Baja de tasas de interés del Banrep: ¿alcanza para reactivar la economía?
El Banco de la República decidió bajar sus tasas de interés por primera vez desde septiembre de 2021. ¿Qué implicaciones tiene la medida?
A mediados de noviembre, cuando salió el reporte de contracción del PIB para el tercer trimestre del año, varias voces advirtieron que la conversación alrededor de las tasas de interés del Banco de la República había cambiado casi que al instante: el punto ya no era si iban a bajar, si no cuándo lo harían.
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A mediados de noviembre, cuando salió el reporte de contracción del PIB para el tercer trimestre del año, varias voces advirtieron que la conversación alrededor de las tasas de interés del Banco de la República había cambiado casi que al instante: el punto ya no era si iban a bajar, si no cuándo lo harían.
En medio de clamores del Gobierno, industriales y banqueros, el Banco decidió este martes bajar las tasas por primera vez desde septiembre de 2021, cuando comenzó uno de los ajustes más agresivos en su política monetaria en la historia reciente del país. El indicador quedó en 13 %.
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El movimiento del Banco fue apoyado por cinco de los siete miembros de su junta directiva, mientras que los dos restantes votaron por mantener en 13,25 % las tasas. Esto debido a que querían esperar un poco más de tiempo para examinar datos extra, como el ajuste que se le haga al salario mínimo de 2024, según explicó Leonardo Villar, gerente del banco central.
Esta votación refuerza el argumento acerca de la inminencia de un cambio de rumbo en la dirección de la política monetaria que el Banco había sostenido (incluso en medio de presiones políticas) desde finales de 2021.
La decisión de la junta directiva del banco central está relacionada con dos escenarios que, vistos rápidamente, pueden parecer contrarios: la inflación está mejorando, pero la economía en general tiene algunas banderas rojas.
Y esto puede parecer levemente paradójico, si se tiene en cuenta que para 2022 la economía experimentó cifras récord justo en medio de un crecimiento acelerado del Índice de Precios al Consumidor (IPC): en 12 meses el IPC casi que se duplicó mientras que el PIB finalizó el año por encima de 7 %.
Pero la paradoja se esfuma cuando se examina el panorama bajo la perspectiva de la pospandemia y la reactivación económica: una especie de frenesí en oferta y demanda (especialmente en el gasto de los hogares) que, claro, estimuló toda la economía, pero también hizo crecer los precios al consumidor (más aún en medio de dificultades globales como la crisis de los contenedores).
El IPC tocó su techo en marzo de este año, cuando llegó a 13,34 % y lleva ocho meses bajando consecutivamente, como resaltó repetidamente Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, durante la rueda de prensa que se realizó tras la reunión del Banco de este martes.
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En términos generales, las cifras de la economía este año tienen que ver en buena parte con los excesos registrados en 2022. En otras palabras, se trata de un ajuste hacia parámetros más propios del aparato económico colombiano pues, como lo han resaltado varios analistas, no es sostenible crecer a 7 % anual en el PIB. Al menos no en este país.
Pero, a la vez, la corrección llegó con varias alertas en frentes como las bajas históricas en inversión y la contracción continua y profunda, según palabras de Camacol, de la construcción de vivienda en el país. El panorama en el lado de las obras civiles tampoco es el más halagador.
Si bien los datos de PIB del cuarto trimestre no se conocerán hasta el próximo año, las cifras del Indicador de Seguimiento de la Economía que publicó este lunes el DANE muestran que la desaceleración continuó para octubre.
Los datos de octubre permiten ver que el ISE registró caídas tanto en su medición anual (o sea, en comparación con el mismo mes del año pasado), como en la mensual (comparando con septiembre de este año): -0,41 % y 0,97 %, respectivamente.
En este panorama, la decisión del Banco de la República refleja una confianza en que la inflación continuará transitando hacia la meta de 3 % que se ha trazado la entidad. “La inflación continuó la senda decreciente que ha mantenido durante los últimos ocho meses y en noviembre se ubicó en 10,15 %. Esta tendencia se vio favorecida en noviembre por el buen comportamiento de los precios de los alimentos, cuya inflación anual se ubicó en 8,25 %, inferior en más de dos puntos porcentuales a la registrada en octubre. El rubro de regulados continuó presionando la inflación al alza, debido a los incrementos en los precios de los combustibles y la energía”, se lee en el comunicado que el banco central publica después de sus decisiones sobre tasas.
Y, a la vez, la baja en las tasas busca ser una especie de inyección de esteroides para impulsar la economía más allá de la corrección y la desaceleración pospandemia.
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¿Cómo funcionan las tasas de interés?
Para entender cuál es el papel de las tasas de interés en toda la economía, así como su incidencia en las decisiones y posibilidades de compra diarias de la gente, es útil pensar este escenario como una serie de dominós. El primer dominó es la decisión de subir y bajar las tasas y desde ahí se desprende una cadena que acaba en la góndola del supermercado o en la oficina de créditos hipotecarios de un banco.
