Aranceles al acero: ¿el próximo golpe a los costos de la construcción en Colombia?
Un decreto que impone gravámenes al acero proveniente de la Comunidad Andina llega en un momento en que la economía viene en una senda de reactivación y necesita que sus locomotoras, como la construcción, suban revoluciones. Para algunos, los aranceles tendrán un impacto poco significativo; otros creen que la medida podría subir los costos de producir vivienda y obras públicas.
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
El acero es uno de los insumos que más pesan en la canasta de costos de la construcción. Según cálculos de constructores, puede representar entre 10 % y 15 % de los costos totales de una obra. Al ser un insumo clave del proceso constructivo, el acero define -en buena parte- qué tan barato es producir vivienda en Colombia, por ejemplo. ¿Por qué hay preocupación creciente por los precios de este metal?
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El acero es uno de los insumos que más pesan en la canasta de costos de la construcción. Según cálculos de constructores, puede representar entre 10 % y 15 % de los costos totales de una obra. Al ser un insumo clave del proceso constructivo, el acero define -en buena parte- qué tan barato es producir vivienda en Colombia, por ejemplo. ¿Por qué hay preocupación creciente por los precios de este metal?
La semana pasada, el Gobierno Nacional le puso la firma a un decreto que establece aranceles durante dos años a una porción del acero importado que llega a Colombia desde de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), como resultado de una investigación del Comité de Asuntos Aduaneros, Arancelarios y de Comercio Exterior (Triple A), la cual concluyó que hay un impacto negativo de las importaciones en la industria siderúrgica nacional. Los empresarios del sector señalan que el precio del acero proveniente de Perú, particularmente, afecta el mercado local.
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Si bien las debilidades del sector siderúrgico colombiano frente al comercio exterior no son un asunto nuevo y, en gobiernos pasados, se han implementado restricciones similares para el acero importado (que cubre un 40 % de la demanda, según estimaciones de constructores), el más reciente decreto en esta materia llega en un momento en que la economía viene en una senda de reactivación y necesita que sus locomotoras, como la construcción, suban revoluciones.
De fondo, la cuestión con los aranceles enfrenta dos visiones. Los productores de acero aplauden la medida, considerándola un avance para proteger una industria que garantiza el sustento de unas 50.000 familias. Sin embargo, también critican que la decisión llega tarde y que sus efectos serán limitados.
Por su parte, los constructores, especialmente del segmento residencial, alertan que subirle el precio al segundo insumo más importante detrás del concreto se traducirá en presiones para la producción de vivienda y en los márgenes de estas firmas.
El porqué de los aranceles
El decreto, publicado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo el pasado 3 de octubre parte de los pedidos de las cinco siderúrgicas que componen el sector (Acerías Paz del Río S.A., Diaco S.A., Grupo Siderúrgico Reyna S.A.S. y Siderúrgica de Occidente - SIDOC S.A.S.), las cuales solicitaron la aplicación de una medida de “salvaguardia” a las importaciones de barras de hierro o acero corrugadas originarias de Perú, Ecuador y Bolivia.
Al interior del Ministerio se concluyó que los precios bajos de las importaciones de la Comunidad Andina “perturban” la producción nacional de barras de hierro o acero corrugadas para refuerzo de concreto.
En detalle, el decreto establece que el gravamen del 14,5 % se aplicará por los siguientes dos años a las importaciones que superen un contingente de 29.529 toneladas anuales, es decir, cada año entrarán poco más de 29.000 toneladas de acero sin aranceles. Cuando se supere este tope, el acero que entre al país será un 14,5 % más caro.
En 2022, las importaciones de barras de acero desde la CAN sumaron 37.778 toneladas; en 2023, la cifra fue de 33.654 toneladas y, en 2024 (a julio), las importaciones desde este origen alcanzaron las 20.548 toneladas, según cifras oficiales. En números redondos y si el ritmo de años anteriores se mantiene, puede preverse que a finales de 2024 habría unas 5.000 toneladas a las que se les aplicaría el arancel. Lo anterior deja ver que los alcances del decreto son limitados y que la intención no es cortar las importaciones de un solo tajo.
Daniel Rey Suárez, director ejecutivo del Comité de Productores de Acero de la ANDI, afirma que “se demostró técnicamente que el acero de la CAN que estaba ingresando a Colombia lo hacía a precios de competencia desleal, de dumping. No es un capricho nuestro. (El decreto) tiene sentido porque protege la industria y el empleo a través de medidas que son de uso común en la Organización Mundial del Comercio”.
Cabe anotar que al comparar 2023 con lo corrido de 2024 (a julio), las importaciones de alambrón (la materia prima para la fabricación de clavos, alambres, mallas y varillas de acero corrugado) se incrementaron en 97 %, al pasar de un total de 63.790 toneladas en todo al año pasado a 125.469 toneladas solo entre enero y julio de 2024, según cálculos de la ANDI con base en cifras reportadas por la DIAN.
¿Una medida insuficiente?
La jugada del Gobierno podría resultar insuficiente. De nuevo, el decreto permite la entrada de 29.529 toneladas anuales de acero importado sin arancel, “esta cifra es el promedio que ha ingresado en los últimos tres años, que seguiría llegando con 0 % de arancel. Además, la medida está dirigida sólo a la subregión andina y sobre un producto únicamente, la barra corrugada”, indica Rey.
