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Los riesgos de volver a usar leña por el encarecimiento del gas

Más de 1,6 millones de hogares siguen cocinando con leña, y podrían ser más debido al encarecimiento de más del 14 % que han tenido las pipetas y por los riesgos de alza de precios del gas en caso de tener que importar este recurso.

Esteban Coronado Hernández*
01 de octubre de 2022 - 02:00 a. m.
Cocinar con leña perjudica especialmente a la primera infancia, las personas con discapacidad y las mujeres embarazadas.   / Getty Images
Cocinar con leña perjudica especialmente a la primera infancia, las personas con discapacidad y las mujeres embarazadas. / Getty Images
Foto: Getty Images

Luego de que se terminaran los descuentos de Ecopetrol el pasado 30 de junio, en Colombia se prendieron las alarmas por el alza de precios del gas natural que consumen los hogares. De hecho, la Asociación Colombiana del GLP (Gasonova) advirtió de alzas de entre el 14 y el 15 % en la pipeta. El encarecimiento de este recurso tiene una consecuencia peligrosa para los hogares más vulnerables, sobre todo los del campo: el riesgo de volver a cocinar con leña.

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Aunque en las principales ciudades el uso del gas es generalizado, en el campo aún se ven hornos artesanales. Cifras de Andesco revelan que todavía hay 1,6 millones de hogares que siguen cocinando con leña. Comunidades que incorporan este recurso natural a sus vidas diarias.

“Con leña, todo…, toda la vida”, cuenta don Julio Guaquetá, un campesino que vive en la vereda Güita, en Suesca, Cundinamarca. Julio se levanta todas las mañanas a buscar leña para su horno; “no más de media hora se demora eso”, dice. Les pide permiso a los dueños del monte que colinda con su casa para buscar leña. Pero otros optan por comprarla.

“$30.000 por esto”, dice doña Alicia, campesina y vecina de Julio, señalando un arrume de leña que usa para los almuerzos. Pero no es su única forma de cocinar, pues también tiene una pipeta de gas de 40 libras que le cuesta $120.000.

La mayoría de las personas usan gas o leña, no ambas. Pero Alicia y su hija Johanna son prácticas y usan ambos. “En el almuerzo ya es pasable”, explica Johanna asegurando que en el almuerzo es más fácil usar leña que para el desayuno.

Es curioso porque pareciera que el gas y la leña son sustitutos, pero en este caso los ven como bienes complementarios. Una visión que les permite maximizar su utilidad.

Pero, aunque ambos recursos sirvan para cocinar, no tienen las mismas consecuencias: hay externalidades, efectos indeseados que van más allá de la misma actividad y necesidad de cocinar.

Esta comunidad en Suesca reconoce los riesgos de la leña y tienen prácticas para lidiar con ello. Julio cocina “siempre con tapabocas”, porque si no, “se le mete todo eso”, dice señalando el humo del horno. Por su parte, Alicia le pone jabón al revés de las ollas porque facilita el lavado.

Pero las consecuencias son mucho más grandes de lo que cree esta comunidad. Ana Aguilar, quien trabajó como terapeuta en el Fundación Neumológica Colombiana, insiste en que los riesgos son muy grandes en caso de que estas comunidades se vuelquen a cocinar con la leña por el encarecimiento del gas.

“Las enfermedades respiratorias aumentarían de forma drástica, no tenemos la cantidad de especialistas necesarios para atenderlo s(…) Los costos serían altísimos para el sistema de salud”, cuenta Ana, y señala que se perjudica especialmente a la primera infancia, las personas con discapacidad y las madres embarazadas. Agregó que dentro de la lista de secuelas hay enfermedades respiratorias, cardíacas, problemas de desarrollo y de movilidad.

“Yo no siento nada”, dice Julio, cuando se le pregunta si tiene problemas respiratorios. No obstante, Alicia cuenta que siempre lo escuchan tosiendo.

Usar leña también tiene costos ambientales y económicos. Andrés González, analista económico del sector en E-Concept, advierte que la leña es un gran contaminante. Efectivamente, según la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME), la leña emite 0.09 kilotoneladas de CO2 por cada terajulio de energía producido, mientras que el gas emite 0.056 kilotoneladas. Es decir, la leña contamina casi el doble que el gas para generar el mismo calor.

La leña se usa porque es barata. Hay familias que aún no pueden pagar el gas, mucho menos si el precio de este sube. Por esto, preocupan escenarios como el que advierte Naturgás, en el que la tarifa se multiplicaría por cinco en caso de que se tenga que importar el gas. El comentario del gremio responde a la propuesta del Gobierno (de importarlo), que generó gran revuelo por los costos e implicaciones que surgirían al traer el recurso del exterior.

Al preguntarle a Johanna qué pasaría si el precio de la pipeta subiera cinco veces, respondió: “¿quién pagaría eso?”. Y no es un caso aislado, muchos campesinos viven en condiciones similares. Y por ende enfrentan el mismo riesgo de regresar o mantenerse en la leña. Si el precio sube cinco veces, la consecuencia natural sería cocinar cinco veces menos, que no es viable. Por lo que es natural que se dé una sustitución, un volcamiento a la leña.

Entonces, ¿debemos preocuparnos por el posible retorno de la leña a los hogares colombianos? Andrés González dice que sí. Para el analista, el balance energético colombiano histórico muestra la transición de leña a gas en los hogares colombianos, pero este entra en riesgo cuando las decisiones del Gobierno ponen en duda la autosuficiencia energética .

Por eso, argumenta que la prohibición de nuevas exploraciones de hidrocarburos propuesta por el Gobierno es dañina. “Si no se aumenta la producción (de gas), en unos años no va a ser suficiente”. En ese caso importaríamos gas, lo que encarecería su precio final, haciendo imposible que personas como Julio o Alicia puedan usarlo y forzando a muchas otras personas a usar leña.

De esta manera, si bien hay 1,6 millones de hogares que siguen cocinando con leña, este número en vez de reducirse podría aumentar debido al encarecimiento de más del 14 % que han tenido las pipetas de gas y por los riesgos de alza de precios en caso de tener que importar este combustible.

@e_coronado00

Por Esteban Coronado Hernández*

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