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Cuando el dólar sube con fuerza, como los $500 que ha ganado en la última semana, y con la tasa de cambio arriba de los $4.000, se toma conciencia de cuánto depende Colombia del exterior. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en 2019 el país importó US$52.702 millones en artículos que se consumen en los hogares colombianos —como los jabones (US$232 millones en 2019) y el cacao (US$63 millones)— y en industrias y ramas de la economía —como el abono (US$660 millones) y el hierro (US$1.632 millones—.
En efecto, dependemos del dólar. Por ejemplo, el sector de la construcción —uno de los más importantes de la economía, pero que ha estado débil, pues su PIB cayó 1,3 % en 2019— importa del 16 al 20 % de sus insumos, materiales que se han encarecido 14 % en marzo por causa de la devaluación. Lo mismo ocurre para los avicultores, pues, según Fenavi, esta actividad importa cerca de siete millones de toneladas de alimento para aves al año, equivalentes a unos US$1.800 millones.
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También influye el cambio de los patrones de consumo de los hogares colombianos en los últimos diez años. En febrero de 2019, el DANE actualizó la canasta familiar para incluir nuevos bienes y artículos, y varios de estos no se producen en el país. Por ejemplo, las suscripciones de plataformas como Netflix o Spotify. De hecho, según Raddar, antes el 11 % de los bienes de la cesta básica correspondía a bienes importados, pero tras el cambio ese porcentaje ahora llega al 15 %. Por esto, se sabe que la subida del dólar ahora impacta más a las familias.
Frente a esta situación de dólar caro alguien podría proponer volver a comprar producto colombiano. En efecto, hay una serie de artículos como las proteínas animales (pescado y carnes) que pueden ser reemplazadas por la oferta y producción local. Incluso hay alternativas para Netflix, pues páginas como Retina Latina o Filmin Latino permiten ver cine latinoamericano independiente de forma gratuita. Sin embargo, hay sectores que no tienen la opción de trasladarse a la producción local.
Enrique Giles, profesor de economía de la Universidad EAN, explica que “hay tres sectores de la actividad económica en el que los insumos intermedios importados representan más del 40 % de las compras totales (de insumos): fabricación de sustancias y productos químicos (que tienen algunos sustitutos en la producción colombiana), fabricación de aparatos y equipo eléctrico (que no tienen sustituto directo) y fabricación de vehículos automotores, y el segmento de mantenimiento y reparación automotriz (tampoco con sustituto directo)”.
En 2019 se importaron US$2.500 millones en productos químicos y US$2.600 millones en productos farmacéuticos. También se compraron US$4.900 millones en vehículos, partes y accesorios; artículos de los cuales dependen ensambladoras y talleres mecánicos locales. Al país entraron aparatos y material eléctrico por valor de US$5.700 millones. De hecho, estos tres sectores que menciona Giles suelen ser históricamente los de más peso dentro de las importaciones colombianas. Y son precisamente los que más podrían encarecer ante el dólar a $4.000 y por las pocas posibilidades de poder reemplazarlas con producción doméstica.
¿Oportunidad para los textiles colombianos?
El sector textil y de la confección, históricamente, ha denunciado perjuicios por las importaciones de prendas de vestir (más de US$781 millones en 2019), en particular desde China, pues consideran que hay una competencia desleal. Por esto, la Cámara Colombiana de la Confección ha pedido que se endurezcan los aranceles a las importaciones de estos bienes.
Sin embargo implantar mayores tarifas ha sido rechazado por los principales gremios textileros del país: la Andi, Fenalco, Analdex y hasta el Gobierno, que demandó ante la Corte Constitucional el apartado del Plan Nacional de Desarrollo que aumentó los aranceles. El pasado 29 de enero el alto tribunal tumbó dichas tarifas, aprobadas por el Congreso. Después, en un proyecto de decreto, el Gobierno planteó adoptar nuevos aranceles, considerados demasiado bajos por los confeccionistas.
Ahora bien, el alza de 14 % que ha tenido el dólar durante marzo puede servir como un arancel; es decir, a los importadores les sale más caro traer desde el exterior y tienen motivos para preferir los productos locales. Esta es una industria que ya está consolidada y en constante crecimiento.
Carlos Eduardo Botero, presidente del Instituto para la Exportación y la Moda (Inexmoda), explica que “en esta coyuntura particular del coronavirus hay que esperar para ver cómo reacciona el mercado interno, pues de hecho algunas fábricas están tomando medidas para evitar el contagio que puede debilitar la producción. Por ejemplo, algunas están fraccionando el personal en varios turnos, para evitar que se congreguen demasiadas personas. Pero siempre ha habido oportunidades para el sector textil y de la confección colombiano cuando sube el dólar, y ahora se podrían incrementar las posibilidades de más abastecimiento local si la tasa de cambio se mantiene cerca de $3.500 por un buen tiempo”.
Colombia es un país que depende en gran parte del exterior y una muestra de ello son las multimillonarias importaciones, algunas de las cuales son difíciles de reemplazar y, por ende, podrían encarecerse mucho con la devaluación. Pero también sectores como el textil y de la confección podrían ganar si saben aprovechar el vacío que deja el dólar a $4.000.