En la misma línea, el director ejecutivo del Comité de Productores de Acero de la ANDI sugiere que los aranceles llegan tarde, ya que se han incrementado las llegadas de aceros producidos más allá del continente americano. “La medida tenía sentido hace un año o año y medio. Hoy el problema es el acero de Rusia, China o Turquía por los altos volúmenes que están ingresando”, indica el líder gremial.
Precisamente, cifras de la DIAN indican que (a julio de 2024) un 77 % del alambrón que llegó al país provino de Rusia y China.
Ante la situación, el Gobierno está estudiando medidas similares para el acero proveniente de China, país que ostenta desde hace varios años una posición dominante en el mercado mundial del acero. A la fecha, el gigante asiático pone 53,86 % de la oferta global, superando ampliamente al segundo en la lista, India, que tiene apenas 7,44 % de la producción, según cifras la Asociación Mundial del Acero.
Además, como mencionó recientemente Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, se está evaluando la posibilidad de construir una planta de aceros planos con inversión conjunta entre el sector público y privado. El objetivo de este proyecto es fortalecer una industria nacional afectada por las diferencias de precios frente al metal importado, que recibe subsidios en países como Perú y China, y que compite en desventaja frente al alto grado de tecnificación y automatización de las fábricas en el gigante asiático.
Cabe señalar que, dentro de la producción nacional, varias siderúrgicas dependen en gran medida de la reutilización de chatarra (con procesos de reciclaje, transporte y acopio detrás), lo cual, si bien reduce su huella de carbono frente a competidores extranjeros, no alcanza los niveles de productividad de usar materia prima recién llegada de las minas, como es común en las acerías chinas.
Estos, entre otros factores, son lastres para una industria nacional que difícilmente podría suplir toda la demanda interna, incluso si los aranceles lograran desincentivar las importaciones. Así las cosas, los constructores colombianos tendrían que seguir importando acero, aun cuando su precio aumente debido a los aranceles. ¿Qué implicaciones podría tener esto en la producción de vivienda?
Los costos de la construcción
A los constructores les preocupan los aranceles al acero de la CAN y eventuales medidas frente a las importaciones desde China y Rusia porque para ellos se traducirán en alzas en el precio de un insumo clave y, por ende, en incrementos en los costos de obras.
Para Luis Aurelio Díaz, presidente del Grupo Empresarial Oikos, este tipo de medidas tienen un impacto en los precios de la vivienda y “vuelven al mercado nacional del acero más paquidérmico porque lo defiende contra su propia incapacidad de atender el mercado local”.
En esto coincide Iván Tunjano, docente de Finanzas del Politécnico Grancolombiano, quien afirma que es “muy probable” que los aranceles al acero importado se traduzcan en un aumento en los precios finales de vivienda y obras públicas. “Además, en un contexto en el que los márgenes de ganancia en la construcción son ajustados, los contratistas y desarrolladores buscarán compensar estos costos adicionales, lo que podría impactar el precio al consumidor final o ralentizar ciertos proyectos”, agrega.
Y es que, en los análisis detrás del decreto, se tuvo en cuenta un concepto enviado por el Ministerio de Vivienda, el cual determinó el impacto de los aranceles en la construcción de vivienda de interés social (VIS). De acuerdo con la entidad, el gravamen de 14,5 % no tendría un impacto significativo y “a lo sumo, generaría un aumento de precio de hasta 1,4 %”.
Por su parte, Sandra Forero, concejal por Bogotá y expresidenta de Camacol, explicó que mientras los costos de producir vivienda son variables, los inmuebles se venden a precio fijo, es decir, no suben o bajan en función de variaciones en los insumos de constructores, de ahí que se “pondrían en riesgo” los proyectos de vivienda ya iniciados y se podrían retrasar o abortar las obras.
“Esto desestimula la construcción de vivienda formal, empeorando el panorama de un sector que tiene iniciaciones con caídas de 12,9 % en lo corrido del año a agosto, ventas con caídas de 2 % y lanzamientos con caídas de 16,3 %”, indicó Forero.
Entre tanto, a nivel global los precios del acero han fluctuado considerablemente debido a problemas en cadenas de suministro (lo que ocurrió durante la pandemia), al aumento de costos de la energía y a tensiones comerciales internacionales (como la guerra entre Rusia y Ucrania). Aunque los constructores acusan una subida en la cotización de este metal en el último año, de un tiempo para acá la crisis inmobiliaria en China ha favorecido un incremento en los inventarios de acero en ese país y, por consiguiente, un flujo mayor de este producto en los mercados de todo el mundo, lo que presiona a la baja los precios.
De acuerdo con el Índice de Costos de la Construcción de Edificaciones del DANE, en el último año (a agosto de 2024), los insumos que más subieron de precio fueron el concreto común (3,67 %) y la grava (7,14 %), mientras que el acero corrugado (-2,39 %) fue el insumo con la mayor contribución negativa a la variación anual del índice.
A estas alturas es apresurado hablar de efectos catastróficos e inviabilidad de la producción de vivienda por los aranceles aplicados a un origen menor de las importaciones de acero. Hasta no confirmarse restricciones contra el acero chino o ruso, solo el tiempo permitirá evaluar con mayor precisión el impacto real de los gravámenes sobre la industria de la construcción y la oferta de vivienda.
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