Los cambios que se vienen con la reducción de la jornada laboral en Colombia
El 15 de julio entra en vigencia la ley que reduce la jornada laboral en Colombia, un ajuste paulatino que apunta a que en 2026 los trabajadores no laboren más de 42 horas a la semana. Acá le explicamos el detalle de esta nueva normativa.
Diego Ojeda
Hace dos años el Congreso de la República aprobó la ley 2101, mediante la cual se reduce la jornada laboral en Colombia, teniendo en cuenta que hasta la fecha esta es de 48 horas a la semana. Parte de los argumentos que se emplearon en la discusión indicaban que más horas trabajadas no necesariamente se traducen en una mayor productividad: por el contrario, afectan los tiempos de descanso y actividades extralaborales, lo que a la larga implica un menor rendimiento del trabajador.
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Hace dos años el Congreso de la República aprobó la ley 2101, mediante la cual se reduce la jornada laboral en Colombia, teniendo en cuenta que hasta la fecha esta es de 48 horas a la semana. Parte de los argumentos que se emplearon en la discusión indicaban que más horas trabajadas no necesariamente se traducen en una mayor productividad: por el contrario, afectan los tiempos de descanso y actividades extralaborales, lo que a la larga implica un menor rendimiento del trabajador.
Según lo establecido por la misma ley, el próximo 15 de julio entrará en vigencia la disminución de la jornada laboral, siendo esta de forma paulatina (para que su impacto no sea traumático en el tejido empresarial). La reducción se dará de la siguiente forma: en 2023 será de una hora, pasando a un tope de 47 horas por semana; en 2024 será de 46 horas; en 2025 de 44 horas y en 2026 de 42 horas.
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Según lo explicado por el abogado laboralista Víctor Julio Díaz, la disminución de la jornada laboral aplica para todo tipo de contrato, por lo que las empresas que no comiencen a implementarlo serán expuestas a investigaciones y sanciones por parte del Ministerio de Trabajo. También hay que decir que si se le solicita al trabajador laborar desde 43 horas para adelante (en 2026), el tiempo extra le deberá ser reconocida como hora extra.
Solo hay una salvedad, y son los trabajadores de supervisión, dirección, confianza o manejo (como lo puede ser el director de área en una empresa), pues estos se encuentran excluidos de la regulación sobre jornada máxima de trabajo. “Es decir, tienen que trabajar el número de horas necesarias para cumplir con sus funciones sin que tengan derecho al pago de horas extra. No obstante, sí tienen derecho al recargo nocturno, siempre y cuando su jornada ordinaria se lleve a cabo entre las 9 de la noche y las seis de la mañana; así como el trabajo en domingo o festivos, si llegan a trabajarlos”, detalla Díaz.
Una de las preguntas que surgen sobre este tema es cómo distribuir los horarios, teniendo en cuenta que ahora el tope máximo para laborar a la semana es un número impar.
Según lo descrito por la ley, los horarios de trabajo podrán ser concertados entre el empleador y el trabajador teniendo en cuenta que no se podrá trabajar menos de cuatro horas, ni más de nueve horas al día y así garantizar por lo menos un día de descanso a la semana. También hay que tener en cuenta que no habrá lugar a recargos, siempre y cuando no se sobrepase el límite de la jornada laboral (es decir, las 47 horas que regirán en 2023).
Para el también abogado laboralista Diego Leal, es cada empresa la que determina qué distribución de horarios se adecúa de la mejor forma a la naturaleza de sus actividades.
No obstante, considera que una posible distribución para 2023 podría ser que de lunes a viernes se trabajen ocho horas, y el sábado siete horas; para 2024 podrían ser cuatro días de ocho horas y dos días de siete horas; para 2025 de dos días de ocho horas y cuatro días de siete; y para 2026 podría ser de seis horas al día.
