leche.
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