‘Los tiempos formales de trabajo deberían reducirse’: investigador de la U. del Rosario
Según, Iván Daniel Jaramillo el objetivo debe ser encontrar un mejor balance entre vida laboral y familiar, sin afectar los salarios, en tiempos en que el trabajador está conectado casi todo el día.
María Alejandra Medina C. - @alejandra_mdn
Iván Daniel Jaramillo es profesor de jurisprudencia de la Universidad del Rosario e investigador del Observatorio Laboral de la misma institución. Desde hace seis años, involucrando a profesores de jurisprudencia, economía, ciencias políticas, relaciones internacionales y medicina, el Observatorio busca abordar con una visión integral las problemáticas del trabajo en Colombia. Por cierto, Jaramillo dice que prefiere hablar de “sistema laboral” o “sistema de relaciones laborales” y no de “mercado laboral”, pues el trabajo no debe pensarse como una mercancía ni sus problemas pasan solamente por lo económico.
En esta entrevista, el investigador aseguró que, aunque es problemático que las cifras de desempleo estén en dos dígitos, también es preocupante que el debate se centre en las cifras de ocupación y no tanto en el trabajo decente. Según el Observatorio, un 65 % de la gente está por fuera del sistema de protección social. “No sirve que la gente esté ‘ocupada’ ganando $20.000 al día, porque cuando usted o yo montemos una pizzería no habrá a quién venderle”, dice como ejemplo para tratar de explicar la compleja situación del país.
¿Cuáles han identificado que son los principales problemas del mercado laboral?
Lo primero es que no es un mercado, es un sistema de relaciones laborales o simplemente un sistema laboral, porque desde la declaración de Filadelfia de 1944 el trabajo no es una mercancía; defendemos la idea de que esto no es puramente económico. Es un criterio ideológico de aproximación. Principales problemas, para mí: desempleo juvenil, brechas entre hombres y mujeres en la empleabilidad, el tema de la población tradicionalmente excluida del sistema (con discapacidad, población afro, entre otros), y el principal problema grueso es la informalidad y ausencia de cumplimiento de estándares de trabajo decente. Desde el DANE y otras entidades se mide “ocupación”, así no se está midiendo si hay derechos en el trabajo, diálogo social, entre otros, sino si están “ocupados”, lo cual es importante pero no definitivo.
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¿En qué medida los problemas estructurales del sistema se deben a como están planteadas las leyes?
Las leyes estimulan y favorecen la informalidad, están enfocadas a promover y premiar órganos de representación por fuera de sindicato, a estructurar barreras para la inclusión de mujeres y jóvenes. Un ejemplo claro en materia de género: la licencia de maternidad es de 18 semanas; la de paternidad es de ocho días. En Finlandia, por ejemplo, es paritaria, pero es claro que en un contexto como el colombiano no se podría pasar de cero a 100, pero el punto es que la ley está diciendo que la responsabilidad de tener un hijo es de las mujeres. Si la ley refuerza eso, una empresa a la hora de decidir entre contratar al papá o a la mamá, suponiendo que tienen la misma formación, es probable que escojan al papá. No es un problema puramente normativo, pero las leyes sí están mal enfocadas para resolver ese tipo de problemas.
¿Por qué dice que se estimula la informalidad?
Porque hay incentivos, muchas veces es más rentable para alguien estar en la informalidad que en la formalidad, por tema de impuestos, de aportes a seguridad social, porque no hay suficiente estímulo para que la gente esté adscrita al sistema de seguridad social; sino que la gente quiere ver un rédito inmediato de su aporte, que no lo hay porque así no funciona, salvo en salud (cuando hay enfermedad general, maternidad, paternidad). Hay estímulos para que la gente esté por fuera, en los sistemas asistenciales, la política de aumento de cobertura está enfocado a eso: a Beps (Beneficios Económicos Periódicos) y Colombia Mayor; no a que la gente contribuya y construya su propia pensión.
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¿Qué es lo más urgente que debería abordar la reforma laboral?
