Los desafíos para seguir bajando el desempleo
Desde noviembre la tasa no alcanza una cifra de un dígito, mientras que la informalidad continúa por las nubes. Expertos hablan sobre las apuestas que podrían mejorar las condiciones del mercado laboral en el país.
Diego Ojeda
El 2023 fue un buen año para la lucha contra el desempleo en Colombia. Las cifras del DANE mostraron seis meses consecutivos en donde la tasa se mantuvo en un dígito (de junio a noviembre). Esto se tradujo en buenas noticias para el país, pues hay que recordar que la pandemia representó un enorme impacto en el mercado laboral, llevando el indicador a un máximo histórico que, en julio de 2020, superó el 20 %.
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El 2023 fue un buen año para la lucha contra el desempleo en Colombia. Las cifras del DANE mostraron seis meses consecutivos en donde la tasa se mantuvo en un dígito (de junio a noviembre). Esto se tradujo en buenas noticias para el país, pues hay que recordar que la pandemia representó un enorme impacto en el mercado laboral, llevando el indicador a un máximo histórico que, en julio de 2020, superó el 20 %.
La más reciente fotografía (febrero de 2024) muestra una tasa de desempleo del 11,7 %, la cual es una cifra 0,3 puntos porcentuales por encima a la consolidada en el mismo mes del año pasado. Esto se traduce en que Colombia tiene 2,9 millones de personas buscando trabajo, es decir, 124.000 más a la que tenía en el mismo período del año anterior, así como 76.000 por encima del referente prepandémico (febrero de 2019). En suma, si bien el mercado laboral se ha venido recuperando en esta materia, aún queda mucho por hacer.
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Y es que a decir verdad, febrero siempre ha sido un referente complicado para hablar de desempleo, pues tiende a ser el mes del año con mayores niveles. Muestra de esto es que en 2023 su tasa fue del 11,4 %, en 2022 del 12,9 %, en 2021 del 15,6 %, en 2020 del 12,8 % y en 2019 del 12,1 %. De nuevo se evidencian mejoras, pero los indicadores siguen siendo altos.
Si se tiene en cuenta el comportamiento promedio que registró esta tasa en 2023, y se compara con sus registros en los dos primeros meses del año, se podría pensar que la reducción del desempleo entró en un estancamiento; sin embargo, y según lo explicado por Andrés García, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, hay que tener en cuenta que la desocupación manifiesta año tras año unos ciclos, en donde se observan reducciones hacia mediados y finales de año, así como incrementos en sus inicios. En suma, es normal que estemos viendo repuntes en esta materia, así como que se esperen reducciones en los próximos meses.
Más allá de esto hay algo que sí es atípico, y que ha preocupado a representantes de diferentes renglones de la economía, y es el evidente deterioro que se ha registrado en ciertos rubros que se caracterizan por ser grandes generadores de empleo.
El principal es comercio y reparación de vehículos, que pasó de emplear a 4,1 millones de personas en febrero del año pasado a dar trabajo a 3,9 millones en febrero de 2024 (perdió 167.000 plazas laborales). En agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca se registraron 3,2 millones de ocupados (34.000 menos), mientras que en transporte y almacenamiento se estimaron unos 1,6 millones (42.000 menos).
Aunque hay que decir que de las 13 actividades analizadas por el DANE, ocho lograron repuntar en febrero de 2024, como administración pública, defensa, educación y atención de la salud humana, que aumentó en 86.000 el número de sus plazas laborales, así como las industrias manufactureras que engrosaron sus nóminas con 149.000 trabajadores.
No obstante, el sector de la construcción genera una especial preocupación, pues en febrero registró la pérdida de 50.000 plazas laborales, lo cual está lejos de considerarse un hecho aislado, pues si se toma el promedio de ocupados que ha registrado este sector en los últimos cuatro años, que es de 1,5 millones de personas, se evidencia que ahora está por debajo de este en 58.000 ocupados.
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¿Qué está pasando?
Una vez más la respuesta corta a esta problemática estaría en los ciclos que tiene la macroeconomía colombiana. Pasamos, por ejemplo, en 2021 de tener un crecimiento pronunciado del Producto Interno Bruto (PIB) colombiano, con bajas tasas de interés e inflación, a registrar recientemente ciclos tímidos de crecimiento de la economía nacional (incluso negativos, como se evidenció en el tercer trimestre del año pasado), con una inflación que alcanzó máximos históricos, así como elevadas tasas.
Así lo explica el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Fabio Arias, quien manifestó que el hecho de que la tasa de desempleo continúe en dos dígitos no es más que la muestra de que Colombia todavía no experimenta una recuperación económica significativa.
“Hemos expuesto en reiteradas ocasiones que mientras no bajen las tasas de interés, de forma considerable, la reactivación de la economía seguirá siendo compleja y difícil. Le hemos insistido al Banco de la República que lo haga, porque mientras la inflación bajó, en febrero, 5,8 puntos porcentuales frente al mismo mes del año pasado, la tasa de interés solo se ha descolgado en 0,75 puntos”, dijo.
Es decir, lo que se propone desde la CUT, y diferentes agremiaciones como Fenalco, es que los colombianos necesitan más capacidad de gasto para que la economía se dinamice. “La gente ahora no se puede endeudar, por eso es que se ha estancado la compra de vivienda, y con ella las oportunidades de trabajo para el sector de la construcción”, detalló Arias. La junta directiva del Banco de la República ha argumentado que basa sus decisiones en criterios técnicos para lograr llevar la inflación a la meta del 3 %.
