Banco Mundial pide más competencia para desarrollar economías de América Latina
Un informe de la entidad muestra el panorama del crecimiento económico de la región y establece cómo puede salir del estancamiento al fomentar la competencia entre las empresas.
América Latina y el Caribe ha llegado a una coyuntura crítica, de acuerdo con el Banco Mundial. A pesar de que la región ha avanzado en su estabilización económica, su crecimiento se ha estancado. En el informe “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?”, la entidad explora áreas potenciales de acción y formas de aprovechar las políticas e instituciones de competencia para generar impacto.
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América Latina y el Caribe ha llegado a una coyuntura crítica, de acuerdo con el Banco Mundial. A pesar de que la región ha avanzado en su estabilización económica, su crecimiento se ha estancado. En el informe “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?”, la entidad explora áreas potenciales de acción y formas de aprovechar las políticas e instituciones de competencia para generar impacto.
El estado de la economía en la región
El análisis que hace el Banco de la región de América Latina y el Caribe (ALC) es de un avance lento, aunque firme, en solucionar los desequilibrios provocados por la pandemia de covid-19, en un entorno internacional que recién muestra señales de estar estabilizándose. Pese a que sigue siendo adverso debido a las tensiones geopolíticas, interrupciones en el transporte a través del canal de Suez y el fenómeno de El Niño, que podrían perjudicar aún más las perspectivas regionales.
La economía de la región sigue teniendo un desempeño más bajo que las economías de otras regiones del mundo. Para fines de 2023, el producto interno bruto (PIB) de América Latina y el Caribe era 7 % más alto que en 2019, mientras que en Asia Oriental y Pacífico era 19 % mayor y el 18 % en Asia Meridional. Se prevé que esta tendencia continúe durante 2024.
Durante 2023, el crecimiento en la mayoría de los países de ALC se mantuvo moderado, en buena medida debido al débil desempeño de la inversión y el consumo, explica el Banco Mundial. Estas son las proyecciones que tiene la institución:
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De otro lado, los países de la región sigue evidenciando uno de los mejores desempeños del mundo en términos de la lucha contra la inflación, siendo que esta disminuyó de 7,8 a 3,6 % entre inicio y finales de 2023, comparado con 6,0 % en la OCDE.
Este desempeño alentador se debe al desvanecimiento de los shocks de oferta de alimentos y combustibles, a la mitigación de la congestión en las cadenas de suministro causada por la pandemia, así como a la respuesta de política monetaria de las autoridades a cargo.
Además, se prevé que la inflación en la mayoría de los países de ALC alcancen las metas de política monetaria para fines de 2024. La excepción es Colombia, que comenzó el ciclo de ajuste monetario más tarde que sus pares. No obstante, la convergencia está lejos de estar garantizada, por lo que las autoridades monetarias de la región deberán navegar el descenso final hacia la meta en un contexto complicado, plasma el documento.
La tasa de pobreza regional ya está por debajo de su nivel en 2019 (gracias en buena medida a Brasil y México, con los demás países convergiendo paulatinamente), mientras que la desigualdad de hecho descendió.
Por otro lado, el Banco considera que los dramáticos episodios de violencia, así como la expansión de actividades ilícitas a países otrora inmunes, amenazan con perjudicar el atractivo que los encomiables avances en gestión macroeconómica representan para los inversores. Así, y a pesar de un rebote, los flujos de IED (Inversión Extranjera Directa) siguen por debajo de los niveles de hace diez años.
Esta se concentra en sectores basados en recursos y no en manufacturas. A pesar de que sus salarios son competitivos frente a China, los costos no salariales de ALC —como infraestructura deficiente, una fuerza laboral poco capacitada, costos domésticos elevados, entre otros— hacen que la región sea menos atractiva que muchas economías avanzadas.
Se necesita una fuerte agenda de reformas en estas áreas, así como la búsqueda activa de inversores potenciales, si la región pretende subirse a la ola del nearshoring o, de hecho, aprovechar las oportunidades que brinda la transición verde.
Todos estos factores obstaculizan cualquier esfuerzo por abordar el problema evidente y de gran urgencia en la región: la persistencia de tasas de crecimiento bajas, insuficientes para reducir la pobreza o agilizar la movilidad socioeconómica.
“A medida retrocede el impacto de la pandemia, las tasas de crecimiento de la región vuelven a los niveles de la década de 2010. Esto muestra que la región no ha abordado los problemas persistentes que bloquean su potencial, incluidos los bajos niveles de educación, infraestructura deficiente y altos costos de inversión, que también alimentan el descontento social”, dice William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
Maloney añade que “una agenda que impulse el crecimiento aborda seriamente estas brechas. De lo contrario, la región quedará estancada y no podrá atraer inversiones ni aprovechar nuevas oportunidades, como la relocalización de industrias o la economía baja en carbono. La mejora de los sistemas de competencia debería ser parte de estas estrategias, lo que beneficiaría a los consumidores y las empresas”.
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El papel crucial de la competencia
El Banco Mundial hace énfasis en que la innovación en ALC no solo involucra los mercados donde se generan nuevos conocimientos. Los países enfrentan obstáculos más complejos que las economías avanzadas.
Por esta razón, promover la innovación de forma que respalde a las fuerzas de la competencia, permite a los países beneficiarse de estas y liberarse del equilibrio de baja competencia y baja productividad, exige replantear las políticas de innovación a lo largo de tres ejes:
- Aumentar la innovación: el alcance de los sistemas de innovación debe incluir todo aquello que afecta la acumulación de todo tipo de capital - físico, humano e intelectual - y los mercados que lo sostienen. Lo que parece un problema de innovación puede estar reflejando obstáculos en la acumulación de otros factores, incluidos capital físico y humano.
- Desarrollar capacidades tecnológicas: las capacidades de gestión gerencial y tecnológicas de una empresa son un componente central a la hora de definir de forma pormenorizada los gastos en innovación, y su desarrollo es crucial para fomentar un proceso continuo de adaptación tecnológica y mejoras a la calidad. Este desarrollo requiere de un ajuste de las prioridades en materia de política, poniendo mayor énfasis en los sistemas educativos y de gestión gerencial y en los instrumentos de extensión tecnológica, y menos en la investigación y desarrollo.
- Políticas de innovación: dado que la complejidad de desarrollar las capacidades del sector privado es mayor, y en vista de que las capacidades del sector público son más frágiles, la política de innovación debe realizar un balance honesto entre capacidades y tareas, lo que implica trabajar en una serie de asuntos específicos en lugar de importar un paquete completo de instituciones y políticas de otra parte.
Mejorar la capacidad de las empresas de gestionar esta incertidumbre en torno al cambio tecnológico y trazar el camino que deberán seguir es crucial a la hora de preparar a los países para las oportunidades futuras.
En ALC hay una fuerte complementariedad entre la cercanía de una empresa a la frontera tecnológica y la capacidad de impulsar la innovación ante una mayor exposición a la competencia. Sin embargo, la mayoría de la empresas están lejos de la frontera y muy poco preparadas para competir.
Por esta razón, una política de innovación que fortalezca la capacidad de innovar de las empresas mejorará la competencia sobre la productividad agregada. A su vez, es fundamental contar con una política de competencia y otros marcos normativos que ayuden a generar igualdad de condiciones en los negocios y que brinden los incentivos correctos.
Proporcionar acceso a tecnologías u oportunidades para la innovación y la mejora de capacidades no será suficiente, por sí solo, para que la productividad crezca. Los formuladores de políticas de América Latina y el Caribe tienen la oportunidad de aprovechar el potencial de sinergia entre la política de competencia y la política de innovación.
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