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Una de las grandes apuestas del Gobierno, y promesa de campaña del presidente Iván Duque, es impulsar los emprendimientos colombianos, en especial aquellos que hacen parte de las industrias creativas, las de la economía naranja. Pero no será tarea fácil debido a las elevadas tasas de mortalidad empresarial, pues, de acuerdo con Confecámaras, el 70 % no sobrevivirá luego de cinco años. Esto significaría que de las 328.000 unidades productivas que nacieron en 2018 (según Confecámaras), solo 98.000 seguirían operando en el 2023. Por esta razón, una parte central de la política de emprendimiento debería ser garantizar la supervivencia de estos proyectos.
Las empresas y los emprendimientos en Colombia enfrentan una variada gama de retos, y cada uno puede ser decisivo para su supervivencia. Estos obstáculos se pueden agrupar en tres grandes rubros: burocracia y costos de formalización muy altos, limitaciones financieras y problemas competitivos.
Burocracia y costos
En la más reciente medición de Doing Business, Colombia bajó seis casillas entre las mejores naciones para hacer negocios, llegando a la casilla 65 de las 190 naciones que participaron. De hecho, ya son tres años consecutivos que el país viene perdiendo escalafones en este ranquin internacional.
Llama la atención que en cuanto a tiempos para comenzar un negocio, Colombia se encuentra en la casilla 100 de 190: Doing Business indica que se requieren once días y ocho trámites para abrir una empresa en el país. Es decir, cerca del doble del tiempo que se requiere en Estados Unidos (seis trámites y 5,6 días), y cinco veces lo que toma en Singapur (solo dos trámites y 1,5 días).
Pero en este tema ya se estaría avanzando. Esta semana, la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB) y la Dirección de Impuestos y Aduanas (DIAN) anunciaron una alianza para abrir una nueva sociedad comercial en tan solo cuatro horas. Esto es posible al simplificar todo el proceso en cuatro pasos: radicación de documentos, pago de la inscripción, generación del Registro Único Tributario (RUT) y del Número de Identificación Tributaria (NIT), y entrega del certificado de existencia.
Con este cambio se espera reducir en 50 % el tiempo de creación de una empresa en Bogotá. Según el director de la DIAN, José Andrés Romero, ya se está trabajando para expandir este avance a todas las cámaras de comercio del país.
Sin embargo, otra gran crítica son los costos de creación de una empresa, que pueden ser más de $300.000 para una sociedad que registre un capital de tan solo $15 millones. Además, la Asociación Colombiana de Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi) lleva años denunciando la falta de equidad en las tarifas de renovación de la matrícula mercantil: la empresa más grande del país puede llegar a pagar cerca de $1,6 millones por este trámite (la renovación), y una pyme puede pagar más de $150.000.
El Espectador habló con Mónica de Greiff, presidenta de la CCB, quien explica que “con el Gobierno hemos venido trabajando para instalar este año una mesa de trabajo para hacer una revisión de las tarifas. Las cámaras de comercio somos algunas de las más interesadas. De todas formas, creemos que las renovaciones son importantes porque es la seguridad jurídica del empresario: es la forma de saber si una sociedad está el día y cumple con todos los trámites de ley”.
De Greiff agrega que “por ley, todos los recursos que reciben las cámaras de comercio se reinvierten en servicios para los empresarios: la creación de clústers, seminarios, asesorías legales, pasarelas comerciales. Todo esto es gratuito para ellos, porque ya pagaron por ello con la renovación de la matrícula mercantil”.
Limitaciones financieras
Si bien el Gobierno y las entidades financieras promueven la bancarización total de las pymes, la estructura actual del sistema financiero todavía no está diseñada para las necesidades y características de los emprendedores. Muchos trámites, formularios y requisitos solo los pueden cumplir empresas establecidas y de un tamaño considerable.
Una muestra de este drama se aprecia en el testimonio de Sofía Sanz, una emprendedora que arrancó este año una empresa de estampados: “Todo emprendedor ha enfrentado la pena y el susto que da ir a un banco para abrir productos financieros. Desde que preguntan por la sede de la empresa, y tenemos que decir que es la casa de nuestros papás, hasta cuando preguntan por las ventas mensuales promedio: información difícil de dar cuando uno acaba de arrancar y no es tan claro el flujo de caja”.
