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Los jóvenes en Colombia son cerca de un cuarto de los habitantes del país y un tercio de la población en edad de trabajar. Sin embargo, enfrentan dificultades en materia de acceso a la educación y la situación no es mejor a la hora de buscar empleo.
El 42 % de los jóvenes entre 15 y 17 años acceden a los dos últimos años del bachillerato, según las bases del Plan Nacional de Desarrollo, y solo la mitad de los jóvenes entre 17 y 21 años acceden a la educación superior.
Para José María Roldán, consultor líder de mercado laboral en Urban Pro, analizar la juventud colombiana debe partir de entender que la realidad es heterogénea. La situación de los jóvenes puede ser diferente teniendo en cuenta dónde viven y en qué nivel de ingresos está su hogar.
Para hacerse una idea, según el informe Educación orientada al empleo 2014-2017, de la Red Ciudades Cómo Vamos y la Fundación Corona, publicado este año, el promedio de años de escolaridad del grupo de jóvenes con menores ingresos (el más pobre) es 9,9, mientras en los de mayores ingresos es 12,6.
En materia laboral, las tasas de desempleo para los jóvenes son casi el doble de la tasa nacional (ver infografía). De acuerdo con Roldán, en todo el mundo es común que la tasa de desocupación de esta población sea más alta, debido a factores como el círculo vicioso de la experiencia laboral: a los jóvenes no los contratan porque no tienen experiencia, pero no pueden adquirirla porque no los contratan.
Por otro lado, cerca del 21 % de los jóvenes son “ninis”: ni estudian, ni trabajan. Alrededor del 70 % de ese grupo son mujeres, prevalencia relacionada con factores como el embarazo temprano, un reto para terminar la educación y poder emplearse.
Para Roldán, sería valioso conformar una misión de empleo juvenil, que ayudara a entender la complejidad y heterogeneidad de los contextos de los jóvenes a partir de información cuantitativa y cualitativa.
Uno de los frentes en los que, dice, debe trabajarse con mayor énfasis es la orientación ocupacional de los jóvenes que están terminando el colegio, para que puedan tomar mejores decisiones para su futuro. Asimismo, políticas sociales (no necesariamente laborales) como las orientadas a reducir el embarazo adolescente pueden tener un gran impacto en el mercado laboral.
De acuerdo con el Ministerio de Trabajo, se está construyendo, con base en lo aprobado en el Plan Nacional de Desarrollo, el Sistema Nacional de Cualificaciones, que permitirá una formación para el trabajo con pertinencia, es decir, formar jóvenes para las competencias que efectivamente necesita el sector productivo.
Sobre conseguir el primer empleo y romper algunos prejuicios...
Para combatir obstáculos como el de la experiencia laboral para el primer empleo, el gobierno anterior puso en marcha la estrategia “40.000 primeros empleos”, meta que se alcanzó en 2017.
Recientemente, el Ministerio de Trabajo ha lanzado iniciativas como la de exigir a entidades públicas que vinculen a sus plantas de personal, en cargos nuevos, a jóvenes entre 18 y 28 años que no acrediten experiencia. Este es un proyecto de decreto que se encuentra aún en trámite.
Por otro lado, dice esa cartera, el programa Estado Joven le ha permitido en 2019 una primera oportunidad a jóvenes para adelantar pasantías pagadas en instituciones públicas de todo el país .
Para José María Roldán, consultor en mercado laboral, es clave atender las necesidades desde plataformas como el Servicio Público de Empleo. Señala que allí el 80 % de las ofertas requieren mínimo un año de experiencia laboral. Sin embargo, la mitad de los usuarios de esa plataforma son menores de 28 años, es decir, jóvenes probablemente sin experiencia.
Otro de los retos por combatir son los prejuicios sobre las comúnmente llamadas “habilidades blandas” de los jóvenes. Por ejemplo, no contratarlos por creer que por ser jóvenes serán incumplidos o impuntuales.