El banco central de un país es conocido, entre otros términos, como el banco de bancos porque la entidad le presta dinero a los demás actores institucionales del sistema financiero. Y, entre otros factores, es por este papel que sus tasas de interés terminan siendo claves para toda la economía: si el Emisor sube su tasa de interés, los demás bancos verán una presión financiera para prestarle a los ciudadanos y empresas a mayores tasas también.
Una subida de tasas de interés tiene la intención teórica de hacer un poco más escaso el dinero y de encarecer los créditos. Y estos dos elementos tienen, a su vez, la posibilidad de influir en las decisiones de consumo de las personas: si el crédito se encarece, mejor no endeudarse para comprar esa moto, carro, casa.
Estas decisiones, colectivamente hablando, pueden ponerle un freno a la demanda, lo que a su vez puede terminar por bajar los precios de algunos bienes y, por ese camino, empujar hacia abajo la inflación.
Para Bonilla, la decisión del Banco es importante por el “mensaje que se está enviando de fin de año en un escenario en el que hay una desaceleración económica clara, (…) pero hay que esperar los datos de noviembre y diciembre, que parecen alentadores”.
¿Son suficientes las tasas?
Durante la rueda de prensa después de la decisión, el ministro se refirió en varias oportunidades a que las tasas actuarán en favor de lograr mejores cierres financieros. “El mensaje de hoy es que es el momento de bajar tasas en todo el sistema”.
Las palabras de Bonilla se refieren, en particular, al estímulo de todo el sector construcción, tanto en vivienda, como en obras civiles.
Vale recordar que, para el tercer trimestre, la construcción registró una contracción de 8 % en la variación anual del PIB (o sea, en comparación con el mismo periodo de 2022).
Para el tercer trimestre, se contrajeron tanto las obras civiles, como el segmento residencial y no residencial (-15 % y -5 %, respectivamente). Esto contrasta con los resultados del segundo trimestre, cuando la contracción del sector (3,7 % en total para ese momento) se explicaba principalmente por las obras civiles, pues el sector de construcción residencial y no residencial mostraba un resultado positivo de 3,1 %.
Desde una mirada macro, estos resultados tienen sentido, en la medida en la que, con altas tasas, es más complicado invertir y consumir.
La idea del Gobierno, como lo ha expresado Bonilla, es que la baja en las tasas se traduzca en mejores perspectivas para los cierres financieros de proyectos de infraestructura, pero también para las compras de vivienda.
De acuerdo con Camacol, gremio de los constructores, en los últimos 12 meses 38.000 hogares han desistido de la compra de su vivienda, lo que representa un aumento de 72,7 % frente a 2022.
Bajo la visión de Bonilla, estas cifras están directamente relacionadas con las altas tasas. Y deberían comenzar a corregirse en la medida en la que el Banco siga en la ruta de bajar sus tipos de interés.
Para Sergio Olarte, economista principal de Scotiabank Colpatria, la decisión de este martes hace que “se genere seguridad de que el proceso de bajada de las tasas continúe el próximo año, eso sí, la velocidad va a depender de que tan rápido baje de la inflación”.
Una perspectiva similar tiene Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research, quien destaca que el cambio en la votación de la junta “nos ratifica en nuestra visión que el Banco continuará con un ciclo de reducciones de importante magnitud en 2024″.
Sin embargo, la dinamización de la economía pasa por otros asuntos, más allá de las decisiones del banco central. Para Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, fue acertada la decisión del Banco, pero, a la vez, “se requieren estrategias complementarias por parte del Gobierno que den certidumbre y tranquilidad para revertir el desplome en la inversión, así como prudencia en el aumento del salario mínimo”, según publicó en su cuenta de X (Twitter).
Para Mejía, la baja en inversión está relacionado con la incertidumbre que hay alrededor de proyectos de reforma como la laboral o en sectores específicos, como el minero energético.
Por otra parte, las preocupaciones alrededor del ajuste en el salario mínimo también tienen eco en el Banco, que en su comunicado hizo un “llamado a la cautela” para que el “aumento no exceda de forma significativa la variación anual del índice de precios al consumidor en 2023. Lo anterior teniendo en cuenta las ganancias en poder adquisitivo que se obtuvieron en 2023 y que se esperan en 2024 como resultado de la caída prevista de la inflación”.
En este sentido, el ministro Bonilla aseguró que los trabajadores contarán de entrada con una ganancia en su poder adquisitivo, en la medida en la que la inflación seguirá bajando en 2024. Las proyecciones de inflación de la Encuesta de Opinión Financiera de Fedesarrollo sitúan la inflación en 5,7 % para el próximo año. Y se estima que a la meta del Banco (3 %) llegaremos en unos 18 meses.
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