Sin embargo, la emprendedora indica que “lo peor de todo es que he ido a algunos de los principales bancos de este país, y ninguno me quiere dar siquiera una tarjeta de crédito pequeña para hacer compras por internet de algunas cosas que necesito para fortalecer mi negocio. Me dicen que por políticas del banco no pueden darle un producto crediticio a ninguna sociedad que tenga menos de un año. Entonces debo pagar cosas, como el correo corporativo, con mi tarjeta de crédito personal. Situación que dificulta la contabilidad, pues hay gastos que no se están pagando desde las cuentas de mi negocio”.
Una buena parte de estos trámites y requisitos son controles que tienen los bancos para evitar el lavado de activos por medio de sociedades que solo existe en papel. Por esto, el primer año de una empresa puede ser muy limitante y se deben pasar años registrando un buen comportamiento comercial para conseguir una buena reputación financiera y lograr la aprobación de un crédito de gran escala: por ejemplo, para financiar la construcción de una fábrica.
Sin embargo, hay alternativas de productos financieros para pymes que están arrancando. Juan David Aristizábal, profesor y exdirector del centro de creación de empresas del Colegio de Estudios Superiores de Administración (CESA), indica que “una alternativa para acceder a financiamiento es crowdfunding (mecanismo de financiación colectiva que funciona por lo general por medio de plataformas digitales). Los creadores de FrenchieCo lo hicieron y consiguieron US$150.000 para hacer sus billeteras”.
Otra opción puede ser acudir a las líneas de crédito y financiamiento que ofrece el Gobierno (se pueden consultar todas las opciones en la página del Ministerio del Comercio o Innpulsa). Por ejemplo, el Fondo Naranja es una iniciativa que impulsa a las empresas de las industrias creativas. El programa les da a los emprendedores recursos no reembolsables por entre $50 millones y $120 millones. Los negocios que trabajen en actividades como joyería, diseño, moda, arte, arquitectura, música, teatro y producción audiovisual pueden postularse para acceder a este beneficio.
Las fallas competitivas
Los costos causados por inexperiencia o falta de conocimiento técnico son otro problema importante de las empresas que recién arrancan. Se trata de fallas que pueden desangrar las finanzas de cualquier emprendimiento, limitar su crecimiento o incluso poner en riesgo su supervivencia.
El Programa de Transformación Productiva (PTP), que a propósito cambiará de nombre en abril y se llamará Colombia Productiva (CP), ha logrado identificar por medio de un sondeo cuatro grandes errores comunes que cometen las empresas en Colombia.
El primero de ellos es el consumo de energía: ocho de cada diez empresas no han implementado medidas de eficiencia energética y utilizan equipos de alto consumo, lo que dispara sus costos de producción. El otro gran problema es el personal, pues el 85 % de las empresas consultadas tienen altas tasas de rotación entre sus operarios, lo que reduce su competitividad debido a los costos de entrenamiento y a la fuga de talento.
Respecto al proceso productivo, CP encontró que el 58 % no mide el tiempo que toma su proceso de producción ni de respuesta a sus clientes. Este porcentaje de empresas tampoco cumple con las fechas de entrega pactadas con sus clientes, una falla que no solo vuelve impredecible su producción, sino que afecta sus ventas futuras por el perjuicio a su reputación.
Finalmente, el estudio de Colombia Productiva encontró que: el 62 % de las empresas no tienen algún tipo de certificación de calidad, el 50 % no toman medidas para saber si sus procesos cumplen estándares de calidad requeridos en el mercado y el 61,5 % considera que la falta de certificaciones les ha impedido exportar o aumentar sus exportaciones.
Llama la atención que los resultados de las encuestas, que suelen indicar fallas en más del 60 % de las empresas consultadas, son similares a las tasas de mortalidad de las empresas de las que advierte Confecámaras (el 70 % deja de operar en cinco años).
Las medidas del Gobierno
Por medio del Conpes 3956, aprobado el pasado 8 de enero y que incluye una agenda de 65 acciones e inversiones por alrededor de $460.000 millones en los próximos diez años, el Gobierno espera aumentar las tasas de formalización empresarial en Colombia.
Asimismo, el Plan de Desarrollo contempla 4.000 intervenciones a compañías para ayudar a resolver los cuellos de botella en los procesos internos de las compañías y mejorar sus problemas de productividad. Y el Ministerio de Comercio tiene como meta conseguir US$500 millones con fondos de capital privado para el desarrollo de emprendimientos colombianos.
Pero, a pesar de todas las ayudas que existan y las adversidades que se presenten, tal vez el factor más importante será siempre el humano. El 30 % que sobrevive luego de cinco años se explica en gran parte en la resiliencia que demuestran los emprendedores. Por esto su labor será siempre de admirar y de apoyar.