Los monopatines eléctricos de Grin llegaron a Bogotá

Desde hace dos semanas la empresa mexicana Grin habilitó 150 equipos para ser alquilados en varios puntos al norte de la capital.

Valeria Cortés Bernal / @cortesbernal_v
11 de diciembre de 2018 - 11:01 p. m.
Los monopatines están ubicados en más de 30 puntos o "estaciones Grin" al aire libre. / Cortesía Grin.
Los monopatines están ubicados en más de 30 puntos o "estaciones Grin" al aire libre. / Cortesía Grin.
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Luego de anunciar una alianza estratégica con la startup colombiana Rappi, la compañía tecnológica Grin puso en marcha su operación de monopatines eléctricos de uso compartido al norte de Bogotá. Hasta el momento hay 150 artefactos distribuidos en más de 30 estaciones y se han realizado alrededor de 800 viajes.

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Se trata de un servicio de transporte pensado para trayectos cortos. En el caso de Bogotá, la fase inicial se ha puesto en marcha en las localidades de Chapinero y Usaquén, específicamente en el área comprendida entre las calles 147 y 82, y entre la carrera séptima y la autopista norte.  

“Un monopatín de Grin te permite hacer el primer o último trayecto de esa reunión, almuerzo o cita de trabajo que está relativamente cerca, pero que te tomaría mucho tiempo en auto”, aseguró Simón Borrero, CEO de Rappi.

¿Cómo funciona?

Los usuarios interesados deben acercarse a los puntos y escanear el código QR del aparato que desan alquilar a través de las aplicaciones Grin Scooters o Rappi. Esta acción liberará el monopatín por un costo de $1.500, que deberán pagarse con tarjeta de crédito a través de la plataforma. 

Una vez el vehículo esté desbloqueado, se le empezarán a cobrar $300 por cada minuto que le tome llegar hasta su estación final. Las aplicaciones proveen un mapa con la ubicación de estos puntos y los límites en los que puede utilizar este medio de transporte. 

Los monopatines vienen con una tarjeta que trae instrucciones de uso y algunas recomendaciones. También tienen sistemas de rastreo GPS y están asegurados en caso de robo. 

Y es que si bien el 90% de los equipos terminan en las estaciones el sistema (cómo lo demostró su experiencia en ciudades como São Paulo y Ciudad de México) la inseguridad sigue siendo uno de los mayores retos para la compañía, pues los monopatines se encuentran expuestos en lugares públicos durante todo el día. 

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Algunas medidas que ha tomado la empresa en Bogotá han sido disponer de un grupo de operarios que vigilan las estaciones mientras que los usuarios se familiarizan con el servicio y comunicarse con las autoridades del sector para que conozcan la plataforma y estén atentos ante posibles intentos de hurto. Igualmente, Grin asegura que la relación de Rappi con comercios regulados les ha permitido montar sus estaciones cerca a establecimientos seguros. 

La novedad del sistema hace que Grin goce de ciertos privilegios, entre ellos el no responder a un marco regulatorio que les exija unas normas o tarifas mínimas. Si bien por ahora esto no es un problema para la ciudad, países como España ya han impulsado propuestas para regular el uso de estos equipos, pues solo en los primeros meses de 2018 se produjeron 273 accidentes de monopatines eléctricos en 44 ciudades del país. 

Por ahora, los ejecutivos de Grin buscan incentivar el uso del casco y la ciclorruta para evitar estos siniestros en la capital, sin embargo, también insisten en que su proyecto es tan solo un piloto y que están dispuestos a sentarse con las autoridades competentes cuando llegue el momento de hablar de regulaciones. 

“Queremos mejorar la movilidad de Bogotá y hacerlo ordenadamente, trabajando de la mano con la comunidad y las autoridades locales” concluyó Santiago Hernández, Country Manager de Grin Colombia.

Grin no es la única plataforma que ofrece una opción ecológica para movilizarse en la capital. Desde finales de 2017, Muvo alquila bicicletas eléctricas en varios puntos de la ciudad a través de su aplicación y para junio de este año contaba con 6.000 usuarios.

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La buena recepción que han tenido ambos emprendimientos es una muestra de que Bogotá, la ciudad con la ciclorruta más larga de Latinoamérica (500 km), está cada vez más abierta a medios de transporte alternativos. 

Por Valeria Cortés Bernal / @cortesbernal_v

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