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Colombia lleva hablando varios años (incluso décadas bajo el recuento de algunos) sobre la sustitución de exportaciones y una reconversión productiva. En pocas palabras, cómo alejarse del petróleo, con sus vaivenes de mercado (y su demanda fluctuante hacia el futuro) y acercarse más a otras costas, más seguras y, más recientemente, que no terminen de llevarse por delante al planeta.
En esa línea, el turismo ha salido al baile varias veces como una de las opciones para transformar las ventas internacionales del país. En 2018, por ejemplo, el expresidente Iván Duque habló de reemplazar el petróleo por el turismo.
De entrada, la analogía suena algo delirante (cualquiera de las dos). Sin embargo, las cifras récord de 2019, cuando llegaron al país más de 4 millones de visitantes extranjeros y cuando la ocupación hotelera alcanzó el 57,8 %, de acuerdo con cifras del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (Mincit), pintaban un buen futuro para un sector que bien podría ganar mucho más protagonismo. Pero en este punto llegó la pandemia y todo se fue por el abismo exprés de la crisis del covid-19.
El presidente Gustavo Petro, para quien una de las prioridades del Gobierno es impulsar la transición energética y que se dejen de ejecutar nuevos contratos de exploración de petróleo y gas, también quiere que el turismo reemplace los ingresos que generan los hidrocarburos. El mandatario dijo, durante su participación en el Foro Económico de Davos, que por “la belleza del país” y con una “fuerte inversión en turismo” esta industria podría llenar los vacíos de la “economía fósil” en un corto plazo y con una transición.
Pero, ¿es realmente posible reemplazar una industria extractiva por el turismo? Veamos qué muestran las cifras. De acuerdo con el DANE, entre enero y diciembre de 2022 las exportaciones colombianas fueron de US$57.115,4 millones FOB y registraron un aumento del 38 %, en comparación con el mismo período de 2021. El aporte de las exportaciones del grupo de combustibles y productos de las industrias extractivas fue de US$32.043,9 millones FOB y aumentó un 61,4 % frente al año anterior. También crecieron las ventas externas a Estados Unidos por una mayor exportación de crudo (78,2 %), que aportó 23,8 puntos porcentuales a la variación del país.
Por su parte, Ecopetrol calificó sus resultados financieros como “históricos” y se alcanzaron niveles de producción que no se veían desde antes de la pandemia, a la vez que se alcanzó una utilidad neta de $26,6 billones con corte a septiembre de 2022.
En cuanto a la industria del turismo, el año pasado llegaron al país 4’565.626 visitantes no residentes, lo que representó un aumento del 109,2 % en comparación con 2021 y del 0,7 % con respecto a 2019. Además, se movilizaron 42,6 millones de personas por vía aérea entre enero y noviembre, y la ocupación hotelera se ubicó en 55,5 %, según la Oficina de Estudios Económicos del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo con base en cifras del DANE.
Las actividades económicas relacionadas con el turismo dejarían en 2022 un aporte importante al valor agregado del Producto Interno Bruto (PIB) del país, y su impacto se calcula en $45 billones, según el Mincomercio.
“Por temas de ingresos, y que el turismo es un servicio que fluctúa por temporadas, sería muy complejo que lograra los niveles de producción del petróleo. Asimismo, es importante tener en cuenta que el turismo no genera regalías y tampoco tiene una tasa de impuestos tan alta como el sector de los hidrocarburos”, explicó Clara Inés Pardo, profesora de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.
Más allá de las cifras que evidencian que son industrias con una gran diferencia en los ingresos que le generan al país, y que sustituir una por la otra no es tan sencillo como decirlo, el turismo tiene una serie de problemas para convertirse en un sector de talla nacional e internacional.
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Vale la pena mencionar que el gobierno de Petro se fijó la meta de alcanzar los 12 millones de visitantes no residentes para el final del mandato. Sin embargo, Germán Umaña, ministro de Comercio, aseguró que no sabe si se cumplirá, “pero lo que sí sé es que aumentarán las cifras de turismo. Si al final de estos cuatro años estamos en ocho o nueve millones de turistas, eso servirá para reemplazar los ingresos de parte del petróleo y del carbón, y asegurar una sostenibilidad en la balanza de pagos, por lo menos en parte”.
Aunque el ministro Umaña insiste en que el turismo reemplace ingresos del petróleo, es claro en decir que se trataría de una parte. En lo positivo, Colombia tiene ventajas para promover el turismo en biodiversidad, cultura y territorio, lo que le permitiría al país aspirar a ser un referente en turismo sostenible y ofrecer experiencias para diferentes consumidores y mercados. El Gobierno lanzará una política para promover ese tipo de turismo.
“El país cuenta con características propias de cultura que serían un factor fundamental en el diseño de experiencias turísticas que empoderen a las comunidades y puedan diversificar sus ingresos promoviendo procesos de desarrollo sustentable, cuidando la naturaleza y mostrando la importancia de prevenir los impactos ambientales”, dijo Clara Inés Pardo.
Sin embargo, antes de explorar esos escenarios Colombia tendría que mejorar en temas como la seguridad y la infraestructura, así como en la preparación y el bilingüismo de los guías de turismo.
Y solo esos dos primeros ítems son una tarea titánica que, claro, impactaría al turismo, pero en general a todos los renglones de la vida económica y social en Colombia. Para lanzar al turismo a una escala de competencia global, básicamente, toca terminar de hacer el país.