Lo primero es que sí es necesaria una reforma, porque desde la última Conferencia Mundial de la OIT, incluso desde antes, se han venido identificando unos temas de los trabajos del futuro: la organización del trabajo y los modelos de producción cambiaron. Eso ha generado un debate sobre lo que denominamos soberanía de los tiempos de trabajo: a través de las tecnologías uno puede estar desempeñándose en varios trabajos a la vez, o uno puede llegar a la casa a estar con la familia, pero igual tener que seguir cumpliendo con funciones. La revolución tecnológica ha determinado una nueva lógica en la gobernanza de los tiempos de trabajo, algo que ojalá fuera intervenido, parametrizado y rediseñado en el ordenamiento laboral, para lograr adscribir el sistema laboral a esa nueva lógica de conciliación vida laboral-vida familiar, que es tan compleja.
¿Qué debería cambiar?
Debería cambiar hacia la reducción de los tiempos formales de trabajo, manteniendo la capacidad adquisitiva de los trabajadores. En Finlandia se está planteando la reducción de la semana a cuatro días. Segundo, reconocer la economía del cuidado a cargo de las mujeres como trabajo merecedor de protección y que contribuye al Producto Interno Bruto.
¿Cómo convencería a los empleadores para reducir la semana laboral?
En Colombia veo viable que se vayan relajando un poco los tiempos de disponibilidad a través de esquemas como el teletrabajo, habilitando por ejemplo un día a la semana para ir modelando el sistema hacia esquemas de equilibrio vida laboral-vida familiar que vayan mejorando la calidad de vida de los trabajadores, sin afectar su capacidad adquisitiva.
Podría pensarse que bajaría la productividad…
La productividad no se puede medir con el tiempo que uno esté sentado frente a un computador. Medirlo así es estar desactualizado 60 años.
¿Reducir la jornada no es sinónimo de ser menos productivo?
No, estimula otros canales de productividad.
¿Qué se podría plantear en materia de economía del cuidado?
Hay que ir cambiando las lógicas. Por ejemplo, aumentar la licencia de paternidad sí o sí, que sea de obligatorio disfrute. Es una remoción de barrera progresiva. Teóricamente, los derechos laborales son irrenunciables, pero hemos encontrado con evidencia empírica que los padres por la visión machista creen que no tienen nada que hacer en la casa y menos con un bebé. No se disfruta la licencia como se debería. Lo ideal: progresivamente, que se equipararan esas licencias.
¿Qué más debería ser parte de la reforma laboral?
Debería estudiarse la posibilidad de que el sistema de negociación sindical pasara de ser negociación con empresas a negociación con la industria, es decir, que no se negociara con cada empresa, sino sectorialmente. Eso ayudaría a tener canales de homogeneidad de las condiciones laborales de los sectores. Con el tema de salario mínimo se ha planteado que debería discutirse por sectores, para eso está la negociación colectiva sectorial. En la mayoría de los países con desarrollos sindicales adecuados funciona el sistema sectorial, no empresarial como en Colombia.
Se ha hablado de la propuesta de contratar por horas supuestamente para permitir que la gente que no está en el sistema de protección social pueda estarlo. ¿Hoy se puede cotizar por horas?
Desde 2013 es viable cotizar por semanas (por part-time, períodos inferiores al mensual), pensiones y riesgos laborales. Para salud, la Pila (Planilla Integrada de Liquidación de Aportes) está habilitada para que uno cotice los períodos incluso diarios. Se hace la prorrata (proporción) y se cotiza sobre esa base. El problema de la cotización por horas es que las prestaciones están medidas en semanas y períodos distintos. Si se habilita por horas no habrá canales de diálogo para saber esas horas a cuántas semanas van a equivaler para lograr la pensión de vejez, que en (el régimen de) prima media son 1.300 semanas. Si trabajo una hora en la universidad, una hora en una empresa y una hora con un cliente, esas tres horas no sé cómo se traducirían a la contribución.
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¿Cuál es su opinión de esa propuesta de “flexibilización” (contratar por horas)?
Que está mal enfocada. Eso viene de los sistemas anglosajones, que tienen un sistema de fijación de retribución por horas, pero no es contratación por horas. En Estados Unidos el salario mínimo es por estados, en uno puede ser US$13 la hora, en otro puede ser US$8, pero no significa que se contrate por horas.
¿Cuál es la diferencia entre remuneración por horas y contratación por horas?
Una cosa es contratar por dos horas y otra es pagar la hora que estás trabajando a US$10, pero si estás trabajando 40 horas semanales pues se hace el cálculo.
