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Si bien se tenía proyectado que el tercer trimestre del presente año la economía colombiana registraría un tímido crecimiento en su PIB, sorprendió a muchos que el dato final haya sido del -0,3 %, ya que una cifra negativa no se registraba desde lo más duro de la pandemia.
Este miércoles la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó sus estimaciones sobre el crecimiento de la economía en 2023 y los próximos años. Se espera que el PIB mundial cierre este año con un crecimiento del 2,9 %, con el fenómeno de la inflación y el conflicto armado ejerciendo presión y evitando un crecimiento más acelerado. En 2024 el aumento sería del 2,7 % y en 2025 se volvería a registrar un repunte, que sería del 3 %.
De momento las previsiones apuntan a un crecimiento moderado de la economía, por lo que no se concibe una recesión (que técnicamente es cuando se registra una contracción por dos trimestres consecutivos).
En Colombia, la OCDE espera un crecimiento del 1,2 % para el cierre de 2023. En 2024 la economía aumentaría un 1,4 % y para 2025 del 3 %.
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“La alta inflación, las tasas de interés y la incertidumbre política pesarán sobre la demanda interna en 2024. El banco central ha aumentado las tasas de interés a un máximo de 25 años para controlar la inflación. La inflación general ha comenzado a bajar y se proyecta que regrese al rango objetivo del 2-4% en la segunda mitad de 2025″, detalla el informe.
Y es que el análisis que hacen los expertos en macroeconomía apunta a que las altas tasas de interés le ha restado un considerable dinamismo a la economía, pues al haber menos capacidad de gasto se estanca la demanda, además de restar capital para que las empresas puedan adelantar nuevas inversiones.
Sin embargo, la solución no sería rebajar considerablemente las tasas, pues eso podría generar una reactivación de la escalada de la inflación. De hecho, precisamente por eso es que la junta directiva del Banco de la República (y el de otros importantes, como el de Estados Unidos) ha jugado con las elevadas tasas para ir mitigando la disparada inflación.
Aunque los sindicatos y gran parte del empresariado colombiano han solicitado que comiencen a bajar las tasas, la junta no ha considerado prudente comenzar con esa senda todavía.
Sus intenciones las respalda la OCDE, pues entre las recomendaciones que acompañan su reporte del país se establece que “la política monetaria debe evitar una flexibilización prematura para asegurar una desinflación continua y salvaguardar la credibilidad”.
Para la organización también es importante que Colombia cumpla con la regla fiscal, pues solo así se puede garantizar la estabilización de la deuda, así como garantizar espacio fiscal para la agenda de reformas sociales que se tramita en el Congreso. Ve necesario mejorar la eficiencia en el gasto y los ingresos públicos.
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“Aumentar aún más los incentivos para la creación de empleo formal mediante la reducción de los costos laborales no salariales y la mejora de la capacitación podría fomentar tanto la productividad como la equidad”, agrega a su lista de recomendaciones.
La OCDE también ve con preocupación la caída que ha registrado la inversión en el país, hasta situarse por debajo del 18 % del PIB, en comparación con el 22 % que alcanzó a registrar entre 2014 y 2019.
“Las altas tasas de interés y la incertidumbre política son los principales factores que pesan sobre la inversión. Además, las condiciones financieras se han endurecido en medio de un aumento del costo del crédito y criterios crediticios más estrictos. El consumo privado, un motor clave de la fuerte recuperación de la pandemia, también se ha debilitado. Hasta ahora, la desaceleración aún no se ha trasladado al mercado laboral, donde la tasa de desempleo está 1,5 puntos porcentuales por debajo de los niveles previos a la pandemia”, detalla la OCDE.
Así las cosas, el consumo (castigado por la alta inflación y altas tasas de interés) es el reto que le depara a Colombia para los próximos años. Pues se prevé que caiga a un -4,1 % para el cierre de 2023, después de haber 9,4 % en 2022 y 13,4 % en 2021. Hay que recordar que esos años anteriores se caracterizaron por ser los de la reactivación de la pandemia tras el coletazo de la pandemia. Para entonces las tasas se fueron a mínimos históricos, lo que favoreció la disparada demanda. En parte lo que se está experimentando hoy son los resultados de esa economía recalentada.
Para el próximo año la demanda registraría una nueva caída del -0,4 % y no sería sino hasta 2025 que volvería a registrar un repunte, que se prevé será del 3,3 %.
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Para el próximo año, este es el panorama que ve venir la OCDE: “el crecimiento del PIB se mantendrá por debajo del potencial mientras la política monetaria sea restrictiva. El crecimiento se recuperará gradualmente con el ciclo de flexibilización del banco central a partir de 2024, aunque hay un retraso significativo en la transferencia de las tasas de referencia a las tasas de interés. La aceleración del crecimiento a partir del segundo semestre de 2024 estará impulsada especialmente por un repunte de la inversión impulsado por la relajación de las condiciones financieras. Sin embargo, esto sólo compensará en parte la caída anterior. Las exportaciones, que actualmente están dominadas por el petróleo, seguirán siendo moderadas dada la debilidad de la economía global y la débil inversión en producción. La inflación seguirá disminuyendo gradualmente, hasta alrededor del 10% para finales de 2023 y alrededor del 5% para finales de 2024, impulsada por una política monetaria restrictiva y una demanda interna débil. Los riesgos internos incluyen una violación de las reglas fiscales y desafíos a la sostenibilidad de la deuda, particularmente con altos gastos públicos planificados y un El Niño más severo. Por el lado positivo, el aumento de los precios mundiales del petróleo podría mejorar la situación fiscal”.
En suma, a Colombia le resta por lo menos un año más de complejidades en su economía, antes de retornar a su senda de crecimiento y variables macroeconómicas más “normales”. La prudencia, eficiencia en el gasto y dinámicas comerciales que se adapten para este periodo serán vitales para garantizar no solo la salida de lo más oscuro de la noche, sino permitir que sea lo menos traumático posible. Aún así se mantiene la proyección de que para el mediano plazo vendrán tiempos mejores.
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