Colombia, concuerdan los expertos, carece de infraestructura para poder recibir turistas con estándares internacionales, “lo cual se puede convertir en un cuello de botella por las distancias, las limitaciones de carreteras o servicios públicos que, a pesar de que se busque un turismo de naturaleza o amigable con el medio ambiente, requiere unos estándares mínimos”, aseguró Pardo.
La falta de conexión directa del mayor medio de transporte masivo de la ciudad capital con el principal aeropuerto del país habla elocuentemente de los vacíos nacionales en infraestructura.
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Cristina Consuegra cocreadora del emprendimiento Galavanta Tailored Travel, enfocado en turismo de experiencia y lujo, dijo que es importante que el país sepa a qué le quiere apuntar. “¿Se quiere un turismo masivo que pueda dañar los lugares y con un alto impacto ambiental o un turismo de menos volumen que le aporte a las comunidades más ingresos? Hoy por hoy no tenemos suficiente infraestructura para suplir la demanda. ¿Cuánto nos vamos a demorar para crearla? ¿El Gobierno qué incentivos le está dando a los empresarios para generar más ingresos al país?”, se preguntó la empresaria.
En esa misma línea, José Andrés Duarte, presidente ejecutivo de Cotelco, afirmó que Colombia necesita una política de infraestructura que incluya la conectividad terrestre, aérea y aeroportuaria que facilite la llegada de competencia y estimule el turismo en territorios apartados. También habló de una política de seguridad “que garantice el disfrute, la generación de empleo y oportunidades”. Colombia también requiere, según Duarte, trabajar en el posicionamiento de los productos que tiene para los turistas internacionales y para los colombianos (pues son pocos los que se desplazan por el país).
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Iván Duarte, director de Unique Colombia, agencia operadora que funciona en Santa Marta y La Guajira, y ofrece experiencias de naturaleza, cultura y bienestar, mencionó que es un “creyente” de que el turismo puede ser un motor de la economía colombiana por su riqueza natural y cultural, y espera que se cambie la frase de ver al turismo como el “nuevo petróleo”. “El petróleo le ha hecho mucho daño a la naturaleza. Ojalá el turismo sea visto como una energía renovable y natural que puede aportar y hacer mejor los destinos de viaje”.
Además, agregó que la industria del turismo depende, en buena parte, del petróleo. “Necesitamos más conectividad aérea en aeropuertos locales y mejor infraestructura por varias zonas rurales. Necesitamos de ese petróleo en el corto plazo, ojalá en el largo se cambie por renovable, pero Colombia tiene mucho que crecer y ajustar en su infraestructura turística y, lastimosamente, necesita el petróleo para ese desarrollo”, dijo.
Por otro lado, se deben promover las competencias en turismo para profesionalizar el sector y el bilingüismo para atraer más turistas internacionales. “Desde el Sena trabajamos mucho en temas de formalización. Nos hace falta reconocer que cualquiera no puede entrar al ámbito sin prepararse y conocer el sector. Por eso, los guías hacen prácticas desde la academia para que, al llegar al sector productivo, tengan conciencia de su labor. No obstante, tenemos una debilidad en el bilingüismo, pero necesitamos fortalecer ese aspecto desde los años de escolaridad”, aseguró Carolina Hernández Vargas, coordinadora de servicios turísticos de la Regional Distrito Capital del Sena.
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Hernández también mencionó la importancia de planificar y gestionar los destinos. Es decir, “el turismo espontáneo es chévere, pero es mejor pensar en el destino, en el desarrollo de infraestructura y tecnológico, en los actores, en las alianzas, en todo un proceso de andamiaje que permita planear la actividad turística”.
Los entrevistados dijeron que la clave para que el turismo se posicione como un motor de la economía es la infraestructura. Después de avanzar en ese aspecto, se puede pensar en desarrollo turístico y en atraer inversión para potencializar el turismo responsable y sostenible que beneficie e incluya a los actores locales. Pero primero lo primero.
“Si se hace de una forma consciente y organizada puede ser el sustento de un destino y se puede involucrar a toda una comunidad para que participe directa e indirectamente”, dijo Hernández.
Paula Cortés Calle, presidenta de Anato, mencionó que a través “de una mayor infraestructura aeroportuaria, hotelera y vial, la llegada de más aerolíneas al país que amplíe la conectividad aérea nacional e internacional, el fortalecimiento de las campañas internacionales de turismo y la capacitación para los empresarios que les brinde mayores herramientas para su competitividad, es posible que el turismo se convierta en el principal renglón de la economía de Colombia”.
El Gobierno trabajará en un llamado “turismo socialmente sostenible”, que tiene paz social y ambiental. Las proyecciones, según Umaña, tienen que ver con que, en la medida en que se realicen avances en la “paz total”, muchos territorios de nuestro país podrán tener políticas de sustitución de cultivos, de conectividad, de vías terciarias, en la que se aprovechen los conocimientos tradicionales, esas bellezas naturales que tenemos en biodiversidad. Espero y quiero ver en el futuro que vamos a tener un desarrollo del turismo, pero no de cualquiera, sino de uno que tenga que ver con nuestra identidad”.
Pero, por el momento, el turismo tiene una larga lista de aspiraciones, como muchos otros sectores de la vida en Colombia. Estos deseos, como también sucede en los demás renglones de la economía, pasan por habilitar algunas cosas básicas e importantes: las bases para cumplir sueños, más allá de los discursos de campaña y mandato.
En resumen, el país necesita un turismo que sume, que no afecte al medio ambiente, que incluya conocimiento tecnológico y que nos posicione ante el mundo como un destino atractivo por su diversidad cultural y ecosistémica, lo que generará más ingresos y empleos. Y, tal vez, logré sustituir una parte de lo que deja el petróleo.