El argumento de la propuesta de “flexibilización” es que hoy no se puede cotizar por debajo del salario mínimo y que por eso mucha gente está por fuera del sistema de protección…
Una cosa es ganar menos del mínimo y otra es que se esté trabajando menos de la jornada completa mensual. Si gano $500.000 al mes no puedo ir al sistema de seguridad social. Tengo que ir a Beps, sistema en el que se ahorra lo que se pueda cuando se pueda. Al final me van a dar los Beps, que no es una pensión; o si no tengo posibilidades de ingreso, voy a Colombia Mayor. En suma: creo que hay una confusión terrible entre contratación y remuneración por horas. Esto último hace referencia al part-time (tiempo parcial), que está habilitado, eso no está prohibido en Colombia. El problema de la estrategia de formalización y el respeto al salario mínimo es distinto: no puedo contratar por debajo del mínimo, y eso sí pasa, la mitad de la población en Colombia gana menos del mínimo. La pregunta es cómo estimular que haya más gente trabajando por el mínimo o más y que pueda contribuir a seguridad social.
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Y si no es contratando por horas, ¿entonces qué alternativas hay?
Formalizar reduciendo estándares laborales es formalización espuria. Es bajar el estándar. Se formaliza estableciendo políticas activas de empleo, a través del Servicio Público de Empleo, aumentando el pie de inspección, vigilancia y control. Necesitamos que el “miedo” que la gente le tiene a la DIAN también se lo tengan al Ministerio de Trabajo y la Unidad de Gestión Pensional y Parafiscales (UGPP), desde algo tan cotidiano como no pagar la seguridad social de las empleadas domésticas. No miedo, sino que haya el mismo carácter disuasivo y estímulos legales a que eso sea así.
¿Como cuáles?
Como reducción de la carga tributaria de contratación más que reducción de los derechos en cabeza de los trabajadores. Cargarle toda la culpa del desempleo al factor trabajo y tratar de reducir todos los teóricos costos que realmente son prestaciones razonadas es muy débil, pobre y complejo en materia de poder adquisitivo. Si todo el mundo trabaja, pero todo el mundo gana poco, pues no sirve porque no habrá quién compre ropa, carros, etc. Necesitamos que la gente tenga capacidad adquisitiva, para eso hay que estimular la productividad y eso se estimula con crecimiento económico: el generador de empleo es el crecimiento económico.
¿Cómo abordar el impacto de la revolución tecnológica en el sistema laboral?
Tiene que haber formación permanente, el conjunto de saberes que adquiero en la universidad, producto de la revolución tecnológica, está probado que sirve para cinco años. A mi papá, que era médico, el sistema de cualificaciones cuando él aprendió le funcionó 25-30 años; hoy sirve para cinco años porque todo va cambiando. Hay que ir formando y acreditando conocimientos; tiene que haber políticas centradas en el trabajador como persona, que haya equilibro trabajo-familia porque cada vez es más difícil limitar la jornada por cosas como estar conectado todo el tiempo desde el celular. Y lo más importante es cómo hacemos para conectar el sistema educativo con el mundo laboral.
¿Cómo debe responder el sistema educativo para formar a la gente en lo que el sistema laboral está demandando?
El cambio del mundo educativo debe ser hacia habilidades y no los contenidos, hay que enfocarse en el sistema de aprender a aprender, que el estudiante sea capaz de portar lo que aprende, pero también que esté en capacidad de actualizarlo. La mayoría de las actividades que desarrollarán los niños que tienen entre cero y cinco años no las conocemos. Para hacerse una idea, cuando uno estaba en el colegio ni se imaginaba que habría algo llamado youtubers.
¿Es más un tema de competencias que de carreras? Es decir, ¿no es que necesitemos más ingenieros que sociólogos?
Necesitas gente que esté adecuada con las habilidades que requiere el momento de la demanda. No es que no necesites abogados, sino abogados actualizados y en capacidad de actualizarse.
¿Qué se podría pensar para atajar el desempleo juvenil?
Sistemas de acreditación de experiencia desde la formación, muchos programas de posgrado no tienen factores de conexión con la realidad, con prácticas, y hay una ausencia de mecanismos de acreditación de experiencia: el círculo vicioso de que no me dan trabajo porque no tengo experiencia, pero no puedo tener experiencia porque no me dan trabajo. Debe buscarse otras vías: que se tengan en cuenta los rendimientos destacados, esquemas de prácticas como en la formación para el trabajo, por ejemplo.
