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Muchas personas relacionan la productividad con la cantidad de horas trabajadas y no hay nada más alejado de la realidad. Mientras un colombiano trabaja en promedio 2.200 horas al año y el PIB per cápita llega a US$6.000, un alemán labora 1.400 horas anuales con un PIB per cápita de US$41.300. Es decir, que los alemanes trabajan 35% menos y son 700% más productivos, según revela Plurum, firma de gestión organizacional y bienestar corporativo.
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Para José Caro, socio consultor de la entidad, esto debe llevar a replantear el liderazgo en las empresas, pues no se trata de trabajar más horas sino mejores horas. Bajo esta premisa, las organizaciones deben apostar por llevar el salario emocional a otro nivel. Trabajadores felices: organizaciones saludables, rentables y productivas.
Bajo la fórmula de experiencia total, se busca impulsar a las organizaciones para que cambien la relación que tienen con sus empleados, que en la mayoría de los casos se limita solo a un compromiso transaccional.
“El trabajo debe percibirse como un escenario donde se pueda alcanzar un propósito y no solamente un sitio a donde voy a trabajar para que me paguen. El gran reto es crear una propuesta de valor que propicie los escenarios para que los trabajadores conecten su propósito individual con el propósito de la organización”, asegura Andrés Ramírez, socio consultor de Plurum, primer profesor de la felicidad y escritor de “La felicidad es un electrocardiograma”.
Y es que solo el 56% de los trabajadores utilizan sus fortalezas en el trabajo. Según los expertos, cuando se usan las fortalezas es porque se está haciendo algo que genera gusto, pasión y por ende felicidad, pero ¿qué pasa con el restante 44% que no encuentra en su escenario laboral la capacidad para hacer lo que le apasiona? Generalmente están atrapados por un sentimiento de frustración.
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Caro, explica que la experiencia total va en el camino de que las empresas puedan ofrecer una oportunidad de reinvención. Aquí juega un papel importante el reconocimiento no tanto monetario sino el agradecer y fortalecer al otro por lo que hace. “El 66% de las personas no se siente reconocida.
Hay tres variables importantes, que se enmarcan en un triángulo denominado Core, que impactan la felicidad y fluidez de una persona en su empresa: confianza en los lideres, orgullo por el sitio donde trabajo y sentirse reconocido”, afirma Caro.
Ahora bien, más allá de la pasión que puedan tener los trabajadores por las labores que realizan en la compañía, es necesario que estos den un salto más allá generando un compromiso emocional que implique “estaré donde mi equipo me necesite no necesariamente haciendo lo que me gusta”, asegura Caro.
Los líderes empresariales también deben juegan un papel importante en este cambio de cultura. “Si la alta gerencia no está comprometida con el cambio organizacional, no funcionará una cultura como la que se propone desde las entidades de felicidad corporativa. Entonces es muy importante que los que llevan el timón crean en los nuevos proyectos y transformen su liderazgo, que pasen de uno autoritario a uno inspirador, que sirvan al otro”, explica Ramírez.
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Las organizaciones deben crear herramientas, espacios y relaciones para hacerle la vida más fácil al trabajador para que este se siente y logre el éxito desde su percepción. “Cuesta cierto trabajo entender que los seres humanos somos bidireccionales, pero en la medida que una persona siente que su organización le facilita la vida, esa persona va a responder con acciones que le facilitan la vida la organización. Es un tema reciproco”, dice Juan Guillermo Báez, socio y director comercial de Plurum.
Según cifras poblacionales en Colombia, el 50% de la población laboral en Colombia son millennials o hacen parte de la generación X. De los millennials laboralmente activos, 30% ya ejercen actividades de liderazgo siendo responsables de equipos. No son niños en las organizaciones sino los que están marcando la pauta. “Los millennials tienen el chip del trabajo cooperativo y llegan a incentivarlo, pero ese cambio generacional está causando un gran choque ya que las estructuras de las organizaciones no están preparadas para manejarlo. Actualmente solo 4 de cada 10 trabajadores está en la capacidad de ejercer la cooperación entre equipos y eso hay que cambiarlo”, asegura Caro.
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