La situación sería más inquietante si se tiene en cuenta el análisis del director de Empleo y Seguridad Social del Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, Mauricio Salazar, quien precisa que si bien el año pasado se evidenció una notable caída en el desempleo, gran parte de los trabajos que se generaron están entre los $0 y un salario mínimo.
“Lo que nos dice esto es que mucha gente tuvo que entrar al mercado laboral por las condiciones difíciles de la economía, pero esto no significa que hayan encontrado un buen trabajo”, menciona.
De hecho, cifras del DANE revelan que de enero a octubre de 2023 el grueso de quienes tenían trabajo en Colombia (el 47,1 %) devengaba al mes menos de un salario mínimo, mientras que el 11,3 % ganaba un salario mínimo. Es decir, casi seis de cada 10 trabajadores en el país gana uno o menos de un salario mínimo al mes.
Estas cifras coinciden con otro de los grandes malestares que tiene el mercado laboral colombiano: la informalidad. Con corte a febrero, el 57 % de los ocupados en Colombia se encontraban en esta situación, esto son 12,8 millones de personas que no cotizan a pensiones, salud, caja de compensación ni tienen acceso a beneficios como vacaciones, cesantías o primas.
Según lo manifestado por Arias, la informalidad continúa alta porque sigue siendo protagonista la economía popular, el famoso “rebusque”. Pero también porque hay muchas formas de contratación que están al límite de la legalidad por la falta de compromisos que tienen muchos empleadores en el país. Está, por ejemplo, el caso de las y los trabajadores domésticos, que reciben un salario, pero que no todos gozan de las vinculaciones y beneficios asociados a la formalidad; algo parecido a lo que pasa con los trabajadores rurales y los trabajadores de aplicaciones de reparto y movilidad, quienes también representan un sector importante en la fuerza laboral colombiana.
“Aquí los empresarios nos deben una alta cuota de formalidad”, concluyó Arias.
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¿Qué hacer?
Propuestas e ideas hay muchas, pero como lo alertó en su momento la Misión de Empleo que contrató el gobierno de Iván Duque, los principales malestares están tan arraigados en el mercado laboral colombiano que se necesitaría más de una reforma, así como un trabajo articulado que involucre varios períodos de gobierno (construir sobre lo construido), para que se pueda atacar el asunto de raíz.
Para muchos analistas, los principales problemas se concentran en dos pilares: alto desempleo y alta informalidad, asuntos que pareciera no resolver la reforma laboral que cursa en el Congreso.
La ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, reconoce que su propuesta de reforma no está enfocada en generar empleo, sino en reforzar los derechos de los trabajadores para mejorar su calidad y estabilidad, cumpliendo con las recomendaciones que hacen organismos internacionales, como la OIT.
Para García, si bien los temas que defiende la reforma son importantes, no son los de mayor urgencia. “Este proyecto de ley no tiene claro qué pasa con los trabajadores que ganan menos de un salario mínimo, los que recurren al autoempleo y que no pueden formalizarse, y con los que están excluidos de los sistemas de contribución a la seguridad social. No hay incentivos para que puedan integrarse”, argumentó.
En contraste, defensores de la reforma, como el presidente de la CUT, dicen que la iniciativa sí atiende problemáticas como la informalidad, pues propone modelos para formalizar a trabajadores de plataformas, trabajadores domésticos y trabajadores rurales, mientras que el desempleo se podría mitigar con la iniciativa del gobierno Petro de incluir a la economía popular en las contrataciones del Estado, así como la estrategia de compra de tierras para estimular la producción en las zonas rurales y apartadas.
Para Arias también es importante que desde el Gobierno se creen programas especiales para los territorios más afectados por el desempleo, como en Arauca, que la tasa es del 28,9 %, o en Moca y Quibdó, en donde la cifra es del 26,8 y 25,6 %, respectivamente, y que casi que triplican el dato que se registra en ciudades como Bogotá.
Mejorar la formación para el trabajo también es un asunto en el que coinciden muchos de estos analistas. Con el auge que está teniendo la transformación digital en el tejido empresarial colombiano, cada vez se demandan más perfiles inmersos en temas como la programación, el análisis de datos y la inteligencia artificial. Según cifras del Ministerio de las TIC, se estima que para el próximo año se registre una brecha de entre 68.000 y 112.000 desarrolladores de software en el país, generando un fenómeno en el que trabajo sí hay, pero no hay quién lo haga.
Sobre esto se han implementado estrategias impulsadas desde el sector privado (como la liderada por Microsoft en Medellín), y también desde lo público (como el programa gubernamental de Colombia Potencia Digital). Pero, como lo explica el director del Observatorio del Mercado de Trabajo de la Universidad Externado, Stéfano Farné, la brecha que se experimenta en la formación para el trabajo ha existido desde hace muchos años y, aunque su solución parece relativamente fácil (armar los cursos y capacitar a los trabajadores) su aplicación ha demostrado no ser tan sencilla.
La realidad es que el mercado laboral colombiano continúa manifestando una serie de complejidades que, en los últimos meses, hacen creer que la reducción del desempleo se ha estancado. Un problema tan arraigado que las soluciones no son tan sencillas y parecieran condenarlo a un futuro en donde seguirá habiendo alta informalidad y desempleo, con el agravante de que está perdiendo fuerza laboral disponible por cuenta de que cada vez nacen menos colombianos, y un número importante de los que están han migrado a otros países para encontrar mejores oportunidades. En suma, un desafío de enormes proporciones.
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