La economía del cuidado, dice Iván Daniel Jaramillo, debe entrar en la ecuación de la reforma laboral. / José Vargas - El Espectador
Iván Daniel Jaramillo es profesor de jurisprudencia de la Universidad del Rosario e investigador del Observatorio Laboral de la misma institución. Desde hace seis años, involucrando a profesores de jurisprudencia, economía, ciencias políticas, relaciones internacionales y medicina, el Observatorio busca abordar con una visión integral las problemáticas del trabajo en Colombia. Por cierto, Jaramillo dice que prefiere hablar de “sistema laboral” o “sistema de relaciones laborales” y no de “mercado laboral”, pues el trabajo no debe pensarse como una mercancía ni sus problemas pasan solamente por lo económico.
En esta entrevista, el investigador aseguró que, aunque es problemático que las cifras de desempleo estén en dos dígitos, también es preocupante que el debate se centre en las cifras de ocupación y no tanto en el trabajo decente. Según el Observatorio, un 65 % de la gente está por fuera del sistema de protección social. “No sirve que la gente esté ‘ocupada’ ganando $20.000 al día, porque cuando usted o yo montemos una pizzería no habrá a quién venderle”, dice como ejemplo para tratar de explicar la compleja situación del país.
¿Cuáles han identificado que son los principales problemas del mercado laboral?
Lo primero es que no es un mercado, es un sistema de relaciones laborales o simplemente un sistema laboral, porque desde la declaración de Filadelfia de 1944 el trabajo no es una mercancía; defendemos la idea de que esto no es puramente económico. Es un criterio ideológico de aproximación. Principales problemas, para mí: desempleo juvenil, brechas entre hombres y mujeres en la empleabilidad, el tema de la población tradicionalmente excluida del sistema (con discapacidad, población afro, entre otros), y el principal problema grueso es la informalidad y ausencia de cumplimiento de estándares de trabajo decente. Desde el DANE y otras entidades se mide “ocupación”, así no se está midiendo si hay derechos en el trabajo, diálogo social, entre otros, sino si están “ocupados”, lo cual es importante pero no definitivo.
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¿En qué medida los problemas estructurales del sistema se deben a como están planteadas las leyes?
Las leyes estimulan y favorecen la informalidad, están enfocadas a promover y premiar órganos de representación por fuera de sindicato, a estructurar barreras para la inclusión de mujeres y jóvenes. Un ejemplo claro en materia de género: la licencia de maternidad es de 18 semanas; la de paternidad es de ocho días. En Finlandia, por ejemplo, es paritaria, pero es claro que en un contexto como el colombiano no se podría pasar de cero a 100, pero el punto es que la ley está diciendo que la responsabilidad de tener un hijo es de las mujeres. Si la ley refuerza eso, una empresa a la hora de decidir entre contratar al papá o a la mamá, suponiendo que tienen la misma formación, es probable que escojan al papá. No es un problema puramente normativo, pero las leyes sí están mal enfocadas para resolver ese tipo de problemas.
¿Por qué dice que se estimula la informalidad?
Porque hay incentivos, muchas veces es más rentable para alguien estar en la informalidad que en la formalidad, por tema de impuestos, de aportes a seguridad social, porque no hay suficiente estímulo para que la gente esté adscrita al sistema de seguridad social; sino que la gente quiere ver un rédito inmediato de su aporte, que no lo hay porque así no funciona, salvo en salud (cuando hay enfermedad general, maternidad, paternidad). Hay estímulos para que la gente esté por fuera, en los sistemas asistenciales, la política de aumento de cobertura está enfocado a eso: a Beps (Beneficios Económicos Periódicos) y Colombia Mayor; no a que la gente contribuya y construya su propia pensión.
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¿Qué es lo más urgente que debería abordar la reforma laboral?
Lo primero es que sí es necesaria una reforma, porque desde la última Conferencia Mundial de la OIT, incluso desde antes, se han venido identificando unos temas de los trabajos del futuro: la organización del trabajo y los modelos de producción cambiaron. Eso ha generado un debate sobre lo que denominamos soberanía de los tiempos de trabajo: a través de las tecnologías uno puede estar desempeñándose en varios trabajos a la vez, o uno puede llegar a la casa a estar con la familia, pero igual tener que seguir cumpliendo con funciones. La revolución tecnológica ha determinado una nueva lógica en la gobernanza de los tiempos de trabajo, algo que ojalá fuera intervenido, parametrizado y rediseñado en el ordenamiento laboral, para lograr adscribir el sistema laboral a esa nueva lógica de conciliación vida laboral-vida familiar, que es tan compleja.
