Liu He: ¿la nueva cara de la economía china?
Se trata de un funcionario que, lejos de los reflectores, lleva años involucrado con la política económica del gigante asiático. Entre otras tareas, se haría cargo de la deuda del país, que hoy preocupa a analistas.
Sara Padilla
Liu He, a quien los medios señalan de ser el nuevo cerebro de la economía china, subió la semana pasada al podio del Foro Económico Mundial, en Davos, para asegurarle al mundo que la deuda china está bajo control y que el país está abierto al comercio global, lejos del proteccionismo que parece emerger en otros países.
Este fue el único participante de una de las 10 sesiones principales del evento, dirigidas por Klaus Schwab (fundador del mismo), que no era presidente o primer ministro de un país.
El reemplazo de Xi Jinping, presidente de China, en un lugar tan relevante para la diplomacia económica no obedece a una decisión arbitraria. Al foro de Davos llegan los líderes y empresarios más importantes del mundo, cuyos discursos y lenguaje corporal terminan induciendo movimientos en la economía global. En este caso, las especulaciones indican que la figura de Liu representa el cambio de lineamientos económicos que seguirá China tras el XIX Congreso del Partido Comunista en octubre pasado.
En el foro de Davos, Liu se reunió con líderes y altos funcionarios de varios países, como el secretario del Tesoro norteamericano, Steven Mnuchin. Este encuentro se dio luego de que la administración Trump anunciara un incremento en los impuestos de importación para paneles solares y lavadoras, primordialmente de origen asiático; una buena porción de estos productos son manufacturados en China.
La conversación entre los dos funcionarios fue una especie de intercambio de buenas voluntades hacia la apertura económica global y la necesidad de seguir impulsando el comercio internacional, a pesar del alza en las tarifas de Trump.
De la vida de Liu He se conocen algunos datos concretos: nació en 1957. Hijo de un miembro del Partido Comunista, cursó sus primeros estudios en un prestigioso colegio de la capital. Volvió al campo como hijo perseguido de la Revolución Cultural (1966-1976). Militar por tres años. Trabajador de una fábrica de radios. Y con un padre que se mató en 1967.
Con el fin de la Revolución Cultural, Liu He retomó el rumbo que lo llevó a Davos y a ser miembro del Politburó, el segundo órgano de mayor importancia en el Partido Comunista Chino. Se graduó de economista en la Universidad de Renmin y terminó con una maestría de Harvard. Se hizo experto en macroeconomía en la nueva teoría económica y en la industria de la información. En 2015 ganó un premio en estudios de economía china por una investigación sobre la crisis financiera mundial. En uno de sus artículos señaló la importancia que tuvo la Revolución Cultural para él y para la historia de China: “Sin la reflexión sobre la catástrofe de la Revolución Cultural, es imposible que China tenga el crecimiento económico de hoy”.
Tanto Liu He como el presidente chino, Xi Jinping, tienen pasados muy similares: sus familias fueron blanco de las purgas de la Revolución y sus padres fueron altos funcionarios del Estado. Cuando Xi fue nombrado presidente, Liu asumió el cargo de director de la Oficina central del Consejo Encargado de los Asuntos Económicos chinos. Se dice que en marzo podría ser nombrado viceprimer ministro de China a cargo de los asuntos económicos y financieros.
Liu también habló en Davos sobre el trabajo del gobierno chino para poner en cintura la tasa de endeudamiento, uno de los mayores problemas de esta economía. El funcionario habló de tres años para estabilizar este indicador.
Ante esto, Fang Xinghai, vicepresidente del supervisor bursátil chino, admitió en Davos que la deuda de su país es “tan grande como un rinoceronte que todo el mundo tiene enfrente pero al que nadie quiere ver”.
La deuda china es un factor que preocupa, hasta cierto punto, a todo el mundo. En uno de los paneles de Davos, representantes de firmas como Citigroup, Barclays y The Carlyle Group concluyeron que es uno de los mayores retos para la economía global, pues un crecimiento desmedido de esta indicador podría llevar, quizá, a un sobrecalentamiento de uno de los mayores aparatos productivos en el planeta.
“El proyecto de nueva ruta de la seda es una forma de colonizar nuevos mercados regionales para impulsar la producción y el ingreso de recursos tanto de empresas como del Estado chino”, opina Jorge Iván Bula, profesor de economía de la Universidad Nacional. “Un crecimiento en este sentido ayuda a mitigar el impacto de la deuda. Los chinos han hecho grandes inversiones en sectores como ingeniería aeroespacial o la industria automotriz. Hoy son los productores de 40 % de los trenes bala en el mundo, por ejemplo”, cuenta Bula.
La pregunta, entonces, es ¿qué implica Liu He en la economía china?
Y la respuesta podría ser que Liu es la cara de una economía mucho más abierta y liberal, justo lo que todo el mundo quisiera escuchar. En su discurso en Davos, el funcionario chino señaló que “durante el año pasado, en línea con las propuestas del presidente Xi, China se mantuvo firme contra todas las formas de proteccionismo. Hemos trabajado para fortalecer la protección de los derechos de propiedad y promover la competencia leal. Igualmente, hemos ampliado el acceso a nuestros mercados financieros y tomado la iniciativa para aumentar las importaciones. Con los esfuerzos para avanzar en la nueva ruta de la seda, estamos avanzando en la globalización económica con acciones concretas”.