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Otro de los cambios que acompañan a esta ley es que como se dará más tiempo para que los trabajadores destinen a sus actividades personales y familiares, no tiene sentido que se les siga reconociendo el “día de la familia” (que es un día libre que se viene dando por cada semestre). Tampoco que las empresas con más de 50 trabajadores destinen dos horas semanales (acumulables en un año) para actividades de recreación, capacitación y actividades deportivas. Ambos beneficios desaparecen.
En entrevista con El Espectador, el viceministro de Relaciones Laborales e Inspección, Edwin Palma, recordó que la entrada en vigencia de esta ley es una “reivindicación tardía e incompleta”, si se tiene en cuenta que desde 1935 hay un convenio con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que busca establecer una jornada de 40 horas a la semana. De allí que en países como Francia, desde 1998 la jornada sea de 35 horas, o que en Chile esta ya se haya reducido a las 40 horas.
Por los referentes que se han visto con la reducción de la jornada laboral, se ha encontrado que los trabajadores mantienen o aumentan su productividad. Palma cita un informe de la OCDE en donde figura que Colombia es el segundo país de la organización que tiene más horas laborales en el año, pero que a las vez es el segundo país menos productivo. “Hay una regla inversamente proporcional que indica que el trabajador que más labora es el más improductivo, y esa es una reflexión importante”, precisa.
El impacto en las empresas
En tiempos donde la economía no atraviesa por su mejor momento, también es válida la pregunta sobre el impacto que pueda tener la entrada en vigencia de esta ley en el tejido empresarial, pues hay quienes creen que esta noticia se traduce en mayores costos de contratación.
Para mitigar esto, la ley estableció que bajo la dirección del Ministerio de Trabajo se debían adelantar unas mesas técnicas que previeran esos posibles efectos negativos. Según lo dicho por Palma, ese ejercicio se hizo y fueron atendidas las diversas preocupaciones que salieron a flote, así como la disposición de 1.100 inspectores que estarán velando por el cumplimiento de la nueva normativa, así como la implementación de acciones preventivas y pedagógicas.
También es cierto que en el país ya hay empresas que, de forma autónoma, han reducido su jornada laboral. Tal es el caso de Grupo Hada, la cual es una compañía dedicada a la producción de jabones y que desde el año pasado empezó a implementar una jornada de trabajo de cuatro días a la semana. En entrevista con este medio su gerente administrativo, Roberto Gutiérrez, explicó que la productividad en la empresa aumentó un 95 %.
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“En comparación con lo que viene pasando en el país, son números bastante grandes. En términos de desempeño económico, la compañía viene creciendo muy bien y los niveles de productividad que se han reportado son mejores que el año anterior. La compañía funciona más rápido, hace foco en la creación de valor, entiende qué elementos no impactan positivamente los resultados importantes del negocio, y estos elementos se desechan”, dijo.
Según lo manifestado por el presidente de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), Bruce Mac Master, de momento no hay indicadores que sugieran que la entrada en vigencia de esta ley causará traumatismos en las empresas, pero sí considera que podría sentirse con mayor fuerza en renglones como el comercio, la salud y los call centers.
También es cierto que por la naturaleza de ciertas actividades, como lo pueden ser bares y restaurantes, la reducción de la jornada laboral implique mayores desafíos, pues los horarios no siempre son de estrictamente ocho horas.
A esto se suma los cambios que podría traer la reforma laboral que, como ya lo dijo el Gobierno, volverá a presentarse en la legislatura que se inicia el 20 de julio. Hay que recordar que la iniciativa propone que la jornada nocturna vuelva a las seis de la tarde (aunque en su ponencia se modificó a las siete de la noche), y que el los turnos que se hagan en domingos y festivos tengan un recargo del 100 %.
Los tiempos están cambiando y con ellos la concepción de lo que es ser productivo. Poco a poco va quedando en el pasado la imagen del trabajador que “se pone la 10″ y se queda calentando silla, cuando lo que demuestran las cifras y la realidad es que más descanso y tiempo para la familia se traduce en trabajadores más felices y, por ende, más productivos.
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