¿Qué debería cambiar?
Debería cambiar hacia la reducción de los tiempos formales de trabajo, manteniendo la capacidad adquisitiva de los trabajadores. En Finlandia se está planteando la reducción de la semana a cuatro días. Segundo, reconocer la economía del cuidado a cargo de las mujeres como trabajo merecedor de protección y que contribuye al Producto Interno Bruto.
¿Cómo convencería a los empleadores para reducir la semana laboral?
En Colombia veo viable que se vayan relajando un poco los tiempos de disponibilidad a través de esquemas como el teletrabajo, habilitando por ejemplo un día a la semana para ir modelando el sistema hacia esquemas de equilibrio vida laboral-vida familiar que vayan mejorando la calidad de vida de los trabajadores, sin afectar su capacidad adquisitiva.
Podría pensarse que bajaría la productividad…
La productividad no se puede medir con el tiempo que uno esté sentado frente a un computador. Medirlo así es estar desactualizado 60 años.
¿Reducir la jornada no es sinónimo de ser menos productivo?
No, estimula otros canales de productividad.
¿Qué se podría plantear en materia de economía del cuidado?
Hay que ir cambiando las lógicas. Por ejemplo, aumentar la licencia de paternidad sí o sí, que sea de obligatorio disfrute. Es una remoción de barrera progresiva. Teóricamente, los derechos laborales son irrenunciables, pero hemos encontrado con evidencia empírica que los padres por la visión machista creen que no tienen nada que hacer en la casa y menos con un bebé. No se disfruta la licencia como se debería. Lo ideal: progresivamente, que se equipararan esas licencias.
¿Qué más debería ser parte de la reforma laboral?
Debería estudiarse la posibilidad de que el sistema de negociación sindical pasara de ser negociación con empresas a negociación con la industria, es decir, que no se negociara con cada empresa, sino sectorialmente. Eso ayudaría a tener canales de homogeneidad de las condiciones laborales de los sectores. Con el tema de salario mínimo se ha planteado que debería discutirse por sectores, para eso está la negociación colectiva sectorial. En la mayoría de los países con desarrollos sindicales adecuados funciona el sistema sectorial, no empresarial como en Colombia.
Se ha hablado de la propuesta de contratar por horas supuestamente para permitir que la gente que no está en el sistema de protección social pueda estarlo. ¿Hoy se puede cotizar por horas?
Desde 2013 es viable cotizar por semanas (por part-time, períodos inferiores al mensual), pensiones y riesgos laborales. Para salud, la Pila (Planilla Integrada de Liquidación de Aportes) está habilitada para que uno cotice los períodos incluso diarios. Se hace la prorrata (proporción) y se cotiza sobre esa base. El problema de la cotización por horas es que las prestaciones están medidas en semanas y períodos distintos. Si se habilita por horas no habrá canales de diálogo para saber esas horas a cuántas semanas van a equivaler para lograr la pensión de vejez, que en (el régimen de) prima media son 1.300 semanas. Si trabajo una hora en la universidad, una hora en una empresa y una hora con un cliente, esas tres horas no sé cómo se traducirían a la contribución.
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¿Cuál es su opinión de esa propuesta de “flexibilización” (contratar por horas)?
Que está mal enfocada. Eso viene de los sistemas anglosajones, que tienen un sistema de fijación de retribución por horas, pero no es contratación por horas. En Estados Unidos el salario mínimo es por estados, en uno puede ser US$13 la hora, en otro puede ser US$8, pero no significa que se contrate por horas.
¿Cuál es la diferencia entre remuneración por horas y contratación por horas?
Una cosa es contratar por dos horas y otra es pagar la hora que estás trabajando a US$10, pero si estás trabajando 40 horas semanales pues se hace el cálculo.