Liu He, a quien los medios señalan de ser el nuevo cerebro de la economía china, subió la semana pasada al podio del Foro Económico Mundial, en Davos, para asegurarle al mundo que la deuda china está bajo control y que el país está abierto al comercio global, lejos del proteccionismo que parece emerger en otros países.
Este fue el único participante de una de las 10 sesiones principales del evento, dirigidas por Klaus Schwab (fundador del mismo), que no era presidente o primer ministro de un país.
El reemplazo de Xi Jinping, presidente de China, en un lugar tan relevante para la diplomacia económica no obedece a una decisión arbitraria. Al foro de Davos llegan los líderes y empresarios más importantes del mundo, cuyos discursos y lenguaje corporal terminan induciendo movimientos en la economía global. En este caso, las especulaciones indican que la figura de Liu representa el cambio de lineamientos económicos que seguirá China tras el XIX Congreso del Partido Comunista en octubre pasado.
En el foro de Davos, Liu se reunió con líderes y altos funcionarios de varios países, como el secretario del Tesoro norteamericano, Steven Mnuchin. Este encuentro se dio luego de que la administración Trump anunciara un incremento en los impuestos de importación para paneles solares y lavadoras, primordialmente de origen asiático; una buena porción de estos productos son manufacturados en China.
La conversación entre los dos funcionarios fue una especie de intercambio de buenas voluntades hacia la apertura económica global y la necesidad de seguir impulsando el comercio internacional, a pesar del alza en las tarifas de Trump.
De la vida de Liu He se conocen algunos datos concretos: nació en 1957. Hijo de un miembro del Partido Comunista, cursó sus primeros estudios en un prestigioso colegio de la capital. Volvió al campo como hijo perseguido de la Revolución Cultural (1966-1976). Militar por tres años. Trabajador de una fábrica de radios. Y con un padre que se mató en 1967.
Con el fin de la Revolución Cultural, Liu He retomó el rumbo que lo llevó a Davos y a ser miembro del Politburó, el segundo órgano de mayor importancia en el Partido Comunista Chino. Se graduó de economista en la Universidad de Renmin y terminó con una maestría de Harvard. Se hizo experto en macroeconomía en la nueva teoría económica y en la industria de la información. En 2015 ganó un premio en estudios de economía china por una investigación sobre la crisis financiera mundial. En uno de sus artículos señaló la importancia que tuvo la Revolución Cultural para él y para la historia de China: “Sin la reflexión sobre la catástrofe de la Revolución Cultural, es imposible que China tenga el crecimiento económico de hoy”.
Tanto Liu He como el presidente chino, Xi Jinping, tienen pasados muy similares: sus familias fueron blanco de las purgas de la Revolución y sus padres fueron altos funcionarios del Estado. Cuando Xi fue nombrado presidente, Liu asumió el cargo de director de la Oficina central del Consejo Encargado de los Asuntos Económicos chinos. Se dice que en marzo podría ser nombrado viceprimer ministro de China a cargo de los asuntos económicos y financieros.
Liu también habló en Davos sobre el trabajo del gobierno chino para poner en cintura la tasa de endeudamiento, uno de los mayores problemas de esta economía. El funcionario habló de tres años para estabilizar este indicador.
Ante esto, Fang Xinghai, vicepresidente del supervisor bursátil chino, admitió en Davos que la deuda de su país es “tan grande como un rinoceronte que todo el mundo tiene enfrente pero al que nadie quiere ver”.
La deuda china es un factor que preocupa, hasta cierto punto, a todo el mundo. En uno de los paneles de Davos, representantes de firmas como Citigroup, Barclays y The Carlyle Group concluyeron que es uno de los mayores retos para la economía global, pues un crecimiento desmedido de esta indicador podría llevar, quizá, a un sobrecalentamiento de uno de los mayores aparatos productivos en el planeta.
“El proyecto de nueva ruta de la seda es una forma de colonizar nuevos mercados regionales para impulsar la producción y el ingreso de recursos tanto de empresas como del Estado chino”, opina Jorge Iván Bula, profesor de economía de la Universidad Nacional. “Un crecimiento en este sentido ayuda a mitigar el impacto de la deuda. Los chinos han hecho grandes inversiones en sectores como ingeniería aeroespacial o la industria automotriz. Hoy son los productores de 40 % de los trenes bala en el mundo, por ejemplo”, cuenta Bula.
La pregunta, entonces, es ¿qué implica Liu He en la economía china?
Y la respuesta podría ser que Liu es la cara de una economía mucho más abierta y liberal, justo lo que todo el mundo quisiera escuchar. En su discurso en Davos, el funcionario chino señaló que “durante el año pasado, en línea con las propuestas del presidente Xi, China se mantuvo firme contra todas las formas de proteccionismo. Hemos trabajado para fortalecer la protección de los derechos de propiedad y promover la competencia leal. Igualmente, hemos ampliado el acceso a nuestros mercados financieros y tomado la iniciativa para aumentar las importaciones. Con los esfuerzos para avanzar en la nueva ruta de la seda, estamos avanzando en la globalización económica con acciones concretas”.