Los 3.300 trabajadores de las plantas térmicas que mantuvieron al país encendido
Colombia superó el fenómeno de El Niño sin un solo día de racionamiento. Esta victoria y las muchas tensiones por el futuro de la energía en el país marcaron el 2024. Detrás hubo miles de trabajadores con casco y tapaoídos.
Pedro Marte se sienta todos los días en la sala de control de Termobarranquilla (TEBSA), una termoeléctrica que puede producir hasta el 12 % de la energía que consume el país, y la que tiene mayor capacidad de generación de energía en Colombia. Monitorea los datos desde las pantallas. Para las personas externas, son figuras geométricas con rojos y verdes intensos, pero para los ingenieros son herramientas para monitorear el comportamiento de los equipos, prevenir posibles fallas y reaccionar; son claves para medir variables de proceso, flujo, presión y temperatura.
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Pedro Marte se sienta todos los días en la sala de control de Termobarranquilla (TEBSA), una termoeléctrica que puede producir hasta el 12 % de la energía que consume el país, y la que tiene mayor capacidad de generación de energía en Colombia. Monitorea los datos desde las pantallas. Para las personas externas, son figuras geométricas con rojos y verdes intensos, pero para los ingenieros son herramientas para monitorear el comportamiento de los equipos, prevenir posibles fallas y reaccionar; son claves para medir variables de proceso, flujo, presión y temperatura.
Marte es jefe de turno y lleva en la empresa 16 años. Su trabajo consiste en “velar por la operación y el día a día de la planta”. Cada tarde, entre las 2:00 y 3:00 p.m., XM, el operador del sistema, envía un documento en el que confirma el despacho; es decir, cuánta energía debe generar Termobarranquilla. Con esa hoja de ruta, los jefes de turno, como Marte, planean, informan y preparan el personal y las máquinas para al día siguiente, sin falta, poner en el sistema la energía prometida.
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Jaime Rodríguez trabaja en TEBSA desde hace 26 años. Hoy es director de operaciones, pero también fue jefe de turno. Está acostumbrado a sus botas de trabajo, al casco blanco, a las gafas de protección, a usar los tapaoídos que aíslan el fuerte sonido que producen las turbinas, y a recorrer la planta, que tiene unas 40 hectáreas. Parado frente a la subestación, sin sudar, aunque el calor de Barranquilla apremia, explica que hay cinco turbinas a gas (esta planta genera con gas, hay otras que lo hacen con carbón) y dos a vapor. Cuenta, no sin cierto tecnicismo, cómo funciona el ciclo combinado: básicamente, en Termobarranquilla se recuperan los gases que genera la turbina de gas para también generar energía con vapor.
El propósito de Rodríguez es heredarles a los ingenieros más jóvenes el conocimiento que ha adquirido en estas casi tres décadas para que en el futuro puedan enfrentarse a cualquier tipo de situación, incluyendo un apagón, aunque este escenario se ha evitado y se seguirá evitando tanto como sea posible.
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El ingeniero define el fenómeno de El Niño como una prueba de fuego, pero también como la oportunidad de “demostrar la importancia estratégica” que tiene su trabajo para el país. En épocas normales, las hidroeléctricas generan el 70 % de la energía en Colombia, pero ante la ausencia de lluvias, como en el fenómeno de El Niño, se necesita respaldo. Ahí entran con más fuerza las termoeléctricas.
En el último Niño (noviembre de 2023 a mayo de 2024) las térmicas llegaron a generar hasta el 58 % de la demanda. Gracias a estas plantas, Colombia no tuvo un apagón y nadie sufrió los estragos de los temidos racionamientos de energía. La fase más dura terminó, pero las plantas siguieron teniendo protagonismo. Las proyecciones, que indicaban que el fenómeno de La Niña llegaría en el segundo semestre del año y, por lo tanto, la falta de agua para generar energía no sería un problema, no se cumplieron.
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No llegó La Niña y, además, en meses como septiembre llovió menos de lo que históricamente suele llover. El nivel de los embalses cayó. Nuevamente, las térmicas tuvieron que participar más de lo usual, generando hasta el 35 % de la demanda, para cuidar el agua de los embalses, que hoy están en cerca del 70 % gracias a que en las últimas semanas aumentaron las lluvias. Ahora, el país se alista para el “verano eléctrico”, la época en la que suele llover menos, entre diciembre y abril.
Karen Niebles, operadora de planta de agua y exteriores, explica que las térmicas siempre, los 365 días del año, están listas para entrar en acción. Después de que el país probó la crudeza de no tener energía suficiente, con el apagón de 1992 y 1993, se establecieron mecanismos para blindar el sistema y asegurar que ese escenario no se repita. En 2006 se creó el cargo por confiabilidad, un esquema que financiamos todos los usuarios para que los generadores tengan sus plantas disponibles cuando se requieran.
Aunque no haya fenómeno de El Niño, los embalses estén llenos y llueva a cántaros, estas plantas deben estar preparadas para generar cierta cantidad de energía, por eso el personal se reparte en turnos para estar en guardia las 24 horas. Rodríguez destaca que este año las térmicas cumplieron. Los trabajadores de TEBSA dicen con orgullo que en 2024 su trabajo iluminó al país, literalmente.
Pero no todo ha sido celebración. El 2024 también estuvo marcado por los debates en torno a las altas tarifas de energía y al camino que debe tomar el país para avanzar en la transición energética sin poner en riesgo la seguridad energética.
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Las iniciativas del Gobierno para cambiar las reglas del juego del sistema avivaron la tensión con los gremios, incluyendo a la Asociación Nacional de Empresas Generadoras (ANDEG), que representa a las térmicas. En la lista de desencuentros están las muchas advertencias de las empresas sobre posibles déficits de energía para los próximos años, los campanazos de una reforma a los servicios públicos, los temores por el abastecimiento de gas, las fuertes críticas que ha hecho el presidente Gustavo Petro a las empresas y la reciente decisión de establecer un tope tarifario para los precios de la energía que se negocia en bolsa.
Sin embargo, la historia de este año habría sido otra sin las térmicas. Más allá de las discusiones de alto voltaje que se seguirán dando sobre el rumbo que debe tomar la generación de energía en Colombia, están los cerca de 3.300 empleados de las térmicas: las 3.300 personas que impidieron que este año en su casa y en sus negocios faltara energía.
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