Lo que pasaría si Tigo deja de operar en Colombia
Aunque la empresa atraviesa por una compleja situación financiera, asegura contar con la capacidad para seguir creciendo en el país. Aún así, ¿qué podría pasar en el eventual caso de que termine declarándose en quiebra?
Diego Ojeda
Tigo UNE es uno de los principales operadores de telefonía e internet fijo y móvil en el país, con más de 12,5 millones de usuarios. Esto la convierte, junto con Claro y Movistar, en una de las empresas con mayor participación de mercado en la materia.
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Tigo UNE es uno de los principales operadores de telefonía e internet fijo y móvil en el país, con más de 12,5 millones de usuarios. Esto la convierte, junto con Claro y Movistar, en una de las empresas con mayor participación de mercado en la materia.
Su trayectoria en Colombia ha estado enmarcada en una seria apuesta por mejorar y ampliar la calidad y cobertura de sus servicios, tanto que de forma consecutiva ha ganado reconocimientos (como los que brinda Ookla y Open Signal) por las velocidades de navegación y descarga que gozan sus usuarios, disponibilidad de la red 4G, y experiencia en labores demandantes como la interacción con videojuegos y aplicaciones de voz y video.
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Según lo reportado por la compañía, desde 2014 ha adelantado una ambiciosa estrategia para seguir creciendo en el país, lo que la ha llevado a invertir más de $1 billón al año. No obstante, estas inversiones también han estado acompañadas de deudas, que hoy la llevan a deber cerca de $3 billones.
El problema, según lo manifestado por Tigo, y lo consolidado en sus reportes financieros, es que el impacto de la pandemia, la inflación, las altas tasas de interés y demás complejidades de la macroeconomía nacional la han llevado a preocuparse por su estabilidad financiera. En otras palabras, su patrimonio ha ido cayendo mientras que sus deudas han ganado más protagonismo; si continúa esta situación el desbalance llegará a un punto en el que dejará de hacer sostenible al negocio.
Las posibles salidas
Encontrar una salida pronta a esta situación no ha sido un tema sencillo, pues tras la reunión que tuvieron los directivos de Empresas Públicas de Medellín (EPM) y los de Millicom International Celular S.A. (ambos accionistas de la empresa), con el ministro de las TIC Mauricio Lizcano, se llegó a la conclusión de que una forma para mantener a flote a Tigo era la capitalización de US$150 millones. Es decir, se propuso que por mitades proveyeron los recursos que está necesitando la compañía para garantizar su estabilidad financiera.
Esa iniciativa fue rechazada por EPM en la reunión que tuvo la junta directiva la semana pasada. La otra alternativa que tiene Tigo es diluir las acciones. En esta última Millicom se haría cargo de esos US$150 millones, pero la participación accionaria de EPM se reduciría considerablemente. Además, para implementar este mecanismo se necesitaría de la aprobación del Concejo de Medellín.
Es así como se llega a una tercera posible salida y es que la empresa batalle con sus actuales medios para sobrellevar esta situación, con la esperanza de que en el corto o mediano plazo la tempestad de calme. Un ejemplo de esto sería que las tasas comiencen a bajar, o que Tigo logre renegociar parte de sus contratos para encontrar tasas y plazos que se ajusten a su actual capacidad de pago.
En un detallado reporte publicado por la empresa a principios de septiembre, informó que cuenta con la capacidad para mantener su liquidez en medio de este difícil momento.
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“La compañía se considera en capacidad de gestionar sus requerimientos de liquidez y recursos de capital a través del efectivo generado, así como también mediante la ejecución de las estrategias que ejecuta el Grupo para procurar mantener un adecuado nivel de liquidez, entre otras, haciendo uso de préstamos bancarios, emisiones de deuda, financiamiento con proveedores o mediante operaciones de confirming, arrendamientos financieros, el control financiero para optimizar pagos, administración adecuada del capital de trabajo y el flujo de caja del Grupo, análisis del efectivo disponible en bancos y análisis de la proyección de disponibilidad de caja futura, así mismo, se evalúan los lineamientos y políticas de administración de contratos para negociación de plazos y términos de pago”, manifestó.
Justo el lunes Tigo comunicó que a la fecha continúa prestando sus servicios con normalidad y que, de hecho, el tráfico en su red móvil y de voz ha crecido un 3 % y 6 % (respectivamente) en el último mes; mientras que su base de usuarios se incrementó un 21 %, y los servicios digitales para empresas y Gobierno un 35 %, al comparar agosto del presente año con el mismo mes de 2022. Con esto busca dar un parte de tranquilidad a los usuarios que se preocupan por la continuidad de sus servicios, pues incluso añadió que en lo que va de 2023 han destinado más de US$100 millones para el despliegue y mejoramiento de sus redes.
Aunque con esto la empresa manifiesta solidez y confianza para salir de esta situación, no está de más preguntarse sobre qué pasaría en el eventual caso de que no lo logre.