El argumento de la propuesta de “flexibilización” es que hoy no se puede cotizar por debajo del salario mínimo y que por eso mucha gente está por fuera del sistema de protección…
Una cosa es ganar menos del mínimo y otra es que se esté trabajando menos de la jornada completa mensual. Si gano $500.000 al mes no puedo ir al sistema de seguridad social. Tengo que ir a Beps, sistema en el que se ahorra lo que se pueda cuando se pueda. Al final me van a dar los Beps, que no es una pensión; o si no tengo posibilidades de ingreso, voy a Colombia Mayor. En suma: creo que hay una confusión terrible entre contratación y remuneración por horas. Esto último hace referencia al part-time (tiempo parcial), que está habilitado, eso no está prohibido en Colombia. El problema de la estrategia de formalización y el respeto al salario mínimo es distinto: no puedo contratar por debajo del mínimo, y eso sí pasa, la mitad de la población en Colombia gana menos del mínimo. La pregunta es cómo estimular que haya más gente trabajando por el mínimo o más y que pueda contribuir a seguridad social.
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Y si no es contratando por horas, ¿entonces qué alternativas hay?
Formalizar reduciendo estándares laborales es formalización espuria. Es bajar el estándar. Se formaliza estableciendo políticas activas de empleo, a través del Servicio Público de Empleo, aumentando el pie de inspección, vigilancia y control. Necesitamos que el “miedo” que la gente le tiene a la DIAN también se lo tengan al Ministerio de Trabajo y la Unidad de Gestión Pensional y Parafiscales (UGPP), desde algo tan cotidiano como no pagar la seguridad social de las empleadas domésticas. No miedo, sino que haya el mismo carácter disuasivo y estímulos legales a que eso sea así.
¿Como cuáles?
Como reducción de la carga tributaria de contratación más que reducción de los derechos en cabeza de los trabajadores. Cargarle toda la culpa del desempleo al factor trabajo y tratar de reducir todos los teóricos costos que realmente son prestaciones razonadas es muy débil, pobre y complejo en materia de poder adquisitivo. Si todo el mundo trabaja, pero todo el mundo gana poco, pues no sirve porque no habrá quién compre ropa, carros, etc. Necesitamos que la gente tenga capacidad adquisitiva, para eso hay que estimular la productividad y eso se estimula con crecimiento económico: el generador de empleo es el crecimiento económico.
¿Cómo abordar el impacto de la revolución tecnológica en el sistema laboral?
Tiene que haber formación permanente, el conjunto de saberes que adquiero en la universidad, producto de la revolución tecnológica, está probado que sirve para cinco años. A mi papá, que era médico, el sistema de cualificaciones cuando él aprendió le funcionó 25-30 años; hoy sirve para cinco años porque todo va cambiando. Hay que ir formando y acreditando conocimientos; tiene que haber políticas centradas en el trabajador como persona, que haya equilibro trabajo-familia porque cada vez es más difícil limitar la jornada por cosas como estar conectado todo el tiempo desde el celular. Y lo más importante es cómo hacemos para conectar el sistema educativo con el mundo laboral.
¿Cómo debe responder el sistema educativo para formar a la gente en lo que el sistema laboral está demandando?
El cambio del mundo educativo debe ser hacia habilidades y no los contenidos, hay que enfocarse en el sistema de aprender a aprender, que el estudiante sea capaz de portar lo que aprende, pero también que esté en capacidad de actualizarlo. La mayoría de las actividades que desarrollarán los niños que tienen entre cero y cinco años no las conocemos. Para hacerse una idea, cuando uno estaba en el colegio ni se imaginaba que habría algo llamado youtubers.
¿Es más un tema de competencias que de carreras? Es decir, ¿no es que necesitemos más ingenieros que sociólogos?
Necesitas gente que esté adecuada con las habilidades que requiere el momento de la demanda. No es que no necesites abogados, sino abogados actualizados y en capacidad de actualizarse.
¿Qué se podría pensar para atajar el desempleo juvenil?
Sistemas de acreditación de experiencia desde la formación, muchos programas de posgrado no tienen factores de conexión con la realidad, con prácticas, y hay una ausencia de mecanismos de acreditación de experiencia: el círculo vicioso de que no me dan trabajo porque no tengo experiencia, pero no puedo tener experiencia porque no me dan trabajo. Debe buscarse otras vías: que se tengan en cuenta los rendimientos destacados, esquemas de prácticas como en la formación para el trabajo, por ejemplo.
La economía del cuidado, dice Iván Daniel Jaramillo, debe entrar en la ecuación de la reforma laboral. / José Vargas - El Espectador