Una Colombia sin Tigo
Antes de su eventual salida del mercado colombiano, Tigo tendría en la reorganización empresarial una última oportunidad para mantenerse a flote. Hay que recordar que este beneficio, mediado por la Superintendencia de Sociedades, le permite a las compañías renegociar sus compromisos en busca de un acuerdo que beneficie a ambas partes.
Si definitivamente se declara en quiebra, uno de los elementos que más causaría preocupación sería el de los usuarios ¿Qué pasaría con ellos?
A modo de referencia hay que recordar que no es la primera vez que un operador de telecomunicaciones deja de prestar sus servicios en Colombia, pues en el pasado marcas como Ola y Uff salieron del mercado. Esta última, de hecho, salió porque no logró ponerse al día en los pagos que le debía a Tigo, quien en su momento le arrendó su infraestructura para que la mencionada marca de telecomunicaciones pudiera operar.
A mediados de 2018 Uff dejó de ofrecer sus servicios, y la instrucción que se le dió es que debía facilitar el proceso para que sus usuarios pudieran trasladarse al operador que elijan, conservando el mismo número de teléfono. Los que hayan hecho alguna vez una portabilidad estarán familiarizados con este proceso.
Sobre los saldos que quedaban pendientes a la fecha de corte, Uff informó que mediante la aplicación Virfon App los usuarios podrían seguir haciendo llamadas con destino en Colombia y Estados Unidos. También informaron que quienes quisieran trasladarse a Virgin Mobile recibirían un bono de bienvenida como mecanismo para conservar sus saldo.
Para la realización de todo este movimiento Tigo también tendría que crear un plan de impacto que mitigue todas las eventuales afectaciones que puedan presentar los usuarios, mismo que debería ser estudiado y autorizado por quien vigile (que en para el caso de Uff fue la Superintendencia de Industria y Comercio).
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el caso de Tigo es diferente, no solo porque agrupa a una considerable cantidad de usuarios, sino también porque entre sus activos hay infraestructura para la prestación del servicio ¿Qué pasaría con esta?
Fuentes consultadas por El Espectador aseguran que Tigo podría vender la infraestructura que tenga vigente, incluso como uno de los recursos para saldar las cuentas pendientes que tenga con sus acreedores. Sin embargo, esto tendría un condicionamiento, y son los topes de las frecuencias del espectro. Es decir, puede que participantes como Claro o Telefónica estén impedidos para adquirirlas por violar esos umbrales, por lo que una autoridad, como la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC), tendría que entrar a vigilar si se cumple o no con las condiciones.
Una recomposición en el mercado
Finalmente, lo que pasaría con la eventual salida de Tigo sería la recomposición del mercado colombiano, que hoy precisamente lo tiene como uno de los protagonistas.
Según cifras manejadas por la CRC, para el primer trimestre del año el líder en el mercado de voz móvil en el país fue Claro, con una participación del 51,23 %, seguido de Movistar (29,65 %) y Tigo (15,46 %).
En internet móvil el escenario es similar, con Claro ostentando una participación del 59,78 %, Tigo quedándose con el 18,34 % y Movistar ocupando el 16 % de los usuarios.
No obstante, el mercado del internet fijo sí se muestra mejor repartido entre estas tres marcas, pues Claro tiene el 24,8 %, Tigo el 23,4 % y Movistar el 13,2 %.
Si Tigo termina cerrando operaciones en el país podrían presentarse dos escenarios. El primero es que los dos grandes que quedan (Claro y Movistar) aumenten aún más su protagonismo, incluso encendiendo las alarmas porque el primero quede teniendo una presunta posición de dominancia en el mercado. El segundo sería que los más pequeños en número de usuarios (como ETB, WOM y Virgin, entre otros) ingenien una estrategia que les permita absorber a esos más de 12,5 millones que dejaría Tigo, lo cual dinamizaría el mercado y presionaría una competencia entre las marcas que redunde en un beneficio de precios y servicio para los usuarios (sin decir con esto hoy Tigo no ejerza esa presión en el mercado).
Lo cierto es que hoy la industria de las telecomunicaciones atraviesa por un momento clave, pues elementos de su negocio, como la telefonía móvil ha pasado a representar una facturación inferior de 2017 a la fecha (para el caso de Tigo la cifra pasó de los $45.000 millones a los $28.574 millones), mientras que otros, como el internet móvil ha crecido en protagonismo (de $69.607 millones a $127.677 millones).
Una suerte de modernización que se evidencia en los cambios de consumo de los usuarios y que evidentemente demanda una serie de inversiones para no solo responder a esas demandas, sino también anticiparse a las mismas.
Si hoy Tigo está entre los líderes en el mercado es porque ha sabido responder a esas actualizaciones que ha tenido este mercado, con la oportunidad de brillar en los próximos años con la licitación de la red 5G (la cual será en unos meses). No obstante, sí está atravesando un momento complejo en donde capitalizar, o no, es la gran interrogante de la que depende gran parte del futuro de esta compañía.
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